La modernización de los destructores Clase Meko 360 de la Armada Argentina es una prioridad para mantener la competitividad operativa y mejorar su capacidad de defensa en el Atlántico Sur. La Armada Argentina ha identificado la necesidad de modernizar su flota de destructores DDG Clase Meko 360 para mantener una capacidad operativa relevante en el Atlántico Sur. Considerando el interés de la Armada por las fragatas FREMM francesas, es esencial que la modernización de los Meko 360 priorice la compatibilidad de sistemas de armas y sensores con estos navíos. Este documento presenta una propuesta de modernización de los destructores Meko 360, enfocada en la modernización de la planta motriz y la integración de sistemas de armas compatibles con las FREMM Este documento analiza la propuesta de modernización, enfocándose en la modernización de la planta motriz, la compatibilidad con las fragatas FREMM, y la sustitución del cañón doble de 40 mm por un sistema CIWS (Close-In Weapon System) de origen europeo, que proporcionaría una mejora sustancial en la defensa cercana del buque.
1. Modernización de la Planta Motriz
Contexto
La clase MEKO 360 cuenta con un sistema de propulsión COGOG (combinado gas o gas), compuesto por dos tipos de turbinas de gas de origen británico suministradas por Rolls-Royce. El primero incluye dos turbinas Olympus TM38, que proporcionan 60,000 HP y se utilizan en situaciones que requieren alta velocidad, como maniobras evasivas o durante ejercicios y combates. El segundo tipo son las turbinas Tyne RM1C, de menor potencia (9,900 HP), usadas para la navegación estándar del buque.
El Contraalmirante Allievi ha propuesto un proyecto de modernización para dos destructores MEKO 360 que implica reemplazar las turbinas de crucero Tyne por motores diésel y cambiar las cajas de reducción, mientras que el tercer destructor conservaría su motorización original. De esta manera, las turbinas Tyne retiradas se utilizarían como repuestos para prolongar la vida útil del destructor que mantenga su sistema original, mientras las turbinas Olympus, que tienen muchas horas remanentes, se mantendrían para situaciones operativas que requieran alta velocidad.
El cambio de la planta motriz británica es esencial para evitar restricciones de exportación y asegurar una mayor independencia logística. Se consideran dos opciones principales para la sustitución de la planta motriz.
Propuesta técnica
Sustitución de la planta motriz por motores MTU (Alemán) serie 20V 1163, con 8000 kW de potencia por motor.
Alternativa con motores General Electric LM2500 de origen estadounidense, utilizados en diversas marinas de la OTAN.
Duración del proyecto: 24 a 36 meses, con un buque prototipo durante los primeros 12 meses.
Costo estimado:
Motores MTU: USD 15-18 millones por unidad.
Motores LM2500: USD 20-25 millones por unidad, incluyendo adaptación estructural y formación de personal.
2. Sustitución del Cañón Doble de 40 mm por Sistema CIWS
Contexto
El cañón doble de 40 mm de las Meko 360, aunque adecuado en su época, ha quedado desfasado frente a las amenazas modernas, como misiles antibuque de alta velocidad y drones. Para mejorar la defensa de punto, se propone instalar un sistema CIWS (Close-In Weapon System) de origen europeo, que puede proporcionar una capa adicional de protección en combate naval cercano.
Opciones de CIWS europeos disponibles
Phalanx Block 1B (Rheinmetall, versión europea):
Descripción: Sistema de defensa cercano con un cañón rotativo de 20 mm, capaz de interceptar misiles y aviones a baja altitud.
Costo estimado: USD 6-8 millones por unidad, incluyendo integración y pruebas de funcionamiento.
Duración de la instalación: 6 a 9 meses por buque, pudiéndose realizar en paralelo a otras actualizaciones.
Ventajas: Sistema ampliamente probado, fácil integración con sistemas de combate existentes.
Millennium Gun (Rheinmetall):
Descripción: Sistema de 35 mm con una alta cadencia de tiro y capacidad para disparar munición AHEAD, diseñada para crear una nube de fragmentos que destruyen misiles y aeronaves en aproximación.
Costo estimado: USD 8-10 millones por unidad, incluyendo sistemas de control de tiro y adaptación estructural.
Duración de la instalación: 9 a 12 meses por buque.
Ventajas: Mayor alcance efectivo y versatilidad en comparación con otros CIWS, además de ser utilizado en varios buques europeos, lo que facilita el acceso a repuestos.
Narwhal 20B (Nexter):
Descripción: Sistema automático de 20 mm con control remoto, más ligero que otras alternativas, ideal para reemplazos rápidos y simples.
Costo estimado: USD 4-6 millones por unidad.
Duración de la instalación: 4 a 6 meses por buque.
Ventajas: Bajo costo y fácil integración con la estructura existente de los Meko 360.
Recomendación de CIWS
Se recomienda el Millennium Gun de 35 mm debido a su superioridad en alcance y capacidad de munición AHEAD, que es altamente eficaz contra misiles modernos y drones. Además, su compatibilidad con otros sistemas europeos facilita la interoperabilidad con las FREMM.
3. Integración de sistemas de armas y sensores compatibles con las FREMM
Propuesta de equipos
Radar Thales Herakles 3D y CMS SETIS, compatibles con las fragatas FREMM.
Misiles Aster 15/30 para defensa aérea de corto y mediano alcance.
Misiles Exocet MM40 Block 3 para capacidades antibuque a largo alcance. Las cápsulas actuales serían compatibles para albergar las versiones más nuevas.
Sistema de guerra electrónica Thales Vigile 200 para mejorar la detección y neutralización de amenazas electrónicas.
Duración y Costos Estimados
Duración del proyecto: 36 a 48 meses, con pruebas y ajustes en un buque prototipo.
Costo estimado:
Radar Herakles y CMS SETIS: USD 25 millones por buque.
Integración de misiles Aster y Exocet: USD 15 millones por buque.
CIWS Millennium Gun: USD 8-10 millones por buque.
4. Factibilidad técnica de la integración del sistema Aster 15/30
Incorporar el sistema de misiles Aster 15/30 en un destructor Clase Meko 360 es una tarea compleja que depende de varios factores técnicos relacionados con el espacio, el peso y la capacidad de integración de sistemas.
Espacio y configuración física:
El sistema Aster 15/30 utiliza un sistema de lanzamiento vertical (VLS), típicamente en configuraciones Sylver VLS de tipo A-43 para el Aster 15 y A-50/A-70 para el Aster 30. Estos módulos son más compactos que algunos otros VLS, como el Mk 41, pero aún requieren un espacio considerable.
Los destructores Clase Meko 360, como los utilizados en la Armada Argentina (ARA), fueron diseñados originalmente con armamento más convencional, como lanzadores de misiles Exocet y sistemas de defensa cercana CIWS. En consecuencia, adaptar un VLS podría requerir una reconfiguración importante de la cubierta de armas principal, donde se encuentran los lanzadores actuales y otros sistemas de sensores.
Desplazamiento y peso:
El sistema de Aster 15/30 y el VLS Sylver no solo requieren espacio en cubierta, sino que también agregan peso considerable. Dado que la Meko 360 ya tiene un desplazamiento de alrededor de 3.600 toneladas, habría que revisar si el buque puede soportar el peso adicional sin afectar su estabilidad y navegabilidad. Probablmente un refuerzo estructural podría ser necesario.
Sistema de Gestión de Combate (CMS):
El sistema Aster requiere una integración avanzada con el CMS del buque. Los Meko 360 tienen sistemas de gestión de combate más antiguos que, en muchos casos, no son compatibles de forma nativa con los sistemas de misiles Aster, especialmente el Aster 30. Actualizar el CMS a uno capaz de manejar el Aster, como el Thales TACTICOS o un sistema similar, sería crucial, lo que implica una actualización significativa.
Sensores y radar:
Los misiles Aster 15/30 dependen de sistemas de radar de última generación, como el radar multifuncional SAMPSON o Seafire, para guiar los misiles con precisión. Si bien es posible que el Meko 360 pueda ser actualizado con un radar moderno, sería un desafío en términos de espacio en el mástil y podría requerir modificaciones estructurales importantes.
Es teóricamente posible instalar un sistema Aster 15/30 en un destructor Clase Meko 360, pero implicaría modificaciones significativas, incluyendo:
La reconfiguración del espacio en cubierta y un posible rediseño estructural.
Actualización o reemplazo del CMS y los sistemas de radar para gestionar y guiar los misiles.
Refuerzos de estabilidad para soportar el peso adicional.
Este tipo de modernización es compleja y costosa, probablemente solo justificable si el buque se va a destinar a un rol de defensa aérea avanzada, comparable a los estándares de buques modernos en marinas de primer nivel.
5. Cronograma general de implementación
Fase 1: Estudio y evaluación técnica (6 meses)
Evaluación de la compatibilidad estructural para la instalación del CIWS.
Estudio de integración de sistemas de armas y modernización de la planta motriz.
Fase 2: Instalación de sistemas de defensa cercana CIWS (6 a 12 meses)
Instalación de Millennium Gun en el primer buque y pruebas de integración.
Entrenamiento de la tripulación para el manejo del nuevo sistema de defensa.
Fase 3: Modernización de la planta motriz y sistemas de armas (12 a 18 meses)
Instalación de la planta motriz en un buque prototipo y pruebas de mar.
Instalación del radar, CMS SETIS y sistemas de misiles.
Fase 4: Implementación en toda la flota (18 a 24 meses)
Modernización simultánea en los destructores restantes.
