domingo, 10 de agosto de 2025

ARA: Destructor A.R.A. Misiones

Destructor A.R.A. Misiones





De los buques del Archivo General de la Nación: Destroyer ”A.R.A. Misiones”.
(Nota: El prefijo “A.R.A.” se usa en los buques de la Armada Argentina desde 1946, pero lo he colocado en todos sus buques para ubicarlos juntos en las listas alfabéticas).
Destroyer. Botado en 1897 por Yarrow Shipbuilders Limited en Poplar, Londres. Dimensiones: Eslora 57,95 m; manga 5,95 m; puntal 3,86 m. Calado medio: 1,30 m. Tonelaje: 340 t. Casco de acero galvanizado. 
Armamento: 1 cañón Nordenfeldt de 75 mm, 3 cañones Nordenfeldt de 57 mm (de tiro rápido), 2 ametralladoras Nordenfeldt de 37 mm y 3 tubos lanzatorpedos de 450 mm, uno en proa y uno en cada banda. 
Máquinas: Dos, a vapor, verticales, de triple expansión. Una hélice de 3 palas. Potencia: 3523 HP. 6 calderas Yarrow. Dínamo Siemens Bellis de 80V y 100A, para iluminación interna, navegación y reflector Chance Mirror. Velocidad máxima: 27 n. Combustible: carbón. Capacidad de carbón: 80 t. Radio de acción: 3.000 millas. Tripulantes: 56 hombres. 
Radiado el 23 de octubre de 1930.-
Esquema: Jane´s Fighting Ships 1905-6.-

viernes, 8 de agosto de 2025

Mar Argentino: Misterio en el Atlántico Sur

Misterio en el Atlántico Sur

Fuente: revista GUARDACOSTA – No. 08 – Año 1966
Autor: Jorge M. Montañez Santiago






  • Profundidades inexploradas en el Atlántico Sur
    Existe una vasta zona entre los paralelos 42°S y 48°S y los meridianos 30°O y 50°O que sigue prácticamente sin ser relevada, con profundidades cercanas a los 4.500–5.400 metros, y con bajos fondos extraños, poco comunes en ese tipo de fondo oceánico.
  • El enigmático hallazgo de La Roche (1675)
    El navegante francés La Roche afirmó haber descubierto “una isla grande y agradable” con un buen puerto hacia su lado este—una declaración que dio origen a un misterio marítimo que perdura hasta hoy.
  • Siglos de búsquedas infructuosas
    Desde fines del siglo XVII hasta comienzos del XIX, Francia y Gran Bretaña enviaron numerosas expediciones—entre ellas las de Halley, La Pérouse, Colnett y Vancouver—en busca de la llamada “Isla Grande”, sin éxito alguno.
  • Desaparición oficial de los mapas náuticos (1825)
    Tras la última búsqueda sin resultados del capitán británico Dott en 1824 y 1825, la isla fue oficialmente declarada inexistente y eliminada de las cartas náuticas internacionales.
  • Un misterio que sigue vivo
    Pese a su exclusión de los mapas, persiste la incógnita: ¿La Roche mintió, se confundió o decía la verdad? Su detallada descripción de un puerto al este sugiere que pudo haber visto algo real, alimentando así el misterio hasta nuestros días.


Quien observe una carta marina del Atlántico Sud, verá una extensa zona, comprendida entre los paralelos 42°S y 48° S y los meridianos 30° y 50° W, que carece de sondaje. Verá también que las profundidades próximas, son del orden de las 2.500 a 3.000 brazas (4.500 a 5.400 metros).
En el sector occidental de esta región oceánica, más cercana a nuestras costas que a las de cualquier otra nación, han ocurrido a lo largo de los tres últimos siglos, ciertos acontecimientos que en conjunto, determinan el tema de este artículo. Tan sugestiva como el enigma en sí, resultaría la relación que el misterio parece haber tenido en nuestro pasado. La observación de la carta señala que la región de referencia es muy profunda; sin embargo hay en ella unos extraños bajofondos, insólitos en ese fondo marino. Fuera de las rutas actuales, esas aguas permanecen sin tránsito marítimo, que fue desviado por la apertura del Canal de Panamá en 1914.

