martes, 25 de junio de 2024
viernes, 30 de julio de 2021
Argentina: La geopolítica de la milla 201
El mar argentino, la Plataforma Continental, la pesca en la milla 201 y las OROP
Por Daniel Molina Carranza || Fundación Nuestro MarLa Argentina es un país con un litoral marítimo de casi 4700 km de costa sobre el Atlántico Sur, rematado en una amplísima plataforma. El Mar Argentino está ubicado en el sector SW del Océano Atlántico Sur, con una extensión de 960.000 Km². Sus aguas cubren la plataforma continental hasta los 200 metros de profundidad, alcanzando el comienzo del talud continental, si bien la plataforma continental se extiende más allá de la milla 200.
Se extiende, en términos generales, desde la boca del estuario del Río de la Plata en el norte, hasta el Banco Burdwood en el sur, y desde la costa argentina hasta el comienzo del talud. En sus aguas se desarrolla una de las más importantes pesquerías del globo.
La ONU, específicamente la comisión de límites de Plataforma, ha reconocido la ampliación de plataforma marítima en base a lo dictaminado por la resolución 40 de lo presentado por Comisión Nacional de Límite de la Plataforma Continental Argentina (COPLA),tal como lo establece la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), la plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas, en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia.
El Estado ribereño ejerce derechos de soberanía exclusivos sobre la plataforma continental a los efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos minerales y otros recursos no vivos del lecho del mar y su subsuelo, así como los organismos vivos pertenecientes a especies sedentarias, es decir, aquellos que en el período de explotación están inmóviles en el lecho del mar o en su subsuelo o sólo pueden moverse en constante contacto físico con el lecho o el subsuelo (cangrejos, por ejemplo).
Tras un largo y profundo trabajo científico, el 21 de abril de 2009 la República Argentina presentó el límite exterior de la plataforma continental argentina ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC), órgano técnico creado por la CONVEMAR.
Este trabajo brinda las bases para la extensión geográfica de nuestros derechos de soberanía sobre los recursos del lecho y subsuelo en más de 1.782.000 km2 de plataforma continental argentina más allá de las 200 millas marinas,de acuerdo con su reglamento, la CLPC se limitó a considerar las partes de la presentación que no estuvieran sujetas a controversias de soberanía con terceros estados. Quedaron pues fuera del análisis, la zona circundante a Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur e Islas Sandwich del Sur –en disputa con el Reino Unido-, y el sector que está regido por el Tratado Antártico. Así, el área analizada por la CLPC abarcó –aproximadamente- una quinta parte del total.
Finalmente, el 11 de marzo de 2016 la CLPC adoptó por consenso las Recomendaciones sobre las partes analizadas de la presentación argentina, que resultaron en mínimas modificaciones sobre el límite presentado en 2009.Dado que el concepto de plataforma continental se ciñe a espacios y recursos del lecho y subsuelo marinos, el régimen para su explotación no afecta al régimen de pesca en la columna de agua suprayacente, que se guía por la normativa definida para la “Zona Económica Exclusiva” (ZEE) o para la “Alta Mar” (AM), según corresponda.
Y es en las aguas de estos dos espacios adyacentes, donde se desarrolla mayoritariamente la pesca:
a) en la ZEE, a una distancia de hasta 200 millas náuticas de la costa, donde los Estados ribereños tienen derechos soberanos para la conservación y ordenamiento de los recursos vivos marinos, y
b) en la Alta Mar, es donde –con sujeción a ciertas condiciones- rige la libertad de pesca.
La
existencia de poblaciones de peces “transzonales”, que habitan en la
zona económica exclusiva de un país y en las zonas de alta mar
adyacentes (tal el caso de la merluza y el calamar), así como la de
peces “altamente migratorios” que recorren grandes distancias en alta
mar y en áreas sujetas a jurisdicción nacional, plantea un especial
desafío en relación con el ordenamiento de su explotación y –en
definitiva- su conservación. Para abordar tal materia, se desarrolló el
“Acuerdo de Nueva York”.
