sábado, 5 de abril de 2025

Doctrina naval: La Jeune École francesa

La Jeune École: La revolución naval francesa del Siglo XIX





Introducción

La Jeune École ("Escuela Joven") fue una doctrina naval desarrollada en Francia a finales del siglo XIX. Su objetivo era transformar la estrategia naval francesa para contrarrestar la superioridad de la Royal Navy británica mediante el uso de tecnología avanzada y tácticas asimétricas. En lugar de construir grandes acorazados, la Jeune École promovía el uso de torpederos rápidos, cruceros armados y buques mercantes auxiliares para debilitar el comercio enemigo y evitar enfrentamientos directos con flotas más grandes.

Orígenes y Contexto

A finales del siglo XIX, la Royal Navy dominaba los mares con su poderosa flota de acorazados, mientras que Francia no podía competir en número ni en recursos para construir una flota similar. Frente a esta situación, varios estrategas franceses propusieron una nueva forma de guerra naval basada en innovación tecnológica y tácticas no convencionales.

La Jeune École fue impulsada por el vicealmirante Théophile Aube, quien creía que los avances en torpedos y artillería de largo alcance hacían obsoletas las flotas tradicionales de acorazados. Sus ideas fueron adoptadas y promovidas por otros oficiales navales y políticos, especialmente durante la década de 1880.

Principales Conceptos de la Jeune École

  1. Uso de Torpederos en Lugar de Acorazados

    • Se apostaba por una flota compuesta principalmente por pequeños y rápidos torpederos capaces de atacar buques de guerra más grandes y hundirlos con torpedos.
    • Se argumentaba que un gran número de torpederos era más barato y efectivo que unos pocos acorazados costosos.
  2. Guerra Comercial contra el Enemigo

    • En lugar de enfrentarse a la Royal Navy en batallas navales abiertas, la Jeune École proponía atacar las rutas comerciales británicas con cruceros rápidos y corsarios modernos.
    • Se confiaba en buques mercantes armados para hostigar el comercio enemigo, debilitando así la economía británica.
  3. Fortificación de Puertos y Defensa Costera

    • En vez de una flota de alta mar, la doctrina enfatizaba la construcción de defensas costeras con baterías de artillería y minas navales para evitar desembarcos enemigos.
    • Se creía que una flota basada en torpederos podía operar desde puertos protegidos sin necesidad de grandes unidades de combate.
  4. Uso de Buques de Guerra Especializados

    • Se promovió el diseño de cruceros ligeros y acorazados pequeños, capaces de actuar como corsarios y atacar convoyes enemigos.
    • Se exploró el uso de submarinos y lanchas torpederas como armas estratégicas.




Impacto y Aplicación Práctica

En la década de 1880 y principios de 1890, la doctrina de la Jeune École influyó en la planificación naval francesa. Francia construyó numerosos torpederos y cruceros destinados a la guerra de corso. Sin embargo, con el tiempo, surgieron varios problemas:

  • Limitaciones del torpedero: Aunque los torpederos eran efectivos en teoría, su alcance y autonomía eran limitados, y tenían dificultades para operar en alta mar.
  • Deficiencias de la guerra de corso: La Royal Navy implementó convoyes protegidos y patrullas para contrarrestar la amenaza de los cruceros franceses.
  • Cambio en la tecnología naval: La llegada de los acorazados de tipo dreadnought a principios del siglo XX hizo obsoleta la estrategia de la Jeune École, ya que estos nuevos buques eran rápidos, poderosos y podían defenderse mejor contra torpederos y cruceros ligeros.

Declive y Legado

Para finales del siglo XIX, la doctrina de la Jeune École comenzó a perder influencia, especialmente tras la muerte de Aube en 1890. Francia volvió a adoptar una estrategia naval más convencional, invirtiendo en acorazados modernos para competir con otras potencias europeas.

A pesar de su fracaso como estrategia a largo plazo, la Jeune École dejó un legado importante en la guerra naval:

  • Puso énfasis en la guerra asimétrica, una idea que más tarde influenciaría el uso de submarinos en la Primera y Segunda Guerra Mundial.
  • Demostró la importancia de la tecnología en la guerra naval, anticipando el papel de los torpedos, submarinos y aviones en conflictos futuros.
  • Influyó en doctrinas de otras marinas, como la alemana, que durante la Primera Guerra Mundial adoptó tácticas de guerra de corso con submarinos (U-Boote).

Conclusión

La Jeune École fue un experimento audaz en la historia de la estrategia naval. Aunque no logró su objetivo de contrarrestar a la Royal Navy, sus ideas anticiparon el uso de tecnologías modernas y tácticas no convencionales. Su legado se puede ver en la evolución de la guerra naval en el siglo XX, especialmente en el desarrollo de submarinos y estrategias de guerra asimétrica.


viernes, 4 de abril de 2025

SSK: U212 NFS (Italia)

Submarino U212 NFS





Como parte del desarrollo de la fuerza submarina de la Armada italiana para el período 2025-2050, se están desarrollando el U212 NFS y el U212 NFS Evo, para su introducción en 2036. Para entonces, la Armada italiana estará equipada con cuatro submarinos de la clase Todaro (el U212A), cuatro U212 NFS y dos U212 NFS Evo.

La Armada italiana ya está preparando el desarrollo del sucesor del U212A, el NGS (Submarino de Nueva Generación) que sustituirá al U212A y que empezará a construirse a partir de 2040. La Armada italiana también está desarrollando un LDAUV (Vehículo Submarino Autónomo de Gran Desplazamiento) para apoyar a la fuerza submarina.

Descripción general de la clase
Nombre
  • Sub-212 NFS
  • U212 NFS Evo
Constructores Fincantieri SpA
Operadores
  • Futuro operador:
    •  Marina italiana
Precedido por Submarino de la clase Sauro
Sucedido por Submarino de próxima generación 
Costo
  • NFS1 y NFS2 (incluido centro de formación y desarrollo) : 1.350 millones de euros 
  • NFS3: 500 millones de euros (+ 160 millones de euros de presupuesto para desarrollos adicionales) 
  • NFS4: 500 millones de euros 
Construido Desde 2022 
Planificado 6
Edificio 4
Terminado 0
Características generales
Tipo submarino de ataque
Desplazamiento
  • U212 NFS: 1.600 toneladas (1.600 toneladas largas) en superficie
  • U212 NFS Evo: 2.000 toneladas (2.000 toneladas largas)
Longitud 59 metros (193 pies 7 pulgadas)
Haz 7 metros (23 pies 0 pulgadas)
Altura 12 metros (39 pies 4 pulgadas)
Barajas 2
Complementar 29
Sensores y
sistemas de procesamiento
  • Suite de sonar : Suite de sonar integrada Kaleidoscope 2.0 basada en esfera de ELAC SONAR
    • FAS (sónar de matriz de flanco)
    • CAS (sónar de matriz cilíndrica)
    • MAS (sonar de prevención de minas)
    • CIA (matriz de intercepción cilíndrica)
    • ONA HYD (hidrófonos de análisis de ruido propios)
    • SBE 1 (baliza de sonar/emisor de socorro)
    • SB 3050 2G (ecosonda multihaz)
    • VE 5900 (ecosonda naval)
    • UT3000 2G (sistema de comunicación subacuático)
  • Mástiles suministrados por L3Harris y Calzoni:
    • Comunicación
    • sistema electroóptico
    • RESM/CESM
  • Sistemas:
    • Nuevo sistema de combate italiano de Leonardo
    • Sistema de piloto automático de Avio Aero
Guerra electrónica
y señuelos
RESM/CESM en el mástil de Elettronica 
Armamento
  • Torpedos:
    • 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm (21,0 pulgadas)
    • Torpedo pesado avanzado Leonardo Black Shark
  • Misiles
    • Misiles de crucero de ataque terrestre
  • UUV (buque submarino no tripulado): 




Sub-212 NFS

Historial del proyecto
En 2018 y 2019, el Parlamento italiano publicó información sobre la financiación del sucesor de los 4 submarinos de la clase Sauro para mantener una fuerza de 8 submarinos.

En noviembre de 2020, el Ministerio de Defensa italiano publicó su documento de planificación plurianual (Documento Programmatico Pluriennale) para 2020-2022. Menciona el plan para adquirir cuatro nuevos submarinos en dos fases por un costo total del programa estimado en 2.680 millones de euros.

