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lunes, 5 de mayo de 2014
El desguace naval y sus trabajadores
Óxido, barro y muerte en el letal negocio del desguace de barcos
India, Bangladesh, Pakistán y China manejan el 85% de la morralla naval. El negocio crece a base la explotación laboral de miles de trabajadores
Por: Carlota Ming - PlayGround
Óxido, barro y muerte en el letal negocio del desguace de barcos
¿Qué pasa cuando un buque se convierte en un montón de chatarra oxidada? Hay que desguazarlo. Puede parecer un trabajo arduo que nadie desearía, pero se trata de uno de los negocios más rentables del momento.
Se estima que entre 200 y 600 grandes buques se reciclan cada año en el mundo, pero hace tan solo cuatro años unos 4.000 barcos eran desechados anualmente. La industria de la chatarra naval despertó hace relativamente poco y vino acompañada de una nueva mafia: muchos buques se jubilan antes de tiempo a cambio de grandes sumas de efectivo. Se trata de un negocio poco sostenible ante el que muchos propietarios ceden, pues los costes de mantenimiento crecen a medida que los barcos envejecen, al contrario que las tasas portuarias, el combustible y los sueldos de la tripulación.
El proceso es laborioso y mastodóntico. Reciclar un barco supone eliminar todo el equipo que hay a bordo y las piezas del motor. Después hay que cortar y reciclar la infraestructura de toda la nave. En cada barco se emplean a miles de personas, así que se necesita mucha gente y si sus sueldos son bajos, mejor.
Es por eso que los grandes chatarreros de barcos se encuentran en países en vías de desarrollo y lugares con menor seguridad laboral, como India, Bangladesh, Pakistán y China. Entre estos cuatro países se maneja el 85% de la morralla naval.
En concreto Alang, en la costa oeste de la India, es el mayor destino para barcos jubilados y prejubilados. Sus características orográficas la convierten en un lugar idóneo: posee una playa de barro con 15 grados de pendiente y la marea baja tanto que los barcos pueden ser arrastrados por lo que parece una gran charca llena de cadáveres de metal.
Sólo en Alang se recilan 100 barcos al año. Podría ser un ejemplo de prosperidad si no fuera porque en la industria del desguace hay mucha mano de obra barata, hombres y niños con poco que perder: el trabajo que desempeñan implica numerosos riesgos que podrían evitarse con unas mínimas políticas de seguridad, pero entonces el negocio ya no sería tan provechoso.
Los hombres se deslizan por el casco de los buques sin ir asegurados y muchos caen desde las alturas. Todos los trabajadores se enfrentan a incendios, aplastamiento por objetos pesados durante la descarga y a sustancias nocivas como amianto, plomo, mercurio e incluso a niveles bajos de radiación. Cuando no podría ser peor, estas actividades suele realizarse en zonas con temperaturas que rondan los 40º.
En vista de cómo funciona la industria del desguace, parece que no todo el reciclaje es necesariamente positivo.
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