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domingo, 14 de septiembre de 2025

ARA: Destructor explorador-torpedero clase Catamarca

Destructores de la Armada Argentina: Explorador-Torpedero ARA "Jujuy" (D-3), 1912. 

La clase "Catamarca" y el equilibrio naval sudamericano a principios del Siglo XX

 



La proyección naval argentina frente al rearme brasileño en el cambio de siglo: génesis de una carrera naval sudamericana

La Armada Argentina contemporánea tiene sus raíces en la prolongada disputa limítrofe con Chile, que se extendió entre 1857 y 1902. En ese contexto regional de tensiones fronterizas, el país desarrolló progresivamente una fuerza naval que, hacia comienzos del siglo XX, era ampliamente reconocida como la más poderosa y tecnológicamente avanzada de Sudamérica. Este proceso no fue espontáneo, sino el resultado de una política de Estado que articuló decisiones estratégicas, inversiones sostenidas y una visión de desarrollo integral.

El primer impulso decisivo lo dio el presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien en 1869 promovió la incorporación de los primeros buques de guerra modernos: monitores acorazados, bombarderas y torpederos. Esta política fue ampliada y consolidada por Julio Argentino Roca, cuyo liderazgo político y militar sentó las bases para una Argentina que aspiraba, con fundamento, a ser una potencia regional de primer orden. Su programa de modernización —industrial, agrícola, militar y diplomática— transformó al país en un actor estratégico en el Atlántico Sur y en el sistema internacional de la época.

A finales del siglo XIX, como resultado de estas políticas, Argentina ya figuraba como una potencia emergente. Fue entonces cuando los países vecinos comenzaron a manifestar creciente preocupación, en especial Brasil, que advirtió la superioridad naval argentina como una amenaza potencial para su seguridad y sus intereses geopolíticos. En respuesta, el gobierno brasileño lanzó un ambicioso plan de rearme naval, orientado a reposicionar a su marina como la principal del continente. Esta decisión fue el punto de partida de una carrera naval regional, particularmente visible entre Buenos Aires y Río de Janeiro.

En ese marco, Brasil proyectó inicialmente la construcción de tres acorazados —el Minas Gerais, el São Paulo y el Rio de Janeiro—, además de cruceros acorazados, destructores y submarinos. Sin embargo, mientras avanzaban las gestiones con el astillero británico Armstrong, el gobierno brasileño fue alertado por su asesor naval, el reconocido ingeniero Eustace Tennyson d’Eyncourt (de la firma Vickers Armstrong), sobre un nuevo tipo de buque revolucionario que la Royal Navy había comenzado a construir: el HMS Dreadnought.

La aparición del Dreadnought, con su artillería monocalibre y su capacidad de velocidad sin precedentes, alteró los planes brasileños. D’Eyncourt recomendó abandonar el diseño tradicional de acorazados en favor de este nuevo paradigma. Así, el proyecto original fue revisado: se cancelaron el tercer acorazado y los cruceros acorazados, y se ordenaron dos dreadnoughts, dos cruceros exploradores y diez destructores de 550 toneladas.

La estrategia brasileña contemplaba que los destructores de desplazamiento reducido fueran aptos para operar en ríos de la Cuenca del Plata, lo que se confirmó durante la revolución paraguaya de 1911, cuando fueron empleados efectivamente en ese escenario fluvial. Los cruceros exploradores, por su parte, con velocidades cercanas a los 27 nudos, fueron diseñados para cumplir un doble objetivo: interceptar buques mercantes argentinos en caso de conflicto y combatir a los destructores argentinos en alta mar.

Este rearme brasileño, motivado por la percepción de inferioridad frente a Argentina, marcó un hito en la historia naval sudamericana. Representó no sólo una respuesta técnica y militar, sino también un gesto político: la voluntad brasileña de redefinir el equilibrio estratégico regional, desafiando la supremacía marítima que hasta entonces ostentaba Buenos Aires. Así se dio inicio a una carrera armamentista en el Atlántico Sur que tendría consecuencias duraderas en la configuración de las fuerzas navales del Cono Sur durante todo el siglo XX.  


El destructor torpedero argentino “Jujuy”

El destructor torpedero Jujuy es uno de los dos buques gemelos construidos para el gobierno argentino por Fried. Krupp A.G., en su astillero Germania en Kiel. El Jujuy y su gemelo Catamarca pertenecen a la clase de doce buques ordenados a firmas inglesas, francesas y alemanas en 1910. Se ordenaron cuatro buques a cada país; los dos buques alemanes restantes fueron construidos por F. Schichau de Elbing.

Todos los buques alemanes han demostrado ser notablemente exitosos, alcanzando velocidades considerablemente más altas que los construidos en Inglaterra y Francia. Cabe recordar que los cuatro buques construidos en Inglaterra fueron vendidos recientemente al gobierno griego.

Los principales datos técnicos del Jujuy son los siguientes:

  • Eslora total: 289 pies 2 pulgadas (≈ 88,13 m)

  • Eslora en la línea de flotación: 286 pies 6 pulgadas (≈ 87,33 m)

  • Manga máxima: 27 pies (≈ 8,23 m)

  • Calado: 17 pies 6 pulgadas (≈ 5,33 m)

  • Puntal (calado normal): 8 pies 8 ½ pulgadas (≈ 2,65 m)

  • Desplazamiento normal: 995 toneladas

  • Desplazamiento máximo: aproximadamente 1.290 toneladas

El diseño general del Jujuy se muestra en las láminas I y II, para lo cual, al igual que con las demás ilustraciones, agradecemos la cortesía de los Sres. Krupp. La apariencia del buque se muestra también en las Figuras 1 y 2, tomadas en fotografía durante navegación a toda velocidad.

El buque tiene una cubierta superior que se extiende a toda su eslora, y una segunda cubierta o cubierta inferior entre los compartimientos de máquinas. Esta última ocupa la mayor parte del interior del buque: las salas de turbinas, calderas y carboneras se extienden a lo largo de 177 pies (≈ 54 m). La cubierta superior tiene una escasa curvatura, pero la segunda cubierta se mantiene paralela a la línea de quilla, a una altura de unos 2 pies por encima de la línea de flotación normal, siendo la altura mínima entre cubiertas de unos 7 pies (≈ 2,13 m).

El buque presenta una proa recta y una superestructura delantera larga, para aumentar su capacidad marinera, como es habitual en buques de este tipo. Esta superestructura se extiende unos 82 pies desde la proa hacia popa.

Como se puede ver en la lámina I, el buque está dividido en doce compartimentos estancos principales, mediante once mamparos transversales estancos. La protección de las salas de turbinas se logra mediante un revestimiento interior de acero de unos 2 pies 6 pulgadas (≈ 76 cm) de espesor, con espacio intermedio relleno con corcho. Las calderas están protegidas por carboneras ubicadas a cada lado del buque y que se extienden a lo largo de toda la sala de calderas (ver lámina II).

El material usado para el casco en toda su extensión es acero Siemens-Martin, tanto para el casco como para cubiertas y cuadernas, de alta resistencia, y de tal tipo que los esfuerzos de tracción no exceden de 6 toneladas por pulgada cuadrada, y los de compresión 6 toneladas por pulgada cuadrada. El grosor del forro estructural es de 13⁄16 pulgadas (≈ 2,06 cm). Las cuadernas se extienden desde la quilla hasta la cubierta superior y están instaladas en cada marco desde la parte delantera del compartimiento de máquinas hasta la mampara posterior del mismo. Hacia popa, las cuadernas se disponen alternadamente entre la cubierta superior y la cubierta inferior. El codaste está formado por acero fundido, al igual que la base del timón y los soportes del eje del timón.


La respuesta argentina al rearme naval brasileño: planificación estratégica y competencia industrial en los albores del siglo XX

La creciente amenaza que representaba el programa de rearme brasileño a comienzos del siglo XX no pasó inadvertida para la dirigencia argentina. Muy por el contrario, el país respondió con rapidez y determinación, impulsando un ambicioso plan de modernización naval destinado a preservar su superioridad estratégica en el Atlántico Sur. La piedra angular de esta respuesta fue la contratación de dos acorazados clase Rivadavia, concebidos para superar con creces a los acorazados Minas Gerais y São Paulo de Brasil, y respaldados por un plan complementario para adquirir doce destructores torpederos, aunque finalmente sólo cuatro unidades llegaron a incorporarse a la flota.

Entre los buques efectivamente entregados se contaban los cuatro destructores clase Catamarca, de 1.000 toneladas de desplazamiento y velocidad de 34 nudos. Estas unidades representaban una mejora cualitativa significativa frente a los destructores brasileños, ya que contaban con mejores capacidades marineras, mayor velocidad y armamento superior, siendo también aptos para operaciones fluviales. Su rendimiento colocó un freno a las ambiciones navales brasileñas, al evidenciar que el poder naval argentino seguía siendo dominante en el Cono Sur.

La rigidez estructural conectaba la turbina con el freno. El consumo de vapor al desarrollar 7.250 S.H.P. (shaft horsepower o caballos de fuerza al eje) se determinó en solo 12-25 libras de vapor por S.H.P. por hora, y esta potencia representaba apenas el 60% de la potencia total; se esperaba un resultado aún mejor a plena carga. Esta previsión fue plenamente confirmada en el viaje de pruebas.

Las hélices son de cuatro palas, con un diámetro aproximado de 7 pies y 6 pulgadas cada una (≈ 2,29 m), y sus ejes están separados 10 pies 6 pulgadas horizontalmente (≈ 3,2 m). En dirección vertical, los ejes se inclinan hacia abajo en dirección a popa.

Instalación de calderas

El sistema de calderas consiste en cinco unidades pequeñas de tubos de agua, del tipo Germania-Schulz, de las cuales cuatro funcionan a carbón y una a petróleo. Estas están diseñadas para operar a una presión de trabajo de 260 libras por pulgada cuadrada (psi), con una presión de admisión de vapor para las máquinas principales y auxiliares de 230 psi. Sin embargo, las calderas auxiliares pueden operar con presiones tan bajas como 140 psi.

