Mil Mi-4 naval extrae tripulación de un Whiskey
El personal naval soviético desciende por una escalera de cuerda desde un helicóptero Mil Mi-4 "Hound" hasta la cubierta de un submarino de clase Whiskey en la superficie.

Crucero 25 de Mayo rolando- Foto Coleccion Genaud
En las Escuela Naval anualmente se realizaba una supervivencia como parte de la instrucción. En tercer año (sería el '88) nos toca supervivencia en balsa.
Fue así que un viernes ( por que siempre viernes??) al mediodía cuarenta gallardos cadetes y dos profesores zarpamos a bordo de la chata E202, llevando dos balsas infladas en cubierta y cantando canciones marineras... Que fueron degenerando en otro tipo de lírica.
Cuando llegamos al fondeadero reservado de la ARA el río parecía más vidrio líquido que aceite. Así que largamos las balsas y fuimos saltando adentro veinte cadetes y un profe por balsa. Primero una, luego la chata se alejó un poco y largo la segunda. Cada una tenía un ancla pequeña para que no derivaran a cualquier parte durante la noche.
Fuimos aprendiendo los rudimentos del racionamiento y cuando se pasó la novedad volvieron a arreglar los cantitos, ante la ya evidente impotencia de los profesores.
Pero, caramba, conforme pasaba el tiempo se iba levantando una brisa cada vez más intensa del SE. Cubri mi hora de guardia en una de las aberturas de la balsa en relativa comodidad y me metí pa'dentro donde el tufo producido por veinte humanoides, más el plástico de la balsa me garantizaron el sueño en clara incomodidad.
Al siguiente relevo de guardia recibí un pisotón en la cara, que me despertó a la fea realidad de una sudestada ya evidente. El estómago de me dio vuelta inmediatamente y me precipité a la abertura, afortunadamente muy cercana. Ya era de noche y hacía frío pero preferí quedarme de guardia. Mi compañero, agradecido.
El viento era cada vez más fuerte y el oleaje aumentaba notablemente. También había aumentado el intervalo entre cantitos, hasta que se hizo completo silencio.
Pasaban las horas y pasaban distintos cadetes a hacer uso de las "facilidades sanitarias" ofrecidas por la abertura donde yo estaba.
A eso de medianoche se largo una fuerte lluvia. Con ayuda de la chaqueta de plástico naranja que me pasaron de adentro pude pasar aceptablemente el frío. Pero los espasmos musculares (que ya no me producían el más mínimo malestar) me habían dejado agotado, así que opté por atarme a dos cáncamos de goma que había en el exterior de la balsa. A lo largo del siguiente par de horas me desperté más de una vez colgando de ese cabito.
A eso de las cuatro de la mañana la situación era insostenible: La marejada era francamente peligrosa y el fondeo de la otra balsa había roto uno de los flotadores, provocando una inundación parcial. Un par de cadetes empapados ya mostraban signos de hipotermia.
Se decidió cancelar el ejercicio y en medio de oscuridad y el temporal la E202 levantó el ancla y comenzó a acercarse.
En lastre como estaba su proa iba y venía según el capricho del viento y las olas. Yo hacía señales con una linterna y la chata nos buscaba con un foco aue tenía sobre el puente. Después de varios intentos finalmente pareció que, aproximándose por detrás de mi, nos iba a dejar por su estribor, por lo que yo iba a ser el más cercano para tomar el cabo que nos pasara.
Estando ya a menos de diez metros vi en la proa a un compañero mío que no había podido hacer el ejercicio por estar esguinzado pero igualmente había zarpado voluntariamente en la chata. Me pega un grito y lo veo revolear una guía, que no llegó a tirar. Una ola levantó en vilo la proa de la chata y dejó a la balsa en el seno. En dos segundos que aún me parecen días vi el pie de toda claramente fuera del agua, con el borde de los remaches mojados brillando en el resplandor de las luces de cubierta, la balsa se precipitó como chupada por el vacío dejado por la proa y esta cayó con un montón de espuma del otro lado de la balsa. Quedamos así de la banda de babor. Lograron tirar un cabo que atrapó nuestro otro vigía y un suboficial logró pasarme otro a mi. Nunca en la vida me salió tan rápido un as de guía.
Midiendo el momento para saltar a la chata , que a veces estaba muy alta y otras quedaba abajo, fuimos pasando de a uno. Después tuvimos que subir a mano la balsa, y trincarla para que no se volara.