El Gobierno italiano encargó a la OCCAR la gestión del programa U212 NFS en su nombre.

Fase 1

La fase 1 comprende:

  • Desarrollo de la clase de submarinos U212 NFS
  • Adquisición de 2 submarinos
  • Construcción de un centro de formación
  • 10 años de soporte técnico-logístico en servicio


En febrero de 2021, OCCAR y Fincantieri SpA (contratista principal) firmaron el contrato de la fase 1 por 1.350 millones de euros.

Fase 2

La fase 2 del programa incluye dos submarinos que se adquirirían opcionalmente. Incluye:

  • Desarrollo complementario de la clase
  • Adquisición de 2 submarinos
  • 10 años de soporte técnico-logístico en servicio para los 2 submarinos adicionales


En diciembre de 2022, la OCCAR se comprometió a construir un tercer submarino U212 NFS. En julio de 2023, se firmó el contrato por un valor de 500 millones de euros, y también se incluyó en el contrato un presupuesto complementario de 160 millones de euros para desarrollos adicionales.

El cuarto U212 NFS se encargó en junio de 2024 por un valor de 500 millones de euros.

U212 NFS Evo

En junio de 2024, la Armada italiana dio a conocer su plan de desarrollo de la flota para el período 2025-2050. Incluye el desarrollo de una subclase del U212 NFS que será más grande (> 2.000 toneladas) y que integrará tecnologías en desarrollo para el sucesor de la clase Todaro , el NGS ( Next Generation Submarine ).


Desarrollo del sistema de baterías de litio en los submarinos U212 NFS

El programa U212 NFS (Near Future Submarine) representa una evolución sustancial del modelo original U212A, gracias a la integración de un sistema de baterías de litio de última generación (LBS, por sus siglas en inglés), cuya implementación ha sido confirmada desde la primera unidad de esta nueva clase de submarinos de la Armada italiana. Esta incorporación no es meramente una mejora incremental, sino un cambio radical en la arquitectura energética y operativa de estas plataformas no nucleares.

El sistema LBS sustituye la tradicional tecnología de baterías de plomo-ácido, introduciendo capacidades superiores en múltiples dimensiones: densidad energética, eficiencia operativa, seguridad, modularidad y sostenibilidad a largo plazo. El contrato que posibilita esta transformación fue modificado formalmente por la OCCAR en junio de 2024, en el marco de su colaboración con Fincantieri y otras entidades industriales y tecnológicas italianas, marcando un punto de inflexión tecnológico para la Armada. La entrega del primer submarino U212 NFS está prevista para principios de 2029, mientras que su botadura ocurrirá en 2027.

Desde el punto de vista técnico, el sistema de baterías de litio incorpora una arquitectura modular y escalable, lo que permite su aplicación no solo en submarinos tripulados como el U212 NFS, sino también en vehículos submarinos no tripulados. Esta flexibilidad estructural se traduce en un potencial de crecimiento a nivel tecnológico sin precedentes, con una hoja de ruta ya delineada hacia baterías semisólidas o de estado sólido entre 2026 y 2030. Las baterías de iones de litio (en particular, de tipo litio-hierro-fosfato, LiFePO₄), desarrolladas por FIB-FAAM, ofrecen ventajas claras frente a las soluciones tradicionales: casi el doble de densidad energética por volumen, carga rápida, baja autodescarga, estabilidad térmica, ausencia de efecto memoria, alta vida útil y mantenimiento reducido.

Cada batería está compuesta por celdas cilíndricas robustas, diseñadas para garantizar disipación térmica y seguridad estructural. Estas celdas están encapsuladas en cajas de acero inoxidable amagnético resistentes a golpes, lo cual aporta protección mecánica y compatibilidad con las características físicas de los antiguos acumuladores de plomo-ácido, mitigando las diferencias de masa y volumen. El diseño prevé que cada cadena de celdas se constituya como una unidad funcional independiente, capaz de generar la tensión nominal de la batería a través de un convertidor de corriente continua. A su vez, este enfoque permite futuras actualizaciones de capacidad mediante el reemplazo directo de las celdas por versiones más avanzadas, sin necesidad de rediseñar todo el sistema.

El Sistema de Gestión de Baterías (BMS) desempeña un papel crucial en la operación segura del conjunto. Diseñado específicamente para el entorno hostil de los submarinos, monitorea en tiempo real las variables críticas del sistema como temperatura, voltaje, aislamiento y corriente. En caso de detección de condiciones anómalas, el BMS activa mecanismos de protección que evitan la propagación de fallos entre celdas adyacentes. Este sistema se complementa con una nueva arquitectura de protección contra incendios instalada en la sala de baterías, equipada con extintores y sistemas de evacuación de gases.

El desarrollo del LBS también implicó la creación de un entorno de evaluación normativa riguroso, que incluyó análisis de riesgo y seguridad (HAZID), evaluación de amenazas térmicas y mecánicas, y certificaciones bajo los estándares internacionales IEC 61508 (para sistemas electrónicos relacionados con la seguridad) e IEC 62619 (para aplicaciones industriales con baterías de litio). En concreto, se trabajó para alcanzar un nivel de integridad de seguridad SIL 3, uno de los más exigentes de la escala normativa, asegurando así una fiabilidad operativa crítica en escenarios extremos.

Desde el punto de vista operativo, los beneficios de este nuevo sistema de propulsión son considerables. El mayor contenido energético y la posibilidad de carga rápida aumentan significativamente la autonomía bajo el agua, permitiendo al submarino mantener velocidades altas por más tiempo sin salir a superficie o utilizar el snorkel. Esto implica un menor índice de indiscreción y una mayor capacidad de evasión y supervivencia, alineándose con los requisitos contemporáneos de guerra naval asimétrica y operaciones encubiertas prolongadas.

Además de los aspectos técnicos, la implantación del LBS ha implicado una reestructuración parcial del diseño físico del submarino. El casco del U212 NFS se alargará en 1,2 metros respecto al modelo U212A, permitiendo la instalación de una vela de mayor tamaño y una sala de combate más amplia, con nuevos sistemas de gestión de misiones. A pesar de este cambio, la arquitectura del LBS se ha diseñado respetando el volumen de la sala de baterías del modelo original, lo que facilita su futura implementación en el marco de la actualización de media vida de los actuales U212A. Esto extiende la ventaja tecnológica más allá del nuevo modelo y permite una modernización coherente de la flota existente.

El programa LBS ha superado hasta ahora pruebas críticas como propagación térmica, penetración, cortocircuito, pruebas de carga/descarga a temperatura extrema, y evaluación de gases emitidos, todo bajo supervisión de TÜV Rheinland. De especial importancia fue la prueba de propagación térmica en la que no se produjo ignición ni explosión, únicamente la liberación controlada de gases, lo cual valida los mecanismos de contención del diseño.

El desarrollo industrial ha implicado una cadena colaborativa coordinada por Fincantieri. FIB-FAAM se ha encargado de la célula, su contenedor y el sistema de refrigeración. Power4Future (P4F) ha desarrollado el diseño de seguridad funcional, el hardware y firmware del BMS y los convertidores eléctricos. CETENA, el centro de investigación naval, ha realizado el análisis de riesgos del sistema completo, mientras que TÜV Rheinland ha validado los aspectos de certificación conforme a la normativa internacional.

La producción de los primeros componentes físicos, como el prototipo SSC (Single String Converter), las barras colectoras y los auxiliares, ya está en marcha. Al mismo tiempo, se están ensamblando y cualificando prototipos funcionales del sistema, con miras a su certificación final antes de que termine el año. El paso a la Fase 2 del programa incluye no solo la puesta en marcha de la producción industrial en serie, sino también la creación de un laboratorio de pruebas a escala real que actuará como Centro de Excelencia para la propulsión submarina basada en baterías, donde se realizarán tareas de formación, validación y futuros desarrollos tecnológicos.

En términos de costes, si bien la inversión inicial en tecnología de litio es más alta, el ciclo de vida del sistema es más rentable debido al menor mantenimiento requerido, la larga duración de las celdas y la posibilidad de reciclaje de componentes. Así, se garantiza sostenibilidad financiera y operativa sin comprometer el rendimiento.