Las calderas se distribuyen en cinco salas, con la caldera de petróleo ubicada en el centro. Las cuatro calderas de carbón tienen dimensiones y equipamiento idénticos, por lo que sus piezas son intercambiables. Cada caldera de carbón posee una superficie de calentamiento de 4.400 pies cuadrados (≈ 409 m²) y una parrilla de 97 pies cuadrados (≈ 9 m²). La caldera a petróleo tiene una superficie de calentamiento de 8.300 pies cuadrados (≈ 771 m²).

Los quemadores son del tipo Körting, y se instalaron 14 en cada extremo de la caldera. El número de quemadores en funcionamiento podía variar de 2 a 14, según el grado de impulso requerido. Estos pulverizaban el petróleo en forma de una fina niebla, lo que garantizaba una combustión completa y la eliminación total del humo tras un breve período en operación. El petróleo era precalentado en un calentador antes de llegar a los quemadores.

Chimeneas y ventilación

El buque posee tres chimeneas: una para la caldera de petróleo y dos para las de carbón. Cada chimenea tiene un diámetro de unos 6 pies (≈ 1,83 m) y una altura de 36 pies (≈ 11 m) desde la línea de quilla. El suministro de aire a los hornos es garantizado por seis grandes ventiladores, dispuestos según lo mostrado en los planos, los cuales extraen aire del exterior mediante ventiladores tipo cofre, que sobresalen por encima de la cubierta superior.

Combustible y alcance

Las carboneras tienen una capacidad total de 265 toneladas. También hay dos grandes tanques, divididos por una mampara longitudinal, para transportar combustible líquido (petróleo), con capacidad total de 103 toneladas, ubicados a cada extremo de la sala de calderas media, entre las carboneras.

Con los tanques completamente abastecidos, el radio de acción del buque navegando a 15 nudos es de 4.100 millas náuticas.

Velocidad y rendimiento

El contrato estipulaba una velocidad de 32 nudos durante seis horas de pruebas. El Catamarca fue el primero de los dos en realizar las pruebas y alcanzó un promedio de 34 nudos durante seis horas, con una velocidad máxima de más de 36 nudos.

Debido al éxito obtenido con el Catamarca, la Comisión Naval Argentina eximió a los constructores de repetir las pruebas con el Jujuy. Ambos buques fueron entregados hacia fines del año (1912), y enviados directamente a Sudamérica.



En contraste, los cruceros exploradores brasileños clase Bahia, aunque equipados con turbinas Parsons, estaban acompañados por destructores clase Pará que utilizaban maquinaria de vapor alternativa (reciprocante) y alcanzaban sólo 27 nudos, limitando su capacidad de disuasión. Así, el programa brasileño no logró alterar sustancialmente el equilibrio naval regional. Tampoco lo hizo la Armada Chilena, que si bien representaba una amenaza latente debido a los históricos contenciosos limítrofes con Argentina, no llegó a igualar las capacidades de la flota nacional. Esto fue posible gracias a que, en esa etapa, la dirigencia argentina mantenía una doctrina de defensa robusta, decidida a no mostrar fisuras en la soberanía nacional ni tolerar desafíos militares.

El Acuerdo Naval de 1902 (Pactos de Mayo), firmado entre Argentina y Chile, establecía una limitación del armamento naval durante cinco años. Sin embargo, ante el rearme brasileño, ambos países acordaron su derogación, habilitando a Argentina a planificar una respuesta integral. En agosto de 1908, el Congreso Nacional aprobó un presupuesto extraordinario de 55 millones de dólares para reequipar la Armada, una cifra monumental para la época. El proceso de licitación atrajo a 38 firmas internacionales, que presentaron 144 ofertas, divididas equitativamente entre acorazados y destructores. Más de veinte astilleros de renombre mundial participaron en esta competencia, y muchos debieron modificar sus propuestas ante las exigencias técnicas impuestas por la Comisión Naval Argentina. Según el Engineering Supplement del Times de Londres, Argentina obtuvo una relación costo-beneficio notablemente ventajosa, producto de esta rigurosa negociación.

Los contratos para la construcción de los doce destructores se dividieron entre astilleros de Gran Bretaña, Francia y Alemania, aunque los resultados variaron. Los primeros cuatro destructores en ser entregados fueron los construidos por Schichau y Germania (Krupp) en Alemania. En cambio, los cuatro buques contratados con Laird Brothers en el Reino Unido fueron vendidos por decisión del gobierno argentino a Grecia en 1912, ante el estallido del conflicto greco-turco. Esas unidades pasaron a llamarse Panthir, Aetos, Ierax y León.

Los torpedos se almacenan en tubos dentro de un compartimiento de acero, ubicado justo a proa del palo mayor. Un riel permite transportar los torpedos hacia proa y popa, a ambos lados de la cubierta superior. El compresor de aire asociado al equipo de torpedos está instalado en la parte delantera del castillo de proa, junto a los tanques térmicos (thermo-tanks).

Cabe destacar que, por seguridad, los pañoles de municiones y los compartimientos de torpedos no llegan hasta el casco del buque, sino que están contenidos por mamparos interiores, a cierta distancia de los costados del casco. Los mamparos perimetrales son totalmente estancos y cuentan con sistemas de inundación de emergencia.

Los pañoles están refrigerados mediante tanques térmicos especiales, de los cuales hay tres: uno refrigerando el compartimiento de municiones y dos más ubicados en las áreas de alojamiento. El aire se enfría mediante un motor refrigerante a base de CO₂, con una capacidad de 9.000 calorías por hora, suministrado por la empresa Messrs. J. & E. Hall, y ubicado en la popa, junto a la sala de máquinas trasera.

La electricidad para iluminación, accionamiento de motores diversos y funcionamiento de los dos reflectores, es generada por dos turbo-generadores de 15 kilovatios cada uno, ubicados uno en cada sala de máquinas. Estos pueden funcionar con un 30% de sobrecarga por períodos breves. Además, hay un generador auxiliar pequeño de 4 a 5 kilovatios, impulsado por un motor diésel, que se emplea cuando el buque está en puerto y no se produce vapor. Este generador auxiliar está montado en la cubierta superior, hacia proa.

El buque tiene dos hélices propulsoras, accionadas por dos turbinas de vapor Germanía de 12.000 S.H.P. cada una, operando a unas 640 revoluciones por minuto. Cada sistema propulsor es totalmente independiente, con su propia sala de máquinas. En caso de avería de una unidad, la otra puede seguir impulsando el buque.

El conjunto de propulsión consiste en una turbina de alta presión tipo A.E.G., con ruedas Curtis y una sección de baja presión de una sola etapa con aspas fijas, del tipo Parsons, todo montado en una misma carcasa. Esta turbina trasera se encuentra detrás de la sección de alta presión, formando una unidad de impulso tipo Curtis. La carcasa está dividida horizontalmente en el plano central y también verticalmente, a 90°, con respecto al eje.

La sección de alta presión es de acero fundido, y la sección de baja presión es de hierro fundido. El tambor de baja presión y los ejes están hechos de acero Siemens-Martin forjado hueco. El extremo delantero del eje tiene un cojinete de empuje, mientras que el extremo trasero tiene el acople al eje de la hélice, junto con el mecanismo de inversión manual.

Las ruedas de la turbina de alta presión son del tipo Curtis, y las toberas son de hierro fundido, con álabes de acero. Las ruedas de la baja presión tienen álabes fijos de bronce. Las toberas de ambas secciones, de alta y baja presión, están hechas de latón.

La velocidad de la turbina se controla variando el flujo de vapor hacia la primera etapa y regulando la válvula de maniobra. Hay dos juegos de toberas: uno para crucero, usado a velocidades de unos 15 nudos, y otro para velocidad normal de 28 nudos. Para la velocidad máxima, se deriva un chorro adicional de vapor a una cuarta etapa de presión. Una sola válvula controla el funcionamiento, la maniobra y la inversión de marcha, y está ubicada convenientemente. Un gobernador limita las revoluciones a un máximo de 700 rpm.

Las juntas principales del eje no están lubricadas con aceite, sino que contienen anillos de carbono en tres piezas, sostenidos por resortes espirales y separados por anillos de distancia de hierro fundido. La estanqueidad está asegurada por conexiones con el sistema de vapor principal y condensadores, según lo muestra la Fig. 6.

La iluminación del fuego de la caldera está ilustrada en la Fig. 7. La ventilación de las salas de máquinas se realiza por dos ventiladores a vapor, uno en cada sala, con una capacidad de 2.800 pies cúbicos por minuto. La Fig. 8 muestra la vista del interior de una sala de máquinas.

Las turbinas fueron sometidas a extensas pruebas en banco antes de ser instaladas a bordo (ver Fig. 9). El freno Froude fue empleado para cargar gradualmente las turbinas. Una vez que el desarrollo alcanzó los 8.000 S.H.P., la potencia fue medida con un dinamómetro Föttinger acoplado al eje.


Para reemplazarlos, Argentina encargó cuatro nuevos destructores al astillero Germania, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 llevó a que fueran incautados por el gobierno alemán e incorporados a la Kaiserliche Marine con los numerales G-101 a G-104. Estas unidades participaron activamente en operaciones de guerra, incluyendo la Batalla de Jutlandia (1916) y misiones clandestinas en el mar Báltico contra fuerzas soviéticas. Tras el armisticio de noviembre de 1918, los buques fueron internados en la base británica de Scapa Flow y autohundidos por sus tripulaciones el 21 de junio de 1919, evitando así su entrega a los Aliados.

Los cuatro destructores encargados a astilleros franceses, por su parte, resultaron insatisfactorios: presentaron fallas severas en su planta propulsora y no cumplieron con las especificaciones contractuales. Como consecuencia, fueron rechazados por la Armada Argentina y asimilados posteriormente por la Marina francesa.