Faltaba ahora rescatar a la otra balsa, lo que logramos luego de idénticas peripecias.
Pero no todo había terminado. Todavía había que volver a la Escuela, y la chata no decidía para dónde ir sino que iba para donde podía. Con el peligro inmediato superado (suponíamos los cadetes) había que buscar dónde dormir. Yo encontré un rincón entre las cuadernas de un mamparo y trincando los hombros ahí y apoyando las rodillas en una taquilla me quedé dormido parado. Habrán sido un par de minutos, me desperté cuando un bandazo violento me hizo volar.
Así que tuve que superar mis prejuicios y el vaho natural de ese recinto y bajé a la máquina. Ahí encontré un enfriador de algo a la altura de la cubierta así que me senté y apoye los riñones ahí. Lo ultimo que recuerdo antes de dormirme es un suboficial gordo sentado en un banquito leyendo el diario junto al motor, en medio de tremendos balanceos.
Recién a eso de las 10 de la mañana logramos embocar el canal de acceso a La Plata y volver a la Escuela. La sensación de rolido se me pasó recién a la noche de ese sábado.
Y el mareo? Bueno se me pasó con el primer julepe, así que para mi el mejor remedio es una buena dosis de adrenalina.
Y mientras escribo esto no puedo menos que pensar en ese Teniente de Corbeta al mando de la E202, hoy Capitán de Navío creo y espero, a quien cuarenta cadetes y dos profesores le debemos la vida.
Una fría noche invernal del lejano 1982 zarpamos con Rasalague, un pequeño queche de 40 pies, del puerto turístico de San Remo con rumbo a Saint Florenz, en la isla de Córcega. A bordo Llevaba una tripulación de alumnos de una escuela de navegación a vela para completar un curso de perfeccionamiento, que consistía en un crucero de una semana de duración, con dos pequeñas travesías de alrededor de 100 millas cada una, durante un periodo del año, en torno a Pascua, en la que era muy probable encontrar mal tiempo. Según el boletín meteorológico se esperaba la llegada inminente de una perturbación, la clásica pareja formada del “señor frente frío” y de la “señora frente caliente” asociado a un discreto ciclón, vientos del sudeste 7 a 9 con ráfagas y temporales con la tendencia de un aumento de los fenómenos. Los que conocen el Mediterráneo saben bien que las previsiones meteorológicas son muy poco, o nada, atendibles. Podía llegar tanto un “pesto de la Madonna” como una “calma chicha” de hacer perder la paciencia a un chino, inshalà.
Una vez afuera encontramos un ligera brisa de tierra que nos daba tres o cuatro nudos de camino con un, ¡ay, ay!, mar de fondo de Scirocco (del sudeste). Normalmente el mar llega antes que el viento que lo ha generado y es una segura fuente de previsión. A medida que el tiempo pasaba, el viento, el color, el entusiasmo y los estómagos de mi aguerrida tripulación cambió. Los rostros pasaron de un cálido rosa post cena, a un pálido rosa, a un amarillo, a un verde musgo. Los cantos de euforia, las bromas, bajaron de volumen, el silencio era total, a fuerza tres. A fuerza cuatro se oían solo aullidos lamentosos, a fuerza cinco, el rugido del mar y el viento cubrió todos los demás sonidos. Gran parte de la tripulación estaba fuera de combate. Muchos ya habían experimentado los remedios tradicionales locales, digo locales porque cada lugar, cada cultura tiene los propios. Cito algunos de los conocidos por aquí. Los de tipo practico, a saber: chupar un limón, oler un ramito de perejil, comer olivas, comer una sardina, comer una anchoa, o un ajo (para los mas corajudos), apretarse bien el cinturón, aflojar bien el cinturón. Los de tipo psicológico o místico son menos numerosos, uno consiste en pensar que todo va bien, que se esta en la Pampa, en una fiesta, que los pajaritos cantan y las flores perfuman, que la chica de al lado esta loca de amor. El clásico recitar una oración a Dios o a “Santantò”, siempre me pregunte porque a justamente a San Antonio. Y etc, etc, de por el estilo.