En conclusión, el sistema LBS representa un cambio de paradigma en la propulsión no nuclear para submarinos, aportando mejoras sustanciales de autonomía, seguridad, flexibilidad tecnológica y sostenibilidad. Su integración en el U212 NFS desde la primera unidad consolida a la Armada italiana como una de las pioneras europeas en adoptar plenamente esta tecnología, anticipando una nueva era en la guerra submarina del siglo XXI.






jueves, 3 de abril de 2025

Propuesta turca para modernizar las Meko 360

Propuesta de Aselsan para modernizar las Meko 360





Charla con Ahmet Akyol, CEO de Aselsan 

En una entrevista exclusiva con el sitio Pucará Defensa, Ahmet Akyol, director ejecutivo de la empresa turca Aselsan, detalló la propuesta presentada a la Armada Argentina para modernizar sus destructores MEKO 360, con base en la experiencia adquirida en la modernización de las fragatas MEKO 200 de la Armada Turca. Aselsan, fundada en 1975 y actualmente la principal empresa de defensa de Turquía, cuenta con un amplio portafolio de más de 500 productos, especialmente orientados al ámbito naval. La firma puede equipar por completo un buque de guerra con sistemas propios, desde radares hasta componentes de guerra electrónica y comunicaciones.

Según Akyol, Aselsan ha completado la modernización de las dos primeras fragatas MEKO 200 de Turquía, en el marco de un programa que continúa en marcha. Esta experiencia se ha traducido en una propuesta concreta para Argentina, ofreciendo una solución integral y rentable que evita la necesidad de construir nuevos buques. Afirmó que el modelo turco demuestra que una modernización profunda puede extender significativamente la vida útil y las capacidades operativas de estos barcos. En este sentido, la propuesta incluye radares de largo alcance, sistemas ISR, sonares, guerra electrónica y un sistema de gestión de combate actualizado, lo cual promete no solo mejorar el rendimiento del buque, sino también dotarlo de mayor flexibilidad operativa.

Uno de los puntos clave de la propuesta de Aselsan es su enfoque colaborativo con la industria local argentina. Akyol subrayó que Aselsan no es un astillero, sino una empresa especializada en electrónica y sistemas de defensa, y por ello su intención es trabajar en conjunto con astilleros nacionales, probablemente dirigidos por el gobierno. Esta participación local está pensada para transferir capacidades, fomentar la industria nacional y facilitar la integración de los sistemas propuestos.

Entre las principales ventajas técnicas que Aselsan ofrece a la Armada Argentina se destacan tres pilares: soluciones costo-efectivas, cumplimiento de los estándares de interoperabilidad de la OTAN (dado que Turquía es miembro de la Alianza) y una base operativa sólida, ya que los sistemas son utilizados por las fuerzas armadas turcas, altamente profesionales y activas. A esto se suma un punto diferencial importante: al ser una empresa enfocada exclusivamente en electrónica y sistemas, Aselsan no compite con los astilleros sino que los complementa. Además, la empresa cuenta con un equipo joven y altamente calificado: tiene 12.000 empleados con una edad promedio de 33 años, lo que para Akyol significa dinamismo, innovación y potencial de crecimiento sostenido.

Otro aspecto estratégico destacado en la entrevista es la capacidad de Aselsan para proporcionar una solución integrada. Según Akyol, tener todos los sistemas electrónicos provistos por un mismo fabricante garantiza coherencia en la cadena logística, el mantenimiento y las reparaciones, evitando problemas de compatibilidad entre equipos de distintos proveedores. Este enfoque integral facilita la administración técnica del buque y reduce costos y tiempos asociados a la operación y el soporte de los sistemas.

Consultado sobre la posibilidad de extender esta solución a otras plataformas, Akyol señaló que Aselsan tiene la capacidad de modernizar no solo las MEKO 360, sino también otros modelos como las MEKO 140, lo que abre la puerta a un programa de modernización más amplio dentro de la Armada Argentina. La empresa ya ha realizado proyectos similares en Turquía y otros países, y cuenta con toda la gama de sensores, sistemas de armas, equipos electrónicos y la capacidad de análisis e implementación necesaria para adaptarse a distintas configuraciones navales.

En cuanto a la proyección regional, Akyol remarcó que Latinoamérica es una de las principales prioridades estratégicas de Aselsan, al mismo nivel que Europa occidental y Asia occidental. La empresa busca ampliar su presencia y colaboración en la región, y ya ha iniciado proyectos en países como Brasil y Argentina, además de mostrar sus capacidades en ferias como LAAD. Aselsan está abierta a alianzas no solo con astilleros, sino con cualquier empresa relacionada con la electrónica de defensa. Su objetivo es incrementar la presencia regional mediante acuerdos industriales, cooperación tecnológica y transferencia de conocimiento.

Finalmente, Akyol destacó que la relación con los gobiernos de la región es positiva, incluyendo contactos con los gobiernos latinoamericanos y con Turquía. Aselsan ve a las empresas locales como socios estratégicos naturales para expandir sus capacidades. Su visión es generar una red de colaboración sostenible a largo plazo, impulsando la modernización naval y fortaleciendo la autonomía tecnológica en defensa dentro de América Latina.

En resumen, Aselsan propone una solución robusta, coherente y probada para modernizar los destructores MEKO 360 de la Armada Argentina, respaldada por experiencia real, integración vertical de sistemas, colaboración local y estándares internacionales. La oferta se basa en una lógica de eficiencia económica y operativa, con un alto potencial de expansión tanto a otras unidades navales argentinas como a otros países de la región.

lunes, 31 de marzo de 2025

Malvinas: La logística de la Royal Navy



El HMS Glasgow y el Atlantic Conveyor se dirigen al territorio argentino de Malvinas.
(National Museum of the Royal Navy, Portsmouth)

El papel de la Royal Navy en las Operaciones Terrestres de la Isla Soledad, 1982

Operación Corporate, el esfuerzo británico para recuperar la Isla Soledad, fue una tarea para las fuerzas terrestres—pero fue la Royal Navy la que hizo que todo fuera posible.
Por el General de Brigada Raymond E. Bell Jr., Ejército de EE.UU. (Retirado) || Naval Institute


Hora H del Día D, 21 de mayo de 1982

La hora H del Día D, 21 de mayo de 1982, para que las operaciones terrestres británicas comenzaran la recuperación de la Isla Soledad de los argentinos, se fijó en la oscuridad de las 06:30 horas, hora del meridiano de Greenwich.

La campaña del Atlántico Sur, Operación Corporate—cuyo objetivo era el desembarco anfibio—tenía como misión derrotar al considerable contingente del Ejército y la Fuerza Aérea de Argentina que ocupaba las Islas Malvinas.

Preludio

Los buques Landing Platform Dock (LPD) británicos HMS Fearless e HMS Intrepid alcanzaron sus fondeaderos asignados a las 03:45 y 03:37, respectivamente, y comenzaron a desplegar sus Landing Craft Utility (LCU) y a descargar los Landing Craft Vehicle and Personnel (LCVP) colgados en pescantes.

Cada LPD transportaba cuatro LCUs y cuatro LCVPs. Una vez cargadas con comandos de los Royal Marines y paracaidistas del Ejército, las lanchas de desembarco se dirigieron a sus playas de desembarco codificadas por colores.

Al llegar a la orilla, los primeros combatientes vadearon las aguas saladas hasta las áreas de reunión y se desplegaron.

El desembarco no fue opuesto, y la Royal Navy estaba a punto de concentrarse en una gran ofensiva terrestre hacia el este para expulsar a los argentinos de la isla.

La invasión de la Isla Soledad no fue la primera acción de las tropas británicas en la isla, pero fue la gran final de la Operación Corporate.

Con el hundimiento del crucero argentino General Belgrano, la Royal Navy, que incluía a la 3ª Brigada de Comando de los Royal Marines, había estado librando intensos combates con su enemigo desde el 2 de mayo.

Ahora era el momento de que los elementos terrestres llevaran la guerra al enemigo—pero no sin lo que resultó ser un apoyo esencial de la Royal Navy, involucrando roles cuidadosamente definidos.

La campaña terrestre implicó cuatro contribuciones principales de la Royal Navy:

  1. Apoyo con fuego naval,
  2. Asistencia logística por vía marítima,
  3. Participación en transporte vertical,
  4. Atención médica de nivel superior.

Sin embargo, estas áreas no eran exclusivas, ya que la campaña fue un esfuerzo militar altamente integrado.

