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lunes, 15 de abril de 2024

SGM: Mitos y realidad de la base naval nazi en la Antártida

La Base Antartica de Hitler : Mito y Realidad

 El Almirante Byrd y los ovnis
#histarmarhistarmar
Mattern y Friedrich (1975: 98) y Farrell (2005) sugieren, sin ofrecer ninguna prueba de respaldo, que Byrd sobrevoló la base alemana durante la Operación Highjump, y que en represalia cuatro de sus aeronaves fueron derribadas por armas secretas alemanas. Según un mapa de Mattern y Friedrich (1975: 92), los aviones se “perdieron” aproximadamente a los 73° S y 23° E, lo que se encuentra lejos al este de las Montañas Mühlig-Hoffman.“Este sólo hecho –afirma Farrell– echa una curiosa luz sobre la totalidad del ejercicio Highjump, ya que de algún modo cambió todo el carácter de la expedición de Byrd. En un lapso de 48 horas, el Almirante Byrd había dado orden de cancelar la expedición y alistarse para abandonar la Antártida. La duración de la misión había estado más cerca de las ocho semanas que de los ocho meses. No se comunicó ninguna razón oficial de la retirada repentina” (Farrell 2005). Según Buechner y Bernhart (1989: 231), la afirmación de que muchos de los hombres de Byrd se “perdieron”, y de que por lo menos cuatro de sus aeronaves habían “desaparecido” en circunstancias misteriosas que involucraban extrañas aeronaves “enemigas”, se hizo en mayo de 1948 en un periódico europeo llamado Brisant, que estos autores no pudieron rastrear.Otra de sus fuentes para respaldar la afirmación es una novela de 1980 llamada Genesis de W. A. Harbison (Harbison 1980).
 Mattern y Friedrich (1975: 100) y Choron (fecha desconocida) afirman que la base alemana fue defendida por poderosas armas secretas que incluyeron “platos voladores”. Goodrick-Clarke proporciona el contexto:
“Ya en la década de 1950, comenzaron a circular rumores en ciertos círculos alemanes nacionalistas de que los platos voladores de la posguerra eran en realidad superarmas alemanas que se habían desarrollado y probado durante el Tercer Reich. Al momento de la rendición alemana en mayo de 1945, supuestamente esta tecnología se envió por barco para asegurarla en el Ártico, Sudamérica y la Antártida.
La abundancia de avistamientos de ovnis se atribuyó entonces a una presencia nazi oculta en regiones remotas e inaccesibles del mundo. Hacia fines de la década de 1970, los escritores neonazis aseguraban que ‘Las últimas huestes’, una poderosa fuerza militar nazi de ovnis de tecnología de punta, dominaban una vasta extensión de la Antártida.” (Goodrick-Clarke 2002)

sábado, 10 de febrero de 2024

COAN: Encuentran restos de un Neptune accidentado en 1976

Hallaron partes de un avión de la Armada Argentina que se estrelló en la Antártida hace 48 años

La nave chocó contra un monte de la isla Livingston el 15 de septiembre de 1976. Ahora, una expedición búlgara encontró restos en la playa del archipiélago

Infobae



El Neptune cayó en una isla cercana a la Antártida en 1976 (imagen restaurada y colorizada por Guido Meretta)

El avión Neptune 2P-103 de la Armada Argentina pasó 48 años perdido en un glaciar de la isla Livingston, cercana a la Antártida. El 15 de septiembre de 1976, estaba en vuelo de reconocimiento cuando se estrelló contra un monte helado. Ahora, el glaciar que lo había tragado devolvió algunas partes de la nave que quedaron esparcidas en la playa rocosa frente al mar.

Por la caída murieron los 11 tripulantes de la aeronave. Se trata de la mayor tragedia aérea de un avión argentino en la Antártida.

Los restos fueron divisados por una expedición búlgara que pasaba por el lugar. La Armada Argentina estudió los restos y confirmó que se trata del vuelo de 1976 en el que murieron 10 tripulantes y un periodista fueguino que viajaba para realizar una nota.

El objetivo del Neptune era realizar un reconocimiento aéreo de la zona de glaciares para la Campaña Antártica que se iniciaría en el verano de ese año.

Como todos los años, el Neptune realizaba vuelos glaciológicos para verificar el estado de los hielos, el desplazamiento del límite de los mismos hacia el norte y relevar aerofotográficamente la zona, a fin de planificar las operaciones antárticas en base a los datos obtenidos.

El 15 de septiembre de 1976 arrancó el vuelo desde Tierra del Fuego rumbo a la Antártida. Los tripulantes eran: Carlos Migliardo (Teniente de Navío), Arnaldo Mario Mutto (Capitán de Corbeta); Miguel Angel Berraz (Teniente de Navío); Claudio María Cabut (Teniente de Corbeta); Nelson Dario Villagra (Suboficial Segundo); Remberto Eberto Brizuela (Suboficial Segundo); Juan Aurelio Noto (Suboficial Segundo); Carlos Omar Campastri (Cabo Principal); Jesús Oscar Arroyo (Cabo Principal) y Benjamín Pablo Scesa (Cabo Primero). También viajaba a bordo Rodolfo Rivarola, director del Canal 13, Río Grande Tierra del Fuego. La tripulación se dirigía hacia la Antártida Argentina.