Ejercicios conjuntos para verificar la interoperabilidad con las FREMM y la efectividad de los sistemas CIWS.
6. Beneficios para la Armada Argentina
Mayor capacidad de defensa cercana: La incorporación de un sistema CIWS moderno como el Millennium Gun mejorará significativamente la defensa del buque contra misiles antibuque, drones y amenazas aéreas.
Compatibilidad con el futuro de la Armada: La integración con las fragatas FREMM permitirá una operación más eficiente y coordinada de la flota, con sistemas de armas y sensores compatibles.
Reducción de dependencias externas: La modernización de la planta motriz evitará las restricciones de exportación del Reino Unido, asegurando un acceso continuo a repuestos y mantenimiento. Igualmente, diversos componentes de sistemas grandes puede ser que sean de origen británico todavía.
7. Costos Totales Estimados
Modernización de la planta motriz (4 destructores): USD 60-80 millones.
Actualización de sistemas de armas y sensores (4 destructores): USD 200 millones.
Total estimado: USD 292-320 millones para la modernización completa de la flota de destructores Meko 360.
Este enfoque equilibrado asegura que la flota modernizada de la Armada Argentina esté lista para enfrentar amenazas modernas, operando con tecnología de vanguardia y mejorando la interoperabilidad con otros sistemas europeos. Además, se fortalece la capacidad de disuasión y la proyección de poder en el Atlántico Sur.
Ello prolongaría de 10 a 15 años la vida útil de estos buques acompañando el desempeño de las FREMM aunque al costo de adquirir unidades adicionales a futuro.
1ª Escuadrilla de Helicópteros en la Base Andorra. Diciembre de 1978. Despliegue por el casi conflicto con Chile.
Por lo menos 2 de los Hughes 369 de la Prefectura se vieron involucrados en dicho operativo,entre ellos el PA-30. Estos aparatos fueron desplegados a la base de campaña de nominada Andorra,junto a los Alouette cuyas matriculas eran: 3-H-2, 3-H-3, 3-H-5, 3-H-7, 3-H-9 y 3-H-10.
Estos aparatos formaron la FT-42.3, y tenían como misión principal proporcionar apoyo táctico, junto a los Alouette, a los Infantes de Marina que iban a ser helitransportados hacia las islas en disputa.
En la foto de arriba se distingue uno de los dos Hughes 369 entre los aparatos de la EAH1.
La Operación Tronador fue un plan militar de la Armada Argentina diseñado en 1978 durante la crisis del Beagle con Chile. Su objetivo principal era la invasión y captura de las islas Picton, Nueva y Lennox, que estaban en disputa entre ambos países. Este operativo formaba parte de un conjunto más amplio de acciones, conocido como "Operación Soberanía", cuyo propósito era imponer la soberanía argentina en las islas del canal Beagle mediante una acción militar coordinada.
Detalles de la Operación:
Fuerzas involucradas: La operación involucraba a unidades de la Flota de Mar (FLOMAR), así como a comandos anfibios y otras fuerzas especiales de la Armada Argentina. Se preveía que la fuerza de desembarco sería apoyada por aviones y helicópteros del portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, además de unidades de superficie, como destructores y corbetas.
Objetivo: El objetivo era tomar rápidamente las islas, establecer una cabeza de playa, y resistir cualquier contraataque chileno hasta que se consolidara la posición argentina en la región. Este operativo habría desencadenado un conflicto abierto con Chile, que también estaba preparado para defender las islas.
Resultado: La operación no se llevó a cabo debido a la intervención del Papa Juan Pablo II, quien medió en el conflicto y logró evitar la guerra. La tensión se mantuvo hasta el 22 de diciembre de 1978, cuando ambas naciones aceptaron la mediación papal y suspendieron las operaciones militares planeadas.
Diciembre de 1978. Parte de la flota de helicópteros de la FAA asignados
a la operación de helidesembarco sobre las isla Nuevas, Lennox y
Picton. El despliegue de aparatos estaba conformado por 2 S-61N/R(BSH-71 y 72), 1 S-58(H-02), 7 Bell 212(H-81,83,84,85,86,87 y 88), 2 Bell UH-1H(H-12 y 14),y 2 Hughes 369 HM(H-24 y 26), 3 Sea King del COAN y 4 Bell UH-1H del CAE.
La Operación Tronador, al igual que otras planificaciones militares durante la crisis del Beagle, refleja la alta tensión entre Argentina y Chile en ese período, un conflicto que estuvo a punto de escalar a una guerra total (BioBioChile, ElPinguino).
Los helicópteros desplegados fueron 10 Alouette III, pero solo 6 darían apoyo. Estos lo harían artillados con misiles filoguiados AS-11 para atacar blancos terrestres y misiles AS-12 para atacar buques que se pudieran encontrar en los canales de la zona. Hay que destacar,que dada la poca cantidad misiles existentes en ese momento,solo se pudo efectuar un solo tiro de prueba con un misil AS-11.
En la foto de arriba se observan los 10 aparatos destacados para el Operativo,fue tomada en Enero de 1979 y corresponde al día en que la Escuadrilla se repliega hacia su asiento de paz. Fue la primera y única ves en la historia de la EAH1 que volaron tantos Alouette juntos.
Sensores y armamento antisubmarino del portaaviones ARA 25 de Mayo durante el conflicto de Malvinas . Es poco conocido que el portaaviones contaba con sonar, así como armamento antisubmarino (cargas de profundidad). Veamos...
La principal fortaleza del portaaviones en materia de guerra antisubmarina era su ala aérea de portaaviones, con sus aviones S-2E Tracker y helicópteros SH-3D Sea King. El primero para búsquedas de largo alcance, el segundo para búsquedas puntuales cerca de las HVU. El Alouette (el primero en el vídeo), solo tenía capacidad antisubmarina reactiva.
Pero el portaaviones había llegado de Holanda con un sonar CWE-10 (alcance de 8.000 yardas). El equipo no estaba en su mejor estado (entraba agua en la cúpula del sonar) y, debido a los problemas continuos, fue retirado a finales de los años 70 cuando entró en dique seco.
Menos conocido es que el 25 de Mayo contaba con dos jaulas de cargas de profundidad en popa, que servirían para atacar submarinos pero, sobre todo, para desorientar a los torpedos guiados que se acercaran. Además, había llegado de Holanda con un sistema de señuelo de torpedos Fanfare, pero no estaba operativo en 1982.
La inteligencia británica carecía de datos sobre el estado de los sistemas del buque, y estimaba que tanto el sonar como el sistema Fanfare estaban operativos en 1982. No fue así. Hasta aquí el breve hilo sobre un aspecto poco conocido del último portaaviones argentino. FIN.
Como parte de la defensa del canal, y para cerrar el paso a embarcaciones importantes que pudieran incidir sobre Ushuaia o abastecer las líneas y bases en Navarino, se estableció un plan de minado marítimo en una zona estratégica del Beagle.
El esquema defensivo fue diseñado sobre la base de las minas inglesas M Mk 1 con actuadores de influencia, es decir con espoletas de activación por la alteración del campo magnético o por la variación acústica (ruido de hélices y motores) que produce el paso de un navío. Su fijación al fondo estaba prevista sobre los calzos MK 17, con un cable u “orinque” de sujeción a un carro de hierro de gran peso.
Su objetivo principal era cerrar el acceso occidental del Canal Beagle a la altura del Islote Perón y el paso Murray, por eso se preveía el sembrado de las minas en la boca de ese paso.
Dada la particular hidrografía del área, en función de sus profundidades, corrientes y obstáculos se realizó, con antelación y secreto, un detallado estudio con la participación del Servicio de Hidrografía Naval.
Para el momento del establecimiento del campo, el Grupo de Minado, integrante del GT 42.1, se posicionó sobre un pontón mediano (30x5x1,2 mts.), del inventario del Buque de Desembarco de Tanques (BDT) ARA. “Cabo San Antonio”, adaptado con rieles de lanzamiento, reforzado con una pantalla parabalas, camoufflado como chata y tripulado por dos oficiales y cuatro suboficiales.
Este artefacto era autopropulsado con dos motores Schottel fuera de borda y portaba del orden de 32 cargas desde las proximidades de Isla Redonda.
ARA Cándido de Lasala
Todo ese equipo llegó a bordo del buque dique ARA Cándido de Lasala, días antes del momento concebido para el inicio de las operaciones.
El minado se realizaría en forma sigilosa y nocturna, navegando sobre la cartografía secreta referida geográficamente con el sistema Raydist, y guiada por estaciones trianguladoras situadas en la isla Redonda y en la península Ushuaia.
El dispositivo sería apoyado por las lanchas torpederas y la patrullera, que estaban ubicadas entre la Bahía Sáenz Valiente y la Bahía Lapataia, además de contar con el apoyo del puesto de vigilancia y control de tráfico marítimo (PVCTM) de Isla Redonda y un helicóptero de la Prefectura.
En proximidad de esos lugares, se establecieron sitios de amarre y trincheras de protección armadas, como la que todavía se observa frente a la caleta “Cucharita”, al este de la ensenada Zaratiegui.
Se esperaba oposición de piezas de artillería, que se estimaba se encontraban ocultas en la boca del pasaje Murray.