El tiempo ha vuelto a tender un manto de soledad, el misterio continuará como tal hasta que se produzca un nuevo acto, tal vez final. Sigamos ahora, por orden de ocurrencia, los actos y actores que participan en la lenta trama que tiene por escenario una región oceánica de 5.000 metros de profundidad. La acción comienza hace tres siglos cuando, en 1675, el navegante francés La Roche denunció haber descubierto una extensa isla en el Atlántico Sud, describiéndola como "una isla grande y agradable, poseyendo un buen puerto en las proximidades de su parte Este".
Después de la denuncia de La Roche, se desarrolla el segundo acto durante siglo y medio de búsqueda de la famosa Isla Grande. Afanosamente compite Francia y Gran Bretaña, lanzadas ambas en procura de posesiones coloniales y estratégicas. Numerosos navegantes de una y otra nación, entre ellos Halley, La Perouse, Colnett y Vancouver, recorrieron la región en que La Roche había señalado la existencia de la isla: 459 de latitud Sud y una longitud incierta entre los 37° y los 50° W.

Fracaso tras fracaso, la fama y leyenda de la isla se trasformaron en mal recuerdo hacia el presunto descubridor. En el mejor de los casos, los más benévolos opinaron que La Roche había confundido como isla a algún promontorio avanzado de la costa de la América del Sud, posiblemente nuestro cabo Dos Bahías, cuya latitud es de 45° S.

No obstante, las naciones marítimas continuaron señalando en sus cartas a esta famosa Isla Grande. El tercer acto se manifiesta con la tenaz búsqueda realizada por el Capitán británico Dott, en los años 1824 y 1825, con resultado negativo. Entonces sí, se dio definitivamente por no existente y la Isla Grande desaparece de la cartografía náutica mundial. Aparentemente aquí ha terminado todo.

De lo actuado pueden deducirse tres alternativas:

1— La Roche mintió.

2 — La Roche fue confundido.

3 — La Roche no mintió.

La primera premisa, aun cuando es posible considerarla un "bluff" estratégico, no la tendremos en cuenta sino como última instancia. La segunda es poco probable. Una lejana observación del occidente, podría tal vez explicarla; pero esta posibilidad debe descartarse ante la descripción de La Roche... "poseyendo un buen puerto en las proximidades de su parte Este" Razonable cabe admitir que tal descripción solo es lógica en un marino si el puerto ha sido experimentado o reconocido de cerca.


Fuente

miércoles, 6 de agosto de 2025

Conquista del Chaco: La Compañía de Navegación del Río Bermejo

La Compañía de Navegación del Río Bermejo





Desde tiempos coloniales existió la inquietud de unir el altiplano boliviano con Buenos Aires mediante la navegación del río Bermejo. En 1790, el salteño Dr. Juan Adrián Cornejo, tras varios intentos, logró unir el río Tarija con el de la Plata en 42 días.

Natalio Roldán, explorador auténtico, acompañado por algunos amigos, sentados de izq a der: Aureliano Huergo, Natalio Roldán, Tte Gral. Emilio Mitre, Tte Gral. Bartolomé Mitre y su cuñado el Gral. Julio de Vedia.

A fines del siglo XIX, Natalio Roldán, un comerciante porteño de espíritu explorador, realizó más de 20 expediciones al Chaco, convencido de las posibilidades productivas y estratégicas de la región. Creía firmemente en el país, en sus instituciones y en su capacidad transformadora. Su visión era transformar la zona en un eje comercial clave entre Argentina y Bolivia.

Junto a su esposa Genara y su hermano Rufino, Roldán impulsó la Compañía de Navegación a Vapor del Río Bermejo, fundada hace un siglo (1869). El objetivo: explorar el Bermejo, estudiar su navegabilidad y colonizar el Chaco. La iniciativa fue apoyada por personalidades como Guillermo Matti, y financiada en parte por Francisco P. Molina, además de inversores como Juan Videla, Sebastián Casares y Agustín Cara. El presidente Sarmiento dio su respaldo.

 

Acción de la Compañía

Se contrató al ingeniero Tomás J. Page (llamado por Roldán “Comodoro”), y la empresa fue legalizada mediante la Ley Nacional N.º 354. El primer barco de la compañía, el "Sol Argentino" (101 pies de eslora), partió el 26 de febrero de 1871. Remontaron el Paraná, pasaron por Humaitá, recogieron a Roldán enfermo de paludismo, y el 12 de marzo ingresaron al río Bermejo.