La respuesta naval argentina frente al rearme brasileño implicó no solo una estrategia defensiva proactiva, sino también una demostración de capacidad industrial, diplomática y logística. A través de un proceso de selección meticuloso y un financiamiento excepcional, el país logró conservar —durante esa etapa— su primacía naval en la región, neutralizando desafíos externos mediante una combinación de diplomacia activa y poderío militar sostenido.

Comparativa técnica y operativa de destructores argentinos: desempeño, especificaciones y decisiones estratégicas (1911–1930)

En el contexto del ambicioso programa de modernización naval impulsado por la Armada Argentina a comienzos del siglo XX, los destructores clase Catamarca representaron una clara ventaja tecnológica y operativa frente a sus equivalentes franceses, que finalmente fueron rechazados por no cumplir con las exigentes especificaciones técnicas contractuales. Mientras los destructores argentinos mantenían una velocidad máxima sostenida de 34 nudos, incluso en la década de 1930, los destructores franceses apenas alcanzaban 22 nudos, muy por debajo de los 32 nudos teóricos establecidos en su diseño original.

Los buques franceses —posteriormente incorporados a la Marine Nationale— fueron construidos en distintos astilleros: los Opiniâtre y Aventurier en Dyle et Bacalan, y los Téméraire e Intrépide en Chantiers de Bretagne. Botados entre febrero y septiembre de 1911, y completados entre septiembre y noviembre de 1914, compartían las siguientes características:

  • Desplazamiento: entre 990 t (normal) y 1.250 t (a plena carga)

  • Eslora: 88,5 m

  • Manga: 8,62 m

  • Propulsión: 3 calderas White Foster Wheeler, 2 turbinas Rateau, 2 hélices

  • Velocidad efectiva: 22 nudos (diseñados para 32, pero nunca lograron acercarse a ese rendimiento)

  • Combustible: 230 t de carbón + 300 t de petróleo

En contraposición, los destructores construidos por Cammell Laird en Birkenhead, originalmente encargados por Argentina pero vendidos a Grecia en 1912 (donde fueron rebautizados como Panthir, Aetos, Ierax y León), superaban ampliamente a sus pares franceses tanto en rendimiento como en calidad constructiva. Estos buques presentaban las siguientes especificaciones:

  • Desplazamiento: 980 t (normal)

  • Eslora: 89,4 m

  • Manga: 8,3 m

  • Puntal: 3 m

  • Propulsión: calderas Foster Wheeler (4 a carbón, 1 a petróleo), sustituidas en 1925 por 4 calderas Yarrow a petróleo

  • Velocidad máxima: 32 nudos

La superioridad técnica de los Catamarca, tanto respecto a los destructores franceses como a muchos de sus contemporáneos, se explica por el alto estándar especificado por la Armada Argentina para el programa de 1911. Las exigencias incluían armamento, autonomía y maquinaria comparables a los entonces emergentes destructores estadounidenses de 1.000 toneladas, en particular los célebres "Four Piper", lo que refleja una comprensión estratégica clara de las necesidades operativas impuestas por el extenso litoral argentino y los posibles escenarios de conflicto regional.

En resumen, las decisiones técnicas y estratégicas de la Armada Argentina en esta etapa no solo reflejaron un compromiso con la excelencia operativa, sino también una lectura precisa del entorno geopolítico sudamericano. La apuesta por destructores de alto rendimiento como los Catamarca no fue simplemente una elección táctica, sino una afirmación de soberanía y disuasión sostenida en tiempos de competencia naval regional.



El legado de la clase Catamarca y el vínculo entre poder naval y proyección nacional argentina (1912–1960)

En el marco del ambicioso programa naval iniciado por Argentina a comienzos del siglo XX, los destructores de la clase Catamarca representaron un hito no sólo tecnológico, sino también estratégico, que consolidó durante décadas la supremacía naval argentina en Sudamérica. Diseñados con altos estándares de exigencia, comparables a los destructores de avanzada de las grandes potencias, como los “Four Piper” de la Armada de los Estados Unidos, estos buques cumplieron un papel fundamental en la política de disuasión de la Nación, garantizando la soberanía marítima y fluvial durante el período que se conoce como la etapa de consolidación del poder argentino.

Entre los cuatro destructores originalmente contratados al astillero Germania-Krupp de Kiel, se destaca el ARA Jujuy (D-3), que fue botado el 4 de marzo de 1912 y entregado oficialmente a la Armada Argentina el 15 de abril del mismo año. A lo largo de su extensa carrera, que se extendió hasta su retiro definitivo en 1960, este buque participó en entrenamientos navales, maniobras de flota, operaciones de adiestramiento, navegación en aguas fluviales y atlánticas, y representaciones oficiales. En todos estos roles, el Jujuy destacó por su fiabilidad, capacidad de maniobra y aptitud operativa en diversas condiciones geográficas y estratégicas.

Durante las primeras décadas, su actividad fue intensa. Integró divisiones de exploradores, flotillas de torpederos y escuadras de mar, y fue continuamente actualizado —en particular durante la modernización de fines de la década de 1920— que incluyó la conversión del sistema de propulsión de carbón a petróleo, la mejora del armamento antiaéreo, y la modernización de los tubos lanzatorpedos. Estas reformas le permitieron seguir operando con plena eficacia durante los años ’30 y parte de los ’40, en un contexto global de acelerado avance tecnológico y creciente tensión geopolítica.


El puente de mando del comandante está ubicado en la parte trasera del castillo de proa, elevado unos 91 cm (3 pies) sobre la cubierta, de forma que cualquier ola que rompa a bordo pueda escurrirse sin dificultad. Los aparatos de control y la brújula están dispuestos en la cabina de gobierno, que ocupa la parte central del puente.

Detrás de esta se encuentra una pequeña caseta que contiene la sala de cartas náuticas y la estación de telegrafía inalámbrica, ambas con amplias ventanas que comunican visualmente con la cabina de mando.

La nave puede ser gobernada tanto desde la parte superior de la cabina de gobierno del castillo de proa como manualmente desde la estación de gobierno secundaria ubicada en la cubierta de popa.

Además de los telégrafos convencionales que comunican con la sala de máquinas, hay un telégrafo especial para transmitir desde el puente la cantidad de revoluciones a las que deben operar los motores. También se dispone de tubos de voz que comunican el puente con las salas de máquinas, la estación de gobierno de popa, la sala de cartas y telegrafía inalámbrica, el motor de gobierno, los camarotes del comandante y del jefe de máquinas, así como con las estaciones de artillería media y popa. Dada su cercanía al puente, las órdenes también pueden ser gritadas directamente hacia la estación de artillería de proa.

Se disponen dos reflectores: uno a proa de la cabina de gobierno y otro en lo alto de la cubierta de popa.

En la segunda cubierta, a proa, se instala un motor a vapor para manejar los cabrestantes, que accionan los tambores de las anclas mediante husillos y engranajes verticales. El buque cuenta con dos anclas principales tipo “Hall sin cepo” con pesos de 20 y 15 quintales respectivamente. Normalmente se guardan en las cajas de anclas, pero en caso de tener que ser subidas a bordo, se dispone de una grúa manual portátil para tal propósito. Los cables tienen un diámetro de 1½ pulgadas y una longitud total de 150 brazas (aprox. 275 m).

Tras pasar por los cabrestantes, los cables se introducen mediante caños verticales hacia el compartimiento de cadenas en el fondo del buque. Los soportes para los cables están dispuestos según el plano del castillo de proa.

En la parte superior de la cubierta de popa, se instala un ancla auxiliar de 5 quintales sin cepo, unida a un cable de remolque lateral, que se enrolla mediante un cabrestante manual situado a estribor.

Para operar este cable y otros cabos de remolque, se instalan dos malacates manuales con frenos, uno a cada extremo del buque. Hay dos grandes norays en cada extremo del barco para amarre, remolque o arrastre, mientras que se colocan norays y roldanas más pequeñas a lo largo de cada costado para la amarra de barcazas de carga (según el plano de la plancha I).

Los botes auxiliares provistos son:

  • 1 lancha a motor de 24 pies 6 pulgadas de largo, 6 pies de ancho y 2 pies 10 pulgadas de calado, con un motor Daimler de 20 HP que le permite alcanzar 10 nudos.

  • 1 cutter de 23 pies de largo, 6 pies 6 pulgadas de ancho y 2 pies 7 pulgadas de calado.

  • 1 bote pequeño de 13 pies de largo, 5 pies de ancho y 2 pies de calado.

  • 2 botes plegables de lona, de 17 pies de largo.

Estos botes se encuentran en las posiciones indicadas en el plano de la cubierta superior (plancha I). Se bajan o izán mediante una pluma de acero accionada por un cabrestante eléctrico, instalado junto al mástil principal.

El armamento consta de cuatro cañones rápidos de 4 pulgadas (calibre 50) y cuatro tubos lanzatorpedos de 53 cm (533 mm). Los cañones de 4 pulgadas están montados en la línea central del buque y no tienen escudos de protección. Cada pieza está sostenida por un sólido soporte reforzado que...

Desde la cubierta superior hasta el fondo del buque:

Los arcos horizontales de orientación (travesía) de cada cañón de 4 pulgadas en ambos lados del buque son:

  • Para el cañón de proa: 90° hacia adelante desde el centro del cañón y 50° hacia popa.

  • Para los cañones centrales: 50° hacia proa y 50° hacia popa.

  • Para el cañón de popa: 50° hacia proa y 90° hacia popa.

En todos los casos, el ángulo vertical de elevación de los cañones es de 15°, y el de depresión es de 5°.

Hay dos pañoles (magazines) para almacenar la munición de los cañones de 4 pulgadas, uno ubicado en cada extremo del buque en el fondo del casco. Cada pañol tiene capacidad para unas 200 cargas. Un montacargas para munición, accionado por un motor eléctrico, conecta cada pañol con la cubierta superior. El motor del montacargas de proa está ubicado en el compartimento termo-tanque bajo el castillo de proa; el de popa, bajo la caseta de popa.

