sábado, 16 de marzo de 2019

Royal Navy: El HMS Terror y Erebus de la fallida expedición Franklin


Hallan el HMS Terror de John Franklin hundido en el Ártico hace 170 años

Los restos del segundo barco de la fallida expedición al Paso del Noroeste se encuentran en buen estado
ABC





Los restos del HMS Terror, uno de los dos barcos perdidos en 1845 en la expedición del explorador británico sir John Franklin en busca del llamado Paso del Noroeste, han sido encontrados en perfecto estado en el fondo de una bahía en el Ártico, según informa The Guardian.

El hallazgo del pecio tuvo lugar el pasado 3 de septiembre cerca de la isla del Rey Guillermo, en el territorio autónomo de Nunavut, a 96 kilómetros al sur del lugar donde se creyó durante mucho tiempo que había naufragado.

Los exploradores pudieron acceder este domingo al interior del pecio con un aparato con control remoto, según explicó al diario británico Adrian Schimnowski, director de operaciones de la Fundación de Investigación del Ártico (Arctic Research Foundation). «Entramos con éxito en el comedor, avanzamos por unas cuantas cabinas y encontramos la sala de almacenamiento de alimentos con platos y una lata en los estantes», señaló Schimnowski.

«Vimos dos botellas de vino, mesas y estanterías vacías. Encontramos un escritorio con cajones abiertos con algo en un rincón del fondo del cajón», agregó.


El HMS Terror, dibujado por el capitán George Back - National Archives of Canada

La expedición de Franklin partió de Inglaterra el 19 de mayo de 1845 con dos buques, el Erebus y el Terror, considerados las joyas de la marina inglesa del momento, y 128 hombres. Pretendían hallar el paso en el Ártico canadiense entre los océanos Atlántico y Pacífico.

En agosto de aquel mismo año, unos cazadores de ballenas vieron a los expedicionarios en la Bahía de Baffin. Nunca más se supo de ellos.

Su desaparición fue uno de los grandes misterios de la historia de Canadá durante casi 170 años, hasta que en septiembre de 2014 un equipo de exploradores encontró los restos del Erebus.

Las autoridades canadienses, que coordinan la búsqueda del Terror, trabajan ahora para verificar que los restos hallados son los del buque de Franklin, según informa Reuters, que no ha podido contactar aún con la base.

El destino de la expedición forma parte del folklore canadiense, en parte debido a la fatal suerte de la tripulación. Relatos transmitidos por los aborígenes inuit describen escenas de canibalismo entre los desesperados marineros.


Así fue la tétrica historia real de la expedición de 'The Terror', la nueva serie del creador de Alien


Por Jorge Loser | El Mundo


Fotograma de la nueva serie de AMC, 'The Terror'. AMC

En la premisa de la nueva serie producida por Ridley Scott en la cadena AMC, The Terror, dos embarcaciones de la Royal Navy tecnológicamente muy avanzadas navegan desde Inglaterra hasta el Ártico en un intento de descubrir un pasaje navegable por el paso del noroeste. Atrapadas en el Atlántico Norte, se ven asediadas por una criatura desconocida. La idea puede sonarte, puesto que la historia en la que se basa es totalmente cierta. El toque sobrenatural es un añadido de la aclamada novela histórica de Dan Simmons pero la realidad que esconde el viaje no solo es más misteriosa que la ficción, sino también mucho más horrible.

Pasar del océano Atlántico al Pacífico en barco era una misión complicada. Había que bordear el sur del continente americano, siguiendo la ruta de Magallanes en un rodeo largo que llevó a buscar una ruta alternativa por el norte de América, el llamado paso del Noroeste, y aquello no era nada fácil. Una vía llena de canales angostos bajo el frío y el hielo, que era impensable abordar fuera del verano, convertía esa búsqueda en una empresa imposible que llenó la Historia de intentos inútiles -cuando no fatídicos- durante cientos de años. Fue Inglaterra el país que más se empeñó en encontrar una ruta alternativa hacia las Indias para lograr ventaja sobre España y Portugal. Hubo muchos exploradores ingleses que lo intentaron, como Henry Hudson en 1610 o Robert Bylot y William Baffin en 1616, pero los intentos cesaron hasta el siglo XIX, cuando el dominio inglés de Canadá hizo que se reanudara.

