La guerra naval se revoluciono un siglo antes de la Primer Guerra Mundial; los barcos de vela, de madera, armados con baterías en los costados desde donde se disparaban cañones de un alcance relativamente corto, fueron sustituidos por barcos de vapor blindados con metal, equipados con cañones capaces de lanzar grandes proyectiles explosivos a una distancia de 16km o más.En la década anterior a la guerra, todas las potencias invirtieron en la construcción de los modernos buques de guerra, los “acorazados”.
Tras los primeros meses de la guerra, durante la que se libraron algunas cortas batallas en mares muy lejanos, el centro de la guerra naval en la superficie pasó a las aguas europeas.
Tanto en el mar del Norte como en el Mediterráneo, las flotas aliadas, más numerosas, mantuvieron un bloqueo alejado de las bases navales enemigas, mientras que en el mar Negro y en el Báltico,
la marina rusa, no repuesta todavía de las grandes pérdidas sufridas durante la guerra ruso-japonesa (1904-1905), pudo ser fácilmente controlada por las fuerzas alemanas y turcas.
La batalla de Jutlandia, que se libró a finales de mayo de 1916, fue la única acción naval de la guerra realizada a gran escala.
Aparte de esta batalla, las enormes flotas de guerra europeas únicamente se enfrentaron en algunas escaramuzas, no sufriendo grandes pérdidas.
El nivel de lucha, generalmente bajo, fue el resultado de, primero, la inferioridad numérica de los imperios centrales y, segundo, el poco deseo de todos los combatientes de arriesgarse a perder unos acorazados insustituibles.
Jutlandia fue una decepción tanto para británicos como para alemanes. Los alemanes fracasaron en su intento de aislar un pequeño destacamento de la flota británica, y al final sólo consiguieron apartar a su flota de un combate desastroso con una fuerza superior.
Los británicos no sólo no tuvieron éxito en destruir al enemigo, al que habían esperado capturar lejos de su base durante casi dos años, sino que en el proceso sufrieron las mayores pérdidas de acorazados.
Sin embargo, en general Jutlandia fue una victoria estratégica de la Marina Real británica.
En el período comprendido entre 1916 y 1918, la continua preeminencia concedida a los programas de construcción naval de los aliados y la posterior llegada de parte de la flota de guerra estadounidense a las aguas europeas acentuó la inferioridad numérica de los imperios centrales.
Ni las acciones en superficie ni las realizadas por los submarinos llegaron a liberar a los imperios centrales de los aliados.
Mientras que en el debate histórico sigue habiendo indignación por el impacto que tuvo el bloqueo en el esfuerzo bélico alemán, perdura el hecho de que Alemania fue incapaz de restablecer las valiosas conexiones económicas con el resto del mundo que habían sido rotas por la superioridad naval británica.
El fracaso de la expansión naval alemana fue subrayado con una finalidad simbólica al final de la guerra,
cuando la flota alemana fue rodeada en la base naval británica de Scapa Flow y hundida por su propia tripulación para evitar que fuera repartida entre los vencedores.
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