Cada rama de las fuerzas armadas complementó a su respectiva contraparte en algún nivel, con funciones distribuidas según la necesidad y la oportunidad.

Fuego de apoyo naval

Poco antes de que el cuerpo principal de comandos y paracaidistas pusiera un pie en suelo de la Isla Soledad, el destructor HMS Glamorgan, armado con cañones de 4.5 pulgadas, llevó a cabo un bombardeo de distracción sobre las playas de Berkeley Sound, ubicadas en el extremo este de la isla.

El objetivo de esta acción era hacer creer a las fuerzas argentinas que el principal intento de desembarco británico se haría cerca de esas playas, una ubicación lógica por su proximidad con la ciudad de Puerto Argentino (Stanley), el principal objetivo británico.

Cercano a los distintos horarios de desembarco, el HMS Antrim, armado de manera similar, estuvo listo para proporcionar fuego de apoyo a los marines del Special Boat Squadron en el combate contra un pequeño grupo de argentinos que ocupaban posiciones en Fannings Head.

Poco antes, el observador de fuego naval del Antrim había dirigido 20 rondas de munición con espoleta de tiempo variable sobre las cabezas de los enemigos.

Una vez asegurada la cabeza de playa, la 3ª Brigada de Comando de los Royal Marines, compuesta por cinco batallones, comenzó a reunir suministros suficientes para avanzar hacia el este, en dirección a Puerto Argentino.

Desafortunadamente, el alto mando británico tenía poca comprensión de la necesidad de establecer una sólida base logística y quería que la acción avanzara sin demora.

El resultado fue que el brigadier Julian Thompson, comandante de la brigada, envió al 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas (2 Para) para capturar el asentamiento de Goose Green, donde había fuerzas de la Fuerza Aérea Argentina estacionadas.

Sin embargo, la toma de Goose Green y su aeródromo no tenía importancia estratégica, lo que desvió significativamente los esfuerzos logísticos para apoyar el avance británico hacia el este.

El ataque de 2 Para entre el 28 y 29 de mayo debía ser apoyado por tres cañones ligeros de 105 mm del 29º Regimiento de Comando de la Real Artillería y el cañón de 4.5 pulgadas de la fragata HMS Arrow.

Esto marcó la primera vez en la campaña que un barco de la Royal Navy y la artillería terrestre se integraron para proporcionar fuego de apoyo a las fuerzas terrestres.

Dado que el ataque se realizaría de noche, la Arrow también dispararía proyectiles iluminantes para iluminar el campo de batalla.

Sin embargo, la fragata tenía un número limitado de rondas iluminantes, lo que significaba que debían ser usadas con moderación.

Utilizando una combinación de estos proyectiles y munición de alto explosivo, la Arrow se mantuvo en la línea de fuego hasta el amanecer, un tiempo mucho mayor al originalmente asignado para su rol de apoyo.

Resultados del fuego naval

Más tarde, el bombardeo de hostigamiento realizado por las fragatas HMS Avenger y HMS Alacrity, junto con el Glamorgan, ayudó a la 42ª Compañía de Comandos a asegurar el estratégico Monte Kent el 30 de mayo.

Elementos de comando, incluidos tres cañones de campo de 105 mm, fueron transportados a la montaña por tres helicópteros Sea King de la Marina y el único Chinook de la Royal Air Force disponible.

Otro ejemplo de cooperación interservicios, que fue una constante en toda la campaña, se demostró una vez más.

Mientras la posición en el Monte Kent se consolidaba y los cañones de 105 mm tomaban posiciones de fuego, los barcos que proporcionaban fuego naval pasaban a su siguiente tarea.

A lo largo de la costa noreste de la Isla Soledad, se debía barrer en busca de minas un área marítima de cinco millas de largo y mil yardas de ancho en Berkeley Sound antes del 12 de junio.

La Arrow debía permanecer allí "en espera" para usar su cañón de 4.5 pulgadas en apoyo de ataques terrestres nocturnos.

Mientras tanto, en la línea de fuego del sur, otros buques de guerra habían estado activos desde el 6 de junio, cuando la 5ª Brigada de Infantería del Ejército se trasladó a la zona de Bluff Cove.

Hasta la rendición de las fuerzas terrestres argentinas el 14 de junio, barcos como el Avenger, el HMS Yarmouth y el Glamorgan bombardearon posiciones enemigas mientras los ataques nocturnos avanzaban.


Apoyo Logístico Marítimo

Mientras los cañones de 4.5 pulgadas de los barcos de combate de la Royal Navy bombardeaban a los argentinos, la Marina también estaba proporcionando apoyo logístico marítimo esencial a las fuerzas terrestres en la Isla Soledad.

Navegando a través de una miríada de bahías e inlets, pasando por pequeñas islas y deteniéndose en playas no defendidas y asentamientos malvinenses, los barcos se convirtieron en la línea de vida de las operaciones terrestres.

Cuando las condiciones meteorológicas adversas impedían el reabastecimiento por helicóptero, buques de diversos tamaños—desde lanchas de desembarco hasta buques logísticos de desembarco (LSL)—cumplieron la tarea de abastecer a las fuerzas terrestres una vez desembarcadas en San Carlos Water.

El papel de la Royal Navy en la logística marítima estuvo dictado por la naturaleza del terreno, la falta de infraestructura de comunicación terrestre y las condiciones climáticas.

No había ríos navegables en la isla, sino cauces de arroyos llenos de rocas. Las áreas de terreno seco y alto apenas eran transitables para vehículos con ruedas.

Los pantanos de turba impedían cualquier tipo de movimiento de vehículos terrestres. Las carreteras pavimentadas fuera de Puerto Argentino eran casi inexistentes.

El clima inclemente, a medida que se acercaba el invierno en el hemisferio sur, convertía senderos y caminos en barro espeso, haciendo imposible mover cargas pesadas por tierra.

Todos estos factores determinaron que el apoyo logístico por vía marítima fuera vital para abastecer al personal y las unidades de combate.

El apoyo por mar se dividió en dos categorías principales:

  1. Transporte de tropas a posiciones avanzadas.
  2. Entrega de suministros, equipos y materiales a las dos Áreas de Mantenimiento de Brigada (FBMA).

De las dos categorías, la operación logística se volvió la más prominente y crítica, ya que el movimiento de grandes volúmenes de equipo y suministros solo podía hacerse por mar.

Así, el 21 de mayo, mientras las lanchas de desembarco (LCU y LCVP) de la Marina traían hombres, equipo y suministros a tierra, se estableció un Área de Apoyo en Playa (BSA) en la orilla de San Carlos Water.

Mientras los comandos y paracaidistas se recuperaban del desembarco y secaban sus botas cubiertas de sal, los logísticos de la brigada construían una base de suministros que sería abastecida desde el mar por la Royal Navy.

El proceso de establecer una base logística viable fue lento, ya que en San Carlos Water no existían instalaciones portuarias sofisticadas.

El descargue de los barcos debía hacerse con lanchas de desembarco, asistidas por pontones de rampa o muelles flotantes llamados Mexeflotes.

Del 21 al 27 de mayo, los esfuerzos se concentraron en acumular suficientes suministros para hacer posible el avance terrestre hacia el este y la derrota de las fuerzas argentinas en Puerto Argentino.

A excepción de las incursiones de reconocimiento de las fuerzas especiales de los Royal Marines, en ese período no hubo movimientos significativos de tropas hacia el este.

Al principio, el brigadier Thompson planificaba avanzar utilizando los helicópteros pesados Chinook, que se esperaba que llegaran pronto.

Sin embargo, el 25 de mayo, el Atlantic Conveyor, que transportaba tres de los cuatro Chinook, fue hundido, lo que obligó a Thompson a cambiar radicalmente sus planes.

Mientras tanto, el comandante general de la fuerza de combate y las altas autoridades en el Reino Unido exigían, sin importar el estado de los suministros, que la ofensiva hacia el este comenzara de inmediato.

Como resultado, Thompson se vio obligado a lanzar el ataque contra Goose Green.

El uso de embarcaciones para apoyar el movimiento terrestre aún no era esencial, pero la marcha a pie ya había comenzado.

El 3.er Batallón del Regimiento de Paracaidistas y la 42ª Compañía de Comandos iniciaron su "yomp" hacia el este, hacia el Monte Kent, donde encontrarían a sus compañeros transportados por helicópteros y a su artillería ligera ya desplegada.