La navegación resultó extremadamente difícil: bajantes, bancos de arena, rápidos, y obstáculos naturales como raigones y troncos. A mitad de camino, a la altura de Zorro Muerto, el barco encalló. El ingeniero Page consideró la expedición un fracaso, pero Roldán no se rindió. Con un pequeño grupo, remó 8 días hasta Fortín Rivadavia, enfrentando ataques indígenas y falta de víveres. Logró apoyo del gobierno de Salta y regresó para continuar la empresa.

Roldán reorganizó la operación desde tierra, conquistando la confianza de los indígenas mediante regalos y respeto. Grupos como los chunupíes, tobas, matacos y vilelas colaboraron. Instaló un campamento, limpió la costa y formó cuadrillas de trabajo. Se capacitó a los indígenas en el uso de herramientas, y se fijó un sistema de pago en bienes (ropa, tabaco, alimentos), ya que el dinero no tenía utilidad en la selva. Llegó a emplear casi 2.000 trabajadores indígenas.

Una vez canalizado el río, eliminado los escapes y taponamientos, y corregido el cauce con empalizadas y obras hidráulicas, el "Sol Argentino" fue liberado y alcanzó Fortín Rivadavia. El grupo regresó a Buenos Aires el 22 de febrero de 1872, casi exactamente un año después de haber partido.

La expedición demostró la viabilidad técnica del proyecto, pero dejó consecuencias. Se produjo una ruptura definitiva entre Roldán y el ingeniero Page, a quien el Directorio removió del cargo, dejando a Roldán como único responsable de la dirección técnica y ejecutiva del proyecto.

Rufino Roldan

A pesar de los avances, el hundimiento del último vapor en 1884 marcó el fin del emprendimiento. Zonas como Salta y el sur de Bolivia quedaron aisladas. Las causas del fracaso: desinterés estatal, intereses creados, falta de continuidad y abandono político. Sin embargo, el ejemplo de Natalio Roldán perdura como símbolo de lucha, sacrificio y visión transformadora.

En palabras del Ing. Luis A. Huergo (Instituto Geográfico Argentino, 1886), Roldán fue un hombre de carácter firme, cuya lucha de más de 17 años representa un modelo moral y patriótico. Y como señaló el Dr. Adolfo A. Dávila, su nombre quedará para siempre ligado al Bermejo, como sinónimo de esfuerzo nacional por conectar el norte con el mar.

lunes, 4 de agosto de 2025

¿La Armada Argentina busca su defensa aérea multicapa?

Argentina quiere su "cúpula de hierro": cómo es la poderosa arma que busca comprar la Armada

La Armada Argentina busca incorporar un sistema de defensa de largo alcance y múltiple capa, que puede marcar un salto cualitativo en América Latina.




Una de las fragatas clase Iver Huitfeldt que podría comprar la Argentina.

Cronista

La Armada Argentina está negociando la compra de dos fragatas multipropósito clase Iver Huitfeldt a Dinamarca, una adquisición que puede representar un salto cualitativo considerable en la capacidad de defensa antiaérea del país. 

Estos buques cuentan con sistemas avanzados que permitirían a Argentina dotarse de una auténtica "cúpula de hierro", capaz de proteger amplias zonas del Atlántico Sur, así como ciudades costeras o portuarias, frente a amenazas aéreas modernas.

Una cúpula de hierro antiaérea: alcance y defensa multicapa

El núcleo de la defensa aérea de las fragatas clase Iver Huitfeldt es el sistema de lanzamiento vertical Mk 41, que puede operar el misil Standard Missile 2 (SM-2) de largo alcance, fabricado por la compañía estadounidense Raytheon. Este misil, con un alcance operativo que varía entre 74 km y más de 160 km según la versión, es capaz de interceptar cazas, drones, bombarderos y misiles enemigos a grandes distancias, proporcionando una cobertura de área que no tiene precedentes en la Argentina. 

De hecho, El SM-2 es un arma utilizada en las flotas más avanzadas del mundo y su disponibilidad en la región latinoamericana es, por el momento, muy limitada.


Un buque estadounidense dispara un misil SM-2 durante ejercicios.