Cuando comenzó a soplar mas fuerte el frió, y el cansancio, comenzó a minar las voluntades. Los estoicos se diputaban los turnos al timón, otros vomitaban con dignidad, no faltó quien lo hizo en el balde del espinaquer que es un balde sin fondo que se usa para preparar dicha vela, algunos dormitaban entorpecidos por la dramamina o cosa parecida. Pero había uno que me preocupaba seriamente, uno de esos raros tipos que son inmunes al mareo. Estaba en estado de pánico, que es peor que el mareo y que a bordo es una cosa muy seria. Había arrancado un par de puertas con una pata de cabra y se las estaba trincando encina con una cabo mientras me insultaba por haberlo llevado a esa situación, gritando a todo pulmón que no quería morir encerrado en fondo al barco como un ratón. Le di una fuerte cachetada en la cara y mientras se la sacudía con un fuerte pellizcón en la mejilla le grite que era un asqueroso cobarde, que a bordo lo necesitamos para que nos salvara la vida a todos. Le di una esponja!!!! y le ordené achicar la sentina sino quería que nos fuéramos todos a fondo. Y fue un santo remedio, tal es así que cuando finalmente llegamos a puerto, y después de dar amarras alguien me hizo notar que él estaba todavía achicando... siempre con la esponja!!!!. Baje rápidamente a la camareta y con calma, le agradecí del trabajo que había hecho por nosotros diciéndole que ahora ya no era mas necesario.
Un abrazo de oso marino a todos.
Miguel (Beltran)
El tema del mareo me recordo una ocasion en el Rio Olivia navegando de bajada por el Golfo de Vizcaya cerca de Finisterre, con un F9 por lo menos...yo me habia dado vuelta un par de veces antes y despues de la cena....
Estaba de reten de la guardia de 04/08 y ni acostado se me pasaba .... alrededor de las 0600 me llama mi compañero que suba x q el automatico no aguantaba..me levante y calcule que a lo sumo podria llegar sin descargarme al bañito que estaba detras del cuarto de derrota (los que conozcan los ELMA III se ubican seguramente)
Con el balde de limpieza en una mano (por las dudas) palido y temblando entre al cuarto de derrota, respirando con avidez corro la cortina para entrar al puente y relevar a mi compañero al timon...
El Cap Mirandou caminaba reconcentrado de banda a banda, la imagen que me quedo grabado era que pareciamos un submarino...el mar parecia que hervia,...las olas subian y rompian en la cubierta con rociones de espuma que llegaban hasta los ventanales del puente...
De repente el Contra Fernandez (Fernandito) desde un walkie/talkie pide que se llame urgente a los marineros disponible xq las trincas de la carga en los planos de la B#2 y B#3, maquinaria destinada al gasoducto de Loma de la Lata, se estaba aflojando y debian reforzarse de inmediato...
Recuerdo que se vario el rumbo para disminuir el rolido y permitir el movimiento en cubierta, quede al timon y de repente el Capi me pregunta por el balde y si me sentia bien...
Ahi tome conciencia que salvo un hambre feroz me sentia perfecto jaja !
No se si fue el susto, la tension del momento, la responsabilidad de mantener un rumbo con el menor peligro para mis compañeros o que ....
pero la cosa es que se me paso el mareo !
Las experiencias incómodas de varios foristas en el Atlántico Sur , en especial la del Capitán Zavalla prácticamente trincado para lavarse los dientes , me regresaron a "UNA NOCHE TRANQUILA en Rada Tilly . Es posible lo haya contado pero igual me mando :
Ingresando con el Astrapatagonia al Golfo San Jorge , YPF nos informó : ESTÁ TODO OCUPADO , PÓNGANSE EN LA COLA "
El Capitán Deschiave prefirió hacer tiempo en Rada Tilly. Así se hizo ; había mar de fondo pero ni una gota de viento. El suave balanceo nos puso a dormir como bebés. Pero en medio de la noche por efecto de la marea , nos atravesamos a las ondas y entramos en sincronismo. El capitán, al levantarse , se estrelló contra el mamparo. Tuvo el buen criterio de acostarse sobre la alfombra en estilo Tupac Amaru y dejar que otros se encargaran.
Con rolidos de 40 grados , el contra y dos gallegos corrieron hacia el cabrestante sin necesidad de llamar a Maquinas y pedir ...VAPOR A PROA , porque todo era eléctrico. Bastó un tirón a la cadena para recuperar la paz.
He rolado bastante , pero como aquella pacífica noche en Rada Tilly , nunca.