La localización exacta en la que cayó el avión en 1976

Cómo fue el accidente

La última comunicación con la torre de control fue a las 12:13, cercanos a la Isla 25 de Mayo. Luego el contacto cesó repentinamente, declarándose la alerta y búsqueda a las 13:22.

Al día siguiente comenzó la investigación del avión, mediante apoyo aéreo y de superficie. No fue hasta el día 24 de septiembre del ‘76 que un avión C130H localizó los restos de la nave sobre la ladera norte del cerro Barnard, en la isla Livingston. No había sobrevivientes. El lugar era muy difícil de acceder por tierra, por lo que trabajaron andinistas y vehículos aéreos para intentar rescatar los cuerpos y fragmentos.

Una de las partes que indican que se trata de un avión argentino (Cortesía del Bulgarian Antartic Institute y la Armada Argentina)

En enero de 1977, un helicóptero del Ejército AE-451, intentando acercarse al punto de impacto, sufrió un repentino empeoramiento de las condiciones meteorológicas del monte, por lo que, lamentablemente, chocó también en la misma zona.

Ante este nuevo suceso, se decidió concluir la operación, quedando los tripulantes del Neptune junto a su avión.

Según lo investigado, la colisión fue por errores del altímetro en la aeronave y por el clima de ese día, lo que generó una desorientación del piloto.

Otra de las partes del avión halladas en la playa de la isla Livingston, cercana a la Antártida

Los restos del Neptune

Un equipo búlgaro, el Bulgarian Antartic Institute, encontró restos en la orilla de la Bahía Falsa el pasado 15 de enero. Sin pistas de a qué vehículo podían pertenecer, se mantuvieron atentos a dar con su origen. Pasaron un par de días y en la orilla finalmente apareció una chapa del mismo tono verde oliva con el Sol de Mayo argentino.

Los restos del Neptune fueron hallados por la armada búlgara

Nikolay Danailov, Capitán de Fragata y Comandante del Buque Polar ST. ST. Cyril y Methodius, se comunicó con la Armada Argentina. Los especialistas argentinos confirmaron que se trataba del Neptune. Sus restos habían aparecido luego de 48 años.

Luego del hallazgo se realizó un acto frente a la isla Livingston en el que se rindió homenaje a las víctimas el accidente. Para la ceremonia, el Contraalmirante Marcelo Tarapow escribió un texto para recordar la tragedia. “Navegué por allí muchos años después, frente a esa montaña. Siempre los buscamos. ¡Muchas gracias por lo que hicieron! Siempre los recordamos. Reviví entonces una y otra vez nítidos recuerdos de aquel gris 15 de septiembre, cuando sentí por primera vez que el tiempo se detenía. Quizás si se detuvo”, sostiene el marino en un fragmento.


sábado, 30 de diciembre de 2023

COAN: Pionera en la Antártida

1942 - 7 de Febrero - 1952 -

LA AVIACIÓN NAVAL PIONERA EN LA ANTÁRTIDA

de Oscar Héctor Filippi


LA AVIACIÓN NAVAL EN LA ANTÁRTIDA

Primer vuelo en la Antártida y primer vuelo de Correo Argentino a la Antártida

Por: Instituto Aeronaval, Filial Mar del Plata.


Boeing Stearman 76D-1 del teniente de navío Eduardo Lanusse y del cabo principal aeronáutico Erik Bolmquist. 

El 7 de Febrero de 1942, el teniente de navío Eduardo Lanusse, piloteando un avion Boeing Stearman 76D-1, un frágil biplano, al que se le habían reemplazado las ruedas por flotadores, es desembarcado del buque de transporte de la Marina de Guerra “1º de Mayo” al mar. Luego de decolar, vuela sobre la Isla Decepción, en el sector Antártico Argentino. Ese fue el primer vuelo de un avión argentino en el Continente Blanco. El cabo principal aeronáutico Erik Bolmquist era el mecánico a bordo de ese avión de la Armada acompañando en ese histórico vuelo al teniente Lanusse. 

También en ese tiempo se abren las rutas de transporte a nuestra Patagonia, llegando a la Isla Grande de Tierra del Fuego con líneas regulares de sostén logístico con aviones Curtis Cóndor. 

Queda inaugurada la presencia efectiva de las alas navales en nuestra Patagonia y en la Antártida. 


Aviones navales anfibios, los PBY- 5A Catalina, matrículas 3-P-5 y 2-P-3, realizaron el primer vuelo de correo entre el Continente Americano y la Antártida. 

Otro 7 de Febrero, pero de 1952 se registra el primer vuelo argentino y mundial uniendo el Continente americano y la Antártida. Dos aviones navales anfibios, los PBY- 5A Catalina, matrículas 3-P-5 y 2-P-3, bajo el comando del capitán de fragata Pedro Iraolagoitía y piloteados por el capitán de corbeta Edgardo Andrew y el teniente de navío Guillermo Campbell, que habían partido desde la Base Aeronaval de Río Grande (Tierra del Fuego), cruzan en vuelo el Canal Drake y amerizan en las aguas de la Isla Decepción. Transportaban correspondencia y fue así como establecieron el primer correo aéreo entre la Argentina Continental y la Antártida. 