En 1845 se organizó una gran expedición para conquistar el paso noroccidental, y la misión se le encargó al contraalmirante sir John Franklin, que había dirigido misiones similares aunque con desiguales resultados. A sus casi 60 años, Franklin partió de Londres en mayo de ese año, con dos embarcaciones: el Erebus y el Terror, buques de tres palos con cascos forrados de planchas de cobre que les daban gran resistencia. Francis Crozier, un oficial de Irlanda que había viajado exitosamente a la Antártida fue el segundo al mando. Se esperaba que el viaje fuera el definitivo, y se estimaba que duraría un año. Con todo, llevaron consigo víveres y conservas para tres años y una biblioteca de 1.200 libros en cada barco para entretener a la tripulación, que entre los dos barcos sumaba 129 hombres. Fueron vistos por última vez por los balleneros europeos en Baffin Bay, un área entre Groenlandia y Canadá, a la espera de buenas condiciones para entrar en el laberinto ártico, pero tras ese momento, desaparecieron.



Esta nota, encontrada en 1959, detallaba el fracaso de la expedición Franklin. MCLINTOCK

Dado que era un viaje importante, cuando no se supo nada de ellos, ya en 1847, se enviaron grupos de búsqueda. Durante los siguientes 12 años partieron muchas expediciones tras los pasos del Erebus y el Terror con la esperanza de encontrar algo de información, ya que el gobierno británico ofrecía una recompensa para el que pudiera encontrarlos. En 1852, la embarcación Resolute del almirante Edward Belcher también se quedó atascada en el hielo, pero lograron zafarse, y además encontraron a otro grupo, encabezado por Robert McClure, que también había ido en misión de búsqueda algunos años antes y se presumía muerto. En sus intentos por escapar del hielo, McClure terminó descubriendo y cruzando el Pasaje del Noroeste accidentalmente, y cuando por lo que se le otorgó el título de caballero por su logro pionero, aunque algunos tramos los recorriera a pie.


Antropofagia y misterio, 168 años después

Pero volvieron sin pistas de los desaparecidos. No fue hasta 1859 cuando el explorador irlandés Francis McClintock descubriera algunos esqueletos de miembros de la tripulación, así como un escrito sobre lo que sucedió durante la expedición hasta 1848. Según la nota, los barcos se quedaron atrapados en el hielo en septiembre de 1846, y poco más de un año y medio después, Sir Franklin y otros 23 hombres ya habían muerto. Los supervivientes decidieron viajar al sur a pie, pero las temperaturas bajo cero y el suministro de alimentos menguante hicieron la travesía imposible, por lo que fueron muriendo, uno a uno, en un viaje de pesadilla. En una de las partidas de rescate, unos inuit de la zona que aseguraron haber visto a un grupo de 40 hombres blancos arrastrando un bote hacia el río Great Fish. En su relato contaban que estaban muertos de hambre e iban cayendo mientras caminaban.

Pero los restos de hasta 30 de los hombres de Franklin, entre ellos Crozier, aparecieron con signos de antropofagia, según lo comprobado en el contenido de varias ollas y los cortes de los cuerpos mutilados. Junto a los cadáveres de estos hombres desesperados había una montaña de enseres -botas, pañuelos de seda, jabón perfumado y una pila de libros- que habían sido rescatados de la nave. También en las cercanías había dos esqueletos humanos desplomados sujetando pistolas cargadas, con libros religiosos esparcidos a su alrededor.

Cuando un grupo de arqueólogos canadienses se topó con el Erebus en 2014, mientras buscaban el famoso vuelo MH370 de Malaysia Airlines en el golfo Queen Maud, encontraron la nave en ruinas también rodeada de esqueletos humanos con marcas de cuchillo en los huesos, lo que confirmaba que sus compañeros de tripulación habían utilizado sus cuerpos como alimento. El Terror fue encontrado en buenas condiciones en 2016 en el fondo de una bahía del Ártico, 168 años después de que partiera en su viaje al Ártico. Sus misterios siguen investigándose a día de hoy.

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