Rodrio García-Muñoz Vaquero - ABC
El tonelaje que hundieron equivalía a la producción de todos los astilleros británicos en un año
Los cruceros auxiliares corsarios intercambiaban en alta mar prisioneros y provisiones con los navíos regulares de la «Kriegsmarine’. En la foto, encuentro del «Kormoran» con el U 124 y el crucero pesado «Admiral Scheer» en el Atlántico
El 3 de mayo de 1940 el vapor británico «Scientist» se cruzó en su ruta de Durban a Freetown con lo que aparentaba ser una pacífica motonave de bandera japonesa. De repente, el lobo se quitó la piel de cordero y, mostrando sus cañones, reveló su verdadera identidad.
Izando la bandera de guerra del Reich, ordenó al sorprendido «Scientist» parar máquinas y no usar la radio, disparando una salva de advertencia para reforzar el mensaje. Como el buque británico seguía transmitiendo, el corsario hizo fuego hasta inutilizar su radio. Entonces, el sentenciado buque se detuvo y su tripulación lo abandonó en botes salvavidas. Del corsario partió una lancha con una dotación de presa que subió a bordo del mercante británico para registrarlo concienzudamente en busca de algún documento valioso y acelerar su hundimiento colocando cargas de dinamita en la sala de calderas y abriendo los grifos de fondo.
Se trató de la primera de las 22 presas que hizo a lo largo de su exitosa carrera el Hilfskreuzer (crucero auxiliar) «Atlantis», el primero de los diez que surcarían todos los mares del planeta en su intento por obstaculizar el tráfico marítimo del que tanto dependían los aliados para su subsistencia.
Reconsideración
Los cruceros auxiliares alemanes habían demostrado su valía como corsarios durante la Gran Guerra, pero en 1939 la Kriegsmarineno los consideraba viables debido al desarrollo de la aviación y la radiotelegrafía. En su lugar, decidió emplear contra la navegación enemiga los acorazados de bolsillo «Deutschland» y «Graf Spee». No obstante, con la experiencia acumulada durante los primeros meses de guerra, el OKM (Oberkommando der Marine) acabó reconsiderando su postura.
Atacarían en mares lejanos, pues la táctica de convoyes sólo había sido adoptada en el Atlántico Norte. Un camuflaje mejorado les protegería de la observación aérea y los motores diesel les concederían una autonomía de varios meses. Irían equipados con un potente y variado armamento: su artillería principal consistiría en cañones de 15 cm y dispondrían además de piezas de menor calibre, ametralladoras antiaéreas, tubos lanzatorpedos, minas y, en algunos casos, de un hidroavión de reconocimiento Arado 196.
A pesar de haber zarpado una semana después que el «Atlantis», fue el«Orion» el que logró el primer éxito de un crucero auxiliar alemán en la Segunda Guerra Mundial cuando echó a pique, el 24 de abril de 1940, al obstinado vapor británico «Haxby», que desobedeció la orden de detenerse y continuó emitiendo señales de socorro.
El fuego alemán causó la muerte de 17 de sus 40 tripulantes. Le seguirían otros 139 buques aliados —con 872.000 toneladas de registro, equivalentes a la producción anual de los astilleros británicos—, que resultarían hundidos o capturados durante los siguientes tres años. El más exitoso de todos fue el «Thor», que en dos salidas, entre mediados de 1940 y finales de 1942, hundió 152.500 toneladas.
A cambio, seis corsarios resultaron hundidos, el último fue el «Michel», echado a pique el 18 de octubre de 1943 por el submarino norteamericano «USS Tarpon» cuando sólo le quedaban 60 millas para alcanzar el puerto de Yokohama, después de llevar seis meses haciendo la guerra de corso en el Pacífico.
La mayor presa
El «Kormoran» vendió cara su piel contra el crucero australiano «Sidney», al que mandó a pique en aguas del Índico en noviembre de 1941, pese a ser muy inferior como navío de guerra. Fue el único mercante armado que consiguió hundir un crucero regular en combate abierto en toda la historia naval.