Mostrando entradas con la etiqueta BACE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta BACE. Mostrar todas las entradas

domingo, 16 de junio de 2019

COAN: Vida militar de un helicopterista naval

Capitán de Corbeta aviador naval Miguel Augusto Martínez Widmer, de Santa Fe capital

“La elijo todos los días, porque la Armada aglutina muchas competencias dentro de la vida militar”


La Gaceta Marinera




14/06/2019. Nacido en la capital santafesina, el Capitán Martínez Widmer es el Segundo Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (EAH2) de la Armada Argentina, piloto, comandante de aeronave e instructor de vuelo de Sea King. En su relato refleja el entusiasmo por volar, su vida de servicio en la Aviación Naval y su reciente experiencia en la última Campaña Antártica de Verano (CAV) 2018-2019 a bordo del rompehielos ARA "Almirante Irízar".

Espora – En agosto, Miguel Martínez Widmer cumplirá 42 años y la mitad de su vida la vivió en la Armada Argentina; ya desde chico su amor por la aviación pudo concretarse volando con tan sólo 8 años de edad: “Ya estaba allí, la semilla del vuelo en mi vida”, introdujo. Su papá lo llevaba a volar en helicópteros y aviones cuando trabajó construyendo pistas para la Fuerza Aérea Argentina.

Otra semilla que estaba en su interior y pudo germinar fue el deseo de ser militar y convertirse en Aviador Naval: “También de chico ya quería ser militar y me inscribí en el Liceo Militar ‘General Belgrano’ con muchos de mis amigos”. Allí, tuvo el honor de conocer a Guillermo Owen Crippa, también santafesino, piloto aeronaval de Aermacchi MB-339 y héroe de Malvinas condecorado con la “Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”.



La vida y trayectoria de Owen Crippa marcaron la suya a fuego: “Nuestro encuentro y charla fue motivación para mi ingreso a la Armada Argentina y me incentivó a ser un aviador en el mar. Había leído mucho sobre él y es una persona de gran carisma; realmente su charla me inspiró”. Miguel ingresó en 1995 a la Escuela Naval Militar, con toda la intención y las ganas de ser aviador.

Contó que eligió la Institución por las hazañas de Crippa, pero también porque la Armada le inspiraba amor por la Patria y respeto. “La elijo todos los días, porque la Armada aglutina muchas competencias dentro de la vida militar. Particularmente, volar es un valor primordial en mi vida y más haciéndolo en un medio único como es el mar; y que sólo lo puede brindar nuestra Fuerza. Gracias a la Armada también he conocido muchas partes del mundo, navegado y volado por lugares inusuales; me siento un privilegiado en ese sentido”.

Ya han pasado 24 años de aquel primer encuentro con la Armada y hoy es Segundo Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (EAH2) con asiento en la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE) cercana a las ciudades de Bahía Blanca y Punta Alta, al sur de la provincia de Buenos Aires.



En su cargo, secunda al Comandante de la Escuadrilla a quien asesora en forma directa; y está al mando particular del hangar, sus funciones y su personal. “Cumplo con las tareas administrativas del cargo y las propias de vuelo también. En la Escuadrilla tenemos habilitaciones que van desde el copiloto, piloto y comandante de aeronave, respecto del rol que cumplen a bordo en la toma de decisiones de las misiones que se deben cumplir. Soy comandante de aeronave e instructor de vuelo, rol que posibilita cumplir con todas las misiones en cuanto a las capacidades de la aeronave y también las del mantenimiento de la misma; por ende, soy piloto en vuelos de prueba en el caso que la aeronave deba retornar al servicio”.

La experiencia se va adquiriendo con el tiempo, las horas de vuelo y los exámenes, dentro de un plan de adiestramiento que lleva años completar y que se va cumpliendo en la medida que la Escuadrilla requiera de pilotos.

Los Sea King, los helicópteros de la Escuadrilla, están diseñados para operaciones antisubmarinas; tareas de exploración; guiado y ataque; helitransporte de asalto; búsqueda y rescate; evacuación sanitaria; apoyo a la población civil en siniestros y emergencias; reabastecimientos logísticos de bases terrestres, incluso las antárticas, y a unidades de la Flota de Mar.