Complementando al SM-2, estas fragatas danesas cuentan con el misil Evolved Sea Sparrow (ESSM), un interceptor de media distancia con alcance de hasta 50 km y velocidades superiores a Mach 4. Este misil actúa como segunda capa en la defensa aérea, interceptando amenazas que logran superar el primer anillo del SM-2. La combinación SM-2 y ESSM genera un sistema de defensa antiaérea multicapa, capaz de enfrentar ataques saturados y misiles modernos con alta efectividad.

Un salto respecto de las viejas fragatas argentinas Meko 360

Las Iver Huitfeldt representan un avance sustancial frente a los destructores Clase Meko 360 que actualmente utiliza la Armada Argentina. Los Meko 360 cuentan con armamento antiaéreo básico y limitado a corto alcance, como los misiles Aspide (hasta 25 km), con radares y sistemas electrónicos menos capaces para la defensa aérea de área o la gestión simultánea de múltiples amenazas. Hay que recordar que estos navíos llegaron al país en la década del 80, luego de la guerra por las Islas Malvinas.

Las nuevas fragatas Iver Huitfeldt, en cambio, disponen de radares Thales SMART-L y APAR de última generación, sonar Atlas ASO 94, sistemas electrónicos avanzados y capacidades de guerra electrónica modernas, que posicionarían a la Armada Argentina en un nivel tecnológico comparable al de potencias navales.

El misil SM-2 en América Latina

La capacidad de defensa antiaérea de largo alcance es todavía escasa en América Latina. En la región, Chile es actualmente la única nación que opera el misil SM-2 en fragatas, habiendo incorporado desde 2020 dos unidades clase Adelaide (ex-Australia) equipadas con SM-2 MR Block IIIA, que alcanza más de 160 km. Esto brinda a Chile una capacidad de defensa antiaérea de área naval operativa y consolidada.


Brasil, por su parte, aún no cuenta con misiles de defensa aérea de largo alcance en sus buques. Sus sistemas actuales son de corto y medio alcance, como Aspide y Sea Sparrow, sin contar con un misil comparable al SM-2 operando en la flota. Sin embargo, Brasil está desarrollando proyectos para incorporar misiles Standard en nuevas fragatas Tamandaré, con un alcance estimado de 75-90 km. Además, Brasil evalúa sistemas tierra-aire de medio y largo alcance, aunque aún sin despliegue operativo a gran escala.

A nivel terrestre, sólo Venezuela dispone en la región de misiles antiaéreos de largo alcance como el S-300 de origen ruso, que cuenta con un alcance estimado de 200 Km (aunque exclusivamente en sistemas fijos y no navales).

Capacidades complementarias de las fragatas Iver Huitfeldt

Más allá de su impresionante defensa aérea, las fragatas Iver Huitfeldt son plataformas multipropósito. Incorporan misiles antibuque Harpoon Block II, cañones OTO Melara de 76 mm, sistemas de defensa cercana CIWS Millennium de 35 mm, lanzadores de torpedos MU90 Impact y un sonar avanzado para guerra antisubmarina. 



Además, cuentan con hangares y plataformas para helicópteros medianos y una autonomía estratégica de hasta 9.000 millas náuticas. Sus modernos sistemas electrónicos y de guerra electrónica las convierten en auténticas plataformas de control y protección integral en el mar.

Impacto para la defensa aérea

La incorporación de estas fragatas colocaría a Argentina, junto con Chile, a la vanguardia de la defensa aérea naval en América Latina, especialmente en el Atlántico Sur.

Las Iver Huitfeldt dotarían a la Armada de una "cúpula de hierro" marítima, capaz de defender zonas marítimas clave con una capacidad protectora comparable a la de unidades de la OTAN. De hecho, con esta adquisición el arma naval argentina tendría una capacidad de defensa antiarérea superior incluso a la de la Fuerza Aérea, que actualmente solo cuenta con sistemas de corto alcance (misiles y armas de tubo).

domingo, 3 de agosto de 2025

ARA: Ejercicios con la US Navy

 

La Armada Argentina realizará dos entrenamientos militares junto a Estados Unidos

Otros tres serán en aguas de Brasil y Chile. La habilitación de la salida del país de las fuerzas nacionales se dio mediante el Decreto 521/2025.

Argentina ya participó del ejercicio Passex “Gringo-Gaucho II” junto a Estados Unidos.