La Armada Argentina cuenta con cuatro lanchas rápidas clase Dabur, conocidas en la Armada como Clase Baradero. Estas son la ARA "Baradero" (P-61), ARA "Barranqueras" (P-62), ARA "Clorinda" (P-63) y ARA "Concepción del Uruguay" (P-64). Construidas en Israel por IAI, entraron en servicio en 1978. Originalmente destinadas al Área Naval Fluvial, de ahí sus nombres, fueron posteriormente reasignadas a la Agrupación Lanchas Rápidas, con base en la Base Naval Ushuaia, donde continúan operando hasta la actualidad. Actualmente, estas lanchas se dedican a misiones de patrullaje y vigilancia en canales y caletas. Están armadas con dos cañones Oerlikon de 20 mm y cuentan con afustes para ametralladoras Browning M2HB de 12,7 mm.
Crisis del Beagle: Las flotas se enfrentan en el Mar Austral
Esteban McLaren para FDRA
"Our country will, I believe, sooner forgive an officer for attacking an enemy than for letting it alone." ("Creo que nuestro país perdonará antes a un oficial por atacar al enemigo que por dejarlo ir.") Almirante Horatio Nelson
El 22 de diciembre de 1978, Día D, se hubiera iniciado coordinadamente a
lo largo de las fronteras con Chile, diversas acciones militares dentro
del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil estimar a ciencia cierta cuál de todas las acciones planificadas iniciaría propiamente la guerra pero sí está claro que hubiese sido un asalto simultáneo en, por lo menos, cuatro frentes. El principal sería la batalla naval y desembarco en el canal de Beagle donde la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) desembarcaría tropas en las islas Lennox, Nueva y Picton (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina, CIM, chilenas). El propósito de este artículo es ensayar un escenario de historia alternativa. La guerra nunca ocurrió, pero ¿qué hubiese ocurrido si Argentina no aceptaba la mediación papal?
En diciembre de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva en el Canal de Beagle alcanzaron un punto crítico. La diplomacia había fallado, y ambos países se preparaban para una confrontación armada. La Flota de Mar (FLOMAR) argentina, con su poderosa combinación de portaaviones, cruceros, destructores y submarinos, se preparaba para enfrentar a la Armada de Chile (ACh), una fuerza bien equipada pero en desventaja numérica y tecnológica. Autores chilenos especulan que las fuerzas argentinas en términos de infantería levemente duplicaban en número a las chilenas, en términos de blindados la diferencia era 5:1, en términos de aviones era 3:1 y en términos navales era levemente superior en algunos aspectos (combatientes de superficie), en otros decisivamente inferior (submarinos operativos en la zona) y otros cualitativamente incomparable (portaaviones).
Orden de Batalla al 20 de Diciembre de 1978
Armada de Chile (ACh)
Buques Principales:
Crucero ligero clase Tre Kronor: Almirante Latorre.
Fragatas clase Leander: Almirante Condell, Almirante Lynch, Zenteno y Baquedano.
Destructores clase Fletcher: Blanco Encalada (DD-14) y Cochrane (DD-15).
Destructores clase Allen M. Sumner: Ministro Portales.
Submarinos:
SS Simpson, clase Balao sin modernización Guppy, el único operativo, ya que los submarinos clase Oberon estaban en mantenimiento mayor.
Aviación Naval:
Helicópteros AS-326 Alouette B.
Fragata Almirante Condell, pintada al estilo de la PGM para romper su contorno y dificultar los ataques aéreos de la FLOMAR
Flota de Mar (FLOMAR) de Argentina
Buques Principales:
Portaaviones clase Colossus: ARA Veinticinco de Mayo.
Crucero clase Brooklyn: ARA General Belgrano.
Destructores Tipo 42: ARA Hércules
Destructor clase Gearing: ARA Py
Destructores clase Allen M. Sumner: ARA Comodoro Seguí. ARA Bouchard y ARA Piedrabuena.
Destructores clase Fletcher: ARA Almirante Brown (D-20), ARA Espora (D-21), ARA Rosales (D-22), ARA Almirante Domecq García (D-23) y ARA Almirante Storni (D-24)
Corbeta clase A69: ARA Drummond y ARA Guerrico
Submarinos:
clase Guppy: ARA Santiago del Estero y ARA Santa Fé
clase Tipo 209: ARA Salta y ARA San Luis.
Aviación Naval:
8 A-4Q Skyhawk embarcados en el portaaviones, con uno en alerta caza interceptor en cubierta 24/7. El caza de interceptor en cubierta interceptó 2 veces a un CASA 212 de patrulla marítima asentado en Puerto Williams.
Helicópteros SH-3 Sea King ASW y helcóptero utilitario SA-316 Alouette.
2. Análisis cualitativo y cuantitativo de ambas flotas
Armada de Chile (ACh)
Cualitativo:
Alta capacidad defensiva con fragatas equipadas con misiles Exocet.
Limitada capacidad submarina con un solo submarino operativo.
Buena coordinación entre unidades de superficie y aérea.
Cuantitativo:
2 cruceros ligeros
4 fragatas
5 destructores
1 submarino operativo
Flota de Mar (FLOMAR) Argentina
Cualitativo:
Superioridad aérea con el portaaviones Veinticinco de Mayo.
Mayor capacidad submarina con 4 submarinos operativos.
Alta capacidad de proyección de fuerza con destructores, fragatas y corbetas lanzamisiles.
Cuantitativo:
1 portaaviones
1 crucero ligero
10 destructores
2 corbetas lanzamisiles
4 submarinos operativos
Expansión del Conflicto
El conflicto no se disolvió, por el contrario, se agravó. La FLOMAR decidió lanzar un ataque a la Armada de Chile, que rápidamente zarpó desde Valparaíso hacia el sur, dirigiéndose al Canal de Beagle. La última posición detectada de la FLOMAR estaba a 120 millas (alguna fuente cita 193 millas) al suroeste del Cabo de Hornos, preparándose para apoyar la operación Soberanía, cuyo objetivo principal era el desembarco anfibio y captura de las islas Picton, Lennox y Nueva.
Análisis de Capacidades
Armada de Chile (ACh)
La ACh contaba con un crucero ligero, destructores y fragatas, todos capaces de defensa antiaérea y antisubmarina. Sin embargo, los problemas operativos del SS Simpson dejaban a la flota sin una cobertura submarina efectiva, una desventaja crucial en una guerra naval moderna.
Flota de Mar (FLOMAR)
La FLOMAR, por su parte, tenía la ventaja del portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, que proporcionaba superioridad aérea con sus A-4Q Skyhawk. Los destructores modernos y los múltiples submarinos operativos daban a la FLOMAR una capacidad robusta de defensa y ataque.
Puntos clave de avance y lugares de refugio de la ACh
Para llegar al Canal de Beagle, la flota chilena avanzaría desde Valparaíso hacia el sur, pasando por Puerto Montt, el Canal Chacao, el Golfo de Penas, Bahía Inútil y el Estrecho de Magallanes, antes de dirigirse al Canal de Beagle. En caso de necesitar refugio, los fiordos chilenos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu, Fiordo de Aysén o el Fiordo Comau serían lugares estratégicos para esconderse y lanzar contraataques.
Fiordos Quintupeu y Comau
Fiordo o Seno de la Última Esperanza
Aproximación final al Canal de Beagle (o Cabo de Hornos)
El mapa superior marca el recorrido de la Flota trasandina de acuerdo a la bibliografía oficial chilena y argentina. Nótese que la derrota de la flota araucana pasa por encima de la posición del submarino ARA Santa Fé porque, precisamente, éste los detectó días previos al 21 de diciembre. Es decir, la flota enemiga había sido detectada y seguida ya por un submarino del CFS. La misma se dirigía al sur del Cabo de Hornos en apostaderos de combate, con dos buques anclados a la par esperando la orden de ataque. Los buques se hallaban dispuesto de este modo para poder intercambiar personal y vida social en la espera (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017). Estos apostaderos no eran más que puertos naturales cerca de algunas islas de zona donde la vegetación natural y el camuflaje con el que se cubría a los buques los hacía difícil de detectar desde el aire. Del mismo modo que había usado pintura para camuflar los buques también habían usado tácticas de la Primera y Segunda Guerra Mundial para ocultar de la aviación argentina. Una ternura increíble. Volveremos a este punto más adelante.
Estrategias de detección y enfrentamiento
La FLOMAR emplearía sus S-2 Tracker y P-2 Neptune para misiones de reconocimiento (tal como se emplearían exitosamente cuatro años después en Malvinas) y los A-4Q Skyhawk para ataque, mientras que los submarinos argentinos emboscarían a los buques chilenos en puntos críticos del Estrecho de Magallanes y el paso de Drake. Los destructores y fragatas de la FLOMAR proporcionarían apoyo de fuego y defensa antiaérea para proteger operaciones anfibias y de asalto helitransportado.
Resulta clarificadora nuevamente caer en la lectura del libro "oficial" sobre el desplazamiento de la flota trasandina (libro Arancibia Clarivel y Bulnes Serrano, 2017). En ella se detalla cómo los oficiales chilenos se entrenaban en un simulador terrestre (no es broma) llamado Redifon, que en forma de cubículos interconectados simulaban buques y ensayaban maniobras en un sótano del Centro de Entrenamiento Táctico de la Academia de Guerra Naval de Valparaíso. Merino y López, ensayando con este simulador analógico, diversas combinaciones de ataque a la FLOMAR llegaron a la conclusión que se debía lograr el "dominio en el mar", buscando una batalla naval decisiva estilo Mahan. El resultado de estos ensayos determinó una formación de ataque donde "todos los misileros iban por delante y los artilleros atrás" (p. 86). No entiendo por qué se requirió del Redifon para algo de simple sentido común ¿O acaso mandar a los cañoneros primero (Prat, Latorre) y los misileros detrás (clase Almirante, Leander) tenía alguna lógica? En realidad sí tenía una lógica, como se postula abajo por propios marinos chilenos, que era la de crear un cebo para que esos buques recibieran los primeros impactos de Exocet bajo el supuesto que esos buques aguantarían los impactos "sin hundirse". Es decir, los cañoneros iban al sacrificio, sin embargo en el libro está mal expresado.