Doy fe de los comentarios que hicieron los foristas, sobre el viejo querido ARA San Martín, en el cruce del Drake en el verano del 72, todos los que estábamos a bordo, Marinos, gente de Ejercito, de Fuerza Aérea, Civiles del SMN o del (en esa época) Instituto Antártico Argentino, lo pudimos comprobar en carne propia. Nunca me toco navegar en buques con aletas compensadoras, así que no conozco ese "bienestar".Slds.
El Capitan Cecchini nos lleva con frecuencia a recordar anécdotas de tiempos pasados. Gracias
Creo que una circunstancia importante es tener un par de días de navegación tranquilos antes de que comenzara el zarandeo Uno se va acostumbrando al movimiento, las piernas se adaptan inconcientemente para amortiguarlo y ya no se cansa.
Eso no pasaba en los submarinos porque en Cabo Corrientes se combinaban rolido y cabeceo. En los submarino tipo Flota habia que preparar los mecanismos para ir a inmersión recién una vez que se zarpaba. Me tocaban los compartimientos de torpedos (proa y popa) con mas de 100 válvulas para revisar abierta o cerrada mientras el aire comenzaba a mezclarse con el tufo que se desprendía de las sentinas con el agitado movimiento.
A veces con el cabeceo uno quedaba colgado de las válvulas alta. Y no había borda a la que asomarse para rendir tributo a Neptuno!!!! Había que pucherearla!!!
Y hablando de pucherearla recuerdo una vez en el querido Irigoyen venía aguantando en mi guardia de 4 a 8, sin girocompás, con pesto del sur en la Olla cerca de Bahía Aguirre, con poca visibilidad y situándome como podía usando el compás magnético y algún ángulo horizontal, hasta que llegó mi relevo. Una guardia complicada, bandazos de 30º, poca visibilidad, llovizna y frío en una zona difícil, en época de constante fricción con los chilenos y un buen revoltijo estomacal. Pero la responsabilidad me permitió “pucherearla”. Entre los dos identificamos bien los accidentes de la costa y verificamos el punto con ángulos horizontales, Uno manejaba el sextante para medir y el otro lo sostenía (o mejor dicho lo trincaba). Luego de poner el punto en la carta y hacer otras verificaciones (calculo de deriva y abatimiento) quedamos ambos conformes y cuando me estaba por retirar, él sacó un paquetes de cigarrillos negros y me ofreció. Yo nunca fumé y bastó imaginar el humo del cigarrillo negro para que saliera disparado al alerón..
No los quiero aburrir con el Irigoyen y los cruces del Drake. Dos días rolando 30º, con algunos bandazos que lo sacaban de la cama.La rutina: guardia con la faja que nos daban para la Antártida, muy atento a los growlers. Luego una ronda de seguridad por el buque y a la cucheta, bien trincado con una lata de leche condensada como único alimento. Para lavarme los dientes, me sentaba en la silla del camarote y apoyaba los pies contra el mamparo para quedar a son de mar
Que tiempos aquellos, sin satélites, ni GPS,
CAZ
6- Americo Lohin
Yo la pase mal en el Cro 9 de julio (no asi en la Sarmiento o en el Destructor Espora).En el Cro debia acompañar al Jefe de Control de Tiro cuando se verificaba el ajuste de la Artilleria en navegación ,rogaba que no fuera a la Torre Uno, pero a veces no quedo mas remedio, el fumaba negros sin parar y yo no podía salir a la borda ni le podia ensuciar la torre a los artilleros ,asi que el Gorrito era el destinatario .

Cuando los submarinos nucleares están en el mar, la mayoría de las veces permanecen sumergidos en una atmósfera sellada. Parte del sistema elimina el dióxido de carbono (CO2) para evitar una acumulación fatal. Los submarinos utilizan para esto una sustancia química llamada amina. Cuando está fría, la amina absorbe CO2, y cuando está caliente, lo libera. La amina pasa por una máquina llamada depurador de CO2, que calienta y enfría el CO2, empujándolo hacia el océano para mantener el aire respirable.
Este sistema es muy efectivo, pero el inconveniente es que la amina le da al aire un olor bastante “único”. Este olor impregna cada parte del submarino, incluida la ropa y la piel de la tripulación.
Además del olor a amina, las tripulaciones de los submarinos están expuestas a olores de cocina, vapores de aceite hidráulico, gases de escape de diésel, ventilación de los tanques sanitarios y el olor de un gran número de personas confinadas. Los interiores se vuelven bastante fragantes. Los miembros de la tripulación se acostumbran y finalmente no lo notan, pero los demás sí.