Era el momento en que los Buques de la Flota Auxiliar Real (RFA) LSL comenzarían a mover municiones, alimentos y equipos al frente.

Por ejemplo, en la noche del 1 al 2 de junio, el RFA Sir Percivale navegó hasta Teal Inlet con 300 toneladas de suministros y 600 soldados de la brigada de comandos.

Lo acompañaron dos lanchas de desembarco (LCU) para descargar los suministros en la nueva FBMA establecida allí.

Para entonces, la zona de Teal Inlet en la costa norte de la Isla Soledad ya estaba bajo control de la 45ª Compañía de Comandos.

Desde allí, los suministros serían enviados al frente principalmente por helicóptero.

Cuando la FBMA estuvo completamente operativa, abasteció a toda la brigada de comandos hasta el final de la campaña.

Los barcos RFA Sir Percivale, Sir Geraint y Sir Galahad hicieron cinco viajes a esa ubicación.

Aunque colocar la FBMA en Teal Inlet era un riesgo, nunca fue atacada por la aviación argentina, a diferencia de lo ocurrido en Fitzroy y Bluff Cove, en Puerto Pleasant, en la costa sur de la Isla Soledad.

El 8 de junio, dos oleadas de aviones Skyhawk argentinos atacaron los RFA Sir Galahad y Sir Tristram en las aguas de Puerto Pleasant.

El Sir Galahad apenas había comenzado a desembarcar a los soldados de la Guardia de Gales y al personal del Cuerpo Médico del Ejército Real (RAMC) cuando fue bombardeado, causando numerosas bajas entre quienes aún estaban a bordo.

El buque quedó tan gravemente dañado que posteriormente fue hundido para convertirse en un cementerio de guerra submarino.

El Sir Tristram, que transportaba suministros y equipos, también fue alcanzado gravemente, aunque logró mantenerse a flote, aunque quedó inutilizable en su mayoría.

Más tarde, fue devuelto al Reino Unido para su reparación.

Mientras los LSL sirvieron principalmente para mover suministros y equipos, las ocho lanchas de desembarco LCU se utilizaron tanto para transportar tropas como suministros de un punto a otro y de los barcos a la costa.

Por otro lado, las LCVP, con capacidad limitada, se usaron principalmente para transportar personal.

Tripuladas por Royal Marines, quienes formaban parte de la tripulación de los LPD y "conducían" las lanchas, estas embarcaciones operaron frecuentemente bajo condiciones meteorológicas adversas y con riesgo de ataques aéreos enemigos.

Los LPD eran considerados buques capitales, y si hubieran sido hundidos por los argentinos, habrían resultado no solo en un desastre militar, sino también en una posible crisis política en el Reino Unido.

Por ello, después del desembarco en San Carlos Water, se evitó exponerlos al frente de batalla.

No obstante, al trasladar tropas de la 5ª Brigada de Infantería, el HMS Intrepid transportó soldados de la Guardia de Gales por la costa sur de la Isla Soledad, hasta rendir encuentro con sus lanchas LCU en las proximidades de la Isla Lively, antes de desplegarse para el avance sobre Puerto Argentino.


Operaciones de Movimiento Vertical

Con una red de carreteras adecuada inexistente en la Isla Soledad y sin una vía navegable interna significativa sobre la cual mover hombres y material, el recurso primario tuvo que ser el levantamiento por helicóptero de personal, armas, equipo, municiones y suministros una vez que los barcos y otras embarcaciones los hubieran llevado a tierra.

Para hacerlo, hubo cuatro operadores militares que proporcionaron el necesario transporte aéreo.

La Royal Air Force (RAF) desplegó un helicóptero Chinook de carga pesada.

Los Royal Marines y el Ejército volaron helicópteros ligeros que evacuaban bajas y transportaban suministros limitados junto con pequeños grupos de combatientes.

El papel principal fue desempeñado por la Royal Navy con sus helicópteros Sea King y Wessex, que llevaron la mayor parte de la carga del movimiento aéreo.

Sin embargo, esto no había sido planeado de esa manera.

La RAF debía contribuir con cuatro helicópteros de carga pesada Chinook como su contribución al esfuerzo.

Cuando el Atlantic Conveyor fue hundido el 25 de mayo, tres de los cuatro helicópteros de la RAF a bordo, junto con seis helicópteros Wessex, fueron destruidos.

La pérdida cambió drásticamente y comprometió los planes previos para sostener la necesidad de carga pesada de la ofensiva terrestre.

El Sea King, en varias configuraciones, hizo el trabajo más duro cuando se trató de proporcionar una capacidad de carga significativa necesaria.

Los portaaviones HMS Hermes e HMS Invincible transportaban cada uno un escuadrón de helicópteros antisubmarinos, el Naval Air Squadron (NAS) 826 y 820:

Los portaaviones transportaban cada uno nueve Sea Kings.

También a bordo del Hermes estaba el NAS 846, con nueve helicópteros Sea King equipados especialmente para transportar personal de combate con carga completa.

Tres Sea Kings más fueron transportados en el Fearless.

Las Flotas A y C del NAS 824 llegaron al sur a bordo de los barcos auxiliares de la Royal Fleet Auxiliary (RFA) Olmeda y Fort Grange, respectivamente.

Se formó un escuadrón adicional, el NAS 825, con diez helicópteros con el propósito específico de proporcionar capacidad adicional de transporte de tropas.

Fue embarcado en el STUFT Atlantic Causeway, y los helicópteros comenzaron a aterrizar en el asentamiento de San Carlos el 27 de mayo.

Los NAS 820 y 826 pasaron la mayor parte de su tiempo en misiones antisubmarinas, pero, en anticipación del avance terrestre, fueron empleados en actividades de transporte aéreo del 3 al 6 de junio.

Las dos flotas del NAS 824 fueron empleadas intensamente en el Servicio de Entrega de Helicópteros (HDS) para misiones de utilidad en San Carlos Water durante el mismo período.

Por lo tanto, la mayor parte del apoyo directo de la acción de la fuerza terrestre por los Sea Kings recayó en los helicópteros del NAS 825 y 846.

Los Sea Kings del NAS 825 realizaron una variedad de misiones HDS, la más espectacular siendo la realizada por cuatro Sea Kings asistiendo en operaciones de rescate y recuperación el 8 y 9 de junio desde el Sir Galahad y el Sir Tristram.

Fue instrumental el 2 de junio en mover prisioneros de guerra argentinos desde Goose Green, y cuando la 5ª Brigada de Infantería aterrizó, realizó numerosas operaciones HDS en apoyo de ella.

El escuadrón también ayudó a mover una batería de artillería a Teal Inlet y continuó volando misiones de reabastecimiento y traslado de tropas hasta el 14 de junio.

En dos semanas de intensa actividad, gastó 1.700 horas de vuelo, cada helicóptero normalmente transportando 16 combatientes completamente cargados y volando nueve horas.

El NAS 846 de manera similar fue ampliamente multi-tareas.

En el primer día del desembarco, cada Sea King voló nueve horas y media, desembarcando 910.000 libras de suministros/equipos y aproximadamente 520 tropas.

En los siguientes días, transfirió suministros para 2 Para, que se preparaba para atacar el asentamiento de Goose Green.

El 27 de mayo, ya que tenía pilotos del escuadrón equipados con gafas de visión nocturna pasiva (PNG), un Sea King movió media batería de cañones de 105 mm y municiones para apoyar el ataque a Goose Green, y también transportó suministros y equipo a Monte Kent y Monte Challenger.

A pesar del mal tiempo, los Sea Kings volaron equipo a Teal Inlet y cañones a Estancia House.

Una batería de dos cañones de artillería y un elemento antiaéreo Rapier fueron transportados a Teal Inlet el 5 de junio.

Las PNG permitieron realizar gran parte del vuelo de noche, pero para el 8 de junio el número de esas tareas disminuyó para permitir más vuelo diurno.

Esto incluyó un Sea King realizando trabajo de rescate en Puerto Pleasant con el Sir Galahad.

Para el 10 de junio, el escuadrón operaba desde la Base de Operaciones Avanzada (FOB) en Teal Inlet y comenzaba a volar misiones en apoyo tanto de los comandos como de las brigadas de infantería del ejército.