Se suceden a partir de estos hitos las campañas antárticas que efectúan los relevamientos necesarios para el subsiguiente establecimiento de las Bases. 

Hoy, con ciento cinco (105) años de presencia efectiva de nuestro país en la Antártida, contamos con seis (6) Bases permanentes y siete (7) temporales. A la fecha, cuarenta y cinco (45) países tienen presencia y realizan estudios científicos en el helado Continente. Argentina es su indiscutible pionera. 

También un 7 de Febrero, pero de 1964, se creaba la Escuadra Aeronaval Nº 4, compuesta inicialmente por la Escuadrilla Aeronaval de Búsqueda y Salvamento, la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Propósitos Generales (PROPOGEN) y la Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros. 

Fuente Consultada: Libro de Efemérides Navales – Armada Argentina 
Libro: Alas sobre el Mar. 



Facebook de Oscar Héctor Filippi

domingo, 10 de diciembre de 2023

COAN: La Aviación Naval en la Antártida



La Aviación Naval y el primer vuelo al Polo Sur


En 1962, dos aeronaves argentinas hicieron historia al aterrizar por primera vez en la zona más austral del mundo.


Gaceta Marinera


Hace 59 años, el aire frío del continente blanco fue testigo del primer vuelo argentino al Polo Sur. Aquel 6 de enero, el de 1962, pasó a la historia como el día en el que dos aeronaves Douglas DC-3 de la Aviación Naval Argentina lograron completar el primer aterrizaje de unidades de nuestro país en suelo antártico.

La travesía había iniciado en octubre de 1961 con vuelos de inspección sobre la zona. Previo a su expedición, las unidades –matriculadas CTA-12 y CTA-15– instalaron equipos, esquíes y la unidad de Exploración y Reconocimiento Aerofotográfico. Por su parte, los pilotos se adiestraron para volar en condiciones nulas de visibilidad.

Las aeronaves de la Unidad de Tareas 8 despegaron de Río Gallegos el 18 de diciembre. Luego de dos etapas previas con escalas en proximidades de la isla Robertson, sobre la barrera de hielos Larsen y en la estación científica de Ellsworth, lograron unir por primera vez ese punto del Polo Sur con el continente sudamericano.


La magnitud de esta proeza se dimensionó por las dificultades que presentaba la expedición: las unidades de la Aviación Naval prefirieron encarar una ruta distinta a la conocida y ser los primeros en arribar al lugar directamente desde el continente americano. En aquella época no se contaba con cartografía de la zona y se desconocía la existencia de referencias en tierra que pudiesen facilitar la orientación durante el vuelo. Por ello, fue necesario que compilaran e interpretaran toda la experiencia.


El operativo fue comandado por el Capitán de Fragata Hermes Quijada y formaron parte de la dotación de las dos aeronaves los Capitanes de Fragata Pedro Margalot y Rafael Checchi; los Tenientes de Navío Jorge Pittaluga, Miguel Grondona, Héctor Martini, Enrique Dionisi y José Pérez; el Suboficial Primero Edmundo Franzoni; el Suboficial Segundo Ricardo Rodríguez; el Cabo Principal Elías Gabino y el Cabo Primero Raúl Ibasca. El piloto de uno de los aviones era el mismo Quijada y del otro el Teniente Pittaluga.

Gracias a esta misión, se amplió el conocimiento científico universal que adquirieron nuevos aportes geográficos, glaciológicos, meteorológicos, geológicos y sanitarios sobre zonas del continente antártico aún inexploradas y sobre otras poco conocidas.

El itinerario de vuelo

A las 5.48 del 18 de diciembre de 1961, las aeronaves al mando del entonces Capitán de Fragata Hermes Quijada despegaron de la Estación Naval Río Gallegos rumbo al Cabo de Hornos. La velocidad era poca: las 32.000 libras de peso, sumadas a los vientos del sector Sur y a la necesidad de ahorrar combustible, en previsión de cualquier súbito empeoramiento de tiempo, no les permitió pasar los 115 nudos.

Ambos aviones realizaron un perfecto aterrizaje en la Base Teniente Matienzo, el primero en la nieve, con el que concluyó la etapa inicial del vuelo al Sur, luego de 8 horas 17 minutos de travesía.



El 24 de diciembre los expedicionarios fueron invitados por los camaradas de la base a pasar la Nochebuena con ellos. Dos días más tarde, aprovechando la buena meteorología, despegaron para continuar el trayecto.

Al volar sobre Bahía Austral, la Estación Científica Ellsworth apareció como una manchita negra que poco a poco fue aumentando de tamaño. La pista había sido bien señalada y a poco de aterrizar fueron recibidos por el personal de la estación.

Luego, la estación Polo Sur les comunicó que estaba lista a recibirlos. El 6 de enero, a las 13.05, despegaron nuevamente, mientras se abría a su proa una zona cubierta de grietas enormes. Se encontraban muy cerca al Polo Sur y la zona que sobrevolaban tenía una capa de hielo de casi 3.000 metros de espesor.



