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miércoles, 4 de diciembre de 2024

Ración militar: La ración de ron en la Marina Real

 

La ración de ron en la Marina Real

Craig Ryan || Naval Historia

La ración de ron, una ración diaria de ron que se daba a los marineros de la Marina Real, era una larga tradición que comenzó en el siglo XVII y continuó hasta 1970.

Introducido inicialmente para reemplazar a la cerveza, sirvió como un refuerzo moral y una herramienta para mantener la disciplina entre la tripulación.

La práctica fue finalmente abolida debido a preocupaciones sobre la salud, la seguridad y la necesidad de una mayor eficiencia operativa en una fuerza naval moderna.


Orígenes de la ración de ron

Los orígenes de la ración de ron están profundamente arraigados en los desafíos y oportunidades prácticas que encontró la Marina Real durante el siglo XVII. Inicialmente, la ración diaria estándar para los marineros consistía en cerveza. Esta elección era práctica por varias razones: la cerveza era relativamente fácil de producir, era una bebida familiar para los marineros británicos y proporcionaba hidratación y una pequeña cantidad de nutrición. Sin embargo, la cerveza planteaba importantes problemas logísticos para la marina. Era voluminosa y perecedera, lo que dificultaba su almacenamiento y transporte en viajes largos, que a menudo duraban varios meses.

A medida que el Imperio Británico expandía sus territorios, particularmente en el Caribe, surgieron nuevas oportunidades para el aprovisionamiento de la flota. Las islas del Caribe, con su clima cálido y suelo fértil, eran ideales para el cultivo de la caña de azúcar. La industria azucarera en estas colonias se convirtió rápidamente en una piedra angular de la economía británica. Uno de los subproductos de la producción de azúcar era la melaza, que podía fermentarse y destilarse para obtener ron. El ron, a diferencia de la cerveza, era altamente concentrado y no perecedero, lo que lo convertía en una alternativa ideal para las provisiones navales.


Dibujo de WRNS entregando a los marineros su ración de ron durante la Segunda Guerra Mundial.

El momento decisivo para la introducción del ron en la Marina Real Británica llegó en 1655, tras la captura de Jamaica por parte de los británicos a los españoles. Jamaica pronto se convirtió en una de las colonias productoras de azúcar y ron más importantes del Imperio Británico. Con un suministro constante y abundante de ron disponible, se hizo posible reemplazar la cerveza por ron como ración diaria de los marineros.

La transición del ron de un complemento ocasional a una ración regular se formalizó en 1731, cuando el Almirantazgo emitió una normativa que estandarizaba su distribución. Según estas normas, cada marinero tenía derecho a media pinta de ron al día, que normalmente se dividía en dos raciones. Se trataba de una cantidad considerable teniendo en cuenta el alto contenido de alcohol del ron, que a menudo superaba el 50% de alcohol por volumen.

La decisión de ofrecer ron en lugar de cerveza también tuvo implicaciones estratégicas. El fuerte licor destilado no solo era más compacto y duradero, sino también más potente, lo que significaba que se podían transportar cantidades más pequeñas para lograr el efecto deseado. Además, el ron se podía almacenar en barriles de madera, que ya eran un estándar en los barcos para almacenar otras provisiones, lo que simplificaba aún más la logística.

La ración de ron y la disciplina naval

La vida a bordo de un barco de la Marina Real Británica durante los siglos XVII y XVIII era dura y monótona. Los marineros se enfrentaban a largos periodos en el mar, a menudo en condiciones incómodas y de hacinamiento, con la amenaza constante de enfermedades, mala alimentación y los peligros del combate. La ración de ron proporcionaba un momento de respiro y consuelo en una rutina que de otro modo sería agotadora. La anticipación del trago diario era un estímulo moral, un placer pequeño pero significativo que los marineros esperaban con ansias en medio de los rigores diarios de la vida naval.

El ritual de la ración de ron también fomentaba un sentido de camaradería entre la tripulación. Las experiencias compartidas, como el acto comunitario de recibir y consumir el trago, ayudaban a crear vínculos entre los marineros, creando una fuerza de combate unificada y cohesionada. Este sentido de unidad y moral era crucial para mantener altos niveles de rendimiento y preparación, especialmente durante los viajes largos y arduos.


Midiendo 'The Tot' a bordo del HMS Belfast. Imagen de Kjetil Bjørnsrud CC BY 2.5 Midiendo 'The Tot' a bordo del HMS Belfast. Imagen de Kjetil Bjørnsrud CC BY 2.5

Por otra parte, la distribución del ron estaba estrictamente controlada por los oficiales navales, que lo utilizaban como medio para imponer la disciplina y recompensar el buen comportamiento. La ración diaria de ron era distribuida por el sobrecargo del barco bajo la atenta mirada de los oficiales, que se aseguraban de que se distribuyera de forma justa y de acuerdo con las normas. Este mecanismo de control también permitía a los oficiales retener el ron como forma de castigo por las infracciones, reforzando así la disciplina.