El “Acuerdo sobre la Aplicación de las Disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), relativas a la Conservación y Ordenación de las Poblaciones de Peces Transzonales y las Poblaciones de Peces Altamente Migratorios”, conocido también como “Acuerdo de Nueva York”, provee un marco para la implementación de algunas disposiciones importantes de la Convención.
El Acuerdo tiene por objetivo el de asegurar la conservación a largo plazo y el uso sostenible de las poblaciones de peces transzonales y de peces altamente migratorios, mediante la aplicación efectiva de las disposiciones pertinentes de la CONVEMAR a la que está íntimamente ligado. Así lo establece el artículo 4 de este instrumento, al expresar que “el presente Acuerdo se interpretará y aplicará en el contexto de la Convención y de manera acorde con ella”. Este acuerdo fue ratificado por la Argentina y aprobado por el Congreso Nacional mediante la Ley 25.290 del 13 de julio de 2000. Por razones no explicitadas, la Cancillería Argentina no depositó el instrumento de ratificación ante el Secretario General de las Naciones Unidas.
Uno de los principios fundamentales enunciados en este sentido por la CONVEMAR, es el que determina que los países deben cooperar entre sí para asegurar la conservación y promover el aprovechamiento óptimo de los recursos pesqueros dentro y fuera de las zonas bajo jurisdicción nacional. Al respecto, el acuerdo establece principios básicos sobre los cuales deben administrarse dichos recursos, así como lineamientos y criterios generales para la creación y reforzamiento de las Organizaciones Regionales Pesqueras y sus mandatos para la conservación y manejo sustentable de los recursos en el largo plazo.
En virtud del Acuerdo, las organizaciones y los acuerdos regionales de ordenación de la pesca se constituyen en el principal vehículo para la cooperación entre los Estados ribereños y los Estados de pesca a distancia, en materia de conservación y ordenación de las poblaciones de peces transzonales y las poblaciones de peces altamente migratorios.
La Argentina, por Ley 23.968 que fija las líneas base sobre las cuales se calculan las 200 millas de la ZEE, en su artículo 5° establece que “las normas nacionales sobre conservación de los recursos se aplicarán más allá de las 200 millas marinas sobre las especies de carácter migratorio o sobre aquellas que intervienen en la cadena trófica de las especies de la zona económica exclusiva”. Sin embargo, las medidas de reglamentación de pesca establecidas por las autoridades argentinas fuera de la ZEE, solo han alcanzado a los barcos de pabellón argentino.
Nuestro país es signatario de la Convención de las Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar (CONVEMAR), Ley 24.543, y se ha comportado siempre
dentro de su plexo legal, ordenando sus pesquerías en un todo de acuerdo
con esta Convención. El Artículo 64 de la CONVEMAR detalla cómo
proceder en caso de que las especies altamente migratorias afecten las
jurisdicciones de varios países ribereños. Orientado por este artículo y
a instancias de la Cancillería Argentina,
En años recientes nuestro
país modificó la Ley 24.922, Régimen Federal de Pesca, mediante la Ley
26.386, con el propósito de desalentar a empresas o grupos económicos
con actividades en Argentina que estuvieran realizando pesca en la
jurisdicción argentina sin permisos otorgados por nuestra autoridad de
aplicación.
La “Milla 201” y las OROP
Desde hace varios años y desde distintos ámbitos locales, se ha advertido sobre
la necesidad de regular las pesquerías en la zona adyacente a nuestra
Zona Económica Exclusiva, coloquialmente conocida como “Milla 201”. Se
han escrito muchas páginas y hasta promovido conferencias para informar sobre el peligro de “no hacer nada”.
La
ausencia de regulación de la pesca en la zona adyacente, lleva al
deterioro y eventual destrucción de valiosos recursos pesqueros,
mayormente constituidos por especies transzonales y migratorias.
El esfuerzo pesquero sobre la biomasa, en los espacios marítimos procura junto con la acuicultura contribuir en forma significativa con las proteínas demandadas por la humanidad. Pero cuando este esfuerzo se realiza fuera de los ámbitos jurisdiccionales de los estados costeros, más allá de las 200 millas, esta pesca si bien no es ilegal, no queda regulada y sus capturas no suelen ser declaradas verazmente; convirtiendo por esta incertidumbre un recurso como la pesca en alta mar en no renovable, pese a que por definición se encuadraría como renovable. LDDNR (legal, dudosamente declarada y no regulada).