Los Sea King tienen la capacidad de transportar una carga externa (carga frigorizada, equipos científicos, combustible, vehículos, motos de nieve, materiales de construcción y traslado de personal) de hasta 2.700 kilogramos; por ello, su valor en el continente blanco. “El Sea King es una muy buena nave que vale por 20 y permite varias configuraciones”, agregó.



El Capitán Martínez Widmer se encuentra destinado en la Escuadrilla desde el 2006; anteriormente estuvo en la Escuela de Oficiales de la Armada, en la Escuela de Guerra Naval y en la Isla de Chipre cumpliendo Misión de Paz por Naciones Unidas, experiencia que describió como enriquecedora.

“Estuve durante un año en Chipre. Hay una apertura profesional y mental muy grande: uno opera fuera del ambiente habitual y aprende nuevos conocimientos más allá del idioma; conoce, por ejemplo, la importancia del trabajo conjunto con otras Fuerzas Armadas y extranjeras”, relató.

El Segundo Comandante habla de un antes y un después desde su ingreso a la Armada: “Cuando uno comienza, servir a la Patria es un concepto general, ideal y elocuente; y en la medida que uno va avanzando en la carrera va primando un concepto más concreto, particular y práctico: hoy sirvo a la Patria por el espíritu de cuerpo que siento en la Escuadrilla, un servicio que proyecto en el trabajo fuerte y diario que tiende al perfeccionamiento. Sirvo a mi Patria haciendo el propio trabajo lo mejor posible; un concepto que se concreta en acciones”.

Los Sea King en el continente blanco

El Capitán Martínez Widmer participó en la última CAV a bordo del “Irízar” piloteando uno de los helicópteros Sea King. Ya conocía la Antártida y el buque, porque hizo la campaña del 2006-2007 cuando la nave se incendió.

Los helicópteros de la Escuadrilla son destacados a la Antártida a bordo del rompehielos como una dotación complementaria, para realizar las tareas de reaprovisionamiento de bases antárticas y recambio de personal. El Grupo Aeronaval Embarcado estuvo compuesto por 8 pilotos oficiales, un oficial técnico y 17 suboficiales mecánicos.

El Segundo Comandante resaltó la diferencia del trabajo habitual en la Escuadrilla y el llevado a cabo en la Antártida. “Durante el año vamos adiestrándonos y cuando llegamos a la campaña ponemos en valor todo lo aprendido; es en la realidad donde se ve la calidad del adiestramiento alcanzado. Allá no hay tiempo para aprender, es exigente y se opera en un ciento por cien. Uno ya se entiende con la mirada generando una simbiosis, un ritmo, y un excelente clima de trabajo en equipo”, contó.
Los afectos de aquí y allá

En la Base Naval Puerto Belgrano, cercana a la Base Espora, quedaron su señora Lucía y sus tres hijos varones de 15, 11 y 9 años cuando el aviador naval santafesino partió a la Antártida. “Son 4 meses fuera del hogar y en mi primera campaña tenía un solo hijo; en esta oportunidad mi familia siguió muy interesada todas nuestras actividades por medio de la Gaceta Marinera (medio oficial de noticias de la Armada Argentina).”

También sus padres y hermanos sienten un gran orgullo por Miguel. Sus padres se radicaron en Villa Carlos Paz, Córdoba; y tiene dos hermanos: una es abogada, quien también vive en Córdoba, y el otro es chef de cocina en Chile.

Confiesa que es muy poco lo que vuelve a su Santa Fe natal. “Al ser marino uno es ciudadano del mundo y donde voy me gusta, porque es parte de lo que elegí; cuando puedo voy a visitar a mis compañeros y amigos de promoción del liceo, que se juntan todos los años”.

También revela que en su vida ha tenido mucha suerte y pocas dudas, porque pudo seguir sus sueños y concretarlos con una vocación a la Patria casi innata, “pero realmente creo que la vocación se hace día a día y se construye con pequeñas cosas. La Armada tiene mucho para ofrecer y brindar, es una gran oportunidad para desarrollarse y proyectar un camino profesional del que te vas enamorando de a poquito; y, en mi caso, nunca me he desenamorado a pesar de las vicisitudes”.

“Si tuviera que transmitir un mensaje a quienes piensan ingresar a la Armada, les diría que ingresen para hacer un aporte a esta gran Institución; y que lo hagan con una actitud proactiva, con ganas de hacer y de mejorar”, concluyó.