viernes, 29 de abril de 2022

España Imperial: El mar se traga para siempre al crucero "Reina Regente"

El enigma del «barco fantasma» que desapareció en el Estrecho con 412 españoles a bordo sin dejar rastro

El mar no devolvió a las costas gaditanas ni un solo cadáver aquel marzo de 1895 y nadie supo jamás qué le ocurrió al moderno crucero. Ninguna de las explicaciones fueron admitidas por las madres, esposas, novias y hermanas de los marineros, que «durante años siguieron confiando en el regreso de sus seres queridos»
Israel Viana || ABC



El 9 de marzo de 1895, «El Liberal» informaba de que «los moros embarcarán a las siete la mañana en el Reina Regente para salir hacia Tánger». Se refería el diario a la incómoda embajada del sultán de Marruecos que había estado en Madrid intentado llegar a un acuerdo de paz con el Gobierno español y que, tras el fracaso, este quería devolver a su país cuanto antes. Lo que no se imaginaban los lectores es que, menos de 24 horas después, el crucero sufriría una de las peores catástrofes navales de nuestra historia, con 412 españoles a bordo que desaparecerían para siempre, sin dejar rastro, en el estrecho de Gibraltar.

La famosa embarcación bautizado en honor a María Cristina de Habsburgo zarpó de Cádiz al amanecer y fondeó en Tánger pasadas las 9 de la noche, según contaron otros periódicos como «El Día», «La Época» o «El Imparcial», que seguían a la delegación marroquí con sumo interés por la importancia de las conversaciones.

Este último, sin embargo, advirtió ya que los diplomáticos «no saltaron a tierra a causa del mal estado del mar. Lo harán mañana a las 9 de la mañana». Efectivamente, así ocurrió, quedando la tripulación española a merced del temporal.

El capitán, Francisco Sanz de Andino, debió recibir la orden de regresar inmediatamente a España, ya que partió en plena tempestad sin esperar a que la situación se calmara. Poco más se supo del crucero ni de sus 412 tripulantes «tras la súbita y total desaparición del barco», según recordaba «El Diario vasco» en 1970. Otras fuentes hablaban de 415 o 420 víctimas. «Y aunque se acaban de cumplir 75 años de la catástrofe, uno de los mayores misterios en la historia de la navegación, todavía hoy se ofician sufragios por las víctimas cada 10 de marzo en algunas iglesias de Galicia, puesto que casi todos los marineros del mencionado buque eran gallegos», añadía.

La última señal

El crucero fue visto por última vez por los vapores ingleses Mayfield y Matheus. Según declaró el capitán del primero, se encontraron con un durísimo chubasco. Así recogieron su relato las autoridades marítimas españolas: «Dice que el buque que vio es parecido a la fotografía del Reina Regente. No notó que tuviese averías, pero daba grandes balances. Se hallaba a 12 millas al noroeste de Cabo Espartel navegando hacia Cádiz. El vapor inglés Matheus se hallaba a la misma hora entre ambos buques con rumbo a embocar el Estrecho de Gibraltar y dirigirse a Génova. Dice que a las doce y media sufrieron un durísimo chubasco de viento y agua y que no puede decir más, salvo que pasó a una milla y media del mencionado buque, cuya nacionalidad ignora, entre frecuentes chubascos».

Los primeros rumores de que la tragedia había tenido lugar fueron publicados por «El Día» tres días después: «Un telegrama de Tánger manifiesta inquietud al ignorarse el paradero del crucero Reina Regente, que había salido de aquel puerto el domingo. Otros telegramas dan cuenta del naufragio del hermoso buque, pero no se ha confirmado. Las autoridades de Cádiz informan que el mar, sin embargo, ha arrojado a la playa efectos que son, sin ninguna duda, del Reina Regente. Hay rumores de que el naufragio sea un hecho. Si así es, España habrá perdido el segundo buque de combate que tiene: un hermoso crucero acorazado construido con los adelantos más modernos».

Se había fabricado en los astilleros escoceses de James and George Thompson y era considerado el primer crucero moderno de la España de la Restauración. Su diseño fue verdaderamente avanzado y ambicioso para la época, con 95,50 metros de eslora, 15,25 de manga, 4.800 toneladas de desplazamiento y 12.000 caballos de potencia. Tal es así que había llamado la atención de los periódicos más prestigiosos del mundo antes, incluso, de ser entregado a nuestra Armada el 1 de enero de 1888.

Antes de su desaparición, la vida del Reina Regente había transcurrido con mucha actividad: estuvo presente en la inauguración de la Exposición Universal de Barcelona ese mismo año y viajó sin parar entre Génova y La Habana, entre otros destinos, hasta que desapareció. «En círculos, cafés y casinos no se hablaba anoche de otro asunto que el posible accidente sufrido por el crucero. Algunos añadían: “Si desgraciadamente se confirma, además de la vida de 400 hombres, que es lo más importante, la Providencia se habrá llevado también de un golpe cuanto nos corresponde cobrar de Marruecos», añadía un día después «El Correo Español».