Por su parte, la FLOMAR "carecía" de este simulador simplemente porque las tripulaciones no simulaban sino que pasaban gran parte del año naval embarcados maniobrando con los buques reales, en situaciones tácticas reales, en tiempos reales y enfrentando problemas reales. Aproximadamente dos tercios del año las tripulaciones permanecían embarcadas, algo que cualquiera con parientes marinos en esa época lo puede corroborar. Gran parte de quiénes fueron marinos en este período de oro de la ARA conocieron a sus hijos con 8 o 9 meses de vida dado que su vida embarcada les impidió visitarlos antes. La distancia entre ambas flotas, más allá de la geográfica propiamente dicha, era sideral. Por eso es muy extraño leer en blogs y comentarios en sitios web que la diferencia "a favor" de la ACh era su nivel de entrenamiento. Era exactamente al revés y volveremos con ese tema.
Análisis del choque de fuerzas
En el marco de la crisis del Beagle de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile alcanzaron un punto crítico, llevando a ambas naciones al borde de un conflicto armado. La operación Soberanía, planificada por Argentina, tenía como objetivo principal el desembarco anfibio y la captura de las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas en el canal de Beagle. Esta operación debía realizarse bajo una sólida cobertura naval y aérea proporcionada por la Flota de Mar (FLOMAR) argentina.
Preparativos y composición de Fuerzas
A finales de diciembre de 1978, la FLOMAR estaba plenamente equipada y lista para la acción. Contaba con el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, un activo crucial que embarcaba A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers, proporcionando tanto capacidad de intercepción aérea como de patrullaje marítimo. La flota incluía también varios destructores modernos, como el ARA Hércules, así como fragatas como el ARA Piedrabuena y el ARA Espora. Adicionalmente, Argentina disponía de una fuerza submarina significativa con los submarinos ARA Santiago del Estero, ARA Salta, ARA Santa Fe y ARA San Luis.
La Armada de Chile (ACh), aunque menos numerosa, mantenía una fuerza defensiva robusta. Su principal activo era el crucero ligero CL-02 Capitán Prat y el todavía amenazante Almirante Latorre, acompañado por fragatas y destructores equipados con misiles MM-38 Exocet. La flota chilena incluía también el submarino SS-21 Simpson, el único operativo en ese momento, ya que los otros submarinos de la clase Oberon estaban en mantenimiento mayor (uno de ellos, el SS-23 Hyatt (sospechado de haber sido alcanzado por erizos ASW lanzados por el ARA Rosales en un encuentro previo).
ARA Hércules (D-28) fue el único buque de defensa aérea operando en el TOA. Equipado con 4 Exocet y 22 Sea Dart de defensa aérea con uso secundario antibuque: en condiciones ideales, él solo podía haber llegado a dar cuenta de toda la Escuadra chilena.
Desarrollo de la Operación
La operación de desembarco planificada por Argentina se centraba en la Isla Nueva, donde se sabía que había unos 150 infantes de marina chilenos atrincherados. La estrategia argentina consistía en desembarcar en la costa norte de la isla con fuego de apoyo naval y aéreo desde Río Grande o Ushuaia. Para ello, se emplearía el transporte anfibio ARA Cabo San Antonio, escoltado por destructores y fragatas que proporcionarían apoyo de fuego y protección pero... primero habría que anular a la escuadra chilena.
Los chilenos esperaban una imagen de este tipo en las islas cuando lo más probable era que la ocupación de las mismas se haría por asalto vertical helitransportado.
La fase final de aproximación de la FLOMAR se estableció con la flota argentina avanzando desde su última posición detectada, a 120 millas al sur del Cabo de Hornos, hacia el este, aproximándose al canal de Beagle. Se habían organizado 3 grupos de tareas 42 (GT 42) al mando del contraalmirante Humberto Barbuzzi, correspondientes a
GT 42.1: Portaaviones ARA 25 de Mayo, DDG ARA Hércules, corbetas misilísticas ARA Drummond y ARA Guerrico
GT 42.2: Crucero ARA Gral. Belgrano, destructores ARA Rosales, ARA Bouchard y ARA Piedrabuena, LPD ARA Cándido de Lasa, LST ARA Cabo San Antonio.
GT 42.3: Destructores ARA Py, ARA Almirante Storni, ARA Espora y ARA Almirante Domecq García.
Mientras tanto, la ACh se movilizaba desde sus bases de guerra secretas, dirigiéndose hacia el canal para interceptar las fuerzas argentinas. Aquí podemos evaluar dos cursos de acción simultáneos: el primero, la flota principal se dirigía la Mar de Drake para enfrentar a la FLOMAR a mar abierto; segundo, las torpederas más pequeñas (Quidora, Fresia, Tegualda y Guacolda) enfrentarían a la fuerza de desembarco partiendo desde Puerto Williams.
La Escuadra que iba a enfrentar a la FLOMAR iba al mando del Contra-almirante López Silva en dos formaciones denominadas Acero y Hierro.
Acero estaba constituida por los cruceros ligeros Almirante Latorre y Capitán Prat (los cañoneros).
Hierro estaría constituido por el resto de la flota (los misileros): los destructores Almirante Riveros, Almirante Williams, Blanco Encalada, Cochrane y Ministro Portales así como las fragatas Almirante Condell, Almirante Lynch, Zenteno y Baquedano
De acuerdo con el Redifon, esta era la conformación óptima.
En cualquier caso, barcos de desembarco se hallaban apostados en la BNU (base naval de Ushuaia) para que, una vez tomadas las islas o una sección de las mismas, se ocuparan con tropas.
La guerra submarina
El libro La Escuadra en Acción, de Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, relata la actividad militar y política del conflicto, con un enfoque en la Armada de Chile. Aunque el texto no es muy técnico en cuanto a los medios empleados, resulta interesante por su descripción general de las operaciones de la Escuadra en el sur de Chile.
En este relato se menciona que la Fuerza de Submarinos chilena estaba compuesta por el submarino de la clase Balao "Simpson" (SS-21) y los modernos, para la época, submarinos de la clase británica Oberon, denominados "Hyatt" (SS-23) y "O'Brien" (SS-22).
De acuerdo con esta fuente, el "O'Brien" se encontraba en dique seco durante el conflicto y el "Hyatt" tuvo que interrumpir su tránsito hacia el sur y regresar a su base en Talcahuano debido a una avería mecánica que oficialmente aparece como ocurrida a la altura de Puerto Edén (clic para su ubicación) bien dentro de los fiordos. Sin embargo, para esa fecha el ARA Rosales lanzaría erizos contra un contacto detectado en la zona de Isla de los Estados, confirmando impacto de por lo menos una de las cargas. Podría haber sido ese el Hyatt que retornó averiado a Talcahuano. El otro submarino de la clase Balao, el "Thomson" (SS-20), ni siquiera es mencionado, posiblemente porque ya había sido retirado del servicio debido a su antigüedad. De hecho, tanto Brasil como Argentina habían retirado sus submarinos de esta clase a principios de la década de 1970, tras recibir los Guppy.
A pesar de que el "Simpson" no estaba a la altura tecnológica de las circunstancias, lograría cumplir su misión de llegar y patrullar la zona. El viejo submarino debía emerger con frecuencia por períodos de 8 horas para recargar sus baterías dado que no poseía snorkel, exponiéndose peligrosamente a los radares y periscopios argentinos. Por lo menos dos veces fue fotografiado por los submarinos argentinos en superficie. Por su desgaste, no sería sorprendente que esta operación tuviera que realizarse con mayor frecuencia de lo normal. En las dos ocasiones que fue detectado por submarinos argentinos obviamente optaron por no disparar sus torpedos. Aun así, es posible que su comandante, Rubén Scheihing, intentara atacar, pese a su desventaja tecnológica.
Áreas de patrulla asignadas a los submarinos argentinos. (Fuente: Deyseg)
Sin poder precisar las fechas exactas, los submarinos Guppy estuvieron muy cerca de entrar en combate, aunque sus comandantes interpretaron las órdenes con buen criterio. A mediados de diciembre, el submarino "Santa Fe" patrullaba la entrada de Bahía Cook a una profundidad de 50 metros. Los sonaristas detectaron el sonido de hélices de buques de guerra en aproximación. El comandante del S-21 dio la alarma de combate, la tripulación tomó sus posiciones y se alistaron todos los tubos lanzatorpedos. Los sonidos de las hélices se fueron sumando hasta convertirse en lo que parecía ser "una flota". La escuadra chilena navegaba sobre el S-21, abriéndose hacia las aguas abiertas del Pacífico sur.
Los sonaristas contaron tres, cuatro, seis... hasta 13 naves. Algunas tenían hélices "pesadas", como cruceros, y la mayoría hélices "livianas", similares a las de destructores.
Sin embargo, la flota chilena navegaba sin emitir señales, es decir, sin usar sonares activos en los buques de escolta. La decisión de un comandante de escuadra de navegar sin emitir puede tener varias justificaciones, como no estar buscando submarinos, o preferir ser más discretos, ya que las emisiones de sonar se propagan a grandes distancias y pueden ser detectadas por los equipos de contramedidas de los submarinos, revelando su rumbo o trayectoria.