Una vez, cuando estaba en un submarino, volé a casa de vacaciones vestido de civil. En el avión, una señora mayor a mi lado me preguntó: “¿Estás en submarinos?” Sorprendido, respondí: “Sí, ¿cómo lo supiste?” Ella dijo: “Mi marido estuvo en submarinos. Nunca olvidaré el olor.”
Historia basada en una publicación de Quora
Créditos de la fotografía: Foto USN n.° N-0780F-070, cortesía de Paul Farley.
Créditos de la fotografía: Foto USN n.° N-0780F-001, del Sr. Paul Farley, cortesía de noticias .navy .mil.


Filmada en la Base Naval Puerto Belgrano, La muchachada de a bordo fue un éxito del cine nacional.
Por Mario Minervino || La Nueva
Hace 88 años, en febrero de 1936, se estrenó el cine Grand Splendid de nuestra ciudad –Alsina 129—el film La Muchachada de a Bordo, filmada en la Base Naval Puerto Belgrano.
Apenas dos días después de la premiere en la Capital Federal se realizó su exhibición en Bahía Blanca, considerando que la mayoría de las filmaciones se realizaron a bordo del ARA Rivadavia, la primera vez que se podía ver un buque de la Marina de Guerra.
Este diario destacó a un periodista durante la filmación. “Se pudo observar a esa muchachada en la hermosa y sana vida que cumplen en las naves argentinas, entregada con alegría a colaborar para que se cumpliera esa producción del séptimo arte traduciendo la preparación que en la paz cumplen nuestros marinos”, indicó.
El protagonista de la película era el consagrado actor Luis Sandrini, señalado como “El Chaplin argentino”, a quien acompañaban Tito Lusiardo, Santiago Arrieta, Benita Puértolas y Alicia Barrié.
“Carcajadas que atraparansus oídos como los cañones dela escuadra, un romance viril como el temple de nuestros marinos”, indicó en la promoción del estreno el Splendid.
Sandrini y Gola interpretaban a dos pintorescos marineros. El primero haciendo esfuerzos por esquivar los lances de una opulenta cantinera, mientras sostiene encontronazos con un suboficial (Lusiardo). Gola, por su parte, mantiene un conflicto con el capitán que compone Arrieta, cuando ambos se enamoran de la misma mujer.
Como se filmó en Puerto Belgrano y a bordo de la flota en maniobras, tuvo la atracción de lo inédito, especialmente para familiares y amigos de marineros que participaban como extras.
En 1967 se estrenó una segunda versión de esta historia, rodada también en la Base Naval, teniendo esta vez como protagonistas a Carlos Balá, Leo Dan, Fabio Zerpa y Tito Lusiardo.
El 13 de noviembre de 1942, el crucero ligero USS Juneau fue torpedeado y hundido por un submarino japonés. Solo 10 de los casi 700 tripulantes sobrevivieron al ataque. Entre los muertos estaban los cinco hermanos Sullivan: George, de 27 años; Francisco, o “Franco”, 26; Joseph, apodado “Rojo”, 24; Madison, o "Matt", 23; y Albert, o "Al", 20.
La muerte de los Sullivan es la mayor pérdida jamás sufrida por una familia estadounidense en un solo incidente de combate. Las repercusiones de la tragedia fueron tan profundas que catalizaron la implementación de la Política del Único Sobreviviente en 1948.
Además de la política, el legado de los cinco hermanos Sullivan también está consagrado en el destructor de la clase USS The Sullivans Fletcher de la Marina de los EE. UU. Encargado menos de un año después del hundimiento del Juneau , fue el primer buque de guerra estadounidense con el nombre de más de una persona.
El destructor de la clase Sullivans Fletcher entró en acción en el Pacífico durante las últimas fases de la Segunda Guerra Mundial, y luego nuevamente en Corea. También desempeñó un papel en la resolución de la crisis de los misiles en Cuba como parte de una flota naval que formó un bloqueo alrededor de Cuba en medio de negociaciones entre Washington y la Unión Soviética. Retirado del servicio en 1965, el USS The Sullivans es ahora un museo flotante . El barco reside en el Parque Naval y Militar del Condado de Buffalo y Erie en Nueva York.