La inexplicada decisión de retener indefinidamente el proceso de ratificación del Acuerdo de Nueva York y la ausencia de propuestas alternativas conducentes, genera incertidumbre y aviva el riesgo de perder la iniciativa a manos de otras potencias con intereses en el área.
No faltan indicios concretos al respecto. China, cuyas masivas flotas continúan pescando en forma indiscriminada en el área, ha intervenido recientemente en foros internacionales en busca de un posicionamiento ventajoso. En julio de 2019 en oportunidad del periodo de sesiones del Comité de Pesca (COFI) de FAO, la delegación china pidió que sea la FAO quien regule la pesca dado que no hay medidas de ordenamiento y conservación que regulen la pesca en el Atlántico Sur por parte de los estados costeros.
La intención detrás de la iniciativa es posicionarse en una eventual distribución de cuotas de pesca en el Atlántico Sur Occidental. Acertadamente, los representantes argentinos en el COFI dejaron claro que ese no era el ámbito para tal presentación y que la regulación de los recursos era un derecho del estado costero. Los británicos, por su parte, guardaron silencio conocedores que saldrían ganando de cualquier modo. Para suavizar la situación, la delegación oriental aclaró que su propuesta se refería a todas las zonas marítimas no reguladas y no exclusivamente al Atlántico Sur.
Idéntica actitud tuvo China en el OCDE que es la organización para cooperación y el desarrollo económico, donde Argentina no está representada.
Dos organismos de la industria pesquera española han firmado un acuerdo histórico con una organización de Argentina como paso previo para establecer una OROP del Atlántico Sur. Lo han realizado a través de una organización armada por empresas pesqueras argentinas, dispuestas a defender el recurso, aun aliándose con los españoles: OPRAS. – la Organización para la Protección de los Recursos Pesqueros del Atlántico Sur – tiene su sede en Argentina y promueve la gestión sostenible de la Zona 41 de la FAO, que ha estado bajo la creciente presión de las flotas asiáticas de calamar que operan a lo largo del borde de la ZEE argentina donde se han producido recurrentes focos de tensión.
La OPRAS, que se estableció en 2018, ya tiene un acuerdo con la Cámara de Armadores e Industrias Pesqueras de Itajai y Regiao del Brasil (SINDIPI), y Brasil también limita con el Área 41 de la FAO. Ambas organizaciones han hecho gestiones ante las Naciones Unidas y la FAO como parte de sus esfuerzos por establecer una organización regional de ordenación pesquera para las aguas del Atlántico Sur.
Las luces dejaron de ser amarillas para ser rojas, y se hace necesario encarar acciones, más allá de los discursos políticos y diplomáticos. Puede ser útil observar lo ocurrido en la Organización Regional de Pesca (OROP) del Pacífico Sur por el reparto de las cuotas de captura del poton (calamar Giga del Pacífico) y la actitud de los actores chinos al respecto.
En este caso, Chile, Perú y Ecuador, en apoyo al objetivo de la ONG Sustaintable Fisheries Partnership (SFP) de que el 75 % de los productos del mar se produzcan de manera sostenible para el año 2020, formaron un comité para el manejo del calamar gigante del Pacífico -CALAMASUR – como grupo adjunto a la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (OROP-PS).El objetivo de Calamasur es la conservación y explotación económica sostenible en el largo plazo de los recursos pesqueros en el Océano Pacífico Sur, con especial cuidado en salvaguardar los ecosistemas marinos mediante la aplicación del enfoque precautorio y ecosistémico en la ordenación pesquera. Todos los países con pesquerías presentes en el Pacifico sur aceptaron esta regulación.