Aquí están los 13 buques detectados por el ARA Santa Fé
No es difícil imaginar la gran tensión que vivió la tripulación del "Santa Fé". Suspendidos en silencio a decenas de metros bajo el Pacífico, esperaban la actitud de la flota chilena, con las armas listas para ser lanzadas si llegaba el momento adecuado para atacar desde una posición táctica favorable.
Finalmente, la flota chilena se adentró en aguas abiertas, alejándose del S-21. Siguiendo sus órdenes, el comandante del "Santa Fé" no interpretó la maniobra de la escuadra chilena como un acto hostil, especialmente en un momento en el que no había una declaración formal de guerra.
Con esto queda claro que el ARA Santa Fé sabía la posición de la flota chilena, en caso de guerra hubiera sido la primera en lanzar torpedos contra la flota trasandina.
Punto de encuentro y enfrentamiento
El punto de encuentro de las flotas se situaría en las proximidades del canal de Beagle. La FLOMAR debía enfrentar la amenaza de los misiles MM-38 Exocet de la ACh, con un alcance de 35-40 km. Existe recurrentemente en los diálogos, discusiones e intercambios con expertos y neófitos transcordilleranos una cierta contabilidad de Exocets para presuponer que una supuesta batalla naval se volcaría "claramente" a favor de la ACh. Chile dispondría de 4 u 8 bocas de fuego más que la ARA en ese momento. Es el negacionismo de la evidente derrota que hace a estos gestores de opinión sacar del juego analítico a los principales activos de la ARA: su portaaviones y sus 4 submarinos operativos. Más aún, a todo ese escenario desastroso de la ACh hay que sumarle el escenario patético de la FACh: Chabunco era un desastre esperando a ocurrir y es desconocido el número de aviones activos en ese momento, pero todo Chile era solamente defendido por 3 F-5E Tiger II y 9 Hawker Hunter en estado de vuelo, aunque éstos estaba en la Base Cerro Moreno, al norte del país. Para brindar más claridad, el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo proporcionaba a Argentina una ventaja significativa, permitiendo ataques desde distancias de más de 200 millas (370 km). Otro detalle no menor, comparado con el caso de la experiencia de Malvinas, es que la aviación naval argentina tenía experiencia plena en los ataque antibuque y las espoletas de las bombas estarían ajustadas correctamente para detonar al impacto de los buques. Detectada la flota chilena con los S-2 Tracker y P-3 Neptune, su posición sería informada a las bases aéreas de la FAA y a los submarinos del CFS y sería cuestión de tiempo ver quien llegaba primero a la cacería. Escuche el relato del Vicealmirante Benito Rótolo sobre las capacidades de la FLOMAR frente a una flota como la Royal Navy en Malvinas (García Enciso y Rótolo, 2021).
¿Qué la "Escuadra" pensaba atacar y hundir a la FLOMAR? ¿En serio? ¿El contraalmirante López Silva era el experto en guerra aeronaval de la ACh? ¿Y la iba a ir a buscar con misiles y cañones? Más aún, se iba a apurar en ir a buscarla. Todo parece una broma de muy mal gusto.
Escenarios de Desembarco y Enfrentamiento
Aproximación de la Flota Chilena para detener el desembarco
La ACh avanzaría con rapidez desde los misteriosos apostaderos de combate hacia el canal de Beagle, desplegando sus fragatas y destructores para interceptar y atacar las fuerzas de desembarco argentinas. Emplearía las lanchas rápidas también para detener los desembarcos y barcos de apoyo. Los chilenos lanzarían misiles Exocet y usarían su artillería naval para hostigar las lanchas de desembarco. Además, coordinarían ataques aéreos desde Punta Arenas utilizando aviones Hawker Hunter y A-37 Dragonfly si es que alguno de estos se encontraba operativo en esa base. Introducirse en el canal de Beagle es una estrategia perdedora para cualquiera de las dos flotas por las restricciones de movimiento, perturbación de sensores por terreno (clutter) y consecuente baja en la performance de las armas.
Respuesta de la FLOMAR a este movimientoAnte la aproximación chilena, la FLOMAR desplegaría sus A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers desde el portaaviones para realizar ataques preventivos contra las unidades de la ACh. Los submarinos argentinos patrullarían áreas estratégicas para interceptar buques chilenos. La FLOMAR utilizaría sus sistemas de defensa aérea para interceptar aviones aproximándose y lanzaría sus propios misiles antibuque para neutralizar las amenazas principales. Al contrario de la flota trasandina, la ARA contaba con un elemento externo a las naves para el ataque como era la aviación embarcada. La encerrona del canal facilitaba el ataque aeronaval y hubiese sido un elemento ideal para una secuencia de ataques y rearmes para reiniciar el ciclo. Aparentemente el encierro en los canales provocaba pánico en López Silva (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017, p. 87).
ACh se enfoca en buscar a la FLOMAR para derrotarla directamente. Por la literatura citada, este fue el camino elegido por la armada araucana.
Si la ACh hubiese decidido buscar y enfrentar directamente a la FLOMAR, rodearía la isla Navarino o accedería por el mar de Drake hacia el cabo de Hornos (derrota sureste). Coordinarían con el submarino Simpson y patrullas aéreas para localizar la flota argentina y lanzarían misiles y ataques de artillería naval en cuanto la detectaran. También por la literatura, el ARA Santa Fe estaba debajo de la flota cuando está accedió al mar abierto: objetivo detectado primero. Nuevamente aquí, la aviación naval argentina los encontraría a medio camino en cualquier escenario y debería soportar varias oleadas de ataques de A-4Q Skyhawks. Lo que quede remanente de estas oleadas es lo que podrían enfrentar a una FLOMAR intacta. Jaque.
FLOMAR se enfoca en buscar la ACh para derrotarla directamente
Si la FLOMAR decidiera buscar y enfrentar directamente a la ACh, avanzaría desde su posición al sur del Cabo de Hornos hacia el noreste. Utilizarían sus aviones embarcados para reconocimiento y ataque, primero realizaría ataques aéreos repetidos para hundir o dejar fuera de combate a los principales activos de superficie, luego hundir o averiar diversos buques, acercaría para lanzar misiles antibuque desde sus destructores y fragatas, y coordinarían ataques con sus submarinos. Y aquí traemos a colación la formación de "apostadero de combate" de la ACh: los buques se hallan anclados apareados para compartir la espera con vida social e intercambio de insumos. Si la ARA lanzaba los A-4Q Skyhawk cuando esta formación no se hubiese desarmado, hubiese facilitado enormemente el accionar de las bombas. Una misma pasada de bombardeo de 3 aviones con 3 bombas de 450 kilos hubiesen impactado de a dos buques duplicando su eficiencia. Mate.
Roles de la Aviación Naval y Militar
Aviación Naval embarcada argentina:
A-4Q Skyhawk: Realizarían misiones de intercepción y superioridad aérea, así como ataques a buques enemigos para proteger las fuerzas de desembarco. 8 unidades embarcadas.
S-2 Tracker: Efectuarían patrullas marítimas, detección de submarinos y coordinación de ataques antisubmarinos y antibuque. 2 unidades embarcadas.
P-3 Neptune: Operando desde bases terrestres, tenía muy largo alcance y eran tripulaciones altamente entrenadas a lo largo del año en el Mar Argentino.
Aviación Naval con Base en Río Grande:
T-28 Fennec: Misiones de apoyo aéreo cercano y ataques a tierra para cubrir las tropas desembarcadas (dispersos en Río Grande y Estancia La Sara). 19 unidades.
MB-326 Aermacchi: Misiones de interdicción y ataque a tierra para apoyar las operaciones anfibias y terrestres (Río Grande). Número indeterminado.
T-34C Turbo Mentor: Misiones de ataque ligero, apoyo logístico y transporte de suministros. Más de 12 unidades.
Fuerza Aérea Chilena en Chabunco:
Hawker Hunter: Intercepción y combate aéreo, ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres (se desconoce el número pero a lo sumo 2 unidades).
A-37 Dragonfly: Ataques a tierra y apoyo cercano, interdicción y hostigamiento de fuerzas de desembarco argentinas (a lo sumo 6 unidades).
El estado operativo de la base aérea Chabunco era extremadamente bajo de acuerdo el propio comandante de la FACh.
Fuerza Aérea Argentina en Río Gallegos:
A-4B/C/P Skyhawk: Ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres, intercepción y combate aéreo en caso necesario (12 unidades).
Mirage IIIEA/Mirage 5 Dagger/IAI Nesher: Más de 30 unidades de los tres modelos.
F-86 Sabre: Caza de intercepción puro, desplegado para enfrentarse a los Hawker Hunters debido a la experiencia de las guerras indo-pakistaníes. El número concreto no está claro pero por declaraciones de pilotos había más de 4 unidades.
Sus objetivos eran, primero, iniciar bombardeos contra objetivos militares de las ciudades de Punta Arenas (base aérea Chabunco) y Puerto Williams (aeródromo Zañartú) y la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile, usando una técnica muy semejante a la utilizada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967. Lo mismo sería implementado en todos los frentes abiertos.
A-4Q despegado del portaaviones ARA "25 de Mayo" impacta al APD-29 Uribe de la ACh
La ofensiva sobre Chile seguiría la siguiente secuencia (Wikipedia):
A partir de las 20:00 horas (H-2) del Día D, el 22 de diciembre de 1978, la FLOMAR y la Infantería de Marina —Batallón N.º 5— ocuparían las islas Freycinet, Hershell, Wollaston, Deceit y Hornos (ver mapa debajo).