Al día siguiente, transportó 2 Para desde Fitzroy a Bluff Peak en preparación para el empuje final por tierra hacia Puerto Argentino.

Ahora trabajando en apoyo de la artillería terrestre y su gran demanda de munición, los Sea Kings pasaron tiempo entregando proyectiles de 105 mm en paletas a las posiciones de cañones.

El 13 de junio, por lo que parece ser la primera vez, un helicóptero NAS fue atacado por un avión argentino.

En total, en toda la campaña de la Operación Corporate, el escuadrón compiló un récord notable, con los helicópteros volando 3.107 horas, sus pilotos estando en la cabina 4.563 horas, y el número de misiones voladas fue 1.818, de las cuales 736 fueron de noche.


Atención médica de alto nivel

Los helicópteros también jugaron un papel crítico en el tratamiento médico tanto del personal británico como del argentino herido.

Todos los helicópteros eran potenciales transportadores de bajas, hasta los más pequeños.

El helicóptero ligero Wasp de la Marina, por ejemplo, volando desde los pequeños barcos ambulancia, era esencial para mover bajas y suministros médicos en el mar, así como hacia y desde el Uganda, el transatlántico convertido en un barco hospital.

De las cuatro funciones de apoyo realizadas por la Royal Navy en la campaña, quizás la más estrechamente integrada fue el tratamiento médico dado a los hombres heridos después de que fueron evacuados desde la línea del frente a las estaciones de socorro de brigada, y luego a la estación de curaciones quirúrgicas en Ajax Bay o al barco hospital Uganda y sus barcos ambulancia de apoyo.

Especialmente en las áreas avanzadas y en Ajax Bay, la cooperación fue estrecha.

Los cirujanos navales de los equipos de apoyo quirúrgico médico trabajaron lado a lado con los médicos del Cuerpo Médico del Ejército Real y con los enfermeros militares del Parachute Clearing Troop, 16 Field Ambulance y los Equipos Quirúrgicos de Campo del Ejército Real 2, 5 y 6 en la realización de cirugías esenciales y en la preparación de los heridos para su transporte hacia el Uganda o los tres barcos ambulancia/hospitales más pequeños convertidos: el Herald, Hecla y Hydra.

El esfuerzo médico de alto nivel en tierra fue dirigido principalmente por el Comandante Cirujano Rick Jolly, de la Royal Navy, quien también comandaba el Escuadrón Médico del Regimiento Logístico de Comandos.

El escuadrón consistía en las estaciones de curación 1 y 3, un grupo administrativo, y dos Equipos de Apoyo Quirúrgico de la Royal Navy adjuntos.

Cuando la 5ª Brigada de Infantería desembarcó, trajo con ella personal médico adicional de la Marina, junto con tres Equipos Quirúrgicos de Campo del RAMC.

Aquellos que fueron heridos pero estaban en condición estable, tanto británicos como argentinos, fueron evacuados desde los puestos de socorro regimentales (batalión y comandos) (RAPs) y rápidamente transportados a la Estación Principal de Curación del Escuadrón Médico en Ajax Bay, luego al Uganda o a los barcos hospital más pequeños.

Aquellos que fueron gravemente heridos a menudo fueron operados en el BMA en Fitzroy o Teal Inlet antes de ser trasladados a la instalación en Ajax Bay o incluso al Uganda.

Los resultados de las instalaciones de tratamiento médico fueron impresionantes.

Más de 1.000 bajas (británicas y argentinas) fueron tratadas en las tres instalaciones:

  • Más de 700 en Ajax Bay
  • 300 entre los RAPs en los BMAs en Fitzroy y Teal

Se realizaron 202 operaciones quirúrgicas mayores solo en Ajax Bay, con 108 procedimientos adicionales realizados entre los RAPs en Teal y Fitzroy y a bordo del Uganda.

Lo más impresionante fue que solo tres personas murieron a causa de sus heridas después de haber alcanzado una instalación médica en el campo de batalla, y estos fallecieron a bordo del Uganda.



Conclusión / Resumen

El apoyo dirigido de la Royal Navy a las operaciones terrestres ha recibido poca atención dentro del contexto de la campaña diplomática y militar para recuperar las Islas Malvinas. Pero sin ese apoyo, la derrota exitosa de un gran contingente militar argentino en la Isla Soledad no habría sido posible. Si bien hubo otras operaciones, como aquellas en la Isla San Pedro (Georgia del Sur) y en la Isla Pebble, frente a la Isla Gran Malvina, ninguna se acercó a la magnitud del esfuerzo y compromiso que requirieron las operaciones en la Isla Soledad.

La participación general de la Royal Navy en la Operación Corporate para recuperar las Islas Malvinas estuvo estrechamente integrada con los esfuerzos de todas las fuerzas armadas británicas. La derrota de las fuerzas terrestres argentinas en la Isla Soledad fue un ejemplo clave de esa integración. Pero en cuatro áreas de la campaña terrestre, los esfuerzos de la Marina fueron destacados, aunque no exclusivos.

La Royal Navy desempeñó el importante papel de proporcionar apoyo de fuego con los cañones de 4.5 pulgadas de sus barcos de combate, en cooperación con la artillería terrestre. En la prestación de apoyo médico de segundo escalón y superior, su participación fue crítica. Ella sola gestionó los requisitos del transporte marítimo, movilizando suministros y personal hacia el frente. Y, excepto por un helicóptero de la Royal Air Force, el mayor apoyo al movimiento vertical de tropas y material estuvo bajo la responsabilidad de la Royal Navy.

Cuando la Marina desembarcó a los comandos y paracaidistas en las playas de San Carlos Water en las primeras horas del 21 de mayo de 1982, la suposición era que expulsar a las fuerzas armadas argentinas de la Isla Soledad se lograría en cuestión de pocos días. Lo que no se comprendió fue que todas las piezas necesarias para hacer realidad esa suposición no encajarían fácilmente para convertir a la Operación Corporate en un éxito.

Aunque el Reino Unido finalmente tuvo éxito, se necesitó el apoyo dedicado de la Royal Navy a las fuerzas terrestres para proporcionar las piezas críticas necesarias para lograr el resultado deseado.


Referencias


1. Raymond E. Bell Jr., A Close Run Thing (Washington DC: Unclassified Government Project Publication, 1985).

2. Roy Braybrook, Battle for the Falklands (3): Air Forces (Oxford, UK: Osprey, 1982).

3. Rodney A. Burden et al., Falklands: The Air War (London: Arms and Armour, 1986).

4. Michael Clapp and Ewen Southby-Tailyour, Amphibious Assault Falklands (London: Leo Cooper, 1996).

5. Paul Eddy and Magnus Linklater, War in the Falklands (New York: Harper & Row, 1982).

6. Adrian English, Battle for the Falklands (2): Naval Forces (Oxford, UK: Osprey, 1982).

7. Jeffrey Ethell and Alfred Price, Air War South Atlantic (New York: Macmillan, 1983).

8. William Fowler, Battle for the Falklands (1): Land Forces (Oxford, UK: Osprey, 1982).

9. John Frost, 2 Para Falklands (London: Sphere Books, 1983).

10. John Laffin, Fight for the Falklands (New York: St. Martin’s Press, 1982).


domingo, 30 de marzo de 2025

Argentina: Los desafíos de la Armada de la República Argentina


El próximo desafío de la Armada Argentina: ¿Es posible cambiar el rumbo para garantizar el futuro?

Esteban McLaren
Basado en el artículo de José Díaz
DEF
Con ampliaciones para FDRA



La Armada Argentina enfrenta hoy un desafío crítico que define no solo su futuro, sino también la capacidad del país para proteger su soberanía marítima y aprovechar sus vastos recursos naturales. Este análisis detalla las razones detrás de su debilitamiento, marcado por décadas de desinversión y negligencia, y expone las tragedias e incidentes que han puesto en evidencia sus carencias estructurales. A través de un recorrido por su historia reciente, se identifican los medios necesarios para revitalizar su capacidad operativa, desde submarinos y aviones de patrulla hasta fragatas y buques polares. Asimismo, se examinan los pasos urgentes que deben tomarse para recuperar su rol estratégico en el Atlántico Sur y en el escenario global. Este texto invita al lector a reflexionar sobre las implicancias geopolíticas, económicas y de seguridad que conlleva la situación actual de la Armada, y plantea la pregunta clave: ¿está Argentina preparada para enfrentar este desafío?