Veamos ahora lo hecho por el gobierno argentino: En el mes de julio de 2018 se firmó con España un memorando de entendimiento en materia pesquera en el marco de la reunión de ministros de agricultura del G-20. El convenio dice que España y Argentina coordinarán y aseguraran el uso sostenible de las poblaciones transzonales y reforzaran las medidas de lucha contra la Pesca Ilegal No Declarada y No Reglamentada (INDNR) y que el acuerdo reforzará la colaboración en materia de investigación científica de los recursos pesqueros en el área adyacente de la ZEE argentina.(Al 2021 no se ha hecho nada de esto).
Es decir, es la suma de buenas intenciones de nuestro país con España, quien ya demostrado no tener problema en pescar con permiso de los británicos y, es más, utilizar todos los medios para que sus barcos –con bien ganada fama de depredadores- sigan pescando sin regulación en el área.
Ante la necesidad de abandonar el inmovilismo con en el que nos hemos manejado es esta materia desde hace años, nos preguntamos: ¿Por qué no considerar, inspirados en el ejemplo de los países hermanos del Pacifico, la formación de un comité para el manejo sustentable del calamar Illex del Atlántico (pota argentina) en el área adyacente de la zona Económica Exclusiva, presidido por la República Argentina, permitiendo el ingreso a todos los interesados, con el fin de regular la pesquería? Creemos que sería un primer paso hacia una solución razonable e inteligente de esta problemática.
Conclusión
Deberíamos formar algún tipo de Organización de protección Pesquera del Atlántico sur (OROP) algún que:
– Se aplica solo a recursos transzonales y altamente migratorios en
alta mar y le da contenido al deber de cooperación para el manejo y
conservación de ciertas poblaciones de peces).
– Es obligatorio aplicar el principio precautorio y enfoque ecosistémico incluso dentro de la ZEE
–
Los Estados deben cooperar a través de las Organizaciones Regionales de
Pesca (ORP). Estados que no son parte de una ORP no podrán pescar en el
área regulada por dicha organización– Los Estados tiene la obligación
de aplicar medidas compatibles en sus ZEE
Argentina debe promover
medidas para regular las pesquerías en el área de la alta mar adyacente a
la Zona Económica Exclusiva (“Milla 201”).
(Daniel Molina Carranza) #NUESTROMAR
martes, 22 de junio de 2021
lunes, 14 de junio de 2021
jueves, 29 de abril de 2021
Comando Sur norteamericano: La flota pesquera china es completamente depredadora y criminal
Entrevista al jefe del Comando Sur: “China posee una flota pesquera patrocinada por el Estado e involucrada en actividades ilegales”
En su segunda visita oficial a la Argentina, el almirante Craig Faller recibió a DEF en exclusiva para conversar sobre la coyuntura y los desafíos que presenta la pandemia a la regiónPor Juan Ignacio Cánepa
Infobae
La llegada al país del máximo responsable del organismo del Pentágono que se enfoca en América Latina y el Caribe se enmarca en la lucha contra la pandemia del COVID-19, que Craig Faller no duda en definir como “la tormenta perfecta”.
Sin eludir ningún tema de la agenda, elogió la buena relación entre Argentina y Estados Unidos y alertó sobre los resquicios que el crimen organizado encuentra en medio de esta emergencia que vivimos. “En tiempos de pandemia, las amenazas transnacionales deben ser abordadas en forma conjunta”, afirmó.
“Nuestro programa para la Argentina es de 3,5 millones de dólares; otro medio millón está en proceso de aprobación”, puntualizó Faller respecto de la asistencia a nuestro país. Las donaciones incluyeron tres hospitales de campaña, generadores de oxígeno y equipos de búsqueda y rescate.
Además, el almirante recordó que Estados Unidos es “el mayor donante de suministros y apoyo contra el COVID-19 en toda la región, con donaciones por 230 millones de dólares”. “Hemos comprometido, además, 4000 millones para el programa global Covax”, apuntó, en referencia a la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destinada a garantizar un acceso equitativo de la vacuna a los países del Tercer Mundo.