Los tubos lanzatorpedos de cubierta son del tipo Whitehead, con una longitud de 21 pies (6,4 metros). Están ubicados a ambos lados del buque, en disposición de dos en línea longitudinal. Como se muestra en el plano de la cubierta superior (Placa I), esta disposición permite lanzar los torpedos en dirección casi frontal sin que la superestructura interfiera con la puntería, lo que representa una gran ventaja táctica.

Gracias al castillo de proa, los tubos de proa pueden utilizarse en todo tipo de condiciones climáticas y de mar, permitiendo el disparo continuo de torpedos. Los tubos de proa tienen un arco horizontal de tiro de 75° hacia proa y 60° hacia popa, mientras que los de popa tienen un arco de 75° hacia proa y 75° hacia popa.

Las cabezas de torpedos se almacenan en una sala separada, ubicada delante del pañol de proa.


A nivel armamentístico, los Catamarca estaban originalmente equipados con cuatro cañones Bethlehem L/50 de 102 mm, dos ametralladoras antiaéreas Maxim de 37 mm y cuatro tubos lanzatorpedos de 533 mm, lo que les otorgaba una potencia de fuego notable. La comparación con los destructores franceses rechazados —incorporados posteriormente a la Marine Nationale— resalta aún más su superioridad, tanto por velocidad (34 nudos frente a 22 nudos reales en los buques franceses) como por autonomía y rendimiento general.

La larga carrera del Jujuy refleja, además, la solidez de su diseño y la eficacia de su mantenimiento a lo largo de décadas. Desde su rol como buque escuela en los años ’20, pasando por su integración en escuadras activas durante los ’30, hasta sus últimas participaciones como parte de la Escuadra de Ríos en la década de 1940, este destructor operó con continuidad y solvencia en un espectro amplio de misiones. Su baja definitiva comenzó con su desarme progresivo tras la Segunda Guerra Mundial, culminando en su venta como chatarra en 1960, tras haber sido formalmente radiado por decreto en 1957.

Más allá de su valor técnico, los Catamarca simbolizan una etapa dorada de la historia argentina, en la que la capacidad militar estuvo estrechamente articulada con la proyección internacional y el desarrollo económico del país. Durante las primeras décadas del siglo XX, Argentina supo posicionarse como potencia regional con voz en el concierto internacional, gracias a un aparato militar robusto, profesional y tecnológicamente avanzado. Esta estrategia permitió preservar la soberanía y disuadir cualquier intento de agresión extranjera, aun en contextos globales de alta conflictividad.

La decadencia de este modelo comenzó a hacerse evidente tras el golpe de Estado de 1930 y, según diversas interpretaciones historiográficas, se consolidó con la llegada del peronismo al poder en 1946. El desmantelamiento de capacidades estratégicas, como la condonación de la deuda británica sin contraprestación significativa, marcó el inicio de una etapa de declive institucional y militar. Esta pérdida de poder relativo se tradujo en una paulatina desaparición de Argentina como actor geopolítico relevante.

En suma, la clase Catamarca no fue simplemente una serie de destructores eficaces. Fue la manifestación tangible de una visión estratégica que comprendía que el poder naval no es un fin en sí mismo, sino una herramienta indispensable para sostener la soberanía, garantizar la paz y proyectar la influencia nacional. El olvido de este principio a partir de mediados del siglo XX coincide con la pérdida de relevancia internacional y con la consolidación de un modelo de Estado que, voluntariamente, abdicó del poder como fundamento de la soberanía.

Características técnicas y contexto del ARA Jujuy (D-3), clase Catamarca

El ARA Jujuy (D-3) fue un destructor tipo explorador-torpedero de diseño avanzado para su época, construido por los astilleros Friedrich Krupp en Kiel, Alemania, e incorporado a la Armada Argentina en 1912 junto a su gemelo, el ARA Catamarca. Estas unidades fueron parte del ambicioso programa de modernización naval impulsado por la Argentina a comienzos del siglo XX, con el fin de mantener su supremacía marítima regional frente a las crecientes flotas de Brasil y Chile.

Características generales:

  • Tipo: Destructor explorador-torpedero

  • Año de incorporación: 1912

  • Constructor: Fried. Krupp Germaniawerft, Kiel (Imperio Alemán)

  • Costo unitario: £124.360 esterlinas

  • Eslora: 83,13 metros

  • Manga: 8,25 metros

  • Puntal: 5,20 metros

  • Calado medio: 3,33 metros

  • Desplazamiento: 1.357 toneladas

Propulsión y rendimiento:

  • Maquinaria: 2 turbinas tipo Parsons-Curtiss A.E.G.

  • Calderas: Schulz-Thornycroft, mixtas (carbón/petróleo)

  • Potencia: 25.760 HP

  • Velocidad máxima: 34 nudos

  • Velocidad de crucero: 9 nudos

  • Autonomía: 9.700 kilómetros

  • Combustible: 25 toneladas de carbón

 

Armamento original:

  • Cañones principales: 3 x Bethlehem L/50 de 102 mm (probablemente 101,6 mm reales)

  • Armamento antiaéreo: 2 x Maxim de 37 mm

  • Torpedos: 4 tubos lanzatorpedos de 533 mm

Dotación:

  • Tripulación: 150 hombres

El diseño equilibrado del Jujuy lo convertía en una plataforma apta para operaciones tanto en mar abierto como en ríos interiores, con notable velocidad, buen poder ofensivo y elevada autonomía. Estas cualidades eran especialmente relevantes en el marco de las hipótesis de conflicto sudamericanas del periodo.

El ARA Jujuy sirvió como referencia para evaluar otras unidades contemporáneas. En efecto, uno de los cuatro destructores de origen francés rechazados por no cumplir con los estándares exigidos por la Armada Argentina fue el L’Aventurier (ex-ARA Mendoza), que quedó incorporado a la Marina de Guerra francesa tras su rechazo por presentar deficiencias de diseño y rendimiento, muy lejos de los parámetros cumplidos por la clase Catamarca.

Además, las fotografías históricas muestran al Jujuy y sus gemelos Catamarca y Córdoba, ilustrando detalles constructivos y dimensiones del diseño. La comparación con unidades como el L’Aventurier deja en claro la diferencia técnica entre lo que Argentina aceptó e integró efectivamente a su flota, y lo que consideró inadecuado en función de su política de defensa rigurosamente orientada al estándar de excelencia operativa. En suma, el ARA Jujuy fue un claro exponente de una doctrina de defensa nacional basada en la calidad técnica y la disuasión estratégica efectiva.

domingo, 10 de agosto de 2025

ARA: Destructor A.R.A. Misiones

Destructor A.R.A. Misiones





De los buques del Archivo General de la Nación: Destroyer ”A.R.A. Misiones”.
(Nota: El prefijo “A.R.A.” se usa en los buques de la Armada Argentina desde 1946, pero lo he colocado en todos sus buques para ubicarlos juntos en las listas alfabéticas).
Destroyer. Botado en 1897 por Yarrow Shipbuilders Limited en Poplar, Londres. Dimensiones: Eslora 57,95 m; manga 5,95 m; puntal 3,86 m. Calado medio: 1,30 m. Tonelaje: 340 t. Casco de acero galvanizado. 
Armamento: 1 cañón Nordenfeldt de 75 mm, 3 cañones Nordenfeldt de 57 mm (de tiro rápido), 2 ametralladoras Nordenfeldt de 37 mm y 3 tubos lanzatorpedos de 450 mm, uno en proa y uno en cada banda. 
Máquinas: Dos, a vapor, verticales, de triple expansión. Una hélice de 3 palas. Potencia: 3523 HP. 6 calderas Yarrow. Dínamo Siemens Bellis de 80V y 100A, para iluminación interna, navegación y reflector Chance Mirror. Velocidad máxima: 27 n. Combustible: carbón. Capacidad de carbón: 80 t. Radio de acción: 3.000 millas. Tripulantes: 56 hombres. 
Radiado el 23 de octubre de 1930.-
Esquema: Jane´s Fighting Ships 1905-6.-

domingo, 6 de julio de 2025

ARA: Los destructores clase Churruca



Los primeros destructores serie Churruca


Enviado por Osvaldo Sídoli, publicado en http://www.vidamaritima.com.

Aún sobre gradas fueron rebautizados como Cervantes y Juan de Garay (aunque este último, según parece, por unos días o meses fue el Garay, que como vemos en una de las fotos del texto, la de el Archivo Fedac, ya en su viaje de entrega a Argentina iba bautizado como Juan de Garay) y entregados, tras su compra, a la Armada de la Republica Argentina.

¿Cuál fue el origen de estas unidades y cual el motivo de su venta a la Argentina?

 

Foto 1.- Enramado de las cuadernas en la cámara de calderas del cabeza de flotilla Churruca - Del libro Obras S.E. de C.N. Año 1.923

Cuando acabó la Primera Guerra Mundial no solamente la táctica de los destructores, sino estos mismos, estaban en el coletazo de una revolución. Se vio como las ideas de la ortodoxia del momento sobre los ataques torpederos se hacían añicos tras Jutlandia, en 1916, y un periodo de reordenación sobrevino cuando las grandes marinas victoriosas volvieron a los tiempos de paz.

Esto significaba menos destructores que antes de 1914, para un mundo que estaba en peores circunstancias a partir de 1918. Los destructores eran mucho mas grandes y estaban mejor armados que antes. En abril de 1916, dos meses antes de Jutlandia, los británicos habían ordenado una nueva serie de conductores de flotilla, la clase V. Para permitir una mayor velocidad en mala mar los cascos se hicieron más grandes y el castillo de proa se elevó en altura, mientras la adopción de engranajes reductores en las turbinas proporcionaba una mayor economía. Los cañones fueron también emplazados mucho mas altos, con el segundo y tercer emplazamiento sobreelevado en pequeñas cubiertas a proa y popa. En esta posición estaban libres de la espuma que normalmente invadía los castillos de proa de los destructores existentes y el puente, también situado una cubierta por encima de estos, estaba todavía en mejores condiciones.