¿Qué necesita la Armada Argentina para recobrar su fuerza y cumplir con su misión estratégica? ¿Cómo puede un país con vastos recursos marítimos y una posición geopolítica clave permitir que su fuerza naval caiga en un estado de descomposición? Estas preguntas surgen al analizar la preocupante situación actual de una institución vital para la defensa y la soberanía nacional. Años de negligencia y desinversión han dejado a la Armada en una posición crítica, incapaz de ejercer plenamente su rol.

Un pasado marcado por negligencia y tragedias

El deterioro de la Armada no es reciente. Desde el embargo de la Fragata ARA “Libertad” en 2012 hasta la trágica pérdida del submarino ARA “San Juan” en 2017, pasando por los incendios del rompehielos ARA “Almirante Irízar” y el hundimiento del ARA “Santísima Trinidad”, queda claro que la falta de inversión y mantenimiento ha pasado factura. El presupuesto de defensa, oscilando entre el 0,5% y el 0,8% del PBI, está muy por debajo del promedio regional y mundial. Esta falta de recursos no solo ha afectado los medios materiales, sino también la capacidad de instrucción y el adiestramiento de las tripulaciones.

Un país marítimo sin capacidad de defensa adecuada

Con más de 3,8 millones de kilómetros cuadrados de territorio, dos tercios en el continente y el resto en el sector antártico, Argentina debería contar con una Armada capaz de proteger sus costas, plataformas continentales y vastos recursos marítimos. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de este ideal. La falta de submarinos operativos y una flota de superficie envejecida limita significativamente la capacidad de vigilancia y control sobre los casi 5.000 kilómetros de costa y la Plataforma Continental, que se extiende por 6,5 millones de kilómetros cuadrados. Este espacio, rico en biodiversidad y recursos estratégicos como gas, petróleo y pesca, genera miles de millones en ingresos anuales, pero permanece vulnerable a la explotación ilegal y a potenciales amenazas externas.

Para abordar esta situación, es fundamental considerar la incorporación de patrulleros de altura de gran calado, con desplazamientos de hasta 10.000 toneladas. Estas embarcaciones, equipadas con sistemas modernos de vigilancia, radares de largo alcance y capacidad de desplegar helicópteros y drones, permitirían extender el control efectivo sobre la Zona Económica Exclusiva y la Plataforma Continental Extendida. Este tipo de buques, que superan ampliamente en autonomía y resistencia a los patrulleros actuales, reforzaría la presencia marítima en áreas clave, como el Atlántico Sur y las inmediaciones de las Islas Malvinas.

Complementando esta capacidad, la incorporación de UAV (vehículos aéreos no tripulados) de categoría MALE (Media Altitud y Larga Persistencia) sería un cambio estratégico para la vigilancia y monitoreo de estos vastos territorios. Modelos como el Milkor 380, de desarrollo nacional, o incluso sistemas más avanzados como el Triton de fabricación estadounidense, podrían ofrecer cobertura constante en amplias áreas marítimas. Estas plataformas, equipadas con sensores avanzados, cámaras de alta resolución y radares de apertura sintética, proporcionarían inteligencia en tiempo real para la detección de actividades ilegales, como pesca no autorizada o incursiones no declaradas.

La combinación de patrulleros de gran calado y UAV MALE avanzados no solo reforzaría el control marítimo de Argentina, sino que también posicionaría al país como un actor estratégico en la región, protegiendo su soberanía y asegurando la explotación sostenible de sus recursos marítimos en el siglo XXI. Este enfoque integrado podría marcar el inicio de una recuperación efectiva de las capacidades de defensa marítima de la nación.

 

¿Qué necesita la Flota de Mar?

La Flota de Mar enfrenta un desafío estructural y operativo que requiere una renovación inmediata de medios para garantizar la defensa marítima y la proyección de poder de la Armada Argentina. Una prioridad urgente es la incorporación de 2 a 3 buques de desembarco y asalto anfibio (LPD o LPH). Estos buques serían capaces de transportar y desplegar dos Batallones de Infantería de Marina junto con helicópteros, embarcaciones y vehículos anfibios a rueda y oruga, permitiendo operaciones buque-a-costa en condiciones hostiles. En este sentido, la estrecha relación entre el presidente Javier Milei y la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, podría facilitar el acceso a las tres unidades clase “San Giorgio”, actualmente en proceso de desprogramación por la Marina italiana. También los buques clase Makassar de origen surcoreano serían opciones completamente asequibles y efectivas para los objetivos de la ARA.

Renovación de fragatas: opciones avanzadas y estratégicas

Dado el elevado costo y el tiempo requerido para modernizar los cuatro destructores MEKO-360 y las seis corbetas MEKO-140, la opción más pragmática y efectiva sería adquirir fragatas multirol de segunda mano. Sin embargo, también resulta fundamental explorar la posibilidad de incorporar nuevas unidades, como las Fregates d'Intervention et Defense (FID) de Naval Group. Estas fragatas, que comparten muchos sistemas con las avanzadas FREMM pero con un tonelaje menor, ofrecen ventajas significativas en términos de costos de mantenimiento y operatividad. Además, cuentan con una línea de producción francesa ya establecida, lo que garantizaría soporte técnico y modernización futura. Las FID representan una solución moderna y eficiente para cubrir necesidades de defensa antiaérea, antisubmarina y de superficie con tecnología de vanguardia.

Paralelamente, resulta estratégico evaluar opciones surcoreanas, considerando el éxito de su adopción por la Marina de Guerra del Perú. Buques como las fragatas clase Daegu, con capacidades antisubmarinas avanzadas y un diseño modular, podrían representar una alternativa rentable y confiable. La colaboración con Corea del Sur no solo fortalecería la capacidad naval argentina, sino que también abriría puertas a acuerdos técnicos e industriales para la transferencia de tecnología.

Hacia una alianza estratégica con la Marina de Guerra del Perú

En un contexto regional, resulta vital que la Armada Argentina explore alianzas estratégicas con la Marina de Guerra del Perú. Perú ha avanzado significativamente en la modernización de su flota, adoptando sistemas surcoreanos y estableciendo capacidades de mantenimiento y actualización locales. Esta alianza permitiría intercambiar experiencias, conocimientos y posiblemente establecer programas conjuntos para la adquisición y mantenimiento de buques, fortaleciendo la integración operativa y geopolítica en el Atlántico y el Pacífico Sur.

Fragatas modernas para una flota renovada

La Armada Argentina necesitaría contar con al menos seis fragatas multirol que incluyan las siguientes capacidades:

  • Misiles antibuque y antiaéreos de largo alcance para garantizar superioridad en combate.
  • Hangar para uno o dos helicópteros medianos, fundamentales para misiones de reconocimiento y guerra antisubmarina.
  • Torpedos antisubmarinos y sonares de casco y remolcables, asegurando capacidad de detección y respuesta frente a amenazas submarinas.
  • Radares 3D con tecnología AESA y sistemas avanzados de guerra electrónica.
  • Capacidad para embarcar drones de vigilancia y ataque, y para desplegar entre 15 y 30 comandos en misiones especiales.

Un camino estratégico para el futuro

La combinación de buques anfibios, fragatas FID o alternativas surcoreanas, y una sólida alianza con Perú garantizaría una Flota de Mar moderna y efectiva. Este enfoque no solo restauraría la capacidad operativa de la Armada, sino que también reforzaría la soberanía marítima de la Argentina en el Atlántico Sur, consolidando su papel como actor clave en la región.

 

Submarinos: una necesidad estratégica

La Guerra de Malvinas dejó una lección crucial para la Argentina: los submarinos son herramientas disuasorias de enorme valor estratégico. En el presente, la ausencia de estos medios representa una debilidad crítica que limita la capacidad de la Armada para garantizar la soberanía marítima. En este contexto, la adquisición de submarinos de segunda mano surge como la opción más inmediata y viable. Noruega ofrece una oportunidad concreta con sus submarinos clase Ula, que destacan por su tecnología avanzada, su excelente estado operativo y su vida útil restante. Estos submarinos, combinados con una planificación adecuada, podrían marcar el inicio de la recuperación de la capacidad submarina de la Armada.