Eran las 20.45 en Argentina. Al iniciar la cuarta pierna de la búsqueda, descubrieron por la amura de estribor unos puntos negros que no pertenecían al natural paisaje antártico. El Teniente Grondona, copiloto de una de las aeronaves, giró de inmediato hacia esa dirección donde avistaron el Polo Sur a más de 30 millas. Recién a las 20.15 estuvieron sobre su vertical y, diez minutos más tarde, aterrizaron en medio de la mirada complacida de todos los integrantes de la base.

Las aeronaves lograron aterrizar en la base estadounidense Amundsen-Scott. Tras las palabras del Capitán Quijada, la delegación argentina entregó una placa recordatoria del vuelo con el siguiente texto: “La República Argentina a Amundsen, Scott y sus hombres en el cincuentenario de su llegada al Polo Sur. Homenaje de la Aviación Naval de la Armada Argentina en su primer vuelo al Polo Sur”.

martes, 27 de septiembre de 2022

Biografía: Alférez de Navio José María Sobral (ARA)

Alférez de Navío José María Sobral: el primer invernante argentino en la Antártida


Se cumplen 61 años del fallecimiento y 142 del nacimiento del primer argentino que invernó durante dos años consecutivos.

La Gaceta Marinera


Desde hace tan solo un par de siglos, hombres y mujeres comenzaron a pisar el continente blanco. Entre los pocos privilegiados, el Alférez de Navío José María Sobral logró una hazaña antártica de proporciones históricas. Fue el primer argentino en invernar en la Antártida, entre 1901 y 1903.

Oriundo de Gualeguaychú, el joven marino nació el 14 de abril de 1880 y, por cuestiones del destino, a los 81 años falleció en la misma fecha de su natalicio. José María Sobral, quien a lo largo de su vida fue reconocido como un gran geólogo y explorador, comenzó su carrera militar desde muy joven cuando ingresó en 1895 a la Escuela Naval Militar de donde egresó como Guardiamarina en agosto de 1898.

Luego de haber demostrado una gran capacidad intelectual en los estudios en la Escuela Naval Militar, su primer destino en la Armada sería un hito histórico ya que formaría parte de la primera dotación en el Viaje de Instrucción inaugural de la fragata ARA “Presidente Sarmiento”, durante los años 1899 y 1900.




Posteriormente, y a la corta edad de 21 años, le tocó emprender el mayor desafío de su carrera naval que lo marcaría para siempre: representar a la Armada Argentina y al país en una Expedición Antártica Internacional encabezada por el geólogo sueco y experto polar Otto Nordenskjöld, quien comandó una expedición científica a la Península Antártica.

Por ello, el 21 de diciembre de 1901 partió de Buenos Aires a bordo del ballenero “Antarctic”; el joven militar de la Armada Argentina tenía el objetivo de desempeñar tareas de observador meteorológico y geodesta, efectuando además estudios de biología y reconocimiento geológico.

Una vez llegados a la Antártida en febrero de 1902, Nordenskjöld y Sobral como parte de un grupo reducido de hombres desembarcaron en la Isla Cerro Nevado. Pero un tiempo después, de manera inesperada, ocurrió lo menos deseado, el “Antarctic” fue aplastado por el hielo y se hundió en las heladas aguas antárticas. Los expedicionarios debieron recurrir a métodos extremos de supervivencia durante dos invernadas en el continente blanco.

Pero es aquí y en este preciso momento, donde dos grandes historias antárticas argentinas se entrelazan: cuando el Teniente de Navío Julián Irizar, comandando la corbeta ARA “Uruguay”, surcó las frías aguas australes que rodean al continente blanco, sorteando amenazantes témpanos, en una misión de búsqueda y rescate de la expedición a la cual pertenecía su compatriota y camarada, el Alférez de Navío Sobral.

El primer explorador científico argentino en la Antártida

Sobral vivió en una época en la que todo registro era gráfico, por lo que llevaba siempre consigo una libreta donde anotaba todo lo que sucedía en este viaje tan importante.

Además de registrar sus pensamientos, detallaba las emociones que le provocaba estar aislado en el continente blanco; anotaba diligentemente sus hallazgos, reflexiones, análisis, predicciones y las primeras mediciones meteorológicas continuas en la Antártida que sentarían un precedente histórico para el país.




Un extracto de su diario, escrito el 14 de abril de 1902, da cuenta en plena invernada antártica del día de su cumpleaños número 22. En esos párrafos reflexionaba: «No hay que juzgar a las exploraciones solamente por sus resultados, sino por sus esfuerzos y teniendo en cuenta las circunstancias en que éstas fueron hechas».

Gracias a esta expedición se realizaron descubrimientos geográficos, geológicos y paleontológicos de importancia mundial en la Península Antártica. Fue un sueño hecho realidad para Sobral, pero también fue el desafío más difícil de su vida.