 

Foto 2.- Vista de proa del explorador argentino Cervantes después de montar el armamento en el Arsenal de La Carraca - Del libro Obras S.E. de C.N. Año 1.927

En principio solo cinco de estos conductores fueron aprobados, pero en junio de 1916 rumores recibidos en el Almirantazgo sobre nuevos y mas poderosos destructores alemanes, hicieron que se duplicase la orden pero ya como destructores convencionales y sin la acomodación para el Capitan (D) y su grupo de mando.

Los primeros 25 fueron ordenados en julio-agosto de 1916, seguidos por otros 25 en diciembre y por sus letras iniciales fueron conocidos como clase V&W

Durante los ataques nocturnos en Jutlandia algunos destructores habian fallado su oportunidad porque llevaban muy pocos torpedos y la clase de los V&W fue armada con dos lanzadores triples de torpedos.

Los nuevos destructores fueron recibidos con cautela y aprensión debido a su tamaño y a la cantidad de pesos altos sobre la flotación, pero en servicio probaron ser tan exitosos que en junio de 1918 fue ordenada una nueva versión mejorada y con artillería mas pesada. Eran la clase Modified W, con piezas de 4,7 pulgadas de calibre, disparando un proyectil de 45 libras en vez del de 32 libras de los cañones de 4 pulgadas de los V&W, y con esto incluso mejoraron su valía.  

Para liderar tan poderosos destructores eran necesarios mucho mas poderosos cabezas de flotilla, y fueron dos las clases que se construyeron; los de los tipos Scott y Shakespeare, cascos de 1.550 toneladas armados con cinco piezas de 4,7 pulgadas y seis tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas. Por unos años tras la Primera Guerra Mundial fueron los más poderosos del mundo. Esto nos lo cuenta Anthony Preston en su libro:  Destroyers. An Illustrated History, editado por Parkgate Books Ltd. y con ISBN: 1-90261-601-4.

Las dos series presentaban pequeñas diferencias, siendo los Shakespeare de origen Thornycroft y los Scott siguiendo normas del Almirantazgo, para un mismo concepto equilibrado, moderno, rentable, poderoso, marinero e innovador. El proyecto fue copiado, en sus principios básicos, por casi todas las marinas del mundo y supusieron una autentica revolución en la construcción de destructores.

Ya que no se pudo construir un modelo autóctono y aunque con algún lustro de retraso, la elección de estas unidades por la Armada fue un autentico acierto, mas teniendo en cuenta que la evolución del destructor se ralentizó en la postguerra, y al llegar la Segunda Guerra Mundial, unidades de otras marinas de la misma clase estaban todavía en activo y eran perfectamente válidas; que se lo digan sino a los italianos en Matapan donde el viejo Stuart, australiano, tuvo una actuación formidable.

 

Foto 3. Vista de popa del Cervantes. Del mismo libro

Veamos ahora porque los dos cabezas de serie fueron vendidos por el Gobierno del pais a los argentinos.

Tras el vuelo del Plus Ultra a Buenos Aires, el gobierno español envió en visita de buena voluntad a Buenos Aires al crucero ligero Mendez Nuñez y al destructor Alsedo. La visita tuvo lugar el 7 de febrero de 1926.

 

Foto 4.- Montaje triple lanzatorpedos de origen ingles, Vickers. Del mismo libro

Esta visita influyo en los planes hechos por el Gobierno argentino para modernizar el material de la Armada (ARA). El Alsedo entraba de lleno en la visión que sobre los destructores tenia la Armada de la República Argentina, que llegó a planear la construcción de una flotilla de tales unidades.

Posteriormente la Comisión enviada a España para estudiar el tema decidió con acierto y cambio de parecer, ordenando dos unidades del tipo Churruca (1ª Serie) , clase Scott, que ya se construían en Cartagena para la Armada española.

Por Real Decreto del 25 de mayo de 1927, el gobierno español concedió un préstamo a la Argentina y para acelerar la operación se le vendieron los cabezas de serie Churruca y Alcala Galiano, todavía en gradas.

 

Foto 5.- Pruebas de lanzamiento de torpedos del Cervantes. Del mismo libro  

Volvamos atrás en el tiempo y vamos a 1.922. Del libro de Obras. S.E. de C.N. Año 1923 leemos: Destróyer cabeza de flotilla Churruca. Puesta la quilla de este buque el 23 de julio de 1923, tiene enramadas el 75 por 100 de las cuadernas, remachado y calafateado la mitad del forro exterior, listas las cubiertas y preparado casi en su totalidad el resto del material de la estructura del casco; esperamos poner e! buque a flote dentro del presente año.

En los talleres de maquinaria se han probado las turbinas a presión hidráulica, se están entubando las calderas y se trabaja en los condensadores, máquinas auxiliares y otros elementos de las máquinas

Destróyer cabeza de flotilla Alcalá Galiano. Puesta la quilla de este destróyer el 8 de enero del corriente año, se están enramando las cuadernas y preparando el resto del material de forros y cubiertas para su montura en el casco.

Están fundidas las turbinas y recibidos los accesorios para las calderas, trabajándose activamente en estos elementos, como también en la maquinaria auxiliar y otros accesorios.

Años mas tarde en el libro de Obras S.E. de C.N. Año 1925 leemos tambiónen: Destróyer cabeza de flotilla Churruca.  Este buque fue puesto a flote el 26 de junio de 1925, y después de terminar la instalación de su maquinaria y la de todos sus servicios auxiliares, ha verificado sus pruebas oficiales de velocidad, en las que ha desarrollado la máxima de 39,76 nudos por hora, o sea cerca de cuatro nudos más de velocidad que la indicada en el contrato.

Una vez montada la artillería, y verificadas sus pruebas de fuego, será este buque entregado a la Marina.

Destróyer cabeza de flotilla Alcalá Galiano. Este buque fue puesto a flote el 3 de noviembre de 1925, y actualmente se procede a la montura de su maquinaria, habiéndose instalado a bordo las calderas, chimeneas, cajas de engrane, y comenzado el montaje de las turbinas. La instalación de sus máquinas auxiliares está terminada, y están entre manos las válvulas y tuberías para los distintos servicios del buque.
La artillería está muy adelantada en su fabricación en los talleres de La Carraca.

 

Foto 6.- El Juan de Garay en Canarias en su viaje inaugural a la Argentina. Archivo Fedac

Respecto a sus características técnicas y numeración en la Armada Argentina eran las siguientes: Torpederos T-1 y T-2. Lugar de construcción: Astillero de la S.E. de C.N., en Cartagena, España. Costo de la unidad: 1.750.000 dolares oro

Eslora máxima: 101 m (333 pies). Manga: 9,65 m. Puntal: 6,02m. Calado medio: 3,65 m.

Desplazamiento: 2.072 toneladas

Armamento: 5 cañónes de 120mm, 45 calibres, en cinco afustes simples; 1 cañón de 76 mm antiaéreo; 2 (otras fuentes citan 4) ametralladoras antiaéreas de 40 mm; 2 grupos triples de tubos lanzatorpedos de 21".

Máquinas: 2 turbinas Parsons, 4 calderas. 42.000 caballos, Velocidad: 36,5 nudos (máxima en condiciones de carga mínima y estado de la mar llana), 12 nudos velocidad económica. Combustible: Fuel-oil. Capacidad de los depositos de combustible: 540 Tn. Radio de acción: 4.500 millas a 14 nudos. Tripulación: 150 a 180 hombres.

Para su historia operacional e información complementaria recomendamos la fantastica pagina web Histarmar, gestionada por Carlos Mey y de la que ya hemos hecho mención y uso con el permiso de su autor.

Los buques pertenecían a la llamada primera serie de los Churruca, para mi y en contra de la opinión general la mas acertada estéticamente, ya que la segunda se recepcionó en los años de en que las grandes clases inglesas de los tipos A, B, C, que empezaban a navegar y con los que compartían cierta apariencia estética pero en la que ya habían dejado parte de su personalidad y que evidentemente no disponían de las ventajas de los ingleses.


Foto 7. El torpedero Juan de Garay. De la pagina web Histarmar

Completar las características técnicas diciendo que probablemente las ametralladoras citadas fueran las Vickers de 40 mm (2 pounder)y que los cañones eran el modelo 120/45, no exactamente el 4,7 pulgadas estándar de la marina inglesa y que la velocidad en pruebas mantenida durante varias horas fue de 37,64 nudos antes de montar el armamento en el Arsenal de La Carraca.

 

Foto 8.- Foto de la pareja de torpederos Cervantes y Juan de Garay. De la pagina web Histarmar

La velocidad máxima operacional en condiciones ideales de desplazamiento y mar era de unos 36 nudos, mientras a plena carga y con algo de marejada andaban algo por encima de 30 nudos, dependiendo como siempre de las condiciones del casco, profundidad en que se desarrollaba la prueba, temperatura etc.

Dos excelentes unidades que fueron continuadas en la marina argentina con tres de los mejores destructores de su época, aunque muy poco conocidos, la serie del  La Rioja, Mendoza y Tucumán, cuya característica mas destacable era su autonomía de mas de 7.000 millas, única entre los destructores en el momento de su entrada en servicio

Respecto a la serie española, los iremos viendo de uno en uno en posteriores artículos estudiando parcialmente alguna característica o hecho destacable para ello. Estupendos buques.

sábado, 8 de marzo de 2025

SGM: El ataque del HMS Cossack (2/2)

El HMS Cossack ataca al MV Altmark (Parte 2/2)

War History




Los torpederos noruegos Kjell y Skarv se situaron entre Altmark, en el interior del fiordo, e Ivanhoe, en las afueras.