La posibilidad de embriaguez y los problemas asociados exigían una regulación estricta. Para mitigar los riesgos, el ron se solía diluir con agua para crear grog, una práctica introducida por el almirante Edward Vernon en 1740. La iniciativa de Vernon de mezclar ron con agua, creando grog en una proporción de 4:1, tenía como objetivo reducir la probabilidad de intoxicación. El grog también tenía el beneficio práctico de hacer que la ración durara más, lo que proporcionaba un aumento sostenido de la moral durante todo el día.

El almirante Vernon, conocido como “Old Grog” por la capa de grog que vestía, instituyó este cambio para combatir los efectos nocivos del consumo de ron puro. La dilución no solo disminuyó el impacto inmediato del alcohol, sino que también ayudó a prevenir la deshidratación y mitigar algunos riesgos para la salud. Además, la adición de jugo de cítricos al grog ayudó a prevenir el escorbuto, una afección común entre los marineros debido a la falta de vitamina C.

El aspecto ritualista de la ración de ron también contribuyó a la cultura de la Marina Real. Los horarios y procedimientos específicos para distribuir el ron se convirtieron en parte de la tradición naval, con frases fijas como “¡Ánimo!” que marcaban el inicio de la distribución. Estas tradiciones ayudaron a inculcar un sentido de identidad y continuidad entre los marineros, vinculando a generaciones de personal naval a través de costumbres compartidas.


La decadencia de la ración de ron

A mediados del siglo XX, la naturaleza de la guerra naval había experimentado cambios significativos. La introducción de tecnología más avanzada y sofisticada en los buques de guerra exigía a los marineros mantener mayores niveles de alerta, precisión y pericia técnica. El manejo y mantenimiento de maquinaria compleja, sistemas de navegación avanzados y nuevo armamento exigía que los marineros estuvieran en óptimas condiciones físicas y mentales. Los efectos del consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, se consideraban cada vez más incompatibles con estas exigencias.

A medida que los buques de guerra se hicieron más rápidos, más maniobrables y equipados con armamento más sensible y poderoso, el margen de error se redujo considerablemente. La posibilidad de que el alcohol afectara el juicio, ralentizara los tiempos de reacción y redujera la coordinación se convirtió en una preocupación seria. La seguridad y la eficacia de las operaciones navales dependían de la capacidad de la tripulación para realizar sus tareas con la máxima eficiencia y el mínimo riesgo, lo que hacía que el consumo diario de alcohol fuera cada vez más insostenible.

En la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, se hizo cada vez más hincapié en la salud y el bienestar del personal militar. Los avances en la ciencia médica y una mejor comprensión de los efectos a largo plazo del consumo de alcohol en la salud llevaron a un mayor escrutinio de las raciones de ron. El consumo crónico de alcohol se asoció a una serie de problemas de salud, entre ellos enfermedades hepáticas, problemas cardiovasculares y deterioro de la función cognitiva.


La tripulación a bordo del HMS Royal Oak recibe sus raciones de ron en 1916.

La presión para lograr estándares profesionales más elevados dentro de la Marina Real también jugó un papel crucial en la decisión de abolir la ración de ron. A medida que la Marina buscaba presentarse como una fuerza moderna y profesional, el consumo diario de alcohol por parte de su personal se consideraba cada vez más anacrónico y poco profesional. La Marina Real pretendía alinearse con las prácticas de otras armadas modernas, muchas de las cuales ya habían eliminado tradiciones similares.

La decisión de poner fin al racionamiento de ron fue impulsada tanto por presiones internas como externas. En el ámbito interno, los líderes navales reconocían cada vez más que la tradición, si bien históricamente significativa, ya no era adecuada para la marina moderna. Los informes y estudios que destacaban el impacto negativo del alcohol en la salud y el rendimiento de los marineros proporcionaban pruebas contundentes de que se debía cambiar. Además, el movimiento de abstinencia, que había cobrado impulso a lo largo del siglo XIX y principios del XX, seguía influyendo en la opinión pública y la política militar.

En el ámbito externo, las actitudes sociales respecto del consumo de alcohol estaban cambiando. En el período de posguerra, se observó un mayor apoyo a los estilos de vida más saludables y una mayor conciencia de los peligros del abuso del alcohol. Estos cambios de actitud se reflejaron en el contexto cultural más amplio e influyeron en el apoyo público y político a la reforma en el ejército.