Años más tarde en su libro “Dos años entre los hielos“ diría: “El hombre nunca debe contentarse con la victoria adquirida; el éxito no solo no debe ofuscarle, sino que debe darle nuevo aliento para atacar lo más difícil, porque precisamente en eso se encuentra el placer de la vida”.

Se sabe que Sobral amaba a su Patria, y fue un investigador perseverante, decidido y tenaz hasta sus últimos días. Alejado de la actividad en la Armada, realizó durante toda su vida gran cantidad de estudios e investigaciones, dejando un importante precedente para las generaciones venideras de científicos.

Marcando camino en la Antártida Argentina

Sin saberlo, desde que Sobral pisó tierras antárticas, nuestro país continúa sin descanso ejerciendo presencia ininterrumpida en el continente blanco. Es por esto que la Armada Argentina –componente naval del Comando Conjunto Antártico– continúa brindando apoyo logístico en las Campañas Antárticas de Verano, durante las que su deber es aprovisionar a las bases permanentes y temporales que el país sostiene en el continente blanco, en las que investigadores, científicos y militares hacen ciencia y mantienen la paz.




En un justo homenaje a su valor y por ser el primer integrante de la Armada Argentina en pisar el continente blanco, fue bautizado en su honor el aviso ARA “Alférez Sobral”, que participó en numerosas actividades en la Antártida y en la Guerra de Malvinas realizó una epopeya naval digna de su nombre.

martes, 12 de noviembre de 2019

ARA; El accidente del ARA Guaraní


El recuerdo del ARA “Guaraní”


En 1958 fue requerido para dar apoyo a un vuelo de emergencia hacia la Antártida, donde un camarada se encontraba en delicado estado de salud sin poder ser trasladado. A su regreso, luego de un fuerte temporal, perdió comunicación para siempre.

El remolcador ARA “Guaraní” se construyó en Estados Unidos durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. En la post guerra fue adquirido por la Comisión Naval Argentina y alistado en Norfolk, donde afirmó el pabellón nacional el 2 de febrero de 1947.

El 2 de julio del mismo año, lo incorporó a su escuadra la Armada Argentina, llegando al país en octubre de 1947. Una vez en Argentina adoptó el nombre “Guaraní”, que hace referencia a una tribu originaria que se asentó en el noreste del país, Paraguay y parte del sur de Brasil.

Al año siguiente fue destinado a la Zona Naval Marítima y su apostadero natural fue la Base Naval Puerto Belgrano. Se desempeñó como buque auxiliar y en ese rol remolcó y reflotó varias unidades al garete entre 1948 y 1952. En 1954 lo reclasificaron como buque de salvamento y fue asignado a la Estación de Salvamento de Ushuaia.

Entre 1954 y 1957 se desempeñó como buque de salvamento y patrulla en el sur, recorriendo canales fueguinos y la isla de los Estados. En 1958 el remolcador ARA “Guaraní” fue requerido para dar apoyo a un vuelo de emergencia que debió ser desplegado hacia la Antártida, donde un camarada se encontraba en delicado estado de salud y que, sin poder ser trasladado, requería un tratamiento de plasma y medicamentos para poder sobrevivir en el lugar más austral del planeta.

El remolcador completó su tripulación con personal de la Base Naval Ushuaia –ya que parte de la dotación se encontraba de licencia– y zarpó hacia el Pasaje de Drake el 14 de octubre a las 6 de la mañana.

Transcurrida la mañana el viento aumentó su intensidad desde el oeste, generando altas olas y volviendo el aire un ambiente polar. Al día siguiente se realizó el vuelo sobre la base Melchior con éxito en la misión, ya que el avión Douglas DC-4 matrícula CTA-2 de la Aviación Naval arrojó 8 bultos sobre suelo antártico, de los que la dotación antártica recuperó 7.

El “Guaraní” tuvo que capear un fuerte temporal a 10 millas al suroeste de Isla Nueva, donde buscó refugio para reparar una avería en una tapa escotilla, que le generaba un importante ingreso de agua por popa y en sala de máquinas.

Una comunicación posterior, que se interrumpió quedando en silencio perpetuo, es el último contacto del “Guaraní”. Se encontraba a siete millas al sur del Cabo Hall, en la Península Mitre, en la Isla Grande de Tierra del Fuego.

La búsqueda


Inmediatamente se dispuso la búsqueda con dos aviones de la Armada Argentina DC-4, dos Catalinas, un Avro Lincoln de la Fuerza Aérea (B-025) y otro avión de Aerolíneas Argentinas; los destructores ARA “San Luis” y ARA “Cervantes”; el buque de salvamento ARA “Diaguita” y las fragatas chilenas “Covadonga” e “Iquique”. Para complementar el esfuerzo de rastreo en las costas, se desplegaron también patrullas terrestres en busca de sobrevivientes.

En medio de pésimas condiciones climáticas, el 19 de octubre uno de los aviones afectados a la búsqueda transmitió sobre el avistamiento de dos grandes manchas de aceite a unas 220 millas de la zona del accidente. Ese fue el último rastro que dejó la unidad, no se encontraron balsas ni otro vestigio del naufragio.