A mediodía, una señal del Almirantazgo informó de que Altmark se encontraba en aguas suecas, en la cabecera del Kattegat. Esto provocó cierta confusión hasta que se descubrió que la decodificación de la señal era errónea y que el nombre que inicialmente se leía como «Veaden Rev» probablemente debería ser «Jaederens Rev», una forma antigua de escribir Jærens Rev, las aguas poco profundas al sur de Stavanger. Durante las siguientes horas, se recibieron varios informes de avistamientos, con posiciones que diferían hasta en 25 millas. Un problema era que nadie sabía cómo era Altmark. La única foto disponible era una del Illustrated London News, pero había dos barcos en la foto y el pie de foto no indicaba cuál era el petrolero alemán. Finalmente, Vian decidió dividir su fuerza. El Arethusa, con el Intrepid y el Ivanhoe, debía cubrir la zona de Egersund, mientras que el Cossack, el Nubian y el Sikh harían un barrido hacia el sur, en dirección a Lista. La tensión era cada vez mayor y se abrió fuego contra lo que se pensó que era un avión de reconocimiento alemán, pero resultó ser un Hudson del Mando Costero, que envió señales de reconocimiento erróneas.

A primera hora de la tarde del día 16, el Altmark y el Fireren se encontraban justo al lado del faro de Obrestad, al sur de Stavanger, cuando fueron avistados por un vuelo de combate de tres Hudson. Los aviones del Escuadrón 220 en Thornaby volaban hacia el norte en una línea suelta, uno al lado del otro, acercándose a Stavanger, cuando se observaron dos barcos: uno de ellos, un pequeño auxiliar, el otro, un gran petrolero. El avión pasó por territorio noruego, dando vueltas alrededor del barco más grande para identificarlo correctamente. El nombre Altmark estaba pintado en blanco a ambos lados de popa, debajo de la bandera con la esvástica, y no había duda de que habían encontrado el petrolero. La posición del Altmark fue informada al Almirantazgo a las 12:55 y enviada al Arethusa y al Cossack a las 13:18. El Fireren no tenía cañones antiaéreos y el capitán Sigurd Lura solo pudo izar una señal de protesta contra la aeronave intrusa. El Cossack y su grupo estaban muy al sur de la posición informada, pero el Arethusa, el Intrepid y el Ivanhoe estaban cerca y se giraron para investigar. A las 13:50 (BrT), el oficial de artillería, el teniente Roberts, informó desde la torre de control del director del Arethusa que podía distinguir un buque cerca de la costa noruega y creía que era el Altmark.
 
Alrededor de las 16:00 hora noruega, el torpedero Skarv comandado por Loytnant Herman Hansen reemplazó a Fireren como escolta al Altmark cuando pasó por Egersund. Poco después, tres barcos aparecieron a la vista desde el suroeste. Se acercaron a gran velocidad y pronto pudieron ser identificados como un crucero británico y dos destructores. En paralelo al curso del petrolero, justo fuera del límite territorial noruego, Arethusa lanzó una señal, ordenando al Altmark que "virara al oeste", fuera del territorio noruego. Dau ignoró la orden y continuó pegado a la costa. No podía creer que los británicos violaran el territorio noruego a plena luz del día frente a un torpedero de la RNN. Sin embargo, el capitán Graham del Arethusa creyó que sus órdenes del Almirantazgo eran lo suficientemente claras. Envió una señal a Vian, confirmando que había localizado el barco alemán, y ordenó al Intrepid y al Ivanhoe que lo interceptaran y abordaran mientras él cubría desde fuera del límite territorial. Los dos destructores se adentraron rápidamente en aguas territoriales noruegas, el Ivanhoe enarboló la bandera con la señal «Girar al oeste» y el Intrepid con la señal «Girar o disparamos». No hubo reacción.



A las 16:30, el teniente Hansen envió una señal inalámbrica desde el Skarv a sus superiores en Kristiansand con información de que se habían avistado buques de guerra británicos. Diez minutos más tarde, una señal complementaria dijo que ya estaban en aguas noruegas, aparentemente con la intención de interceptar al Altmark. Hansen dirigió su ágil torpedero hacia el Intrepid, el destructor más cercano. Mediante maniobras audaces, logró mantener al Skarv entre el Intrepid y el Altmark, protestando por su presencia en aguas noruegas con un megáfono. El comandante Roderick Gordon respondió que el Altmark también estaba en aguas noruegas, con prisioneros a bordo. Hansen respondió que el barco alemán había sido registrado y que no se habían encontrado prisioneros. Frustrado, Gordon giró 180 grados y, como se esperaba, el torpedero lo siguió. Después de dos millas, el Intrepid volvió a virar hacia Altmark, aumentando la velocidad a 25 nudos, dejando atrás a Skarv.

Cuando ya estaba bastante lejos del noruego, Gordon dio la orden de disparar un tiro de advertencia al petrolero. El proyectil de 4,7 pulgadas rebotó en el agua a unos 220 metros detrás del petrolero y aterrizó sin causar daño en el interior de Stien, cerca de Rekefjord. Se dispararon dos rondas más y Dau finalmente perdió el valor. El Altmark comenzó a disminuir la velocidad. El Intrepid también disminuyó la velocidad y arrió su ballenero con un grupo de abordaje a bordo. Al ver esto, Dau ordenó acelerar de nuevo y el ballenero no pudo alcanzarlo. Mientras tanto, Skarv había alcanzado al Intrepid y el teniente Hansen volvió a gritar una protesta contra la violación del territorio noruego. El comandante Gordon respondió que tenía órdenes de interceptar al Altmark y llevarlo a Inglaterra. Hansen repitió su protesta, a lo que Gordon respondió: "Tengo mis órdenes".

Mientras Skarv estaba ocupado con el Intrepid, el comandante Philip Hadow acercó al Ivanhoe al petrolero en un intento de obligarlo a salir al mar. Sin embargo, aconsejado por los dos pilotos noruegos, Dau dirigió el Altmark dentro de un pequeño grupo de islas llamado Fogsteinane, donde había poco espacio para maniobrar. Hadow decidió que era hora de abordar y trató de maniobrar lo suficientemente cerca del costado de estribor del Altmark para permitir que su grupo de abordaje, que estaba esperando, saltara al otro lado. Michael Scott, uno de los oficiales del Ivanhoe, escribió más tarde:

Desde donde estaba en el puente, el Altmark presentaba una vista inolvidable. Un barco de unas 10.000 toneladas, creo, causaría comentarios cuando no se veía ni una sola alma en cubierta, pero en tiempos de guerra, y especialmente cuando un barco está a punto de ser abordado, me pareció tan siniestro y poco realista que pensé que debía haber alguna estrategia en ello, sobre todo porque habíamos oído que llevaba armas. Pero no pasó nada y avanzó hacia la entrada del fiordo. [.] Aumentamos la velocidad y nos acercamos bastante rápido a su aleta de estribor.


Justo cuando la proa del Ivanhoe comenzó a cerrarse sobre el alcázar del Altmark, Dau aumentó la velocidad a unos 10 nudos y el Altmark se deslizó hacia babor, todo el tiempo cerrando la boca del Jossingfjord, abriéndose detrás de Fogsteinane. El destructor fue cortado por la estela de la hélice del petrolero, y se perdió la oportunidad de abordar. Se habían dado órdenes desde Arethusa de ametrallar el puente del Altmark si se negaba a detenerse. Sin embargo, dos de los hombres vistos en el puente fueron identificados como pilotos noruegos y Hadow decidió no abrir fuego.

En ese momento, el torpedero Kjell entró en escena frente a Jossingfjord bajo el mando del teniente finlandés Halvorsen. Tanto el Kjell como el Skarv eran de diseño anterior a la Primera Guerra Mundial y, aunque sus torpedos aún exigían respeto por parte de los destructores británicos, no tenían más que dos cañones de 47 mm y uno de 76 mm entre ambos. Como era superior, Halvorsen tomó el mando y le pidió por radio a Hansen un informe de la situación. Al recibirlo, izó la bandera de "protesta" y colocó su barco en el camino del Ivanhoe, que tuvo que desviarse de la persecución del Altmark. Los dos buques de guerra estaban a una distancia que les permitía hacer señas y el teniente Halvorsen gritó una protesta por la intrusión de territorio noruego al otro lado del mar. Sorprendentemente, Hadow le gritó en alemán y Halvorsen lo interrumpió con un "Por favor, hable inglés, señor", lo que provocó cierta diversión en el puente del destructor. Las reiteradas protestas de Halvorsen hicieron que los dos destructores británicos redujeran la velocidad y el Altmark se adentrara en el fiordo de Jossingfjord, cuya estrecha entrada aparecía entre dos pequeños faros.

En el fiordo de Jossingfjord, Wilhelm Dydland, de dieciséis años, estaba cuidando su barco, que había estado desembarcado para pasar el invierno. En torno a las 17:00 horas, oyó fuertes ruidos procedentes del mar y, poco después, un enorme buque entró en el fiordo a gran velocidad. Sorprendido, corrió hacia los áridos acantilados marinos para mirar. Cuando pasó cerca de él, un hombre salió del ala del puente del petrolero y gritó en noruego, preguntando si el fiordo era lo suficientemente profundo para entrar. El desconcertado joven saludó y gritó que estaba bien y vio cómo el Altmark pasaba por el fiordo, haciendo fuertes ruidos mientras abría una amplia franja en el hielo de 2 a 3 pulgadas de espesor que cubría el fiordo a unos cien metros dentro de la entrada.