La decisión de la Junta del Almirantazgo en 1969 de eliminar gradualmente la ración de ron fue trascendental. Para facilitar la transición, la decisión se implementó gradualmente, y culminó con la entrega final del tot diario el 31 de julio de 1970, un día que se conoció como el "Día del Tot Negro". En este día, los marineros recibían su última ración de ron y se celebraban ceremonias especiales para marcar el final de la tradición. Algunos marineros lamentaron la pérdida de una preciada costumbre que había sido parte de la vida naval durante más de 300 años, mientras que otros lo vieron como un paso necesario hacia adelante.

En lugar de la ración de ron, la Marina Real introdujo una compensación monetaria conocida como “asignación de grog”, destinada a proporcionar a los marineros un beneficio alternativo. Además, se puso a disposición cerveza a bordo en condiciones controladas, lo que permitió un consumo de alcohol más moderado y regulado.







sábado, 24 de septiembre de 2022

Royal Navy: El periplo del cadáver de Nelson

Ron para el Almirante Nelson


En 1805 durante la batalla de Trafalgar el almirante británico Nelson fue alcanzado por un francotirador francés y murió a las pocas horas. Debido a los daños que sufrio el HMS Victory que deberían ser reparados en Gibraltar y los limitados medios de transporte de la época, era necesario conservar el cadaver del almirante durante al menos dos medes y que llegara de vuelta al Reino Unido en unas condiciones de conservación aceptables. El cirujano jefe del buque, William Beatty, de acuerdo con el comandante del Victory decidió preservar su cuerpo en un barril lleno de brandy con alcanfor y mirra. La noticia de la muerte del almirante tardó 16 días en llegar a Londres y la alegría por la victoria se acompañó de tristeza por la muerte del almirante, que sería enterrado con todos los honores.

El cuerpo de Nelson se introdujo en el barril el 22 de octubre (casi una semana después de su muerte) y este se ató al mástil mayor del Victory. El comandante del navío se vio obligado a ponerle guardia las 24 horas para evitar, según la leyenda, que los marineros se bebieran el brandy, cuyos niveles eran revisados y ajustados ,dado que este era absorbido por el cadaver y además se perdía por evaporación.

El Victory llegó remolcado a Gibraltar el 28 de octubre y el cuerpo se trasladó a un ataúd forrado de plomo donde el brandy fue reemplazado por destilados de vino. El 4 de noviembre, tras ser reparado, el HMS Victory abandonó Gibraltar en dirección al Reino Unido. A los pocos días de la partida, la acumulación de gases hizo que saltara la tapa del ataud, dando un susto de muerte al encargado de vigilarlo. El cuerpo se encontró en buenas condiciones y se volvió a cerrar el ataud.

El navío finalmente alcanzó las costas británicas el 4 de diciembre y el cuerpo del almirante, ya con signos de descomposición, fue trasladado a otro ataúd de plomo, rellenado con la mezcla de brandy, mirra y alcanfor. El día 11 el cuerpo fue envuelto en una mortaja de lino tras paracticársele una autopsia que recupero la bala de mosquete que le causó la muerte. Pese a que la leyenda dice que el cuerpo estaba en buenas condiciones, la correspondencia entre los que se habían encargado de manipular el cadaver reconoció que el estado del mismo era inadecuado para dejar el ataúd abierto.

El 21 de diciembre el cuerpo fue trasladado a otro ataud hecho con la madera del mástil principal del navío francés L’Orient.

Tras varias peripecias, el cuerpo llegó finalmente al hospital de Greenwich, en Londres, el 25 de diciembre y permaneció allí hasta el 4 de enero de 1806, siendo su féretro expuesto al público del 5 al 7.

El 8 se enero llegó a Whitehall y el día 9 fue trasladado en un coche funebre con forma de navío a la catedral de San Pablo, donde finalmente fue enterrado en una de sus criptas.

En la foto, una moderna reproducción del barril donde fue inicialmente conservado el Almirante durante su traslado a Gran Bretaña a bordo del HMS Victory.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Piratas: Black Bart, el puritano abstemio

Black Bart, el único abstemio conocido en el mundo de la piratería


Javier Sanz — Historias de la Historia



Bartholomew Roberts, también conocido como Black Bart, como muchos otros piratas nació en Gales, sin embargo poco más tenía en común con ellos. Tras servir como marino de un navío esclavista, se pasó a la tripulación de Howel Davis, el pirata que los capturó y del que heredaría su tripulación tras su muerte. Una vez convertido en capitán, empezó a distinguirse entre los de su calaña por su espíritu puritano. Era bien conocido, sobre todo, por no beber alcohol, solo té, y aunque intentó transmitir esta costumbre a sus compañeros de correrías, le fue imposible convirtiéndose en el único abstemio conocido del mundo de la piratería. Además, trataba con corrección a las mujeres y nunca forzó a ningún hombre a que se uniera a su tripulación.