A largo plazo, Argentina tiene el potencial de dar un paso aún más ambicioso: desarrollar un submarino de diseño nacional con propulsión nuclear. Aprovechando la experiencia del país en el desarrollo de reactores nucleares para aplicaciones civiles y militares, se podría crear un reactor compacto que permita dotar a la flota de un submarino estratégico. Este diseño podría basarse en plataformas probadas y modernas, como el Scorpene o, idealmente, la clase Barracuda de Naval Group de Francia, que integra tecnología de vanguardia en sistemas de propulsión nuclear, sigilo y capacidades de combate.

La incorporación inicial de los submarinos Ula establecería un puente hacia esta ambición de largo plazo, permitiendo acumular experiencia operativa y técnica mientras se desarrollan las capacidades nacionales necesarias para una flota submarina independiente y moderna. Este enfoque no solo fortalecería la capacidad disuasoria de la Argentina, sino que también consolidaría su lugar estratégico en el Atlántico Sur, posicionándola como un actor clave en la región.

El rol de la aviación y los helicópteros

La capacidad aérea constituye un pilar fundamental para la defensa marítima y la proyección estratégica de cualquier fuerza naval moderna. En el caso de la Armada Argentina, los aviones P-3 Orión adquiridos a Noruega representan un paso inicial hacia la recuperación de la vigilancia marítima y la guerra antisubmarina. Sin embargo, estas incorporaciones, aunque valiosas, deben complementarse con opciones que amplíen la capacidad operativa de largo alcance. Entre ellas, una alternativa sería la adquisición de más P-3 Orión usados provenientes de otros países, lo que permitiría mantener una flota homogénea y funcional a mediano plazo. A largo plazo, la incorporación del P-8 Poseidon, reconocido como el avión ASW y MPA más avanzado del mundo, podría posicionar a la Argentina en la vanguardia de la vigilancia y protección marítima.

En cuanto a aviones de combate, los F-18 Hornet, ampliamente probados en combate, se presentan como una opción atractiva por su versatilidad y capacidad de ataque a largo alcance. Sin embargo, también es necesario considerar al Rafale Marine francés, que combina tecnología avanzada con la posibilidad de operar tanto desde bases terrestres como desde portaaviones, brindando una flexibilidad estratégica clave para la Armada.

En el ámbito de los helicópteros, la incorporación de SH-60 “Sea Hawk” es una prioridad para retomar capacidades críticas como búsqueda, rescate y guerra antisubmarina. Sin embargo, para reforzar la capacidad antibuque de los buques de superficie, la Argentina podría seguir el ejemplo de países vecinos como Chile y Brasil, adquiriendo Airbus H225 Super Puma equipados con misiles AM 39 Exocet. Estas plataformas, capaces de lanzar ataques precisos contra objetivos navales a largas distancias, transformarían los buques de superficie en activos mucho más letales y polivalentes.

Un programa integrado que contemple estas adquisiciones permitiría a la Armada Argentina no solo revitalizar su capacidad operativa, sino también modernizar su flota aérea de manera coherente con las necesidades estratégicas del país. Con una combinación de aviones de patrulla avanzada, helicópteros armados y cazas de largo alcance, la Armada podría recuperar su rol como garante de la soberanía marítima y proyectar poder en el Atlántico Sur. Este enfoque garantizaría la capacidad de proteger los intereses nacionales en un entorno global cada vez más competitivo y tecnológicamente avanzado.

El escenario ideal para la Infantería de Marina

El Comando de la Infantería de Marina (COIM), actualmente reducido a cuatro Batallones de Infantería (BIM 2, BIM 3, BIM 4 y BIM 5), enfrenta el desafío de recuperar sus capacidades operativas y estratégicas. El primer paso debería ser la recomposición de sus plantillas, aumentando los efectivos de los 350-400 actuales en promedio por unidad a los casi 900 que tenía el BIM 5 durante el conflicto de Malvinas. Esto permitiría una mayor capacidad de respuesta y operatividad en un entorno geopolítico complejo.

Cada BIM debería contar con tres Compañías de Tiradores, organizadas en cuatro Secciones cada una, y una Compañía de Comando, Servicios y Apoyo. Esta última estaría compuesta por Secciones de Inteligencia de Combate, con drones y radares portátiles; Apoyo de Fuego, con morteros de 120 mm y baterías de obuses de 105 mm; Antitanque, equipada con lanzadores de misiles como el Spike y municiones merodeadoras tipo Hero 30 y Hero 120; Antiaérea, con misiles como el RBS-70NG y Stinger; Comunicaciones y Guerra Electrónica; Rancho; y Sanidad.

Una vez recuperada la capacidad operativa de los BIM existentes, sería estratégico avanzar en la creación o reapertura de los BIM 1 (ubicado en Misiones), BIM 6 (en Río Gallegos) y BIM 7 (en Chubut). Esto permitiría reestructurar las fuerzas en dos grandes agrupamientos: la Fuerza de Infantería de Marina de la Flota de Mar (FAIF), integrada por los BIM 2, 3 y 7; y la Fuerza de Infantería de Marina Austral (FAIA), compuesta por los BIM 4, 5 y 6, dejando al BIM 7 como reserva estratégica.

Infraestructura y modernización de medios

Es imprescindible dotar a la Infantería de Marina de un Batallón de Comando y Apoyo Logístico (BICA) con capacidades avanzadas. Este batallón debería incluir sistemas de telecomunicaciones por radio y satélite, equipos de comando y control, drones de inteligencia, sensores radar y electroópticos, puestos de mando móviles y fijos, contenedores para duchas y alojamiento, cocinas de campaña, talleres móviles y equipos para atención sanitaria en el terreno.

En cuanto al armamento, la incorporación de nuevos fusiles adaptados a las necesidades específicas de la Infantería de Marina es clave. Una opción sería el Bersa BAR-15, un fusil modular de calibre 5,56 mm que podría adaptarse a los requerimientos de las unidades, con lanzagranadas integrados, miras holográficas y accesorios para operaciones anfibias y urbanas. A esto se sumarían pistolas 9 mm tipo Glock, ametralladoras ligeras y medias, chalecos antibala, sistemas personales de comunicaciones/GPS y gafas de visión nocturna.

Capacidad de infiltración y movilidad

La recuperación de las capacidades de infiltración submarina para las fuerzas especiales de la Armada es crucial. Esto debería ir de la mano con la adquisición de nuevos submarinos, que no solo reforzarían la disuasión estratégica de la Armada, sino que también proporcionarían una plataforma moderna para desplegar a estas unidades en operaciones clandestinas y de alto riesgo.

Asimismo, la adquisición de un LPD (Landing Platform Dock) o un LPH (Landing Platform Helicopter) para operaciones de asalto anfibio sería esencial. Este buque permitiría transportar tropas, vehículos y helicópteros para el asentamiento de fuerzas en tierra. En conjunto con esta adquisición, sería fundamental seleccionar helicópteros medianos y pesados para la infiltración aérea y el soporte de las tropas. Modelos como el H215 Super Puma, el Sea Knight, el NH90 o el Sea Hawk serían ideales por su capacidad de operar en ambientes hostiles, transportar carga pesada y desplegar tropas de manera efectiva.

Hacia una infantería de marina moderna

Con estos elementos, la Infantería de Marina no solo recuperaría su capacidad operativa, sino que también avanzaría hacia una modernización integral, posicionándola como una fuerza táctica y estratégica en el Atlántico Sur. La combinación de personal capacitado, armamento avanzado, medios de transporte modernos y un equipamiento logístico robusto permitiría enfrentar los desafíos del siglo XXI con eficacia y resiliencia.

 

Hacia una Armada del siglo XXI

Además de modernizar los medios actuales, la Armada necesita mirar hacia el futuro. La adquisición de fragatas multirol, buques polares y una flota submarina robusta es fundamental. Sin embargo, también debe fortalecerse la infraestructura portuaria, mejorar la capacitación del personal y establecer un Sistema Nacional de Vigilancia y Control Marítimo que integre tecnologías como radares, satélites y drones.

El futuro de la Armada Argentina depende de decisiones audaces y estratégicas. Sin una planificación integral y un compromiso político real, el país seguirá navegando por aguas inciertas, poniendo en riesgo su soberanía y su proyección estratégica en el Atlántico Sur. ¿Será capaz la dirigencia de asumir el desafío o seguiremos postergando lo inevitable? La respuesta determinará no solo el destino de la Armada, sino también el lugar de Argentina en el escenario geopolítico global.