A las 17:10, al entrar en Jossingfjord, Dau envió un telegrama a través de la estación de radio costera más cercana a la embajada alemana en Oslo, avisando que se encontraba «bajo tierra» y que un destructor británico intentaba acercarse. El Arethusa intentó bloquear sus transmisiones al principio, pero luego se detuvo, ya que se creyó que sería mejor interceptar el mensaje y tal vez conocer las intenciones del alemán. A las 17:55, se envió una segunda señal desde Altmark a la embajada, informando que se encontraba a salvo dentro de Jossingfjord, protegido por dos torpederos noruegos, pero con el Intrepid flotando afuera. Más tarde, una tercera señal solicitaba a la embajada que «protestara enérgicamente contra la conducta de las fuerzas navales inglesas». El B-Dienst alemán siguió de cerca los acontecimientos y, además de interceptar la mayor parte del tráfico de señales británico, también recogió las señales de Dau a Oslo, reenviándolas al SKL y al Grupo Oeste.

En Berlín, el SKL evaluó la situación continuamente pero, a diferencia de Dau, no tenían expectativas de que los británicos respetaran las aguas territoriales noruegas. En una señal a las 18:12, se ordenó al Altmark que buscara refugio en el «fiordo Lister o en el fondeadero seguro para torpedos más cercano». Sin embargo, recordando las reacciones noruegas cuando el City of Flint echó el ancla, una señal modificada siguió solo minutos después: «No fondee, pase la noche en una zona segura». El SKL también consideró enviar una fuerza de destructores cubierta por el crucero Hipper y al menos un acorazado hacia Noruega, pero debido a las condiciones del hielo, la preparación de los barcos era baja y no podrían hacerse a la mar hasta la mañana siguiente, en el mejor de los casos. En cambio, se enviaron instrucciones al Agregado Naval Schreiber en Oslo para que se pusiera en contacto con las autoridades noruegas y se asegurara de que harían todo lo posible para garantizar la seguridad del Altmark.

Schreiber se puso en contacto con el Estado Mayor del Almirante alrededor de las 18:45 y se le informó de que la RNN estaba al tanto de la situación y que se tomarían todas las medidas necesarias. Después de recibir finalmente la segunda y la tercera de las señales de Dau (la primera se recibió en la radio Farsund a pesar de la interferencia de Arethusa, pero nunca llegó a la embajada), Schreiber telefoneó de nuevo al Estado Mayor del Almirante alrededor de las 21:50, mientras que el Ministro Bräuer llamó al Subsecretario Jens Bull en el Ministerio de Asuntos Exteriores, solicitando información. A ambos se les dijo que la información era escasa en ese momento, pero que la RNN tenía la situación bajo control y Altmark estaba a salvo. Si algo sucedía durante la noche, se informaría a la embajada.

Por otra parte, el agregado naval británico, el contralmirante Boyes, fue invitado a la sede del almirante durante la velada. Allí, el jefe de inteligencia naval, el capitán Erik Steen, le mostró Jossingfjord en un mapa y le explicó la situación tal como la conocía. Se hizo hincapié en que Altmark no podría escapar sin abandonar finalmente el territorio noruego, momento en el que los barcos británicos podrían interceptarlo sin infringir la neutralidad noruega. Si el capitán Dau decidía quedarse en Jossingfjord, las autoridades noruegas se verían obligadas a "hacerse cargo de los prisioneros". En cualquier caso, se le pidió a Boyes que confirmara que los barcos navales británicos no volverían a entrar en aguas noruegas para atacar Altmark, ya que la situación estaba bajo control. No ha sido posible determinar si el almirante Boyes transmitió esta información.

Unas pocas islas protegen la parte desolada de la costa noruega conocida como Dalane del Mar del Norte. En 1940, la población de la región era muy pequeña y, aparte del pueblo de Hauge y su puerto Sogndalstrand, sólo unas pocas granjas y asentamientos se encontraban dispersos entre las montañas. Desde el mar, la zona parece poco atractiva y, en febrero, la espesa capa de nieve casi llegaba hasta el mar, lo que aumentaba la desolación. Jossingfjord es uno de los pocos lugares lo suficientemente grandes como para albergar un barco del tamaño de Altmark. Junto al pequeño asentamiento pesquero de Jossinghavn, también había un sencillo muelle de aguas profundas con instalaciones de carga de mineral cerca de la cabecera del fiordo. La exportación de mineral de titanio se había detenido por la guerra y las instalaciones no estaban en uso en ese momento.

Con Altmark entrando en Jossingfjord poco después de las 17:00, la situación se calmó por un tiempo. El teniente Halvorsen dejó que Kjell siguiera a Altmark a través de la abertura que había hecho en el hielo mientras Skarv se encontraba justo dentro de la boca del fiordo, bloqueando la entrada. El Ivanhoe se quedó en las afueras, bien dentro del territorio noruego, mientras el Intrepid se retiraba, recuperando su ballenero con el grupo de abordaje que no tuvo éxito. El teniente Halvorsen quería hablar con el capitán del Altmark. Sin embargo, el hielo impidió que Kjell se acercara al petrolero, y los dos capitanes tuvieron que usar sus megáfonos en la popa del petrolero. Dau le dijo a Halvorsen que había alrededor de 130 hombres a bordo de su barco, que ya había sido inspeccionado por la Armada noruega varias veces, incluso por "el almirante en Bergen". Él, sostuvo Dau, les había dado "derecho de paso". Esto fue confirmado por los pilotos, con quienes Halvorsen también habló. Contento por el momento, Halvorsen sacó a Kjell del fiordo para escuchar lo que tenían que decir los británicos. Mientras tanto, el capitán Vian había llegado y Cossack estaba junto al Ivanhoe para recibir un informe del comandante Hadow. Sikh y Nubian permanecieron en alta mar con el Intrepid y el Arethusa protegiendo contra los submarinos.

Después de recibir la información, Vian ordenó al subteniente pagador Geoffrey Craven, que hablaba alemán y sueco básico, que invitara al capitán del torpedero noruego a subir a bordo del Cossack para intentar solucionar el problema. Halvorsen aceptó y subió a bordo del destructor. El teniente de veintinueve años, que hablaba bien inglés, protestó firmemente por la violación de la neutralidad noruega y le presentó a su colega británico de mayor edad una versión en inglés de las normas de neutralidad. Vian respondió que había «400 prisioneros británicos hambrientos» a bordo del Altmark y exigió el derecho a abordar el petrolero alemán y buscarlos. Impertérrito, el loytnant Halvorsen respondió que el Altmark había sido inspeccionado por la RNN y que no le habían informado de ningún prisionero. Vian sugirió que los oficiales británicos y noruegos deberían inspeccionar conjuntamente el Altmark y resolver el problema de los prisioneros de una vez por todas. Halvorsen respondió que no podía autorizarlo porque el barco alemán tenía permiso para transitar por aguas noruegas. Repitió la gravedad de la situación e instó a Vian a abandonar el territorio noruego inmediatamente. La discusión se llevó a cabo "de manera firme pero educada", según Halvorsen en su informe al SDD1. Otros la describen como algo acalorada en algunos momentos, y el teniente noruego en un momento dado amenazó con usar torpedos si los barcos británicos no se iban en treinta minutos. Finalmente, Vian debió sentir que era imprudente abordar el Altmark tal como se había desarrollado la situación, y se retiró. Alrededor de las 18:30, después de que Halvorsen dejara a Cossack con promesas de que se registrara nuevamente el Altmark, ordenó a Ivanhoe que lo siguiera fuera del límite territorial.

Se enviaron dos señales "más inmediatas" desde Cossack al Almirantazgo y se repitieron al Comandante en Jefe de la Flota Nacional. La primera a las 17:32 (16:32 BrT):

El fiordo es un callejón sin salida. No esperen cambios del cañonero noruego, que está examinando el Altmark. Un segundo cañonero tiene un tubo de torpedos apuntando hacia mí. El Altmark está siendo bloqueado eficazmente por el Arethusa. Está pintado de gris de buque de guerra.


El segundo a las 18:57 (17:57 BrT):


El oficial al mando del cañonero noruego Kjell me informa que los pilotos noruegos a bordo del Altmark informan que el buque
No debería dudar en interceptar a Altmark, incluso si se encontraba dentro de las aguas territoriales noruegas.

Vian era uno de los oficiales más destacados de la Marina Real. Como comandante en jefe de la 4.ª Flotilla de Destructores, normalmente tenía su mando a bordo del líder de la flotilla, Afridi. En enero, Afridi fue a los astilleros y Vian decidió que el capitán Sherbrook de Cossack debía tomarse un descanso. Una vez que se fue, Vian se trasladó a Cossack con su personal. Según todos los informes, Vian era un hombre difícil bajo el que servir. El teniente comandante Reginald Whinney lo conocía desde mucho antes de la guerra:

Vian siempre había sido delgado. Era alto y rubio, con cejas pobladas y pobladas. [.] Su rostro nunca mostraba mucha expresión, tal vez el cabello la ocultaba. PLV era un hombre que vivía de los nervios, y deben haber sido muy resistentes. [.] Sin embargo, no era un caballero gentil. [.] Como capitán, era increíblemente grosero, irascible y con frecuencia innecesariamente ofensivo; uno tenía que enfrentarse a él y tener razón, o hacerle creer que así era. En acción, era tranquilo, calmado y muy rápido. Cualquiera que levantara la voz innecesariamente en cualquier momento no lo hacía dos veces. De lo contrario, a cierta distancia por debajo de su feroz exterior, podía ser un hombre de sorprendente amabilidad. En algunos aspectos, era un genio.

Teniendo en cuenta los informes de avistamiento que llegaban, Vian encontró improbable que Altmark pudiera haber llegado más allá de Kristiansand. Por lo tanto, extendió su línea de barcos a unas seis millas de distancia, navegando al oeste y al norte desde Lindesnes durante la noche. A las 00:48 del día 16, una señal del almirante Forbes dejó en claro lo que estaban buscando: "Altmark es su objetivo. Actúe en consecuencia. A las 04:37, una señal del submarino Seal indicó que el Altmark aún no había pasado Skudeneshavn y, tras reunirse con el Cossack al amanecer del día 16, la fuerza permaneció en las inmediaciones de la costa noruega al sur de la zona de patrulla del Seal. Durante la mañana, se detuvieron y registraron varios buques, también dentro de aguas territoriales noruegas, pero no hubo señales del escurridizo Altmark.