En su edición 2024, el Ejercicio Fraterno XXXVII en aguas brasileñas contó con la participación del destructor ARA “Sarandí”.
Los ejercicios del 2024 junto a Chile.




sábado, 2 de agosto de 2025

Mar Báltico: Ingresan Suecia y Finlandia a la OTAN y cambia el poder en el Báltico

 

La adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN: un cambio en el equilibrio de poder en el mar Báltico y consecuencias para la Flota Báltica de Rusia

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La adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza del Atlántico Norte representa uno de los cambios más significativos en la arquitectura de seguridad europea desde el fin de la Guerra Fría. Ambos países nórdicos, tradicionalmente conocidos por su neutralidad y moderación respecto a las alianzas militares, decidieron dar un giro histórico en respuesta a la invasión rusa de Ucrania en 2022. Rápidamente, abandonaron su política de no alineamiento militar y se convirtieron en miembros de pleno derecho de la OTAN, alterando radicalmente el equilibrio militar en la estratégicamente importante región del Mar Báltico.

Este paso tiene implicaciones no solo simbólicas, sino sobre todo prácticas para la planificación y el despliegue de fuerzas en el noreste de Europa. La expansión hacia el norte de las estructuras de la alianza significa que el mar Báltico está ahora prácticamente rodeado por los estados miembros de la OTAN, con la excepción del territorio ruso en torno a la región de Kaliningrado y San Petersburgo. Esto tiene graves consecuencias para la Flota rusa del Báltico, que se encuentra en una posición estratégica más desfavorable que en ningún otro momento desde el colapso de la Unión Soviética.

Antecedentes históricos

La importancia estratégica del Mar Báltico en la historia europea no puede subestimarse. La región ha sido escenario de conflictos militares en repetidas ocasiones, donde han chocado los intereses de potencias marítimas, imperios continentales y fuerzas con ambiciones regionales. En el contexto del siglo XX, la Flota del Báltico de la Unión Soviética desempeñó un papel significativo, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Desde la perspectiva de Moscú, la situación se repite actualmente, con su flota enfrentándose a una presión geográfica desfavorable. Ya entre 1941 y 1944, las potencias del Eje intentaron debilitar la Flota del Báltico mediante redes antisubmarinas, barreras de minas y el despliegue de lanchas patrulleras y aviones. La cooperación germano-finlandesa en aquel momento impidió eficazmente que los soviéticos realizaran maniobras navales efectivas en el Mar Báltico, una situación que ahora tiene una sensación geopolítica de déjà vu.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Finlandia y Suecia optaron por la neutralidad. Presionada por las exigencias soviéticas, Finlandia adoptó un modelo de "soberanía limitada" (conocido como finlandización), mientras que Suecia optó por una neutralidad activa, priorizando la defensa de su propio territorio. Si bien ninguno de los dos países pertenecía a ningún bloque militar, después de 1991, en plena crisis del mundo bipolar, se inició un acercamiento gradual a la Alianza del Atlántico Norte. Un momento clave fue la participación de ambos países en el programa de la Asociación para la Paz y en las misiones internacionales de la OTAN, a través de las cuales participaron eficazmente en las operaciones de la alianza, aunque sin compromisos de defensa colectiva.

Después de 2014, es decir, tras la anexión de Crimea, el debate público y político sobre las garantías de seguridad comenzó a cambiar significativamente en Finlandia y Suecia. Como resultado, la posición estratégica del Mar Báltico en el equilibrio de seguridad europeo cambió: de ser una zona entre el Este y el Oeste, se convirtió en un "mar interior de la OTAN". Esto implica una revisión fundamental de los cálculos defensivos y ofensivos de Rusia, ya que la pérdida de libertad de movimiento en esta zona amenaza directamente no solo la capacidad de Moscú para controlar el acceso a Kaliningrado, sino también sus ambiciones geopolíticas más amplias en la región.