En rigor, este fue el cuarto viaje de Faller al país, ya que en 2009 había participado de un curso de entrenamiento para almirantes y generales en la Argentina. Luego, en 2018, integró la comitiva del entonces secretario de Defensa, James Mattis, y, un año después, regresó al país como flamante jefe del Comando Sur. Finalmente, esta nueva visita, en la que se tomó un tiempo para conversar en exclusiva con DEF, es parte de una gira que incluyó también un paso previo por Uruguay.
-¿A través de qué mecanismos se realizaron estas donaciones a la Argentina?
-Cuando la pandemia golpeó, el Comando Sur hizo una rápida evaluación sobre cómo podíamos hacer para ayudar. Desplegamos de inmediato nuestro Programa de Ayuda Humanitaria en América Central, el Caribe y Sudamérica. Usamos la amistad con nuestros socios y nuestras relaciones previas, para identificar cuáles eran las amenazas y las necesidades. Rápidamente procesamos toda esa información y nos reunimos con nuestros equipos en cada embajada para averiguar cuáles eran los principales requerimientos. Al estar autorizados a trabajar con autoridades civiles, hemos hecho donaciones a hospitales y a otras entidades que se encargan de emergencias en desastres. En particular, en la Argentina, nuestro programa es de 3,5 millones de dólares y otro medio millón que está en proceso de aprobación. Incluye hospitales reubicables, equipamiento para esos hospitales e insumos de protección para sus profesionales. Creo que es un gesto importante de nuestro compromiso de larga data con Argentina y la región.
-En su exposición ante el Congreso de los Estados Unidos, usted señaló que con solo alrededor del 8% de la población mundial, América Latina y el Caribe se ven afectados con casi una quinta parte de los casos mundiales de COVID. ¿Qué desafíos representó esta pandemia para el Comando Sur?
-La pandemia impactó realmente, y sigue impactando, en nuestro hemisferio. Por eso, es muy importante que trabajemos juntos. En el Comando Sur, lo hacemos con el Departamento de Estado, con nuestros embajadores y el personal de nuestras embajadas. Nos enfocamos en cómo asistirlos para satisfacer las necesidades de los países de la región. Y tuvimos que hacerlo mientras nuestro país también debía atender sus propias necesidades domésticas. Sabíamos que teníamos que hacerlo rápidamente y que nuestros proyectos debían ser importantes para nuestros aliados.
CRIMEN ORGANIZADO Y POTENCIAS EXTRARREGIONALES
-Más allá del impacto sanitario de la pandemia, ¿qué consecuencias tuvo respecto del accionar de las organizaciones transnacionales del crimen organizado y los grupos terroristas?
-La pandemia es y seguirá siendo una suerte de “tormenta perfecta”. Si uno lo piensa como el peor tifón que pueda sacudir a todo el planeta en forma simultánea, este fenómeno abre oportunidades para organizaciones que no comparten nuestros valores. Si vemos el accionar de los grupos transnacionales del crimen organizado y grupos que no respetan las normas del estado de derecho, se aprovechan de esta situación y la utilizan para expandir sus actividades ilícitas, particularmente en lo que tiene que ver con el narcotráfico y el tráfico ilícito de insumos sanitarios.
-Ante el Comité del Senado usted también mencionó que en una región frágil, como América Latina, esto creaba un “terreno fértil” para los competidores de Estados Unidos. Si hablamos específicamente de China, ¿cuáles son sus mayores preocupaciones?
-Si volvemos a las consecuencias del COVID-19, la pandemia puso bajo estrés a todas nuestras estructuras de salud y de seguridad, y afectó negativamente a nuestras economías. Como militares, pensamos en la seguridad nacional y en la seguridad económica de nuestros países. Sabemos que el presupuesto de nuestras agencias de seguridad se vio afectado en forma negativa. No estoy aquí para hablar de terceras naciones, sino para conversar sobre cómo podemos avanzar en forma práctica, con hechos tangibles, en una profundización de las relaciones con nuestras contrapartes militares. Lo cierto es que nuestra Estrategia de Defensa Nacional considera a China como un “competidor”. Yo di mi testimonio ante el Congreso de EE.UU. y señalé que, en el siglo XXI, China es para nosotros una “amenaza”, lo cual no significa que esta situación deba derivar en un conflicto. Nuestro objetivo es convertir esa “competencia” en “cooperación”, pero que debe necesariamente estar basada en valores democráticos y el respeto del estado de derecho, y no en la redefinición de las normas del Derecho Internacional para atentar contra la democracia.