Su carácter y su forma de pensar, claros derivados del puritanismo, no encajaban con su forma de vida ostentosa y lujosa. Era amante de las telas caras, la pedrería, las flores, las plumas y las sedas, así como de las armas trabajadas y relucientes. Por ello no es de extrañar que cuando, entre los tesoros de una presa, se encontró una gran cruz de diamantes destinada al rey de Portugal, se la guardara para lucirla en las grandes ocasiones, como en grandes batallas. Sería en estas situaciones cuando aparecía en cubierta ataviado con sus mejores galas, luciendo la cruz y un enorme sombrero con plumas, incluso su último deseo, que fue respetado por su tripulación, fue que si moría en combate se le vistiera con sus ropajes favoritas y se arrojara su cuerpo el mar. Y así se hizo en febrero de 1722 frente a las costas de África Occidental, cuando su cuerpo se hundió vestido de púrpura y encajes.



Black Bart

Es indudable que su aspecto era más parecido al de un gentleman de la época que la de un pirata perseguido por las autoridades de diversos países y colonias. Fue por este motivo que, en el apogeo de su carrera, Roberts mandó confeccionar la bandera por la que se le identificaría. De fondo negro, en la bandera aparecía su figura armada con una espada y con cada uno de sus pies sobre una calavera, bajo las cuales se podían leer las letras A.B.H. y A.M.H., las siglas de “A Barbadian’s Head” y “A Martinican’s Head“, una referencia directa a los gobernadores de Barbados y Martinica que habían pretendido capturarle.



Pero por lo que realmente Roberts pasaría a la historia, si pasamos por alto el hecho de que se le atribuyen más de cuatrocientas capturas, es por el código de conducta que instauró en su tripulación, siendo este lo más parecido a unas leyes piratas. En este sentido, debemos tener en cuenta que no fue el único capitán en marcar unas normas internas, sin embargo las suyas fueron las más curiosas y populares, ya que además las hacía cumplir a rajatabla y estaban elaboradas desde su peculiar punto de vista de ver la vida, que chocaba diametralmente con su lema: “una vida corta y alegre” (al estilo de “Vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver” de James Dean). Escritas tras una deserción en masa en 1721, estas normas han llegado hasta el día de hoy gracias a la obra Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas, publicada originalmente en 1724 con la firma del Capitán Charles Johnson:


I. Cada hombre tiene un voto en todos los asuntos que se traten. Todos tendrán acceso a las provisiones y licores, y podrán consumirlas a su antojo excepto que la escasez haga necesario su racionamiento por el bien de todos.

II. Todo hombre será llamado por turnos, según la lista, al reparto del botín independientemente de su participación y se le permitirá cambiarse de ropa para la ocasión. Si alguien defrauda al resto por valor mayor a un dólar de plata (real de a ocho español), será abandonado a su suerte en el mar como castigo. Si el robo fuese entre miembros de la tripulación, esta se contentará con cortar las orejas y la nariz al culpable y lo desembarcará en tierra, no en lugar deshabitado pero sí en algún sitio donde seguro encontrará adversidades.

III. Nadie jugará a las cartas o dados por dinero.

IV. Las luces y velas se apagarán a las 8 de la noche; si después de esa hora algún miembro de la tripulación quiere seguir bebiendo, podrá hacerlo solo en cubierta y sin luz.

V. Todos deben mantener sus armas, pistolas y sables limpios y listos para la acción.

VI. No se permiten niños ni mujeres a bordo. Si alguien subiese al barco a una mujer disfrazada, sufrirá la muerte.

VII. En batalla, la deserción será castigada con la muerte o el abandono a su suerte en una isla desierta.

VIII. No se permiten las peleas a bordo. Las disputas se resolverán en tierra, con la espada o a pistola, y será declarado vencedor el que haga la primera sangre.

IX. Si algún miembro de la tripulación perdiera una extremidad o quedara impedido, se le darán 800 dólares de plata del inventario común; por heridas menores, en proporción a su gravedad.

X. El capitán y su segundo recibirán dos partes del botín; el maestre, contramaestre y cañonero una parte y media, y el resto de los oficiales, una parte y un cuarto.

XI. Los músicos tendrán descanso el sábado pero no los otros seis días y noches, a no ser por concesión extraordinaria.

Colaboración de Francesc Marí Company