“La elijo todos los días, porque la Armada aglutina muchas competencias dentro de la vida militar”
La Gaceta Marinera
14/06/2019. Nacido en la capital santafesina, el Capitán Martínez Widmer es el Segundo Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (EAH2) de la Armada Argentina, piloto, comandante de aeronave e instructor de vuelo de Sea King. En su relato refleja el entusiasmo por volar, su vida de servicio en la Aviación Naval y su reciente experiencia en la última Campaña Antártica de Verano (CAV) 2018-2019 a bordo del rompehielos ARA "Almirante Irízar".
Espora – En agosto, Miguel Martínez Widmer cumplirá 42 años y la mitad de su vida la vivió en la Armada Argentina; ya desde chico su amor por la aviación pudo concretarse volando con tan sólo 8 años de edad: “Ya estaba allí, la semilla del vuelo en mi vida”, introdujo. Su papá lo llevaba a volar en helicópteros y aviones cuando trabajó construyendo pistas para la Fuerza Aérea Argentina.
Otra semilla que estaba en su interior y pudo germinar fue el deseo de ser militar y convertirse en Aviador Naval: “También de chico ya quería ser militar y me inscribí en el Liceo Militar ‘General Belgrano’ con muchos de mis amigos”. Allí, tuvo el honor de conocer a Guillermo Owen Crippa, también santafesino, piloto aeronaval de Aermacchi MB-339 y héroe de Malvinas condecorado con la “Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”.
La vida y trayectoria de Owen Crippa marcaron la suya a fuego: “Nuestro encuentro y charla fue motivación para mi ingreso a la Armada Argentina y me incentivó a ser un aviador en el mar. Había leído mucho sobre él y es una persona de gran carisma; realmente su charla me inspiró”. Miguel ingresó en 1995 a la Escuela Naval Militar, con toda la intención y las ganas de ser aviador.
Contó que eligió la Institución por las hazañas de Crippa, pero también porque la Armada le inspiraba amor por la Patria y respeto. “La elijo todos los días, porque la Armada aglutina muchas competencias dentro de la vida militar. Particularmente, volar es un valor primordial en mi vida y más haciéndolo en un medio único como es el mar; y que sólo lo puede brindar nuestra Fuerza. Gracias a la Armada también he conocido muchas partes del mundo, navegado y volado por lugares inusuales; me siento un privilegiado en ese sentido”.
Ya han pasado 24 años de aquel primer encuentro con la Armada y hoy es Segundo Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (EAH2) con asiento en la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE) cercana a las ciudades de Bahía Blanca y Punta Alta, al sur de la provincia de Buenos Aires.
En su cargo, secunda al Comandante de la Escuadrilla a quien asesora en forma directa; y está al mando particular del hangar, sus funciones y su personal. “Cumplo con las tareas administrativas del cargo y las propias de vuelo también. En la Escuadrilla tenemos habilitaciones que van desde el copiloto, piloto y comandante de aeronave, respecto del rol que cumplen a bordo en la toma de decisiones de las misiones que se deben cumplir. Soy comandante de aeronave e instructor de vuelo, rol que posibilita cumplir con todas las misiones en cuanto a las capacidades de la aeronave y también las del mantenimiento de la misma; por ende, soy piloto en vuelos de prueba en el caso que la aeronave deba retornar al servicio”.
La experiencia se va adquiriendo con el tiempo, las horas de vuelo y los exámenes, dentro de un plan de adiestramiento que lleva años completar y que se va cumpliendo en la medida que la Escuadrilla requiera de pilotos.
Los Sea King, los helicópteros de la Escuadrilla, están diseñados para operaciones antisubmarinas; tareas de exploración; guiado y ataque; helitransporte de asalto; búsqueda y rescate; evacuación sanitaria; apoyo a la población civil en siniestros y emergencias; reabastecimientos logísticos de bases terrestres, incluso las antárticas, y a unidades de la Flota de Mar.
Los Sea King tienen la capacidad de transportar una carga externa (carga frigorizada, equipos científicos, combustible, vehículos, motos de nieve, materiales de construcción y traslado de personal) de hasta 2.700 kilogramos; por ello, su valor en el continente blanco. “El Sea King es una muy buena nave que vale por 20 y permite varias configuraciones”, agregó.