Impacto en la Flota Rusa del Báltico

La expansión de la OTAN para incluir a Suecia y Finlandia ha transformado radicalmente el entorno estratégico del Mar Báltico y ha afectado significativamente el espacio de maniobra de la Flota Báltica rusa. Este componente de la Armada rusa ha operado tradicionalmente desde los puertos de Kaliningrado y Baltiysk, en un entorno que, si bien sujeto a ciertas restricciones desde la década de 1990, le ha permitido mantener cierta libertad de movimiento. Sin embargo, con la incorporación de Finlandia y Suecia a la OTAN, el Mar Báltico se encuentra prácticamente cerrado desde un punto de vista estratégico-militar, con todas sus costas bajo el control de los Estados miembros de la Alianza. Esto supone una reducción significativa del espacio operativo de la Armada rusa, que se encuentra ahora en un entorno de posible bloqueo total.

La nueva realidad geográfica también refuerza la interconexión espacial de las estructuras de defensa de la OTAN en la región. En caso de conflicto militar, cabe esperar sinergias entre las fuerzas de Polonia, los países bálticos, Finlandia y Suecia, lo que puede crear una zona de defensa sólida e interconectada, capaz de detectar, rastrear y destruir las unidades rusas que ya se encuentran en sus posiciones iniciales. Por lo tanto, la Flota del Báltico no solo ve seriamente limitada su proyección de poder, sino que también está expuesta a un mayor riesgo de destrucción en las primeras etapas de cualquier conflicto. Desde una perspectiva de mando y logística, también es vulnerable, dado que la región de Kaliningrado es un enclave aislado sin conexión terrestre directa con el continente. La posibilidad de un rápido bloqueo de las rutas marítimas por parte de la alianza, respaldado por una amplia cobertura de radar y sonar, plantea un problema estratégico fundamental que el Kremlin debe abordar, ya sea reorientando sus inversiones o reevaluando el papel mismo de la Flota del Báltico en el futuro.

Capacidades militares

El equilibrio naval en el Mar Báltico ha cambiado significativamente con la ampliación de la OTAN. Si bien la Federación Rusa tradicionalmente ha considerado la Flota del Báltico como una herramienta importante para proyectar su poder en el noreste de Europa, ahora se enfrenta a adversarios militarmente avanzados con una mayor fuerza colectiva. La Armada polaca, aunque limitada en número, cuenta con buques relativamente modernos, incluyendo dos corbetas, la Kaszub y la Ślązak, tres lanchas lanzamisiles clase Orkan, dos fragatas Oliver Hazard Perry (estas fragatas y la corbeta Kaszub serán reemplazadas próximamente por tres fragatas Arrowhead 140), un submarino clase Kilo, varios dragaminas y otros buques de apoyo. La Armada finlandesa cuenta con unidades más pequeñas pero de gran maniobrabilidad, en particular las modernas lanchas lanzamisiles clase Hamina y Rauma (cuatro cada una), y prevé introducir próximamente corbetas clase Pohjanmaa (la primera ya ha sido botada). Finlandia también cuenta con cinco minadores, 16 dragaminas y dos lanchas patrulleras. Suecia cuenta con una potente armada costera, que incluye tres submarinos modernizados de la clase Gotland y dos de la clase Södermanland. El núcleo de las fuerzas de superficie de la Armada Sueca son las cinco corbetas furtivas de la clase Visby. Otra fuerza significativa son las seis corbetas de las clases Estocolmo y Gotemburgo. Las armadas de los países bálticos solo disponen de dragaminas y patrulleros.

Los sistemas antibuque terrestres son un elemento importante del equilibrio regional. Polonia cuenta con baterías móviles NDR de fabricación noruega con un alcance de más de 185 km, desplegadas principalmente en unidades de misiles costeros en la región de Hel. Importante para la capacidad de defensa de Polonia en la región del Báltico es el anuncio de este año de que la unidad de misiles antibuque existente se convertirá en una brigada. Finlandia cuenta con misiles suecos MTO 85M y misiles israelíes Gabriel V. Suecia también cuenta con unidades de misiles costeros con misiles RBS15 Mk3 y Robot 17 modificados nacionalmente, que, combinados con la topografía de la isla, crean un entorno letal para las unidades de superficie enemigas. El único país báltico que puede presumir de la categoría de armas mencionada es Estonia, que cuenta con misiles Blue Spear, un derivado del Gabriel V israelí. En el caso de Suecia, también cabe destacar la capacidad de los aviones Gripen para utilizar misiles antibuque. Esta capacidad combinada de amenazas terrestres, aéreas y marítimas permite una respuesta rápida a las acciones de la Flota Báltica rusa.