A las 22:00, la Hora H, la FLOMAR e infantes de marina —Batallones N.º 3 y N.º 4— ocuparían las islas Picton, Nueva y Lennox, logrando además el control del canal Beagle (ver mapa debajo).
La ofensiva terrestre se iniciaría a las 24:00 horas (Hora H+2). El V Cuerpo de Ejército atacaría desde la zona de Santa Cruz tratando de conquistar el máximo territorio chileno de la zona patagónica. Simultáneamente, la Fuerza Aérea Argentina iniciaría bombardeos estratégicos.
A las 06:00 (H+8) del día 23 de diciembre de 1978 (23.06:00.DIC.978) se procedería a la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile en tierra.
El enfrentamiento naval entre Argentina y Chile en 1978 hubiera sido una compleja operación multidimensional, involucrando fuerzas navales, aéreas y terrestres en un entorno geográfico desafiante. La superioridad aérea y submarina de Argentina le daba una ventaja significativa, aunque las defensas costeras y la coordinación táctica de Chile ofrecían una resistencia formidable. Los resultados habrían dependido de numerosos factores tácticos y estratégicos, así como de la eficacia en la ejecución de las operaciones planificadas por ambas naciones.
En este escenario específico, debe notarse que las fuerzas armadas argentinas poseían tres bases aéreas en el frente, una de ellas móvil (ARA 25 de Mayo) y las dos bases bases aéreas en Río Grande y Río Gallegos, las cuales demostrarían ser altamente operativas cuatro años más tarde en Malvinas. Contra ello, sólo la base aérea de Chabunco en Punta Arenas llevaría la carga de intentar detener las operaciones de desembarco, realizar misiones antibuque contra la FLOMAR, combatir los ataques aéreos desde el Noreste de la base aérea Río Gallegos y desde el Este-noreste de la base aeronaval Río Grande y luego planear ataques ABA (Airbase Attack) contra las mismas. ¿No es demasiados objetivos para una sola pista de despegue y aterrizaje? Por su parte, el COAN se dedicaría exclusivamente a ataques antibuques o de apoyo aéreo muy cercano, mientras que la FAA apoyaría el avance del asalto blindado a Punta Arenas, un ABA contra la base aérea Chabunco y la superioridad aérea sobre Punta Arenas así como, a pedido de la ARA, proporcionaría apoyo aéreo a las operaciones de desembarco.
Estado de situación
En cuanto al posible desembarco anfibio argentino, la "Escuadra"
chilena se encontraba en la zona, adoptando una estrategia liderada por
el Contraalmirante López Silva. Sin embargo, esta estrategia resultaba
cuestionable, ya que algunas fuentes comentan que se basaba en la idea
de atacar de manera secuencial y en mar abierto a los Grupos de Tareas
(GT) de la FLOMAR. Este plan asumía, de forma poco realista, que cada
ataque sería decisivo para destruir por completo cada grupo de tareas
argentino, mientras que el resto de la flota, e incluso el portaaviones
ARA 25 de Mayo, no responderían de manera alguna. Algunos oficiales buscaban confiar en el mal clima que detuviera al COAN de operar desde el POMA.
Algunos especialistas chilenos sugieren que se podría haber sido un
combate naval en fases prolongadas durante varios días, bajo la premisa
de que los marinos argentinos observarían pasivamente la destrucción de
su flota (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017). Realmente las mejores mentes chilenas acusan un realismo mágico incalificable: no parecen existir un lápiz y un papel en estos escritorios para intentar probar la verosimilitud de lo que se expone.
La aparente
división de la FLOMAR en tres grupos parecía apuntar a un desembarco
anfibio, pero este podría no haber sido el plan real. El ataque a las islas del Cabo
de Hornos estaba diseñado para ser helitransportado. Como se indicó,
solo una sección del BIM4 se encontraba embarcada en el portaaviones ARA
25 de Mayo, mientras que los transportes "Cándido de Lasala" y
"Cabo San Antonio" al parecer permanecían vacíos. En este contexto, dividir las
fuerzas en tres grupos carecería de sentido estratégico, salvo que se
tratara de una maniobra de distracción destinada a atraer, precisamente, a la Escuadra chilena y obligarla a gastar sus misiles MM-38 Exocet prematuramente.
Sin embargo, esta hipótesis también parece improbable, ya que la Armada
Argentina (ARA) probablemente no estaba dispuesta a sacrificar buques y
tripulaciones al estilo que sí lo estaba dispuesta la ACh sus formaciones Acero y Bronce (esta declaración se contradice con el esquema planteado en el libro de Arancibia Clavel y Serrano Bulnes).
Es más razonable
suponer que, para el 22 de diciembre, la FLOMAR estaba organizada en una
formación óptima para el combate aeronaval, con el objetivo de
neutralizar a la Escuadra Chilena en mar abierto. El plan argentino
habría consistido, en primer lugar, en cebar a la Escuadra a una trampa en la que se exhiban todos sus buques. Luego, vendría desde la distancia de 200 a 350 millas, una serie de ataques aéreos persistentes contra la
flota chilena, seguidos de un eventual enfrentamiento de superficie
decisivo. La disposición de los submarinos argentinos a la salida de los
canales refuerza esta hipótesis, ya que estaban posicionados para
alertar sobre la salida de la Escuadra chilena —algo que efectivamente
ocurrió— y atacar a las unidades sobrevivientes durante su repliegue.
La estrategia
argentina era lógicamente sólida, considerando que las fuerzas chilenas
anticipaban un ataque directo a las islas en disputa: Picton, Lennox y
Nueva. Esto llevó a Chile a concentrar una gran cantidad de personal y
equipo en estas islas, lo que inmovilizó a dichas tropas, dejándolas
vulnerables a ser aisladas y desgastadas mediante ataques aéreos antes
de que se produjera un hipotético asalto directo. Esas tropas no podrían defender, tampoco, la isla Grande de Tierra del Fuego que iba a ser asaltada por 4 batallones de infantería de marina argentinos. Este enfoque buscaba
maximizar la eficacia operativa de las fuerzas argentinas al tiempo que
debilitaba las posiciones defensivas chilenas.
La Armada Argentina (ARA) no podía operar como una sola formación debido a las características del portaaviones ARA 25 de Mayo que navegaba a 20 nudos por diseño,
el que debía mantenerse a una distancia segura del combate directo de
misiles y artillería. Una vez que lanzaba sus aviones A-4, ya sea para
misiones de ataque naval o para neutralizar a los aviones de patrulla
marítima (MPA) chilenos, el portaaviones quedaba comprometido hasta el
regreso de las aeronaves, lo que generaba una situación de
vulnerabilidad operativa. De los 8 A-4 disponibles, 2 estaban
configurados para intercepción, 3 para ataques navales y 3 en tareas
de apoyo logístico, con uno de estos últimos funcionando como tanqueros:
todos factibles de cambiar a la configuración de ataque naval en poco tiempo. Esta dependencia del
portaaviones y su limitada capacidad motriz —que lo restringía a una
velocidad máxima de 28 nudos y solo por cortos períodos, promedio 20 nudos— obligaba a
dividir la FLOMAR en tres grupos operativos.
Otra razón para esta división era que la FLOMAR, aunque entrenada
habitualmente en dos grupos, no estaba preparada para operar en tres. La
escasez de buques adecuados fue paliada con la incorporación de dos
fragatas A-69 adquiridas en 1978, que llegaron en agosto y octubre de
ese año. El grupo del PAL quedó conformado principalmente por el
destructor Tipo 42 en servicio, mientras los otros dos grupos cumplían
roles tácticos complementarios. Uno de ellos se presentaba como una
fuerza con capacidad anfibia para atraer a la Escuadra chilena hacia un
enfrentamiento directo, alejándola del portaaviones.
Por último, el tercer grupo, compuesto por destructores, tenía la
misión de actuar como un "tapón" para interceptar cualquier movimiento
de la flota chilena que intentara alcanzar al grupo del PAL. En caso de
que no se produjera una segregación de fuerzas chilenas, este grupo
debía maniobrar para atacar desde el flanco. Esta estrategia buscaba
maximizar la efectividad de las fuerzas argentinas mientras protegía los
activos más valiosos, como el portaaviones y su ala aérea, en un
entorno de combate altamente desafiante.
Vale aclarar que la FLOMAR era una flota de 20 nudos pero, también lo era la ACh dado que poseía dos cruceros de 20 nudos. La velocidad de aproximación era entonces de 20 para la ACh y para los grupos de desembarco (ARA Gral Belgrano) y PAL, pero el grupo del medio era de destructores de más de 20 nudos.
Probabilidades de éxito
Fuerzas Argentinas: Con la superioridad aérea proporcionada por el portaaviones y una flota de superficie y submarinos modernos, las fuerzas argentinas tenían una ventaja significativa. Las operaciones conjuntas aire-mar-submarino de la FLOMAR aumentarían sus probabilidades de éxito.
Comparativo de fuerzas entre la ACh (izquierda) y FLOMAR (derecha). Las franjas rosadas indican una distancia del alcance de sus armas principales (MM38 Exocet, 35 a 42km). El portaaviones ARA V2 "25 de Mayo" indica un A-4Q con carga completa de bombas y combustible de un vuelo Lo-Lo de 350km de alcance, es decir aproximación a baja cota para eludir los radares. Esos son los espacios vitales a cubrir antes de hablar de una amenaza real para el adversario. Me cuesta como analista ver siquiera un atisbo de igualdad entre ambas fuerzas.