Homenajes


El 12 de enero de 1959, el Secretario de Estado de Marina dictó una resolución donde requería que todo buque de la Armada Argentina que pasara por el Cabo Buen Suceso, una vez por viaje, debía rendir honores. Formando su tripulación en cubierta y tocando el trompa “oración”, o en su defecto se emplearía el pito marinero. Esta disposición del Secretario de Estado de Marina caducó a los cinco años de la desaparición del “Guaraní”, en 1963.

Al cumplirse el 50º aniversario del hundimiento de la unidad, el 15 de octubre de 2008, la lancha rápida ARA “Intrépida” realizó una ceremonia a bordo. En la misma la dotación y familiares de los camaradas recordados arrojaron ofrendas florales en cercanías del Canal de Beagle.

Ese mismo año, el Correo Argentino presentó una estampilla con la imagen del remolcador en homenaje al 50º aniversario de su naufragio.

Para la misma ocasión, Harvey Bonín –quien fuera parte de la dotación del “Guaraní” hasta 1957– donó una maqueta del buque al Museo Marítimo de Ushuaia, realizada por él mismo.

Hasta nuestros días, como parte de la responsabilidad SAR (Búsqueda y Rescate en inglés), el Área Naval Austral (ANAU) brinda apoyo logístico y de seguridad con unidades navales a los cruces aéreos. Algunos ejemplos son los vuelos de los MI17 y de los Hércules de Fuerza Aérea Argentina hacia la Antártida, a los que uno de los avisos del ANAU apoya desde el Drake.

Asimismo, cuando a fines de julio de 2017 se trasladó a un suboficial accidentado en Orcadas que sufrió fracturas en sus piernas, el aviso ARA “Islas Malvinas” se acercó hasta inmediaciones de la base antártica para brindar apoyo al avión Twin Otter que lo evacuó.

martes, 22 de enero de 2019

La necesidad de operaciones conjuntas en la logística antártica

El desafío conjunto en la logística antártica




A bordo del rompehielos ARA “Almirante Irízar”, el Comandante Conjunto Antártico, General de División Justo Treviranus, destaca la importancia de la labor de quienes participan de la Campaña Antártica de Verano 2018/2019 y de los invernantes en las bases permanentes.

Nuestro Mar


A bordo del rompehielos ARA “Almirante Irízar” que se encuentra en cercanías de la base Belgrano II, y a punto de concluir su abastecimiento, el Comandante Conjunto Antártico, General de División Justo Treviranus, hizo una apreciación acerca del trabajo argentino llevado a cabo en la Antártida.

“Quiero remarcar de esta campaña y de todas las Campaña Antárticas el gran esfuerzo que hace la Nación para posibilitar la vida en la Antártida”, comenzó. “Los argentinos tenemos más de 100 años de presencia, empezando en 1904 cuando el primer argentino invernó en la Isla Laurie, lo que hoy conocemos como base Orcadas; y desde entonces hasta el día de hoy jamás la Argentina dejó de proteger la Antártida de distintas maneras.”

Al respecto, enumeró como primera gran medida el haberla incorporado como una política de Estado desde los primeros años de presencia en el continente blanco; y la segunda medida es haber logrado que los hombres y mujeres de nuestro país desarrollen distintas tareas en la Antártida, desde la exploración en los primeros años del siglo XX hasta el trabajo científico que se fue incrementando con el correr de los dos siglos.

“Al principio venían en buques, luego se incorporaron los aviones y luego el invernar, haciendo que pudieran estar todo un invierno aislados desarrollando la vida en este continente tan caro a nuestras tradiciones y tan importante para la Humanidad. Así que este esfuerzo que hace la Nación siempre lo destaco porque es algo significativo desde el punto de vista de la política y del esfuerzo que hacen los científicos, las Fuerzas Armadas por el apoyo que le dan y todos lo que tienen alguna relación con el planeamiento o con la ejecución de una Campaña Antártica”, remarcó el General de División Treviranus.

En este momento el rompehielos de la Armada se encuentra en los 76º de Latitud Sur, en lo que se llama la Costa Confín de la Tierra de Coats, donde está asentada la base Belgrano II. Esta base tiene dos antecesoras que le dieron vida: la base Belgrano, que se construyó sobre el pack de hielo y que se perdió a causa de un desprendimiento; y la base Belgrano III, pionera en lo que hace a bases móviles, que se desplazaba con una máquina a orugas, abandonada cuando terminó su vida útil.

En medio de eso fue instalada en 1979 la actual base, afirmada en un nunatak (palabra esquimal que significa roca que aflora en el hielo) de 200 mtrs. por 200 mtrs.. Desde entonces se mantuvo trabajando. Es una base pequeña donde se realizan varios proyectos científicos relacionados con la atmósfera, con glaciología, el estudio de ozono, entre otros. Desde ella aportan también datos meteorológicos con los que se pueden armar los pronósticos del Hemisferio Sur. Viven entre 20 y 22 hombres que se renuevan anualmente.