De hecho, vale la pena compartir y preservar la historia de los Sullivan. Aquí encontrarás todo lo que necesitas saber sobre los cinco hermanos, su legado y el barco que lleva su nombre.
Los cinco hermanos Sullivan y su hermana, Genevieve, crecieron en Waterloo, Iowa, durante la era tumultuosa de la Gran Depresión. Los residentes de Waterloo recordarían más tarde que los padres de Sullivan, Tom, un conductor del Ferrocarril de Illinois Central, y Alletta, un ama de casa, no dirigían una casa estricta. Los cinco muchachos dejaron la escuela a los 16 años y se unieron a la fuerza laboral. No todos los trabajos en los que trabajaban eran legítimos. Según la revista World War II , Tom estaba involucrado en la industria del alcohol ilegal y ocasionalmente reclutó a sus hijos para que lo ayudaran a recoger y entregar alcohol ilegal.
Cuando George y Frank tuvieron la edad suficiente para unirse al ejército, ambos decidieron convertirse en marineros alistados. La pareja sirvió en la Marina en tiempos de paz desde 1937 hasta 1941. Luego regresaron a su hogar en Waterloo y se unieron a sus hermanos para trabajar en una planta empacadora de carne local. Según las personas que los conocieron, los hermanos Sullivan eran un grupo salvaje. Pertenecían al “Harley Club”, un lugar frecuentado por jóvenes a los que les gustaba andar en motocicleta, emborracharse y armar un escándalo.
El 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron Pearl Harbor. Al igual que con tantos otros estadounidenses, el mundo de los Sullivan se vio trastornado por el evento y cambió la trayectoria de sus vidas. Poco después del ataque, George escribió una carta al Departamento de Marina, solicitando que él y sus cuatro hermanos menores pudieran alistarse y servir juntos. “Tuvimos cinco amigos asesinados en Hawái”, escribió. "Ayúdanos." La Marina concedió la solicitud de George.

En cuestión de meses después de la carta de George, él y sus hermanos se convirtieron en marineros. Dado que George y Frank habían realizado un servicio militar anterior, fueron ascendidos por encima de sus hermanos. George se convirtió en segundo compañero de artillero y Frank en timonel. A los otros tres se les otorgó el rango de marinero de segunda clase. Todos fueron asignados al recién comisionado USS Juneau , un crucero ligero clase Atlanta.
En agosto de 1942, el Juneau se embarcó hacia el suroeste del Pacífico y los Sullivan pronto se encontraron en medio de la acción. En octubre, el USS Juneau participó en la Batalla de las Islas Santa Cruz , que resultó en grandes pérdidas estadounidenses, incluido un portaaviones, un destructor, 81 aviones y muchos hombres. Los cinco hermanos Sullivan sobrevivieron a la batalla.
Varias semanas más tarde, en la noche del 12 de noviembre, justo cuando se iniciaba la batalla naval de Guadalcanal, un torpedo disparado por el destructor japonés Amatsukaze se estrelló contra el costado de babor del Juneau .
La explosión destruyó inmediatamente los sistemas de dirección y armas del barco y mató a 19 marineros. Sin embargo, el Juneau gravemente dañado permaneció a flote y se retiró de la batalla. A la mañana siguiente, se unió a una flota de acorazados sobrevivientes que cojearon hacia las aguas más seguras de un puerto aliado en las Nuevas Hébridas. Pero antes de que el Juneau pudiera llegar a su destino, fue interceptado por un submarino japonés y golpeado por otro torpedo. Esta vez, el torpedo destrozó el barco. Se hundió en menos de un minuto.
Cuatro hermanos Sullivan, Frank, Red, Matt y Al, no pudieron escapar del barco. Según los informes de los sobrevivientes, George, aunque herido, logró salir del Juneau y abordar una balsa salvavidas. Uno de sus camaradas, el compañero de segunda clase del artillero, Allen Heyn, afirmó más tarde que George sobrevivió durante tres o cuatro días. Heyn le dijo a un investigador naval que George estaba experimentando alucinaciones y saltó de su balsa salvavidas al agua para darse un baño. “Un tiburón vino y lo agarró y ese fue su final”, dijo Heyn. “Nunca lo volví a ver”.
Sin embargo, los registros oficiales mantenidos por el Comando de Historia y Patrimonio Naval
indican que George sobrevivió en el bote salvavidas solo unas pocas
horas y murió como resultado de las heridas que sufrió en el ataque con
torpedos. En total, la tragedia cobró la vida de casi 700 marineros estadounidenses. La mayoría de ellos se hundió con el Juneau
, mientras que la mayoría de los que lograron abordar los botes
salvavidas murieron por exposición, agotamiento o ataque de tiburón.