Dau se encontraba en una situación incómoda, pero consideraba que su barco estaba a salvo mientras permaneciera dentro del fiordo de Jossingfjord. Con los torpederos noruegos entre él y los destructores británicos, el asunto se había convertido en un asunto político, que a partir de ahora podría dejarse en manos de Berlín. Ciertamente no tenía intención de crear ningún pretexto para intervenciones británicas o noruegas y se contentaba con quedarse donde estaba por el momento. El Altmark se adentró lo más posible en el fiordo y se detuvo contra el hielo cerca del lado este cuando empezó a oscurecer. No se echaron anclas y se mantuvieron los motores en marcha para poder moverse con poca antelación. Los dos pilotos noruegos desembarcaron, pero, entre todas las cosas, subieron a bordo dos funcionarios de aduanas locales. En ese momento, nadie parece haberse dado cuenta de que, al adentrarse en el fiordo, el Altmark ya no estaba en un «paso inocente» de un canal neutral, sino que había entrado en aguas interiores y, por lo tanto, había cambiado su definición legal de acuerdo con la Convención de La Haya.

Mientras tanto, el teniente Halvorsen envió a Kjell a unirse a Skarv para bloquear la entrada al canal a través del hielo que había formado el petrolero, mientras él mismo desembarcaba en Jossinghavn. Las radios de los barcos noruegos eran inútiles entre las altas montañas que rodeaban el fiordo y Halvorsen utilizó el único teléfono del asentamiento, dictando un informe detallado a sus superiores en Kristiansand. Al concluir su informe, Halvorsen pidió permiso para registrar nuevamente el Altmark para determinar si tenía prisioneros a bordo o no. El Fireren, que había recibido órdenes de ir de Egersund a Jossingfjord, llegó alrededor de las 20:40. El Kaptein Lura era el oficial noruego de mayor rango en el lugar, pero dejó el contacto con Cossack a Halvorsen. Para mantener la comunicación con Kristiansand, un hombre se quedó al teléfono en la casa a unos 30-40 metros del muelle de Holmekaien donde estaba amarrado el Fireren. El teniente Halvorsen estaba en contacto a gritos con el auxiliar, que utilizaba una lámpara de señales para los torpederos que se encontraban más lejos. Mediante este sistema primitivo pero eficaz, las autoridades navales y políticas se mantenían informadas de la evolución de la situación y podían dar sus órdenes e instrucciones sin mucha demora.

Durante la tarde llegó una respuesta a la petición del teniente Halvorsen directamente del contralmirante Smith-Johannsen del SDD1: el Altmark no debía ser inspeccionado de nuevo. Si, durante la noche, las fuerzas británicas intentaban abordar el petrolero alemán, los torpederos debían impedirlo, si era necesario por la fuerza. Se creía que mover sus barcos entre el Altmark y cualquier destructor británico sería adecuado, ya que abordar el petrolero a través de una cubierta noruega estaría fuera de cuestión. Poco después, el almirante comandante revocó la orden de utilizar la fuerza, supuestamente por órdenes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Al teniente Halvorsen se le había negado toda posibilidad de resistirse a los intrusos a pesar de sus exitosos esfuerzos anteriores ese mismo día.

En la noche del 15 al 16 de febrero, el submarino minador británico Seal había tendido una red de tres millas de largo frente a las islas Fogsteinane, no lejos de Jossingfjord. La esperanza era que el Altmark se enredara en la red y se detuviera o, al ver la red, se aventurara fuera de las aguas territoriales noruegas para ser interceptado. En cambio, fue el buque minero alemán Baldur, de 5.805 toneladas, que se dirigía al sur desde Kirkenes, el que se enredó en la red y comenzó a derivar sin poder hacer nada hacia el oeste. Un avión del Comando Costero lo avistó, pensó que podría ser el Altmark e informó del avistamiento a la base. Se ordenó al Intrepid y al Ivanhoe que investigaran. Michael Scott de Ivanhoe escribió:

Debe haber sido alrededor de las 21:30 [BrT] cuando el primer teniente, que estaba de guardia en ese momento, vio un barco oscuro que se dirigía hacia el sur. Nos acercamos a él, encendimos los reflectores en su puente y descubrimos una vez más que era otro barco que enarbolaba la bandera alemana. Se le hizo una señal de “Alto inmediatamente” y se disparó un tiro de advertencia en la proa. [...] La única respuesta que obtuvimos fue “¿Qué quieren?”, que nos dijeron en inglés. Luego disparamos otro tiro y se detuvo de inmediato. Las cosas sucedieron muy rápidamente. De repente, la parte superior del puente del Baldur comenzó a arrojar nubes de humo que estallaron en llamas. El barco comenzó a asentarse y esperamos para recoger a los supervivientes. Se vieron dos botes salvavidas que se bajaban, uno de los cuales se dirigía al Intrepid y el otro a la costa, ¡mientras nosotros lo perseguíamos!


El barco alemán se vio rápidamente envuelto en llamas y, temiendo una explosión, el comandante Hadow llamó al ballenero con un grupo de abordaje que acababa de salir de Ivanhoe y recogió a los hombres del bote salvavidas. El capitán Vian escribió más tarde en su informe que, como "el mar estaba en calma y la noche estaba iluminada por la luna, los dos destructores deberían haber intentado acercarse y abordar el carguero de inmediato para evitar que se hundiera". El Baldur se hundió durante la noche.


Después de retirarse fuera del territorio noruego y enviar sus informes, Vian se dispuso a esperar. Las condiciones del hielo observadas en el Skagerrak significaban que, por el momento, el Altmark no podía llegar a Alemania sin abandonar finalmente el territorio noruego. Se podía esperar la llegada de barcos y aviones alemanes al amanecer, pero la fuerza de Vian era fuerte y tres submarinos, el Triad, el Seal y el Orzel, también estaban en la zona. Cuanto más tiempo permaneciera el Altmark en Jossingfjord, más probable era que el gobierno noruego pudiera verse persuadido de aceptar una inspección exhaustiva del buque, incluidos los oficiales británicos, o al menos los funcionarios británicos.

En Londres, Churchill había llegado a la Sala de Guerra del Almirantazgo con el contralmirante Phillips del DCNS, alertado por la noticia de que habían encontrado el Altmark. No estaba de humor para la paciencia ni la diplomacia y, como el almirante Pound no estaba presente, Churchill tomó el asunto en sus propias manos. Después de consultar con el ministro de Asuntos Exteriores Halifax, pero sin pasar por el almirante Forbes, que era el superior de Vian, Churchill envió órdenes explícitas al Cossack a las 17:50 (BrT):

A menos que el torpedero noruego se comprometa a escoltar al Altmark a Bergen con una guardia conjunta anglo-noruega a bordo y una escolta conjunta, debe abordar el Altmark, liberar a los prisioneros y tomar posesión del barco en espera de más instrucciones. Si el torpedero noruego interfiere, debe advertirle que se aleje. Si le dispara, no debe responder a menos que el ataque sea serio, en cuyo caso debe defenderse sin usar más fuerza de la necesaria y cesar el fuego cuando desista. Sugiera al destructor noruego que el honor se cumple sometiéndose a una fuerza superior.

El capitán Vian debió darse cuenta de que la señal llevaba la marca de Churchill y que sus próximas acciones serían, en el mejor de los casos, críticas para su carrera. La señal contradecía su propia solicitud de instrucciones y poco después se complementó con un resumen: «Recibido su 1757/16. Probablemente haya prisioneros escondidos a bordo. Lleven mi 1750/16».

Vian hizo una señal a los otros barcos: «Voy solo» y ordenó al teniente comandante Bradwell Turner, primer oficial del Cossack, que preparara el grupo de abordaje. Este estaba formado por cuarenta y cinco marineros, en su mayoría del crucero Aurora, embarcados para la ocasión, ya que el Cossack tenía a varios de sus tripulantes enfermos de gripe. Los hombres estaban agrupados en cuatro secciones; a cada una se le asignó una parte del barco alemán para que tomara el control.

Era una noche fría pero clara, ya que la luna estaba alta, lo que proporcionaba una buena visibilidad. Alrededor de las 22:45, Vian llevó al Cossack de vuelta a aguas noruegas al este de Fogsteinane. Las aguas están sucias aquí y los oficiales de la RNN se preguntaron por la imprudencia del capitán británico. Sin embargo, en el puente del Cossack, el oficial piloto, el teniente comandante MacLean, tuvo que admitir a Vian que había seguido las luces equivocadas en tierra y preguntó si podía hacer que encendieran los reflectores para ver dónde estaba. Así lo hicieron y el barco logró atravesar el estrecho sin problemas, pero los comentarios en el puente fueron que la historia mostraría que el Cossack llegaba con las luces encendidas, cuando en realidad estaba perdido. A las 23:12 (22:12 BrT), cuando el Cossack entraba en Jossingfjord, llegó una tercera señal del Almirantazgo:

Si no se acepta la oferta de escolta y guardia conjunta a Bergen y se le ha obligado a embarcar, se debe actuar de la siguiente manera: si no se encuentran prisioneros a bordo, el barco debe ser llevado como botín. Si no se encuentran prisioneros y el barco se encuentra definitivamente en Altmark, el capitán y los oficiales deben ser llevados a Inglaterra para que podamos averiguar qué se ha hecho con los prisioneros. El barco debe ser abandonado en el fiordo.

En general, hay una notable inconsistencia entre los relatos de los participantes en los eventos posteriores en Jossingfjord esta tarde. Los informes británicos, noruegos y alemanes difieren ampliamente; más aún cuanto más tiempo después de los eventos se escribieron. La mayoría de las partes parecen haber tenido una creciente necesidad de justificar sus acciones, o la falta de ellas. Lo que sigue es un intento de reconstruirlo de la manera más precisa y objetiva posible a partir de las fuentes originales.