“El trabajo que se hace acá es el que se hace en todas las bases: la Argentina tiene 6 bases permanentes y 7 temporarias que se utilizan para hacer ciencia, más los refugios. En todas ellas es un trabajo de esfuerzo físico e intelectual. Como argentino me enorgullece que eso sea así. Es importante poder transmitir esto al resto de los argentinos para que sepan que hacemos un reflejo de lo que el país quiere para la Antártida. Y ojalá que en el futuro esto se mantenga así porque además de ser un esfuerzo que hacemos para Argentina también lo hacemos para la Humanidad”, manifestó el Comandante Conjunto Antártico.

Además del traslado del personal entrante y de la dotación saliente, los helicópteros Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros embarcados en el rompehielos ARA “Almirante Irízar” descargan lo necesario para la invernada 2019. También se repliegan los residuos que serán tratados en el continente para su disposición final. Todo subordinado al clima extremo y condicionante de las operaciones en la Antártida.

Respecto a la logística antártica, el General de División Treviranus destacó que siempre fue conjunta: “En las bases viven hombres y mujeres a los que hay que asegurarles la vida. Y del otro lado, en el continente, tenemos buques y aviones que unen nuestro país con la Antártida. Es un trabajo conjunto en el que Fuerza Aérea, Ejército y Armada ponen sus conocimientos y sus capacidades para poder llegar hasta acá.” (GACETA MARINERA)

domingo, 29 de julio de 2018

ARA: La demostración de fuerza en la Antártida de 1948

La movilización a la Antártida de 1948


El 12 de febrero de 1948 Argentina moviliza la Flota de Mar a la Antártida, en demostración de poder ante la reiterada ilegalidad y hostilidad del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte


Crucero pesado ARA "Almirante Brown" fondeado en aguas de nuestra Antártida y captado desde la cubierta del ARA "25 de Mayo". Junto a él se aprecia una hidrocanoa anfibia Supermarine Walrus 315 (no se puede identificar su matricula, pero puede ser la 2-O-1 o 2-O-2).


Escudo de la Armada Argentina
El 12 de febrero de 1948 la Flota de Mar de la Armada Argentina abandona la Base Naval de Puerto Belgrano en una expedición de demostración de poder que en seco frenó el expansionìsmo británico en la región.

Esta fuerza naval estaba integrada por los cruceros ARA "25 de Mayo" y ARA "Almirante Brown", los torpederos (destructores, en Argentina aùn se los designaba torpederos en esas fechas) ARA "Entre Rìos", ARA "Misiones", ARA "Santa Cruz", ARA "San Luìs", ARA "Mendoza" y "ARA Cervantes". Esta poderosa fuerza naval integrada por esos 8 buques de guerra tripulados por unos 3.000 efectivos y con los comandantes de Operaciones Navales, Flota de Mar y Aviación Naval embarcados, fue desplegada para realizar una demostración de poder y sentar principios soberanos ante las constantes incursiones chilenas y británicas en la región, que hasta esas fechas no cesaban en su intención de expandir su territorio en el caso de Chile, y usurpación en el caso británico.
Previa escala en Ushuaia, la formación naval argentina puso proa a tierras y mares australes, recalando en las islas Orcadas del Sur, la parte norte de la península Antártica y las Shetland del Sur, y efectuando expeditivo reconocimiento a los accidentes geográficos y fondeaderos más importantes.
Este episodio quedó registrado con el topónimo como "Mar de la Flota" asignado al antiguo estrecho Bransfield, y se colocaron placas recordatorias en los Destacamentos Navales Melchior y Decepción (este último generalmente deshabitado dado que Gran Bretaña mantenía la isla bajo su control aunque también sin presencia permanente). El día 29 de febrero, con el regreso de las naves a la Base Naval Puerto Belgrano, la Armada, con la silenciosa presencia de sus componentes, dio una clara demostración de Soberanía y fuerza sobre el Sector Antártico reivindicado, frenando definitivamente al expansionìsmo británico en la región que violando el propio Tratado de Utrecht impuesto por la Corona británica en 1713 prohibía taxativamente sus actividades, presencia y asentamiento en toda la región, pero que a partir de esta acción argentina nunca más se atrevieron a ocupar ilegalmente ningún otro territorio que no estuviese ya usurpado previamente (la isla Decepción era y aùn hoy es ilegalmente reclamada por Gran Bretaña, fue ocupada de forma indistinta pero nunca de manera permanente por Gran Bretaña, Argentina y Chile en varias oportunidades, y produjo posteriores incidentes) abriendo una nueva etapa para el futuro de la Nación.

Imágenes:

Crucero pesado ARA "25 de Mayo"

Antártida Argentina


Torpedero (destructor) ARA "Entre Ríos"

Torpedero (destructor) ARA "Misiones"

Torpedero (destructor) ARA "Santa Cruz"

Torpedero (destructor) ARA "San Luìs"

Torpedero (destructor) ARA "Mendoza"

Torpedero (destructor) ARA "Cervantes"
 
Hidrocanoa anfibia Walrus 315 de la Armada Argentina operando desde la isla Decepción de nuestra Antártida.