En 2025, la Flota del Báltico de la Federación Rusa dispondrá de una diversa gama de unidades de superficie. Su núcleo principal lo constituye un destructor de misiles guiados del Proyecto 959, llamado Nastroychev, y dos fragatas de misiles del Proyecto 1154, las fragatas Fearless y Yaroslav Mudry. Las fuerzas submarinas están representadas por un submarino diésel-eléctrico de la clase Kilo (Proyecto 877), el B-806 Dimitrov. Cuatro corbetas multipropósito de la clase Stereguščij (Proyecto 20380), a saber, Stereguščij, Soobrazitielnyj, Bojkij y Stojkij, que se complementan con tres corbetas de misiles de la clase Karakurt (proyecto 22800), llamadas Odincovo, Sovětsk y Mytišči.

La flota también incluye varios buques antiguos, en particular cuatro corbetas lanzamisiles del Proyecto 1234.1 (Zyb, Geyzer, Passat y Liven) y seis lanchas lanzamisiles del Proyecto 1241 (Tarantul), entre ellas las Kuzněck, R-257, Zarečnyj, Dimitrograd, Moršansk y Čuvašsko. Seis corbetas del Proyecto 133.1, diseñadas para la guerra antisubmarina (Urengoj, Kazanec, Zelenodolsk, Aleksin, Kalmykia y Kabardino-Balkaria), también representan una parte significativa de la flota. La sección de apoyo de la flota consta de varios dragaminas y otras unidades menores.

Imagen: Pequeños buques antisubmarinos de la Flota del Báltico fondeados en invierno en Kronstadt | Shutterstock

Posibles desarrollos futuros

Dada la nueva realidad en el Mar Báltico, Rusia se enfrenta a una decisión estratégica sobre cómo abordar el futuro de su Flota del Báltico y su presencia militar general en la región. El primer escenario posible es limitar la proyección de fuerza y adoptar una estrategia de seguridad costera defensiva. Esto implicaría la transferencia gradual de unidades de superficie más grandes y valiosas a otras flotas, principalmente a la Flota del Norte o para reforzar la debilitada Flota del Mar Negro, que ha sufrido pérdidas significativas desde 2022. En este escenario, el papel de la Flota del Báltico probablemente sería asumido por sistemas antibuque costeros móviles, artillería costera, campos de minas, drones de superficie y submarinos, etc. Este enfoque reduciría el riesgo de perder buques valiosos y se centraría en la defensa en lugar del dominio.

La segunda opción es una estrategia de escalada destinada a restablecer el equilibrio de poder en la región. Esto implicaría invertir en nuevas capacidades navales, reforzar las defensas aéreas, militarizar masivamente Kaliningrado y, posiblemente, ampliar la presencia militar en Bielorrusia. Sin embargo, este escenario es costoso y geopolíticamente arriesgado, ya que podría desencadenar un mayor refuerzo de la OTAN en la región y contribuir a la desestabilización de la zona comprendida entre los mares Báltico y Negro.

La tercera opción es la desescalada estratégica y una apuesta por la calma geopolítica. Rusia podría optar por no tomar medidas militares importantes y, en cambio, presentarse como moderada, estable y razonable. Dado el desequilibrio militar en la región, este enfoque tendría una dimensión psicológica: Moscú buscaría enviar una señal de confianza en sí misma, en lugar de debilidad. El objetivo sería evitar una mayor militarización de la región y fortalecer su voz en el ámbito diplomático.

Sin embargo, desde la perspectiva de la planificación de la alianza, no se pueden descartar nuevos escenarios de crisis, incluyendo incidentes que involucren aeronaves o unidades navales, operaciones de desinformación dirigidas contra Finlandia o Suecia, e incluso intentos de ejercer presión militar en zonas vulnerables como el Corredor de Suwalki. En tal caso, el Mar Báltico sería uno de los primeros campos de batalla, no solo por su importancia estratégica, sino también por ser un espacio relativamente cerrado donde es difícil ocultar los preparativos para operaciones de mayor envergadura. Para la OTAN, esto implica la necesidad de una presencia permanente, asegurar las rutas logísticas y desarrollar capacidades de respuesta rápida en el posible frente marítimo del noreste.

Adam Čaloud || CZ Defence