En los meses que siguieron, Tom y Alletta se fueron de gira para compartir la historia de sus hijos y animar a los estadounidenses a comprar bonos de guerra. La atención en torno a la tragedia finalmente impulsó al ejército de EE. UU. a tomar medidas y, en 1948, se promulgó la Política del Único Sobreviviente. La política estipula que si un miembro de las Fuerzas Armadas de EE. UU. muere en el cumplimiento del servicio, sus hermanos e hijos están exentos del servicio militar obligatorio o retirados del servicio de combate si están sirviendo en el extranjero. La exención también se aplica a los miembros del servicio cuyo familiar inmediato haya sido declarado desaparecido en acción o se convierta en prisionero de guerra.

En 1943, el acorazado USS The Sullivans fue comisionado para el servicio militar. El barco, cuyo lema oficial es "Nos mantenemos unidos", desempeñó un papel destacado en el Teatro del Pacífico durante las últimas fases de la Segunda Guerra Mundial. A su tripulación se le atribuye, entre otras cosas, el derribo de ocho aviones japoneses, el bombardeo de Iwo Jima y Okinawa y el rescate de varios aviadores aliados cuyos aviones fueron derribados sobre el océano.
Durante la Guerra de Corea, el USS The Sullivans llevó a cabo bombardeos de líneas de suministro enemigas estratégicas, incluidos ferrocarriles y túneles . En total, cuando el USS The Sullivans fue dado de baja en 1965, había ganado 11 estrellas de batalla. Hoy, el USS The Sullivans está registrado como un hito histórico y amarrado en el Parque Militar y Naval de los condados de Buffalo y Erie.
El Parque Naval y Militar del Condado de Buffalo y Erie se abrió al público en 1979. Como el Parque Naval y Militar interior más grande del país, alberga cuatro barcos navales fuera de servicio que sirvieron en combate entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam. Además del USS The Sullivans , que es uno de los cuatro destructores supervivientes de la clase Fletcher en el mundo, los barcos son: el USS Little Rock , el último crucero ligero superviviente de la clase Cleveland de la Segunda Guerra Mundial que existe; el USS Croaker , un submarino de clase Gato; y el PTF-17 , uno de los 20 barcos patrulleros rápidos de la clase Nasty jamás construidos.
¿Listo para tomar el primer vuelo a Buffalo para que pueda ver el USS The Sullivans usted mismo? No tan rapido. En la primavera de 2022, el USS The Sullivans sufrió importantes fugas y daños en su sala de máquinas. El museo determinó que el barco requería más de $ 2 millones en renovaciones, que actualmente están en marcha. Además, según el sitio web del parque, todo el parque, incluidos los barcos y edificios del museo, ahora están cerrados durante la temporada. El parque reabrirá al público el 25 de marzo de 2023.



“Batalla de Lepanto 1571. Galera ‘La Real’ / Battle of Lepanto, 1571. ‘La Real’ Galley” Óleo sobre lienzo / oil on canvas, 81 x 65 cm. © José Ferre-Clauzel
Cuadro de una batalla naval pintado por Ferrer Dalmau
"Es imposible para nosotros continuar con la guerra si continúan pérdidas como esta", le dijo Jellicoe.
"Parece que los alemanes están ganando la guerra", respondió Sims.
"Ganarán a menos que podamos detener estas pérdidas, y detenerlas pronto".
Cuando Sims le preguntó sobre una solución, dijo que en la actualidad no veían absolutamente ninguna.
pero incluso con todo esto seremos muy difíciles a menos que los Estados Unidos ayuden al máximo de su capacidad ... Sin un alivio como el que he indicado, y que se da de inmediato, la Marina no cumplirá con sus responsabilidades para con el país y el propio país sufrirá hambre.Esta crisis en la guerra naval no refutó la doctrina del mando de la flota de batalla, ya que el Almirantazgo se la había impuesto al malinterpretar y, por lo tanto, ignorar la respuesta más simple y tradicional a la guerra, por supuesto: convocar barcos mercantes en lugar de permitirles navegar de forma independiente mientras intentando cazar a los asaltantes. El propio Mahan había escrito:
