¡Fuego rasante que el pueblo nos contempla!
La República Argentina se encuentra en guerra contra el Brasil, guerra que había declarado el Imperio, acusándonos de apoyar a los 33 Orientales y su intento de expulsar al portugués de suelo charrúa.
Era el 11 de junio de 1826, y Buenos Aires se hallaba sitiada por una poderosa escuadra brasileña, compuesta por treinta y un navíos de guerra.
La escuadra argentina era insignificante. Pero la diferencia se volcaba a nuestro favor, ya que teníamos en el mando de aquella armada, a un irlandés cabrón y testarudo, pero con un valor, coraje y sapiencia inigualables.
Eran 31 buques brasileños, contra 11 argentinos. Pero la presencia del Coronel Mayor William Brown, equilibra la balanza.
El inmortal irlandés, reunió a su Oficialidad a bordo de la Fragata 25 de Mayo, la nave capitana, y pronunció una de las arengas más bellas y gloriosas dichas por un Oficial Argentino:
"Marinos y soldados de la República: ¿véis esa gran montaña flotante? ¡Son los 31 buques enemigos! Pero no creáis que vuestro general abriga el menor recelo, pues no duda de vuestro valor y espera que imitaréis a la Veinticinco de Mayo, que será echada a pique antes que rendida. Camaradas: ¡confianza en la victoria, disciplina y tres vivas a la Patria!"
El pueblo de Buenos Aires se agolpa en las playas de la ciudad. Mira incrédulo como aquel puñado de valientes se prepara para enfrentar aquella poderosa escuadra invasora.
Brown, conocedor de aquella situación, da la orden de ataque:
" ¡Fuego rasante, que el pueblo nos contempla!".Y comienza la batalla. Aquellos marinos, tripulando siete pequeñas cañoneras y sólo cuatro buques de guerra, arremeten contra el invasor portugués. No se pide ni se da cuartel. En tanto el pueblo porteño ve como esos valientes combaten con bravura y honor.
Y el milagro se produce. Después de recibir continuos ataques, la Armada Brasileña huye en ignominiosa derrota. Es un triunfo de las armas de Patria. Tan glorioso fue ese triunfo que solamente se tuvo que llorar la muerte de un sólo marino argentino.
Esa noche, cuando el Viejo Bruno desembarcó, el pueblo de Buenos Aires lo recibió con verdadera y auténtica gratitud. Aquel Veterano marino, llegado de allende los mares, lo había rescatado de las garras de los Imperiales portugueses.
Fue en un día como hoy, 11 de junio, pero de 1826, en un lugar del Río de la Plata, llamado "Los Pozos", pasando a nuestra historia nacional como el "Combate de los Pozos".
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