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miércoles, 5 de junio de 2019

ARA: El Observatorio Naval

El laboratorio del tiempo

Gaceta Marinera




Llamar al 113 es una práctica lúdica que marca la infancia de muchos argentinos. Usar un teléfono público para escuchar una voz que en exactamente 7.5 segundos indica la hora actual, está en el “arcón de los recuerdos” de más de uno.

Sin embargo, es poco conocida la historia de ese servicio: quiénes estuvieron y están detrás de él; cómo se produce y por qué. He aquí un dato curioso, ya que la Armada Argentina es parte fundacional de la mundialmente conocida hora oficial.

Fue en 1881, cuando el Presidente Julio Argentino Roca decretó la creación del Observatorio de Marina. El hecho estuvo de la mano con la formalización la Oficina Central de Hidrografía, la cual en ese entonces funcionaba en un pequeño recinto emplazado en el predio de la Escuela Naval y dependía del Ministerio de Marina.

La pujante industria naval de esa época y la concreción de un proyecto de país que miraba hacia el mar generó la necesidad de contar con un servicio que organizara las actividades. Y es en ese punto donde el tiempo se vuelve un eje vertebrador mundial.




Para ello se convocó al marino francés retirado Francisco Beuf quien con la jerarquía de Coronel de Marina, junto a un equipo de colaboradores, lograron sumar a la República Argentina a un proyecto astronómico mundial destinado a observar el pasaje del planeta Venus por delante del Sol. Esta tarea se concretó en diciembre de 1882 y su principal objetivo fue proveer con adecuada precisión la hora a los buques en la dársena del Puerto de Buenos Aires.

El Observatorio Naval (ONBA), a lo largo de la historia tuvo diferentes sedes. Primero estuvo emplazado en el barrio de La Recoleta, sobre la calle Bella Vista (hoy Avenida Marcelo T. de Alvear), entre Callao y Ayacucho. Luego, fue trasladado a un predio que hoy ocupa el Jardín Botánico. Desde 1947 se encuentra en el edificio que fue especialmente construido para albergar sus dependencias, ubicado en Avenida España N° 2099 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En los inicios, se indicaba la hora al mediodía exacto dejando caer un globo negro desde lo alto de un mástil que era visible desde los barcos. Cada tensión del globo, indicaba una hora exacta y esto era conocido por todos los marinos. Sin embargo, con el correr del tiempo la necesidad de una precisión en los datos fue creciendo lo cual fue acompañado por la incorporación de sistemas más modernos.

En 1923, Marcelo T de Alvear, dejó explícito en un decreto presidencial que la misión principal del Observatorio Naval sería “determinar, conservar y generar las señales de la Hora Oficial Argentina”.

En la actualidad el Observatorio continúa dependiendo del Servicio de Hidrografía Naval. En sus diferentes salas pueden observarse los distintos elementos utilizados para medir las horas, minutos y segundos, entre ellos los antiguos relojes de péndulo y cuarzo, máquinas rudimentarias y obsoletas frente a los relojes atómicos; que determinan el Tiempo Universal Coordinado (UTC).

El mundo baila al son de un péndulo

El actual edificio del ONBA fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2001. Su arquitectura es imponente, pero es lo que alberga en su interior el gran tesoro. Impacta adentrarse en la sala de péndulos, un recinto aislado cuya estructura está hecha en madera y fibra de vidrio que alberga tres relojes de origen francés, y cada uno está sobre una tarima de cemento que llega hasta la tosca, evitando así cualquier tipo de movimiento. Esto se suma al aislamiento y hermetismo del lugar, lo cual mantiene una presión estable y la temperatura en 28ºC.

Las mencionadas condiciones eran fundamentales para el correcto funcionamiento del aparato, ya que debía evitarse cualquier tipo de rose entre el péndulo y el aire. Funcionaron entre 1926 y 1971, entregando a diario datos sobre el tiempo sidéreo y el tiempo medio.




¿Cuál es la diferencia entre ambos tiempos? El tiempo sidéreo o sideral, es el tiempo de las estrellas que sirve a fines astronómicos. Es dado por el ángulo horario del equinoccio vernal, punto de la eclíptica a partir del cual el Sol pasa del hemisferio Sur celeste al hemisferio Norte. Este era utilizado en épocas en que el GPS no existía y actualmente en los institutos de formación naval continúa utilizándose para enseñar navegación astronómica.

Por su parte, el tiempo solar medio está basado en el día solar medio, que es el intervalo de tiempo entre el paso consecutivo del sol medio por el meridiano superior del lugar, y es el que se usa en la vida cotidiana. El día solar medio equivale a 86.400 segundos determinados por los relojes atómicos. El tiempo solar medio es un promedio del tiempo solar verdadero afectado por la diferente velocidad del sol en su órbita.



Em tiempos actuales

El Observatorio Naval, se erige como uno de los aproximadamente cuatrocientos laboratorios de tiempo instalados en el mundo, que integran la red del Bureau Internacional de Pesas y Medidas (BIPM) con sede en París. Todos tienen como referencia la hora calculada a partir del meridiano de Greenwich.

La medición del tiempo se realiza con relojes atómicos cuyo principal elemento es el isótopo 133 del átomo de Cesio. El máximo error que puede acumular es de un segundo en 30.000 años.




El servicio se encuentra por duplicado al igual que su alimentación eléctrica ya que no hay margen de error: la emisión de la hora nunca puede parar. ¿Por qué? Es el tiempo el eje organizador del mundo. Transacciones financieras; tránsito aéreo, marítimo y fluvial; la vida misma depende del tiempo.

La información dada por el “reloj parlante” es transmitida por emisoras de radio y telefónicamente. Allí, pueden escucharse los tres y seis “tops” cada media y una hora y el servicio telefónico “113” cada 10 segundos. Esto es conforme al huso horario adoptado por Argentina que actualmente corresponde al de 3 horas al Oeste del Meridiano de Greenwich.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Aviación embarcada: Huevos de acero en este piloto de Rafale

Aterrizaje con niebla gruesa sobre el Charles De Gaulle

Increíble el coraje de este piloto al aterrizar casi en completa falta de visión sobre el CdG.