-¿Lo mismo sería aplicable a otros países, como Rusia, que tiene una buena carta para influir en la región con su vacuna?
-Cuando se trata de la pandemia, cualquier aporte que permita salvar vidas es bienvenido, siempre que esa ayuda no sea utilizada para atentar contra las normas del Derecho Internacional y el respeto de los derechos humanos. Sin embargo, el caso de Rusia es distinto al de China. Rusia siembra mentiras y desinformación en forma rutinaria.
AGENDA BILATERAL: DESDE EL INTERCAMBIO MILITAR HASTA LA PESCA ILEGAL
-Desde su última visita, tanto en Argentina como en EE.UU. cambiaron los gobiernos. ¿Cuál es el actual estado de la relación bilateral?
-Yo represento al Comando Sur de los Estados Unidos y mi vínculo con las Fuerzas Armadas de la Argentina pasa por los valores que todos compartimos y por los que juramos desempeñar nuestra tarea. Considero que instituciones fuertes pueden alinearse y trabajar juntas desde el enfoque profesional. La educación debe ser nuestra prioridad: tenemos que preparar a nuestros oficiales para el futuro. Desde ese punto de vista, nuestra relación es sólida y debemos entender cuáles son las necesidades mutuas. Yo he venido a escuchar al nuevo comando de las Fuerzas Armadas argentinas para aprender de ellos y para que ustedes aprendan de nosotros.
-¿Hubo algún tipo de desconexión el año pasado?
-No, seguimos conectados. Aunque no pudimos hacer visitas en persona, seguimos conectados por canales virtuales y a través de nuestros programas en marcha. Recién mencioné la educación: tenemos un programa de entrenamiento, el International Military Education & Training Program (IMET). En este viaje, tuve la oportunidad de reunirme con oficiales argentinos que cursaron estudios en EE. UU., en el marco del programa IMET. También dialogamos sobre el rol de la mujer en la preservación de la paz y la seguridad, porque tenemos que entender que el 50% de la población está compuesto por mujeres y debemos encontrar la mejor manera de integrarlas a nuestros equipos. Argentina ha sido un país líder en ese sentido. Desde nuestras instituciones, contamos con bases sólidas para trabajar, podemos aprender del pasado y proyectar una sólida cooperación de aquí hacia adelante.
-Argentina está particularmente preocupada por las actividades de “pesca ilegal, no declarada y no reglamentada” en el Atlántico Sur. Como hombre del mar, usted conoce muy bien este tema. ¿Es una prioridad para el Comando Sur y para Estados Unidos? ¿Qué acciones se pueden adoptar a nivel regional?
-La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada es un problema global que afecta la seguridad alimentaria de los países que cuentan con zonas económicas exclusivas (ZEE). Hay una gran cantidad de flotas pesqueras, muchas de ellas patrocinadas por potencias extrarregionales que no respetan las normas internacionales. Por eso, apoyamos los esfuerzos del Departamento de Seguridad Interior y de la Guardia Costera de EE. UU. en su estrategia para ayudar a los países de la región a identificar quién opera en sus aguas territoriales. Se trata de compartir información para enfrentar los retos a nuestra soberanía. También estamos interesados en involucrar a los países de los que provienen esas flotas pesqueras, entre ellos China, que posee una flota patrocinada por el propio Estado y que está involucrada en este tipo de actividades ilegales, no declaradas y no reglamentadas. Un reciente ejemplo es Ecuador, donde la flota china apagó sus equipos de georreferenciación durante buena parte del día en que operaban en aguas del Pacífico, muy cerca de la ZEE ecuatoriana. Hay dos explicaciones: o bien el equipo estaba dañado, o estaban tratando de ocultar sus actividades ilícitas. Por eso, estamos preparados para trabajar con los países de la región en la defensa de sus aguas soberanas.
FOTOS: Fernando Calzada