Estados Unidos, Canadá y los países nórdicos tienen la mira en una región del planeta desatendida, pero cuyos recursos naturales ya disputan en silencio con Moscú y Pekín.
Principios de marzo. Una misteriosa nave del tamaño de un transbordador de pasajeros zarpa de un muelle rumano, se desliza a través del Bósforo, el estrecho que separa Europa de Asia, y pone rumbo a Escandinavia.
Cerca de un mes después, en el interior de la protegida sede central del servicio de inteligencia militar de Noruega, el jefe de los espías de ese país reveló la identidad del barco. Se trataba de una nave espía de 250 millones de dólares, de nombre tentativo Marjata, que estará equipada con sensores y otros sistemas de detección para espiar las actividades de Rusia en el Ártico a partir de 2016.
"Nuestros dirigentes políticos quieren saber qué pasa en esa región del planeta", dijo el teniente general Kjell Grandhagen. Les interesan en particular las ambiciones rusas de explorar oportunidades petroleras, gasíferas y de navegación en el Ártico, y "los aspectos militares implicados en la defensa de esas actividades".
El casco del nuevo buque de inteligencia que reemplazará al “Marjata” es remolcado desde su astillero de construcción en Rumania para su terminación y alistamiento en Noruega
Mientras el cambio climático se va comiendo el casquete polar del Norte, las naciones del Ártico hurgan sus secretos con juegos de espías entre Oriente y Occidente que recuerdan las rivalidades de la Guerra Fría. La dimensión militar sigue siendo importante, pero esta vez se suma un aspecto económico: ganar la delantera en la competencia por potenciales recursos petroleros, gasíferos, ictícolas, así como acceso a nuevas vías de navegación.
Incluso antes de que la crisis de Ucrania enfriara las relaciones entre Rusia y Occidente en el Ártico, las naciones occidentales de la región ya acusaban a Rusia y a China de lanzar ciberataques y otras operaciones de espionaje.
El año pasado, en Canadá, un oficial naval fue condenado a 20 años de prisión por espiar para los rusos. Y en diciembre, la policía de Toronto arrestó a un empleado del Lloyds Register acusado de intentar suministrarle a China información sensible sobre los planes de Canadá para construir naves patrulla para el Ártico. El gobierno chino dijo que se trataba de acusaciones sin sustento.
"Canadá viene sufriendo niveles de espionaje comparables con el auge de la Guerra Fría", dice un informe del año pasado del comité de supervisión del Servicio de Seguridad e Inteligencia de Canadá. El organismo fue reestructurado con el foco puesto en el perímetro norte de ese país.
El Ártico -rodeado por Estados Unidos, Canadá, los países nórdicos y Rusia- fue línea de fractura durante la Guerra Fría, con submarinos soviéticos y de la OTAN espiándose mutuamente debajo del casquete de hielo. Tras el respiro que sucedió al colapso de la Cortina de Hierro, el Ártico está recobrando su importancia estratégica, ya que el calentamiento global hizo que la región sea más accesible.
El derretimiento también abrió una nueva frontera energética: se cree que en el Ártico se halla el 13% de las reservas no descubiertas de petróleo y el 30% de las de gas.
Rutas de entrada
Las rutas de entrada más accesibles están dentro de fronteras nacionales y no son discutibles. Los analistas en seguridad dicen que el riesgo de conflicto está más allá, en caso de que el hielo se derrita lo suficiente como para dejar al descubierto recursos naturales en áreas donde la propiedad territorial no es tan clara. Es probable que Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Noruega y Rusia tengan reclamos superpuestos.Los críticos dicen que en esa carrera, Estados Unidos se ha rezagado. Un informe de cambio climático hecho por un panel de generales retirados reveló que la capacidad de Estados Unidos de operar en el Ártico es muy limitada. La Guardia Costera tiene un solo rompehielos plenamente operativo, y señala que la armada tiene pocas naves con capacidad para operar en el Ártico, más allá de los submarinos nucleares.
"La situación geopolítica es cada vez más compleja y está llena de matices. Está creciendo el riesgo endémico de la seguridad nacional de que se produzcan incidentes en alta mar, o incluso una impredecible chispa de conflicto", alertó el almirante retirado Frank Brown en ese informe.
Mientras tanto, Rusia es acusada de utilizar medios clandestinos para espiar los planes secretos y las actividades en el Ártico de sus "socios" occidentales. El presidente Vladimir Putin recalcó en un encuentro de seguridad nacional que Rusia necesita "conservar su influencia en la región y, tal vez, en otras áreas, para estar un paso delante de sus socios comerciales".
En abril, se descargaron los primeros suministros petroleros sobre una plataforma en el mar ruso de Pechora, una iniciativa que Putin describió como el "primer paso [de Rusia] en el desarrollo de la plataforma continental del Ártico". (Por Karl Ritter; LaNacion)
Nuestro Mar
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