El Capitán Martínez Widmer se encuentra destinado en la Escuadrilla desde el 2006; anteriormente estuvo en la Escuela de Oficiales de la Armada, en la Escuela de Guerra Naval y en la Isla de Chipre cumpliendo Misión de Paz por Naciones Unidas, experiencia que describió como enriquecedora.
“Estuve durante un año en Chipre. Hay una apertura profesional y mental muy grande: uno opera fuera del ambiente habitual y aprende nuevos conocimientos más allá del idioma; conoce, por ejemplo, la importancia del trabajo conjunto con otras Fuerzas Armadas y extranjeras”, relató.
El Segundo Comandante habla de un antes y un después desde su ingreso a la Armada: “Cuando uno comienza, servir a la Patria es un concepto general, ideal y elocuente; y en la medida que uno va avanzando en la carrera va primando un concepto más concreto, particular y práctico: hoy sirvo a la Patria por el espíritu de cuerpo que siento en la Escuadrilla, un servicio que proyecto en el trabajo fuerte y diario que tiende al perfeccionamiento. Sirvo a mi Patria haciendo el propio trabajo lo mejor posible; un concepto que se concreta en acciones”.
Los Sea King en el continente blanco
El Capitán Martínez Widmer participó en la última CAV a bordo del “Irízar” piloteando uno de los helicópteros Sea King. Ya conocía la Antártida y el buque, porque hizo la campaña del 2006-2007 cuando la nave se incendió.Los helicópteros de la Escuadrilla son destacados a la Antártida a bordo del rompehielos como una dotación complementaria, para realizar las tareas de reaprovisionamiento de bases antárticas y recambio de personal. El Grupo Aeronaval Embarcado estuvo compuesto por 8 pilotos oficiales, un oficial técnico y 17 suboficiales mecánicos.
El Segundo Comandante resaltó la diferencia del trabajo habitual en la Escuadrilla y el llevado a cabo en la Antártida. “Durante el año vamos adiestrándonos y cuando llegamos a la campaña ponemos en valor todo lo aprendido; es en la realidad donde se ve la calidad del adiestramiento alcanzado. Allá no hay tiempo para aprender, es exigente y se opera en un ciento por cien. Uno ya se entiende con la mirada generando una simbiosis, un ritmo, y un excelente clima de trabajo en equipo”, contó.
Los afectos de aquí y allá
En la Base Naval Puerto Belgrano, cercana a la Base Espora, quedaron su señora Lucía y sus tres hijos varones de 15, 11 y 9 años cuando el aviador naval santafesino partió a la Antártida. “Son 4 meses fuera del hogar y en mi primera campaña tenía un solo hijo; en esta oportunidad mi familia siguió muy interesada todas nuestras actividades por medio de la Gaceta Marinera (medio oficial de noticias de la Armada Argentina).”
También sus padres y hermanos sienten un gran orgullo por Miguel. Sus padres se radicaron en Villa Carlos Paz, Córdoba; y tiene dos hermanos: una es abogada, quien también vive en Córdoba, y el otro es chef de cocina en Chile.
Confiesa que es muy poco lo que vuelve a su Santa Fe natal. “Al ser marino uno es ciudadano del mundo y donde voy me gusta, porque es parte de lo que elegí; cuando puedo voy a visitar a mis compañeros y amigos de promoción del liceo, que se juntan todos los años”.
También revela que en su vida ha tenido mucha suerte y pocas dudas, porque pudo seguir sus sueños y concretarlos con una vocación a la Patria casi innata, “pero realmente creo que la vocación se hace día a día y se construye con pequeñas cosas. La Armada tiene mucho para ofrecer y brindar, es una gran oportunidad para desarrollarse y proyectar un camino profesional del que te vas enamorando de a poquito; y, en mi caso, nunca me he desenamorado a pesar de las vicisitudes”.
“Si tuviera que transmitir un mensaje a quienes piensan ingresar a la Armada, les diría que ingresen para hacer un aporte a esta gran Institución; y que lo hagan con una actitud proactiva, con ganas de hacer y de mejorar”, concluyó.