La noticia del momento

Durante las siguientes jornadas, los periódicos españoles se hicieron eco de las discusiones en el Congreso de los Diputados sobre la tragedia y de la búsqueda de los culpables, al tiempo que reflejaban la pérdida de esperanzas de encontrar a alguien con vida. «Llevamos cinco días sin tener noticias del hermoso crucero de guerra. La ansiedad crece por momentos y con ella, triste es decirlo, la certidumbre de una catástrofe», podía leerse en «El Día».

Nunca se supo a ciencia cierta qué ocurrió y, de hecho, todavía hoy existen varias teorías. Según declaraba a «La Verdad» de Murcia el escritor Diego Quevedo, «el capitán se aventuró a zarpar, pues confiaba en la solidez del buque, pero zozobró. No hubo ni un superviviente y ni siquiera se encontraron los cuerpos. ¡Y no era un barco viejo! Era de los más modernos, un crucero protegido por un grueso blindaje y con poderosos cañones. Es probable que su participación en la Guerra de Cuba le habría ayudado a evitar aquel desastre, pero eso nunca lo sabremos».

Durante aquellos dolorosos días, muchos testigos aseguraron haber visto al «barco fantasma» sobre las aguas del Estrecho acercándose a la costa. Incluso apareció una botella flotando con el supuesto autógrafo del segundo comandante del crucero, aunque más tarde fue calificado como una broma de mal gusto realizada por un gaditano anónimo. En 1970, el «Diario Vasco» contaba que solo se salvó un marinero de la dotación, al haberse quedado este en Tánger absolutamente embriagado. «Por supuesto fue arrestado -añadía-, pero la Reina Maria Cristina, titular del crucero perdido, pensó que quizá hubo algo de providencial en la salvación de aquel hombre y dispuso no solo que fuera puesto en libertad, sino que fuese licenciado del servicio militar».

«El océano se lo tragó para siempre»

En 1956, ABC recordaba que «nunca pudieron concretarse las causas del desastre que privó a nuestra Armada de uno de sus mejores barcos, porque el océano se lo tragó para siempre sin dejar huella ni señal de los 420 hombres que llevaba a bordo. El hecho de que el mar no devolviese a las costas a ningún cadáver se explicó como una consecuencia de hallarse los tripulantes atados a sus puestos cuando el barco se hundió, para evitar ser arrastrados por el furioso oleaje. Nunca pudo satisfacerse la dolorosa curiosidad de saber el lugar exacto del naufragio, ni hacer fundadas conjeturas sobre las causas que lo originaron. Desde el 10 de marzo de 1895, la suerte del Reina Regente se convirtió en una pesadilla para todos los españoles».

La explicación más probable de «aquel enigma» para el mencionado periódico vasco fue que se hundió de manera súbita, bien al dar la vuelta o al hundirse de proa, como consecuencia de «un sincronismo de balance o cabezada entre el movimiento propio del barco y el de las grandes olas. Tal coincidencia pudo aumentar tanto el cabeceo del navío que este, inclinándose mucho de proa hacia el mar, pudo hundirse instantáneamente en el sentido mismo de la marcha». La «Gaceta de Madrid» -que hacía las veces del actual BOE- tardó un mes en publicar una nota oficial y una orla de luto para dar definitivamente por perdido al barco.

La prueba del mal estado del mar aquel día es que se perdieron otras embarcaciones en la costa andaluza. Por ejemplo, el vapor Carpio con 40 pasajeros cuando se dirigía de Huelva a Cádiz. La comisión técnica encargada de esclarecer las causas del Reina Regente admitió la posibilidad de que el temporal, al inundar las cubiertas y los compartimentos de proa, hizo zozobrar al crucero, que ya en esos momentos navegaba sin control por una posible avería en el timón o en las máquinas. «Sin embargo, ni esta razonable explicación ni otras fueron admitidas por las madres, esposas, novias y hermanas de los marineros, puesto que nunca hubo una sola prueba real que confirmase el naufragio. Tal es así, que siguieron durante años confiando en el regreso de sus seres queridos», subrayaba el «Diario Vasco».

En 2009, el Gobierno de España puso en marcha un plan para que los barcos de la Armada comenzaran a buscar y proteger pecios históricos como el Reina Regente, según pudo saber ABC por fuentes del Ministerio de Defensa. Y, de hecho, se puso a disposición del Museo Nacional de Arqueología Marítima de Cartagena una serie de buques y buzos para detectar el mencionado crucero, pero la tarea nunca llegó a concluir. 


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