Acorazado Almirante Brown

jueves, 28 de diciembre de 2017

ARA Irizar vuelve al hielo antártico

Después de 10 años, el rompehielos Almirante Irízar vuelve a la Antártida en un misión oficial

Quedó al borde de la destrucción hace una década, a raíz de un incendio. Volverá a formar parte de la campaña antártica
Infobae


El rompehielos ARA Irizar vuelve al continente antártico

Luego de una década de reparaciones y un año de someterse a distintas pruebas, el rompehielos Almirante Irízar zarpará hoy de la dársena E del puerto de Buenos Aires hacia la Antártida. Uno de los objetivos es abastecer las bases argentinas en ese continente, en su primera misión oficial desde el incendio que casi lo destruye, en abril de 2007.

El viaje se producirá en el marco de la Campaña Antártica de Verano 2017-2018 (CAV), que comenzó formalmente el pasado lunes 18 cuando el aviso "Estrecho de San Carlos" y el transporte naval "Canal de Beagle" salieron desde Buenos Aires. La expedición se extenderá hasta principios de abril con un cronograma en el que buques y aviones deberán coordinar sus movimientos, de acuerdo al inestable clima antártico y a las condiciones glaciológicas que fijan las "ventanas de oportunidad" para acceder a algunas de las 13 bases argentinas en el continente blanco.

Más de dos mil personas trabajan en esta campaña para que los buques puedan trasladar 183 toneladas de víveres, 1700 metros cúbicos a granel de gasoil antártico, 4310 tambores de distintos combustibles, 822 tubos de gas y 962 toneladas de cargas generales.

Además, los aviones C-130 de la Fuerza Aérea Argentina tienen la responsabilidad de sostener un puente aéreo con la base Marambio que complementa el traslado de cargas, agilice el despliegue de las nuevas dotaciones y el repliegue del personal que sostuvo operativas las bases durante 2017.

En los últimos dos años, el rompehielos volvió a navegar con el objetivo de ser sometido a distintas pruebas de hielo y viajes por los mares para constatar su estado técnico, antes de reanudar el servicio oficial.

El Irízar fue reparado y puesto en condiciones en Tandanor, astillero propiedad del Estado, con un costo aproximado de 284 millones de dólares, incluidos los 137 millones de dólares destinados al alquiler de buques polares extranjeros en las sucesivas campañas antárticas.

Durante los diez años transcurridos desde el incendio, que lo dejó en un 80% fuera de servicio, pasaron cinco ministros de Defensa: Nilda Garré, Arturo Puricelli, Agustín Rossi, Julio Martínez y Oscar Aguad, quien está a cargo desde julio de este año.


El presidente Mauricio Macri en una recorrida por el “Almirante Irízar”. (Foto: Télam)


El itinerario

El jefe del Comando Operacional de las Fuerzas Armadas, general de división Carlos Pérez Aquino, explicó cómo es la campaña. "Se divide en etapas. La primera arrancó el lunes 18 con la zarpada del aviso 'Estrecho de San Carlos' que no tiene bodegas pero lleva en su cubierta tambores de combustible y algunos otros equipos, y del transporte naval 'Canal de Beagle' que carga gran parte del abastecimiento. Ambos buques ya navegan hacia la base Orcadas", indicó.

"Todo este despliegue de personal, buques y aviones está atado a las ventanas de oportunidad que ofrezcan los hielos antárticos y a un clima hostil que suele variar mucho en muy poco tiempo y sin aviso", advirtió.

Desde Marambio, el rompehielos partirá rumbo a Belgrano II, la más aislada de las bases argentinas, a la que sólo se puede acceder a través de un canal costero que se abre durante unas semanas al año, cuando el hielo que cubre el mar de Weddell se separa del continente.


El rompehielos ARA Almirante Irízar hizo distintas pruebas de navegación durante el transcurso del año. (Foto NA).


El 'Irízar' "tiene que aprovechar esa ventana de oportunidad para aproximarse todo lo que pueda a la base y desde allí los helicópteros descargan el material. Por eso es importante estar lo más cerca posible para minimizar las horas de vuelo", comentó.

La tarea de asistencia es fundamental para la base Belgrano II, que no recibe asistencia por mar desde el verano de 2014. Hasta ahora, los recambios de personal se hicieron con transporte aéreo.

El canal costero en la zona del cabo Norvegia -que permite acceder a Belgrano II- "se abre cerca del 15 de enero y después esa ventana glaciológica se cierra; la otra ventana importante es la que nos permite acceder a la base San Martín, que se abre al final de la campaña", explicó.

Luego, la expedición prevé un nuevo paso por Orcadas en su regreso a Ushuaia, donde se encontrará con el buque 'Canal de Beagle', recargará bodegas y partirá otra vez hacia Marambio, detalló.


(fotos de Nicolás Stulberg)

El 'Canal de Beagle' retornará a Buenos Aires a fines de enero con gran parte de los residuos recogidos en la Antártida y volverá a zarpar hacia Ushuaia con carga que traspasará al Irizar y al aviso 'Estrecho de San Carlos' para que la distribuyan en las bases.

A lo largo de toda la campaña los Hércules C-130 deberán sostener el puente aéreo con el aeródromo de la base Marambio y con la base chilena Frei, además de coordinar el operativo para el cruce en vuelo del helicóptero Mi-17, que durante el verano asiste al despliegue argentino, apuntó.