Previo al análisis del caso chileno, repasemos que probabilidad tenía la "escuadra" de repeler un ataque aéreo, que iba a ser la principal arma de la ARA. Algunos destructores (clase Almirante) chilenos poseían la instalación de un sistema SAM Short Seacat británico. Es un pequeño misil subsónico, impulsado por un motor cohete de combustible sólido con dos etapas. En vuelo es dirigido por cuatro alas en flecha, de estructura cruciforme y es estabilizado por cuatro aletas pequeñas en la cola. Se guía por la línea de comandos de visión (CLOS) a través de un radio-enlace, es decir, comandos de vuelo que se transmiten a partir de un operador remoto tanto con el misil y el objetivo a la vista. El mismo sistema lo poseía el crucero ARA General Belgrano argentino y, en su versión terrestre Tigercat, se encontraban desplegados en Tierra del Fuego (IMARA) y Río Gallegos (EA). El misil se mostró enormemente impreciso en Malvinas dado que no es autónomo y depende de la coordinación del pulso y visión del operador, con los concurrentes problemas del ojo humano de apreciar claramente las profundidades y distancias en el espacio. Se estima una probabilidad de éxito del 10% para este sistema de armas. Luego, tal vez el buque chileno mejor equipado para autodefensa aérea era tal vez el crucero Almirante Latorre o el Prat con hasta 14 instalaciones del pom-pom Bofors de 40mm. Este hubiese sido el blanco más difícil de aproximar y atacar y, si las comunicaciones lo hubiera permitido, una tarea tal vez delegada a los submarinos.
El principal ejercicio intelectual que hay que realizar, que nadie ha propuesto hasta donde mi conocimiento alcanza, es el siguiente:
Los buques chilenos se aproximarían a 21/28 nudos hacia la FLOMAR (si es que los CASA -212 ubicaban correctamente a la misma, otros "ojos" no tenía Chile). La distancia a cubrir se encontraba en el rango de entre 120/193 millas según diversos reportes chilenos. Ello llevaría a flota trasandina poco más de 5/8 horas de navegación para llegar a 20 millas de los barcos argentinos (siendo 20 millas el primer momento para intentar golpear a la flota dado que era el alcance de un MM38 Exocet, única arma decisiva chilena). Durante 5/8 horas los buques no podría hacerle ningún disparo/daño al enemigo. Bien, durante ese período de tiempo, el portaaviones ARA "25 de Mayo" podrían lanzar y recuperar 3 a 5 salidas de combate de todo su GAE (Grupo Aéreo Embarcado). Para ello, supongamos que cada grupo de ataque volara a 400 nudos ida y vuelta, aterrizara y tardara 25 minutos en recargar bombas y combustible y para despegar de nuevo. A la distancia de ataque y dependiendo de los vientos, cada A-4Q Skyhawk despegaría con 3 bombas de 458 kg (1.000 libras) en el pilón central con espoleta adaptada para impactar buques. La primera pasada sola, arrojaría 24 bombas sobre la "Escuadra" (en realidad, el A-4Q podía cargar también hasta 6 bombas de 500 libras o 227kg, duplicando la estimación que se presenta en la tabla debajo). Suponiendo ausencia de bajas en los aviones argentinos, a la cuarta/quinta pasada, serían 96/120 bombas las arrojadas sobre los buques. Si suponemos que por cada pasada, un avión argentino es derribado hasta 4 bajas, serían en el peor escenario hasta 36 bombas lanzadas contra la "Escuadra". Es decir, en el lapso de cortar la brecha entre las flotas, la flota chilena recibiría entre un mínimo de 36 a 120 bombas (ver la tabla abajo). Todo eso antes de que ningún operador de puesto de combate pudiera apretar el botón de lanzamiento de un solo Exocet chileno. ¿Se entiende lo grave de esta planificación para el mando chileno? ¿Tan blindada estaba la formación Acero? ¿En qué estaban pensando? El contraalmirante Barbuzzi no hubiese podido creer su suerte.
Tiempos de aproximación a las 20 millas, cantidad de pasadas y cantidad de bombas considerando bajas
La necesidad tiene cara de hereje o de gallinero en este caso. El marinero López Silva ponía en el tapete que la gran amenaza de la FLOMAR serían (sola o principalmente) sus AShM MM-38 Exocets y, en un acto de creatividad digna de elogio, le había ordenado a los técnicos chilenos que reformaran sus SA-316B Alouettes embarcados. ¿Qué cambios les habían realizado? Pues, les habían agregado unas jaulas de acero de 3x3x3 colgando debajo de su panza. Aparentemente, estos helicópteros despegarían de sus buques nodriza (clase Leander) y volarían a la par de ellos a unos 20/25 nudos simulando frente al radar ser otros buques para atraer los Exocet argentinos y hacerlos malgastar valiosa munición. No hay que quitarle mérito a la escasez como madre de la creatividad. Esto deja abierto tres reflexiones: primero, hubiese sido muy entretenido de ver si esos kamikazes locos de la Naval chilena eran impactados de pleno por un Exocet que efectivamente si se había enganchado con su deflector. La explosión hubiese sido de película. Segundo, peor aún para los pilotos araucanos, si en su afán de llamar la atención de la FLOMAR se viesen de frente sorpresivamente con un A-4Q Skyhawk a 300 millas por hora que los despedace en el aire, con la mejor suerte, con su par de cañones Colt Mk 12 de 20mm o, en el peor escenario, con un AIM-9B Sidewinder. Tercero, nuevamente esta modificación en el fuselaje de los helicópteros reafirma que López Silva avanzaba esperando una batalla naval estilo Latakia: dos escuadras tirándose misiles a la distancia. Al igual que Hitler durante la ofensiva de las Ardenas, este oficial araucano confiaba en que el mal clima actuara como su única defensa antiaérea, no habiendo diseñado otra alternativa válida. "Vaya al sur, y gane la guerra..." le dijo Merino a López Silva en un intento de crear una leyenda naval en la moral local.
El as bajo la manga de la "Escuadra": Alouettes con gallinero deflector de radar
Fuerzas Chilenas: La flota chilena a mar abierto estaba a merced de la aviación naval, primero, y submarinos argentinos, posteriormente. Como se expuso arriba, la distancia entre ambas flotas jugaba a favor de la FLOMAR. Si la ACh era detectada a 190 millas, las pasadas de bombas lanzadas por los Skyhawks hubiesen dejado poco a flote aún considerando derribos. Es hasta triste imaginar una flota acelerando para poder golpear el enemigo siendo progresivamente bombardeada una y otra vez sin absolutamente ninguna ayuda ni desde las profundidades ni desde el aire. Asimismo, si la Escuadra se intentaba acercar a la FLOMAR, la misma la detectaría antes (por los Tracker y Neptune, primero, por su propio radar, después) y en caso de ser necesario, simplemente navegaría en dirección opuesta al avance chileno y ese encuentro se extendería bien adentro del Mar Argentino por una simple cuestión de Física.
Para este ejercicio, la Escuadra debe deshacerse de la formación Acero y
quedarse con una flota de 28 nudos (Hierro). Si el CASA C212 le marcara la
posición de la FLOMAR a 190 millas, la persecución de la Escuadra a una
flota de 20 nudos (por la velocidad del ARA 25 de Mayo) tomaría
21 horas y minutos (casi 600 millas de navegación) para llegar a 20 millas de distancia
entre las flotas y poder disparar sus Exocets, descontando ninguna otra interacción de la ARA, es decir, la flota solo "navegaría sin contraatacar". Eso ubicaría a ambas
flotas bien al Norte de las Malvinas. Completamente ridículo.
No hay manera que existiese la posibilidad que los buques chilenos se acercaran a una posición de lanzamiento de sus Exocet sobre la flota argentina. Posibilidad de éxito: Cero. La otra alternativa que no barajaba el contraalmirante López Silva era de alguna manera atraer a la FLOMAR a zona interior de los canales y fiordos. Ello implicaba no defender las islas, algo que Merino nunca le perdonaría, pero le daba mayores oportunidades de supervivencia. Igualmente, con más 50 aviones de la aviación naval enemiga sobrevolando su ubicación, la planificación para un ataque antibuque era simple cuestión de tiempo. Es cierto que esta alternativa priorizaba la supervivencia de la escuadra y no el impedir el desembarco en las islas del canal. Pero impedir el desembarco también era un objetivo falto de realidad. La ACh era un adversario serio pero carente por completo de armas definitivas: ni aviación que perturbara el plano bidimensional desde el eje Z ni submarinos operativos que atacaran desde la furtividad completa de las profundidades. De prolongarse sólo una semana, no es descabellado pensar que la escuadra chilena completa hubiese terminado hundida o, para el caso lo que es lo mismo, dejada fuera de combate. Posibilidad de éxito: Cero.
