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viernes, 7 de noviembre de 2025

ARA: El problema de la opción de las Iver Huitfeldt

El problema de las Iver Huitfeldt

Basado en el artículo "Chatarra naval: La Armada Argentina y la polémica compra de fragatas Huitfeldt" (Real-Politik)


La Armada Argentina analiza la posible compra de fragatas danesas Iver Huitfeldt, como reemplazo de los destructores tipo 42 retirados. La operación busca recuperar la capacidad de defensa aérea de la Flota de Mar, pero se enfrenta a severas limitaciones presupuestarias y a la fragilidad estructural del sistema de defensa nacional.

El almirante Carlos Allievi expresó el interés por adquirir buques europeos, incluyendo opciones como las fragatas FREMM franco-italianas y las Alfa 3.000 españolas. En paralelo, el Ministerio de Defensa mencionó un supuesto ofrecimiento danés que incluiría las Iver Huitfeldt y, posiblemente, los buques Absalon. Sin embargo, el contexto financiero argentino y el estado general de la Armada generan dudas sobre la viabilidad del plan.

Desde los años noventa, los recortes presupuestarios y los embargos británicos afectaron gravemente la operatividad naval. La parálisis del astillero Almirante Storni, la salida de servicio de submarinos, aviones de patrulla, buques de desembarco y el colapso del arma submarina con la pérdida del ARA San Juan, son reflejo de una flota degradada. A esto se suma la compra polémica de OPV franceses a un precio elevado y sin participación de la industria nacional, financiada con deuda externa, además del fallido intento de reactivar los Super Etendard SEM adquiridos sin soporte técnico.

En este marco de deterioro progresivo, la opción danesa genera controversia. Las fragatas Iver Huitfeldt, construidas en 2011, cuentan con un diseño modular y potente armamento: misiles SM-2, ESSM, Harpoon y sistemas de defensa de punto, además de operar helicópteros MH-60R. No obstante, su construcción recurrió a componentes reutilizados de buques más antiguos, lo que si bien redujo costos, derivó en graves incompatibilidades tecnológicas.

Estos problemas quedaron expuestos en marzo de 2024, cuando la fragata Iver Huitfeldt sufrió fallas en su sistema de combate durante una operación en el Mar Rojo. La demora de más de 30 minutos en reaccionar ante un ataque con drones reveló deficiencias críticas en la integración de sensores, radares, sistemas de armas y propulsión. Las fallas no fueron aisladas: también quedaron inoperativos los cañones de 76 mm, lo que comprometió incluso los sistemas de respaldo.

General Michael Hyldgaard

El incidente generó fuertes críticas internas en Dinamarca. Desde el parlamento, se calificó como “escandaloso” el desempeño del buque. La presión pública llevó al relevo del jefe de las Fuerzas Armadas, general Flemming Lentfer, por ocultar el estado real de la flota. Posteriores investigaciones periodísticas confirmaron la obsolescencia de los sistemas de armas y mando, y motivaron la retirada de Dinamarca de operaciones navales de la OTAN por no poder garantizar la capacidad de combate.

En abril, otro buque de la clase, el Niels Juel, experimentó una emergencia por un misil Harpoon cuyo propulsor no pudo ser desactivado, obligando a cerrar el espacio aéreo y marítimo. En junio de 2025, el nuevo comandante militar, general Michael Hyldgaard, comunicó la decisión de reconvertir estas fragatas en patrulleros oceánicos, descartando su venta o modernización por los altos costos: 150 millones de dólares por unidad.

Respecto a los buques Absalon, tampoco estarían disponibles. Aunque mencionados en versiones del Ministerio de Defensa argentino, el propio jefe militar danés ratificó su valor estratégico ante el aumento de tensiones con Rusia y la necesidad de capacidades antisubmarinas. La supuesta posibilidad de venta parece haber sido una mala interpretación, producto del desconocimiento y la improvisación de las autoridades argentinas.

Pese a este panorama, en septiembre de 2024 Argentina adhirió a la Fuerza Marítima Combinada (CMF), coalición liderada por EE.UU. y Reino Unido con despliegue naval en zonas críticas como el Mar Rojo y el Golfo Pérsico. Sin embargo, el estado real de la Armada Argentina –con bases inactivas, sin submarinos, sin capacidad antisubmarina, sin buques logísticos y con medios envejecidos– genera dudas sobre el compromiso operativo posible, más allá de anuncios simbólicos.

Mientras tanto, otras naciones latinoamericanas han optado por fortalecer sus capacidades navales con planes estratégicos y producción local. Chile, con el astillero estatal ASMAR, implementa el Plan Nacional de Construcciones Navales, integrando sectores públicos, privados y académicos. Perú, mediante SIMA y en alianza con Corea del Sur, construye buques de todo tipo, desde patrulleros hasta unidades mayores.

En contraste, Argentina desaprovecha su infraestructura naval y el conocimiento técnico acumulado. La dirigencia política no ha logrado comprender que invertir en defensa no es un gasto, sino una oportunidad para el desarrollo tecnológico y económico nacional. La compra de fragatas danesas con serios problemas técnicos sería otro paso en falso en una política de defensa errática y sin planificación estratégica.

 

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