Escenario de derrota
Si la ACh sufría una derrota un resultado probable hubiese implicado el hundimiento o puesta fuera de combate de sus principales activos. Por valor como objetivo naval, sin dudas las fragatas clase Leander y Almirante serían el primer foco del ataque y los cruceros ligeros Prats/Latorre, el segundo, dada la capacidad de sus cañones de afectar las operaciones desembarco. El resto de los objetivos se iría definiendo por circunstancia. Cabe agregar aquí una información que no poseía el Contraalmirante López Silva (teóricamente el mejor preparado en guerra aeronaval) de la ACh: Cuatro años después los aviones argentinos demostraron que una flota encajonada en un canal (como el estrecho de San Carlos) o muy cercana a la costa (como lo es el sur de islas del cabo de Hornos) era blanco perfectamente alcanzables para aviones jets volando a baja altura. La Royal Navy, armada con misiles de defensa aérea mucho mejores que los poseía la ACh, sólo obtuvo derribos puntuales y sólo la falla en la espoletas de las bombas lanzadas por la FAA impidió su anulación como fuerza de combate de superficie antes del fin del conflicto. Quiénes atacarían a la ACh serían los A-4 Skyhawk, tanto en sus variantes B y P y Mirage israelíes de la FAA así como los consabidos A-4Q del COAN, y todos probarían ser letales atacando una flota. ¿La flota trasandina esperaba que para su caso emergería un resultado diferente?
Si la ACh pasara por el canal sería su fin asegurado. Estaría encerradas en el canal de Beagle o avanzando cercana a la
costa sur de las islas, facilitando la aproximación de los aviones fuera de la
detección del radar. El ataque, tal como ocurriría luego en Malvinas, se realizaría
con el aprovechamiento de la geografía, tal cual lo fue en el estrecho de San Carlos. Ahora
sabemos que la probabilidad de escape de los principales unidades de la
ACh de un ataque aéreo eran casi nulas. Una vez puestas fuera de combate las unidades
principales, el resto de flota chilena sería atacada por los
destructores y corbetas argentinas y sus Exocets. Ese no sería la derrota elegida de acuerdo al libro de Arancibia Clavel y Serrano Bulnes.
La ACh estaría obligada a recurrir a la ayuda aérea de la FACh, asentada en la base aérea Chabunco. Cómo ya se expuso anteriormente, a las 6 AM del 23 de diciembre dicha base sería el objetivo principal de un ataque preventivo de todos los activos aéreos de la BAM Río Gallegos. Sobre llovido, mojado: si los cazas chilenos lograban despegar, el COAN aguardaba escondido a poco menos de 200 km de Chabunco con una docena de T-28 Fennec esperando que los cazas chilenos aterrizaran para atacarlos con metralla y cohetes.
Aún así, si consideramos un remanente de unidades a flote, en caso de derrota en los canales fueguinos, se retiraría a fiordos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu o el Fiordo Comau. Con superioridad aérea argentina, las fuerzas chilenas tendrían pocas probabilidades de éxito, ya que la FLOMAR podría llevar a cabo ataques precisos y sostenidos. Sin superioridad aérea, las fuerzas chilenas tendrían una mejor oportunidad de defenderse, pero aún enfrentarían una amenaza significativa debido a la capacidad de la FLOMAR para coordinar ataques desde el aire y el mar.
El buque evitado de mencionar en el relato chileno: El mejor portaaviones de la historia de la Latinoamérica, el ARA V-2 "25 de Mayo"
En resumen, la superioridad tecnológica y operativa de la FLOMAR otorgaba a las fuerzas argentinas una ventaja considerable en un enfrentamiento directo con la ACh. La geografía de los fiordos chilenos proporcionaría un refugio natural, pero las fuerzas chilenas seguirían enfrentando desafíos significativos sin la capacidad de contrarrestar la superioridad aérea y naval argentina.
Huida a los fiordos, tal vez el mejor final para la ACh...
Este informe no desmerece el desempeño ni la planificación ejecutada por la ACh. Hicieron lo mejor que pudieron con lo que tuvieron. ¿Lo hicieron? Dicho esto, no era suficiente. Los planetas se alinearon para no poseer una capacidad submarina suficiente (el SS-21 Simpson fue detectado y fotografiado dos veces previo al 21 de diciembre mientras sus mejores submarinos estaban en mantenimiento mayor) aunque aún con todos los submarinos en servicio, Argentina poseía más de una docena de aviones ASW con tripulaciones entrenadas a nivel OTAN. El apoyo aéreo iba a ser nulo porque se carecía de aviación naval de ataque y los activos aéreos de la FACh iban a recibir su bautismo de fuego esa misma madrugada por lo que estarían luchando por su propia supervivencia si es que había realmente activos aéreos en Chabunco. Por la planificación prevista, para el 23 de diciembre a la tarde Chabunco iba a dejar de estar operativa, sea por los A-4 y Mirage de la FAA a la madrugada o los T-28 Fennec/MB326 todo el resto del día.
Una crítica que se puede hacer a la planificación de López Silva es la de seguir con su filosofía mahaniana de buscar la gran batalla naval decisiva con un brazo roto y cojo hasta del cerebro. Estaba comprometiendo a toda la escuadra (all-in) en una maniobra de la que iba a sufrir muchas bajas antes de siquiera llegar a ver en las pantallas de sus radares al enemigo si es que ello iba a ocurrir alguna vez. Una vez desencadenado los eventos, la suerte de la flota chilena estaría echada para el resto del conflicto: él mismo le estaría regalando la posición de sus barcos a la FLOMAR.
Y aquí vale reflexionar alternativas: cuando una flota más pequeña enfrenta a una más grande, pues debe recurrir mejor a guerrilla naval o pequeños combates de desgaste. La armada argentina nació así: enfrentando a marinas mucho mayores, como la española o la imperial brasileña, arrastrándola a pequeños combates que favorecían pequeñas pero desgastantes victorias contra el enemigo. Sin ir más lejos, el marco de los fiordos es ideal para esa tarea: esconder buques para realizar posteriormente ataques coordinados. Con superioridad aérea enemiga ese ejercicio puede perder efectividad pero los alemanes demostraron en la SGM que se puede resguardar un buque en un fiordo protegido para densas capas de defensa aérea y tener éxito. Esta alternativa podría ser más razonable que enfrentar en mar abierto a un portaaviones con brazo aéreo completo, sin superioridad aérea y sólo protegido por un submarino rengo. Y aquí, el término "flota más grande" es más cualitativo que cuantitativo: la "Escuadra" iba en solitario muy escaso apoyo desde las profundidades y ningún apoyo aéreo a enfrentar a pilotos aeronavales que practicaban a destajo cada año en como hundir buques y estaban entrenados a nivel mundial.
¿Acaso
pensaba López
Silva que la ARA iba a acercar a sus activos navales principales a la
distancia de
los Exocet chilenos para que se diera un duelo de caballeros? ¿Acaso
López Silva estaba esperando un Jutlandia o un Latakia mientras se
dirigía a un Midway? ¿Habrá pasado que el comando naval chileno
pensaba que la ARA no iba a ordenar el aprovechamiento de la ventaja submarina y
aeronaval empeñando sus submarinos y cazas embarcados antes de que
siquiera pudieran detectar en sus radares a la FLOMAR? ¿Sería que
pensaba López Silva que los A-4Q Skyhawk no iban a ser lanzados contra
sus barcos? Mucho antes que permitirle a un marino trasandino apretar el
botón de disparo de un Exocet, la flota chilena iba a conocer al COAN y
al CFS en secuencia o en simultáneo. La historia no puso en su lugar al bocón de López Silva que vendió un plan meramente suicida como si fuese un plan de ataque exitoso.
Desde el otro lado de la cordillera, se sostiene que la amenaza de la marina chilena forzó la retirada de la FLOMAR. Al parecer, las decisiones del Sr. López y su jefe Merino habían cumplido su función disuasiva: las fuerzas argentinas no presentaron batalla. La FLOMAR decidió no enfrentarse a la Escuadra, y no había otra explicación más que el temor al enfrentamiento, pero ¿quién dice que la FLOMAR no cumplió realmente la misión asignada siendo el retiró parte de la misma? ¿Cómo, con toda esta evidencia, la FLOMAR podía sentirse inferior a la ACh? La lógica es siempre la mejor respuesta.
Veamos, Chile había asumido el alto costo aceptar un rechazo unilateral a un laudo previamente acordado (un grosero error del gobierno de Lanusse) y luego someterlo a otro laudo por el Vaticano. ¿Habría tomado esa actitud si Argentina no le hubiese puesto el cuchillo al cuello? Probablemente no (Madrid Murúa, 2003).
Sin embargo, la pasividad en el plano militar de 1978 la seguimos pagando hoy. Tal como en los primeros días de mayo de 1982, cuando la FLOMAR tuvo la oportunidad de atacar al HMS Invincible sin ser detectada y no lo hizo (García Enciso y Rótolo, 2021), cuatro años antes ya se había perdido una ocasión similar: la de destruir a la Escuadra chilena cuando se tuvo la oportunidad. Esa es la frase de Nelson que inicia este artículo. Y ese error, esa falta de acción en el momento decisivo, aún pesa geopolíticamente sobre nosotros.
Fuentes consultadas
Arancibia Clavel, Patricia y Bulnes Serrano, Francisco. La escuadra en acción. 1978: el conflicto Chile-Argentina visto a través de sus protagonistas, Santiago, Chile: Catalonia, 2017 (ISBN: 978-956-324-298-0)
Burzaco, Ricardo. La Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina en la crisis de 1978. DeySeg
García Enciso, José y Rotolo, Benito (2021), Malvinas: Cinco días decisivos, Editorial SB, ISBN: 09789878384535.
Madrid Murúa, Ruben (2003), "La estrategia nacional y militar que planificó Argentina, en el merco de una estrategia total, para enfrentar el conflicto con Chile, año 1978", Memorial del Ejército de Chile 471: 50-70.